sábado, 29 de noviembre de 2008

EL SOCIALISMO NO CAE DEL CIELO NI DEL LIDER INFALIBLE, NI DE COPIA DE MODELOS, NI DE DOGMAS TEÓRICOS...NACE DE LAS NECESIDADES RADICALES DEL PUEBLO


Javier Biardeau R.

Uno de los aspectos más significativos del debate posterior al 23-N, más allá de los primeros análisis sobre la recuperación electoral del campo nacional-popular bolivariano con relación a la implosión del 2-D, pasa por planos sustantivos acerca de que cosa es el Proyecto Socialista, cual es la relación entre Socialismo, Democracia y Revolución, cuál es la relación entre Revolución Bolivariana y las nociones heredadas del pensamiento revolucionario del siglo XIX y XX. Se observa un extraordinario debate de bases, un vibrante deseo de definiciones, de clarificaciones tácticas y estratégicas, de apreciaciones teóricas, incluso de planteamientos filosóficos, teóricos, de relación entre pensamiento y revolución.

Esto contrasta con las inercias en los cuadros de dirección de la revolución, en los espacios ministeriales, en los espacios de decisión del PSUV, donde la “gestión-administración” de la revolución, desplaza a la “política” y al “pensamiento crítico” de la revolución. Sin pensamiento crítico y revolucionario, sin necesidades radicales, no habrá revolución socialista. Un proyecto socialista no puede confundirse con un teatro de sombras keynesiano o populista, con un simulacro de revolución, con un espectáculo de farsas, de espejismos, donde “todos los gatos son pardos”. Es hora de construir una voluntad colectiva revolucionaria, una mayoría sustantivamente “socialista”, no una “mayoría” adjetivada como socialista. ¿Es socialista la mayoría electoral del 2-D? Pues no. Puede llegar a ser mayoritaria, pero hasta ahora, no hay socialismo democrático participativo porque la revolución bolivariana no lograr quebrar la hegemonía ideológica del capitalismo, en primer lugar, y además no ha logrado clarificar, que demanda el pueblo por socialismo, cómo se construye el “socialismo desde abajo”, como las necesidades radicales del pueblo se traducen en política, como las potencias constituyentes, el deseo de las multitudes, se hace emancipación social.

Para que los caminos de la recuperación revolucionaria no conduzcan a escenarios de “derrota estratégica”, a “victorias con pies de barros”, a “ilusiones electorales sin calidad revolucionaria”, es preciso sacudirse del cesarismo y del burocratismo. Quien está cuidando cargos está cuidando prebendas de poder, pero no está catalizando la revolución. El debate de la posible recuperación, de la revisión a fondo, de la rectificación real, del reimpulso revolucionario, pasa por la liquidación histórica del burocratismo enquistado como “gestión-administración” del proceso, que anula la “política revolucionaria”. Pero además, pasa por superar definitivamente la constante reiteración de actitudes cesaristas en Chávez (por más progresistas que sean), y en su entorno inmediato. El “Estado mayor” de la revolución sufre la enfermedad de la “sumisión a la personalidad del Líder”, no pudiendo corregir errores de conducción, fallas profundas del estilo político, de la comunicación política, que no configuran un cuadro favorable para avanzar en la construcción de acciones contra-hegemónicas, de acciones que desarticulen el sentido común legitimador del capitalismo.

También Chávez es responsable de la derrota del 2-D, esta es la verdad que nadie quiere asumir para lograr una poderosa recuperación revolucionaria, y esto se hace junto a Chávez, exhortándole a que modifique actitudes que no contribuyen en el avance, en la construcción de un socialismo participativo distinto del socialismo burocrático, no sacando de la ecuación de la transformación a Chávez, sino exigiéndole una maduración de su liderazgo, para pasar a un liderazgo colectivo que impulse la revolución democrática dentro de la revolución bolivariana. Solo con Chávez no habrá construcción del socialismo bolivariano, sin Chávez, mucho menos. Se requiere de Chávez y de algo más.
Como nos recordaba el ya fallecido intelectual palestino, Edward Said, hay que hablarle claro al poder. Y en este momento, la concentración del poder de decisión en la revolución la tiene fundamentalmente Chávez. Y esta aparente fortaleza, es una clara debilidad estratégica.

La transformación del Estado en un órgano que está por encima de la sociedad, a uno que esté subordinado a ella y le sirva al pueblo (Marx) es fundamental para que la recuperación cuantitativa se convierta en un cambio cualitativo, porque podemos acercarnos a los resultados electorales del año 2006 (7.309.080 votos), sin ningún tipo de transformación revolucionaria de la conciencia, de la organización del bloque popular-bolivariano, de la movilización y la lucha revolucionaria. Es decir, podemos ganar sucesivas elecciones en medio de la reproducción ampliada del “simulacro de una revolución socialista”.

Y aquí comienzan los aspectos sustantivos: ¿Cuál es el carácter histórico de esta Revolución Bolivariana?¿Cuál es el sistema hegemónico emergente, cuáles son sus articulaciones de clase, etnia, género, nación y territorialidad?¿Como se vincula la revolución bolivariana a las tradiciones teóricas revolucionarias y a las experiencias históricas de la construcción del socialismo esotros países?¿Cuales son las diferencias entre un populismo revolucionario y un proyecto democrático y socialista?¿Cuales son las diferencias entre una revolución nacional antiimperialista y una revolución socialista anticapitalista? ¿Cómo se articulan socialismo, democracia y revolución en el proceso bolivariano?

Creo que estos debate comienzan a darse, pero no adquieren expresiones orgánicas ni impactos decisivos en la alta dirección de la revolución, ya que el sistema de dirección-conducción del proceso revolucionario sigue estando concentrado y centralizado en un muy reducido grupo de decisión política que gira alrededor del Presidente Chávez, incluyéndolo como “gran conductor” ¿Es acaso la línea política, la estructura ideológica del “gran timonel”? No es extraña a esta situación la consigna, “Mande, Comandante”, una muy mala copia del Castrismo, en momentos históricos, en situaciones nacionales y en circunstancias económicas, políticas, sociales e ideológicas, tanto nacionales como internacionales, distintas.

Uno de los elementos fundamentales, que el propio Fidel Castro ha enfatizado, es que la Revolución bolivariana debe construir su propio camino, su propio modelo, el “socialismo democrático venezolano”. No nos hagamos los locos con las palabras de Fidel. También Chávez lo ha destacado, se trata a diferencia de la experiencia de Allende, de una revolución que ha neutralizado, hasta ahora, a la contrarrevolución armada y violenta; pero…se requieren de razones, argumentos, mensajes, y sobre todo de logros, de resultados concretos, de impactos reales que construyan un espacio amplio de legitimidad social y política para el proyecto socialista.

Y es en sus aspectos de propuesta de alternativa, que la revolución bolivariana luce debil en la articulación de un pueblo cargado de argumentos, “armado” no solo de sentimientos, de pasiones, sino de razones de los de abajo, del discurso popular para el socialismo bolivariano. La voz del pueblo es la que debe ser escuchada en sus razones para dudar, para desear, para inquietarse, para temer, para convencerse de que el socialismo es una alternativa cualitativamente superior al capitalismo.

Porque el mensaje del 23-N no dice que el socialismo democrático, que el socialismo participativo, que el socialismo bolivariano, ha conquistado a una mayoría abrumadora, sino que todavía hay reservas hacia la revolución bolivariana, que hay dudas, que hay temores, que no se comprende qué modelo de socialismo se pretende implantar, qué modelo de democracia se va a profundizar, y cómo va a afectar esa política la vida cotidiana de la gente, que apoya tanto al gobierno como a la oposición. Yo lo diría por la calle del medio: una parte significativa de la población demanda que Chávez se distancie de cualquier referencia a modelos de Socialismo que vulneren las libertades democráticas, los principios constitucionales y los derechos humanos. Que lo haga (no que se diga entrelineas simplemente) sin ambigüedades. Creo que el nuevo socialismo del siglo XXI ganaría mucho más con esta posición, que manteniendo a raya el debate socialista, diseminando tabúes sobre el debate de por qué fracasaron las experiencias del “socialismo realmente inexistente”. Fracasaron, porque anularon las libertades democráticas, porque no construyeron algo cualitativamente mejor, algo distinto sino lo peor de lo mismo: el colectivismo burocrático; porque no comprendieron enseñanzas básicas del espíritu libertario de Marx, por ejemplo, que solo habrá socialismo con el desarrollo de un plano superior de libertades sociales, de potencias sociales. No es retocando la caja de herramientas leninistas que se construirá un socialismo en democracia, un socialismo participativo y desde abajo.

Hay que escuchar a Chávez con atención durante la rueda de prensa con periodistas extranjeros luego del 23-N: “Más allá, el mensaje del pueblo ha sido claro. Yo lo oigo! Vamos por el camino correcto! Nada me hace dudar! Me fui a la Campaña por las calles, por los pueblos! Y es la misma pasión! Es pueblo que ha venido madurando, y como dice Carlos Marx... Metzaros " Desafío y Carga Histórica. “Leo: La Teoría se convierte en fuerza en cuanto se apodera de las masas! Ellos dijeron: Un fantasma recorre Europa! Hoy prefiero decir: Un espíritu recorre Venezuela! El espíritu del Socialismo! Eso cala en el pueblo, es motor, es idea de fuerza! Ese es el mensaje que leemos! Simón Bolívar: El impulso de esta revolución ya está dado. Lo que tenemos que hacer es darle dirección! Solo tenemos que darle el tino del Socialismo Venezolano. No la copia de otros tiempos.”

Estoy completamente con la última frase. No puede ser la copia de otros tiempos y circunstancias. Pero esta frase final contrasta con el texto precedente. Allí hay mucho de viejo socialismo. La revolución nadie duda que tiene una extraordinaria “línea de propaganda de masas”, pero carece lamentablemente de una “línea política de masas”, porque las “masas populares”, las multitudes si prefieren, son concebidas como objeto, como pasión a lo sumo, no como sujeto de la política, como razón-pasión libertaria.

El pueblo es básicamente “inmaduro” (lo mismo dijo Chávez de los resultados del 2-D, y yo pensaría que es al revés). Para Chávez son “terreno” para la “siembra del espíritu socialista que cala en el pueblo”, y no generadoras por la auto-actividad y auto-emancipación revolucionaria. Viejos paradigmas de la relación vanguardia-masas. Al parecer, no es tiempo de “mandar, obedeciendo al pueblo” (perspectiva- emancipación), sino, como lo interpreta la burocracia bolivariana, de “Obedecer al Comandante-Presidente, para administrar la revolución en nombre del pueblo” (perspectiva-sujeción).

¿Qué somos los del pueblo, los y las de abajo? Somos “impulso”, “pasión”, pero no dirección, no conducción, no autogobierno popular. Somos materia, pero no forma, no fuerza moral. Somos soporte de la acción de la vanguardia, pero no somos multitud que se libera para si misma. La dirección viene de arriba, de un espíritu que busca convertirse en fuerza material, que ya ocupa el lugar predominante en el terreno intelectual, moral y político; y que baja a madurar las conciencias. No, hay que madurar conciencias es arriba, muy arriba, pues allí hay muy poco socialismo.

Estimados y estimadas. Malas noticias: esta concepción traduce el más burdo socialismo burocrático. Todavía ha que aprender mucho de Carlos Marx (La sagrada familia-1845), cuando plantea un tema sustantivo para la auto-emancipación social y política; es decir, para el socialismo desde abajo:
“Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse por medio del poder material, también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas. Y la teoría es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta y se hace radical. Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz, para el ser humano, es el ser humano mismo. La crítica de la religión desemboca en la doctrina de que el ser humano es la esencia suprema del ser humano y, por consiguiente, en el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciado. En un pueblo, la teoría sólo se realiza en la medida en que es la realización de sus necesidades.”

Marx todavía nos enseña con claridad excepcional, al igual que muchos pensadores críticos, que una “revolución radical solo puede ser una revolución de necesidades radicales”, que las “necesidades radicales” parten del ser humano como “sol propio”, que ha tomado las armas espirituales de la crítica racional, del pensamiento crítico, de su autodeterminación en pensamiento y la acción, de su “necesidad de liberación social y política”. Marx descarta cualquier sumisión heterónoma de la voluntad, el pensamiento y la acción. Imperativo categórico del socialismo, ética indispensable: echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciado. Una “filosofía de la praxis” es algo muy distinto a un movimiento carismático, por mas popular que sea. No es la voz del líder la voz de Dios, ni un espíritu prefabricado es que se apodera de las masas, son razones-pasiones radicales que se articulan a necesidades radicales, que atacan el problema de raíz: la opresión, la explotación, la coerción, la hegemonía ideológica, la negación cultural, la exclusión social. El problema de raíz es que sigan matando a quienes luchan de verdad por transformar la vida: a campesinos sin tierras, al pueblo en pobreza, a miembros de nuestras etnias, a sindicalistas revolucionarios, mientras la burocracia y la nueva burguesía rojilla piensen en privilegios luego del 23-N.

El Socialismo no cae del cielo, ni viene de la mano de salvadores providenciales, nace y se hace desde las pasiones libertarias de los pueblos. No hay peor cadena para los pueblos que aquellas que alimentan las servidumbres del espíritu. Socialismo es liberación, es ampliación del espacio de libertades, no espectáculo, teatro, espejismo o simulacro de revolución. Hay mucho que rectificar si se quiere de verdad reimpulsar. Con Chávez, un solo gobierno, todo el poder para el pueblo. Democracia socialista.

lunes, 24 de noviembre de 2008

DEL REFLUJO ELECTORAL DEL 2-D A LOS CAMINOS DE LA RECUPERACION REVOLUCIONARIA DEL 23-N

Diego Rivera

Javier Biardeau R.

Mal pronóstico para las expectativas ilimitadas de la oposición de barrer en los principales corredores electorales del país. La revolución bolivariana comienza a salir de la derrota del 2-D, en medio de las turbulencias internas de la fracasada “alianza patriótica” (primer frente de guerra política del Imperio: error táctico producto de la pequeña política, del partidismo y el sectarismo) y de un auténtico cuadro de operaciones de guerra propagandística y psicológica para proyectar mensajes divisivos y desmoralizadores, en función de dislocar la conexión entre Chávez y sus bases sociales de apoyo en el seno del campo nacional-popular bolivariano (segundo frente de guerra política del Imperio).
El plan de impacto mediático de la oposición proyectará en días venideros una extraordinaria conquista electoral al ganar Zulia, Táchira, Carabobo, Miranda, Nueva Esparta y el Distrito Capital, sobre todo hará gala de optimismo moralizante en el Distrito Capital y Miranda (Volvemos a la época de Mendoza y Peña). Sin embargo, los números no mienten.
La revolución bolivariana se recupera sensiblemente del revés electoral del 2-D, y se anuncia un nuevo cuadro de relaciones de fuerzas y una situación de poder compartido entre Gobierno y Oposición, que seguirá o los caminos de la agonística democrática, o el prólogo de la confrontación violenta y divisionista del país. Era previsible desde todo punto de vista este resultado y ya veremos por qué. No se trata de profecías, sino de una apreciación realista de las tendencias electorales.
El cuadro de derrota política con alta abstención de la revolución ha sido superado, y la figura de Chávez emerge con un liderazgo que se potencia y re-legitima (con sus lunares, por cierto). La abstención histórica en estos comicios regionales ha sido derrotada, en medio de un cuadro de polarización. Se ha superado la situación de empate catastrófico con alta abstención que apareció en escena en el 2-D, y la revolución bolivariana controla 17 estados del país, en algunos casos con márgenes impresionantes, como Monagas y Lara. Más importante aún, se ha derrotado parcialmente la estrategia divisionista contra la unidad de las bases sociales de apoyo de la revolución bolivariana, con excepción de aquellos estados donde se concentró un verdadero de poder de fuego mediático de la oposición, apareció el malestar ante las malas gestiones regional-locales, combinado con divisiones internas en el campo bolivariano.
Hay que destacar que la estrategia opositora acertó al engatusar a algunos segmentos de la dirigencias de factores políticos que acompañaron el proceso bolivariano como Podemos (que perdió todos sus espacios de poder), hoy subsumido a las instrucciones de la derecha opositora, como el PPT (que sufrió una derrota electoral generalizada) y el PCV (que aún se encuentra extraviado en su línea política-electoral). El PPT y el PCV intentaron presionar a Chávez en momentos donde la gran política exigía liquidar a la pequeña política (Gramsci).
Queda claro que hubo recuperación en uno de los ejes de la revolución bolivariana: la unidad y sintonía de Chávez con el movimiento nacional-popular, pero se fracasó en la construcción del bloque político partidista, con una honda repercusión en el interior del cuadro de mando y dirección del PSUV. El verdadero impacto del revés electoral en Miranda y el Distrito Capital es el “purgatorio” de la Dirección Transitoria del PSUV. Allí se explican muchos de los errores, en contraste con las bases bolivarianas en el resto del país, que no le pasaron factura a figuras claves de de la Dirección del PSUV.
También Chávez tiene su cuota de responsabilidad en esta situación, y debe mirar con atención los movimientos en el rompecabezas más complicado, que es “interno” en el PSUV y en el bloque político partidista de la revolución bolivariana. Había que analizar las diferencias entre la elección de Chávez en 2006, el referendo 2007 y las proyecciones para las elecciones del 23-N en estados claves, dada la importancia del factor poblacional para definir las futuras elecciones de la AN, un eventual referendo revocatorio o una posible enmienda para la reelección.
Las elecciones del 23 de noviembre eran las más importantes elecciones venezolanas de los últimos años, ya que podían o amplificar la trayectoria de derrota del 2-D (que no ocurrió), o dirigir la trayectoria electoral hacia la recuperación de cara a los resultados electorales del 2006 (que si ocurrió).
El análisis de tendencias es implacable: Chávez no perdió lo que la oposición deseaba, pero la Oposición ganó espacios emblemáticos. Y utilizara estos emblemas para re-moralizar a un electorado que volvió a quedarse en neutro con relación al 2006. La oposición parece tener un techo de vuelo. De allí no pasa.
Todo depende de lo que pasa adentro, puertas adentro de la revolución bolivariana. En las elecciones del 2006, la correlación de fuerzas electorales fue favorable a Chávez 62,84 % contra 36,9 %. El 2-D, el resultado fue de acuerdo a datos provisionales 49,3 contra 50,7%. Si en el 23-N se perdían tantos estados y municipios como en la consulta del 2D, parecía probable un referendo revocatorio en 2009 y la pérdida de la mayoría en la AN.
Mientras en el 2-D, la oposición ganó en Caracas (todas las alcaldías), Zulia, Nueva Esparta, Táchira, Miranda, Anzoátegui, Mérida, Carabobo y Lara, hay diferencias contrastantes con el 23-N. En las proyecciones de las encuestas, de este cuadro de derrota salían de la ilusión opositora Lara, Anzoátegui y Mérida. Pero desde el punto de vista de la campaña mediática opositora “estaban perdidas” Guárico, Bolívar, Sucre y Barinas. Se hablaba de candidatura disidente en Portuguesa. Con toda seguridad se perdían Nueva Esparta y Carabobo (donde hubo una sensible recuperación del voto bolivariano, contrastando con Miranda), con alta probabilidad: Zulia, Miranda, Táchira y la mayoría de las alcaldías del Distrito Capital. Como vemos, las ilusiones ilimitadas de la oposición incluían no solo los cinco estados que efectivamente se perdieron, sino además: Guárico, Barinas, Bolívar, Sucre, Portuguesa y Mérida. Su estrategia fue aprovechar-estimular las divisiones y el malestar interno del Chavismo, y promover la unidad opositora (acuerdo 23-E). Se trataba de una regla trivial de la política. Y como vemos, trataron de aprovechar las fisuras abiertas en el 2-D, analizando las debilidades de la revolución en el propio escenario electoral del 2006, donde Chávez ganó con proporciones contrastantes. Allí esta la clave.
La oposición se trazó la meta de derrotar a Chávez simultáneamente en Zulia, Miranda, Bolívar, Guárico y Táchira, además de Carabobo, Sucre, Barinas y Nueva Esparta. Pero Chávez logró trazar una estrategia polarizante, salvando Bolívar, Guárico, Barinas y Sucre, pero perdió Miranda y Táchira. No logró voltear la tortilla en Zulia, Carabobo y Nueva Esparta, que ya estaban en manos de la oposición (de la vieja y de la nueva).
Desde nuestro punto de vista, se logro un escenario de “recuperación significativa”, obteniendo una diferencia de conjunto a favor de la revolución bolivariana de 10 % del voto nacional, no se conquistó una “victoria abrumadora” (15 %), y se evitó ampliamente el escenario del “equilibrio catastrófico de poder” (5 % arriba o abajo). No hay derrota catastrófica no victoria abrumadora, hay una campanada de alerta en medio de una recuperación significativa (5 millones 600 mil votos aproximadamente frente a la meta alcanzada en el 2006 de 7.309.080).
La revolución bolivariana requiere de una recomposición interna que motorice una revolución democrática dentro de la revolución bolivariana (hacer las 3R de verdad). El Socialismo no avanza solo con Chávez, avanza con gestiones eficaces, con calidad revolucionaria, con un auténtico bloque político democrático y revolucionario, y sobre todo democratizando al PSUV (liquidando el sectarismo y el burocratismo), donde el verticalismo y las camarillas de poder han sido derrotadas de nuevo.
Revolución Democrática, Revolución Nacional y Revolución Socialista no son etapas del proceso constituyente, son un mismo proceso. Esa es la diferencia entre el viejo y el nuevo socialismo. Hay que reconocer la vitalidad de la revolución bolivariana y la consolidación de la democracia participativa, el papel protagónico del pueblo a la hora de las grandes decisiones ha reaparecido. La multitud bolivariana sigue siendo la garantía de la victoria y de la consolidación de la revolución nacional-popular rumbo al nuevo socialismo. No se trata de simple maquinaria política, se trata de un efecto de articulación entre Chávez, las bases bolivarianas y la construcción de un bloque político bajo una consigna: Con Chávez, un solo Gobierno, todo el poder para el Pueblo.
Sin democracia socialista no hay revolución en la revolución.

sábado, 1 de noviembre de 2008

LIBERAR A MARX DEL MARXISMO BUROCRATICO-DESPÓTICO:SOBRE LAS TRANSICIONES

Javier Biardeau R.

Hay que enfatizar las diferencias entre el pensamiento de Marx, los marxismos críticos y el marxismo burocrático-despótico; éste ultimo consustanciado con una política de liquidación del proyecto libertario de Marx, proyecto que supone el fin de la explotación, la dominación y la hegemonía ideológica. Ludovico Silva, con la prosa que lo caracterizaba, desmontó el mito de las etapas en los procesos de transición: El comunismo no es, como tantos creen, una “presunta fase superior del Socialismo”. El comunismo es el movimiento, el socialismo es el proyecto histórico.

La apropiación-deformación del pensamiento marxiano por parte del campo revolucionario ruso generó una particular doctrina de las etapas de la transición, que es extraña al pensamiento de Marx. Llamar marxista a esta doctrina es parte de la falsificación interpretativa, una falsificación teórica con implicaciones políticas prácticas: el despotismo, la reproducción de la lógica de la dominación.

Quienes repiten que “hay tres fases conocidas que se suceden objetivamente la una a la otra: el período de transición, que comienza con la revolución socialista, el Socialismo, fase inferior de la formación comunista, y el comunismo”, reproducen un pensamiento despótico, refuerzan una tesis contraria al pensamiento de Marx. No se trata de que la doctrina de las etapas, es un aporte creador a la tesis de Marx, se trata de una deformación que justifica la “Dictadura sobre la mayoría”, y que liquida la transición al socialismo como revolución democrática desde abajo. Al romperse la articulación entre revolución democrática y proyecto socialista queda abierto el camino al despotismo-burocrático.

El modelo revolucionario marxista-leninista, reproduce en su paradigma revolucionario, prefigura en su modelo de partido-único y de revolución desde arriba, la dictadura de una nueva capa burocrática, sobre y contra el trabajo asalariado. El derrumbe de la fantasía organizada del Socialismo realmente inexistente, permite introducir la significación histórica del debate sobre las transiciones, un debate que tiene múltiples aristas: internacionales, políticas, jurídicas, ideológicas, económicas y técnicas.

Por ejemplo, en Marx queda claro el carácter de universalidad de la revolución socialista, descartando la posibilidad de una revolución socialista culminada en un solo país. Esto es incorrecto para Marx. En todo caso, se trataría de una transición cercada pero no de una revolución socialista, con un sistema socioeconómico socialista, con sus correspondientes formas políticas, jurídicas y de conciencias social.

En Marx quedaba meridianamente clara una crítica radical al Estado como aparato burocrático, aparato que se pretende colocar por encima de la sociedad (generando relaciones de sumisión-servidumbre), y que en vez de asumir la administración de las cosas, reproduce y refuerza la lógica de la dominación, generando una nueva capa de privilegiados del poder y de la riqueza, que confunde groseramente “nacionalizaciones” con ·”socializaciones”, un “capitalismo de estado” antes que un “socialismo de consejos”. Toda transición auténtica al Socialismo implica una socialización, democratización y desalienación del poder social: económico, jurídico, ideológico, cultural. Sin socialización/democratización/desalienación no hay Socialismo, sino un régimen de transición que asume perfiles burocráticos y despóticos.

Marx estaba conciente del carácter sincrético de las primeras fases de la transición, pero no justificó en ningún caso la existencia de una “Dictadura de una nueva minoría privilegiada (nueva clase) sobre la mayoría”. Más bien esta tesis corresponde a una teoría política elitista, más acorde a los principios ideológicos de la “revolución conservadora”, que al socialismo revolucionario. Marx reconoce que en las primeras fases, habrá defectos inevitables, ya que el legado y las inercias de la sociedad capitalista se mantienen después de un largo y doloroso alumbramiento. El proyecto socialista plantea el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos y potencialidades, un crecimiento de las fuerzas productivas producto de nuevas relaciones de trabajo y de producción (un nuevo y superior modo de cooperación social), nuevas formaciones de poder radicalmente democráticas, que permitan nuevos modos de producción, distribución y consumo de la riqueza colectiva. Se trata además de un proyecto de lucha contra la alienación de dimensiones ético-culturales, afectivas, estéticas, sensoriales del modo de vida. Es solo allí donde la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!”.

Esta frase no es hechura de Marx, sino de Louis Blanc, quién contribuyó al establecimiento del imaginario Socialista de la época. Queda claramente establecido que “de cada cual” implica un tipo superior de propiedad personal, y que “a cada cual” implica un reparto basado en la satisfacción de necesidades humanas. La lucha contra la miseria social, contra la explotación del trabajo, contra la dominación y la influencia ideológica de las clases dominantes, generó toda una discusión sobre los valores y principios de la nueva sociedad. Fue un Marx falsificado el que sirvió a una política de subordinación de la multiplicidad de corrientes, tendencias y colectivos socialistas a un dogma marxista-leninista. Por eso reiteramos la necesidad de liberar a Marx del marxismo burocrático-despótico. Para comprender la importancia histórica de “la naturaleza de la URSS” como “sociedad de transición”, hay que superar el aprisionamiento del imaginario socialista por el marxismo burocrático-despótico. Solo así es posible responder a los interrogantes: ¿Capitalismo de Estado?, ¿Socialismo de Estado?, ¿Dictadura obrero-campesina? ¿Democracia de todo el pueblo? ¿Estado Obrero Degenerado?, ¿Colectivismo Burocrático?