Javier Biardeau R
I.-RECAPITULANDO EN
CLAVE DE SÍNTESIS:
Existe la tentación
de introducir temas de actualidad por su impacto y significación en el desarrollo
de los más recientes acontecimientos.
Hemos escogido la
aparente in-actualidad del legado ideológico-político de Chávez para escarbar a
fondo en las condiciones que permiten comprender y explicar procesos que se
despliegan actualmente a la vista, en la escucha y sentimientos de quienes se
inquietan por la pérdida de vitalidad y dinamismo del movimiento popular
bolivariano.
Desde nuestro punto
de vista, el problema no es de “lealtad o traición”, sino de pragmatismo,
inconsistencia teórica, devaluación de los planos ideológicos de la lucha
política, de oportunismo, degradación de la potencia revolucionaria de un vasto
“movimiento de masas” que corre el riesgo de ser triturado por los errores de
su conducción política; es decir, por su énfasis en los rasgos maniobreros y
simplificaciones tácticas “desde y para” el Poder Constituido.
Decía Rigoberto
Lanz:
“El
mundo entero está
cruzado por este
dinamismo constituyente que
no puede encapsularse en
los formatos de
la vieja institucionalidad: partidos,
sindicatos, parlamentos, etc.
Con la vieja “caja
de herramientas” no se
pueden leer estos
procesos. La izquierda
tradicional, instalada mentalmente
en la conserjería
del capitalismo de
Estado, no puede
(y no quiere)
encarar una ruptura
radical con la
lógica de la
dominación”.
En los propios
comienzos del proceso constituyente bolivariano el analista Alberto Arvelo
Ramos había señalado en su texto: “El dilema del chavismo: una incógnita en el
poder. (Ensayos políticos para personas que detestan a los políticos”, Cap.4)
que los actores, movimientos y fuerzas sociales que respaldaron a Hugo Chávez y
a la revolución bolivariana, como esperanza fundamental de cambio, requerían de un gran frente del “chavismo
popular y democrático” constituido por todos aquellos que bajo el impulso
de la gran desilusión, decidieron abandonar la política de los cogollos del
bipartidismo adeco-copeyano, bajo tres premisas:
a) Esperaban que con
Chávez se desencadenara un viraje político radical;
b) Descartaban a los
partidos políticos tradicionales y sus direcciones políticas (Cúpulas y
Cogollos);
c) Confiaban en que
los objetivos del proyecto de la revolución bolivariana se cumpliría (Agenda
Alternativa Bolivariana), profundizando el ejercicio de derechos y garantías
asociados a los derechos humanos: cívicos, políticos, sociales, económicos,
culturales, ambientales y de los pueblos indígenas tal como lo hoy se reconoce en
la Constitución de 1999.
Entre los valores
fundamentales que Arvelo Ramos destaca de este frente social del “chavismo
democrático y popular” están: la igualdad, la justicia, la libertad, la
solidaridad, la paz; así como el reconocimiento del pluralismo y la diversidad.
Sin embargo, el
autor destacaba críticamente, que desde su punto de vista; Chávez:
“(…) no está comprometido vitalmente con
este frente democrático”, popular y anclado profundamente en los valores de
justicia social, liberación y alteridad, sino que está mucho más vinculado con
sectores que son “estructuralmente no democráticos”.
Sin embargo, la
historia mostró que el juicio de Arvelo Ramos era precipitado. Chávez si se
inclinó a favor del “frente democrático y popular de multitudes”, e intento
aislar y neutralizar a los “sectores no democráticos” en el propio campo
bolivariano.
Aunque actualmente,
bajo la ausencia de Chávez, queda interrogarse sobre el lugar que actualmente
ocupan estos sectores que serían “estructuralmente no democráticos”.
La desconfianza de
Arvelo Ramos hacia la figura de un “Chávez autoritario” implicaba dos tareas
políticas indeclinables para el tiempo de la política:
a) La defensa
irrestricta de la soberanía popular directa e indirecta, lo cual conlleva a un
reconocimiento positivo de las elecciones populares,
b) La defensa del
sistema de controles mutuos de los poderes públicos nacionales, regionales y
locales, para evitar así un despotismo mono-cromático ajeno a controles
institucionales y sociales que además impidiera el monopolio del poder; es
decir, que la democracia fuera profundizada en el sentido de una radical
“distribución del poder social”.
Para Arvelo Ramos,
los “sectores estructuralmente no democráticos” estaban constituidos por aquellos
partidarios de una “dictadura militar plena”; es decir, por “sectores
militaristas”, independientemente de su condición civil o militar. En estos
sectores, la centralización, concentración
y jerarquización del poder era fundamental para conservar sus posiciones
y privilegios. Así mismo, era contar con los viejos métodos corporativos y
burocráticos.
Por otra parte, para
Arvelo Ramos entre los “sectores estructuralmente no democráticos” también estarían los simpatizantes y
activistas de un “Partido único-Estado”, anclados en una nostálgica referencia
a la URSS que no enfrentan el verdadero lastre de la izquierda en el siglo XX:
el Leninismo. Y lo que es peor, al autoritarismo de Lenin le agregaban una
nostálgica apología hacia el Despotismo de Stalin.
Como señalaba Adolfo
Gilly un partido-único era la condición de posibilidad de un Régimen de Partido de Estado[1]:
“Un régimen de partido de estado es un régimen
en el cual el partido gobernante forma un solo cuerpo con el aparato
administrativo y coactivo del Estado, actúa como su órgano político, obtiene
sus recursos de las finanzas del estado y excluye la posibilidad de alternancia
de otros partidos en la rama ejecutiva o en la formación de una mayoría en la
legislatura. Semejante régimen puede adoptar la forma de un partido único constitucionalmente
establecido (p. ej. Cuba) o la de un
partido de estado con partidos de oposición simbólicos que no pueden, de facto
o de jure aspirar a ocupar el ejecutivo o a compartir el estatus o privilegios
del partido gobernante (p. ej. México).
En síntesis,
siguiendo a Gilly, y en particular a Arvelo Ramos, una amalgama de
“militarismo” y de “estalinismo” conducían a bloquear el impulso del “chavismo
democrático y popular”.
Si tomamos en cuenta
una combinación de capitalismo de estado, militarismo y bonapartismo (pues el
estalinismo era una variante de bonapartismo) nos enfrentamos a un verdadero “síndrome
político”. Y ese síndrome político acaba destruyendo a la figura de la
hegemonía democrática-radical.
La potencia
democrática-radical del proceso popular bolivariano se enfrenta entonces no
sólo a la derecha nacional e internacional, sino a una vieja tradición de
prácticas y cultura política que combinan el desarrollismo nacional, el
populismo-clientelar y el autoritarismo. En cierta medida, esta forma de hacer
política fue clave en el período Betancourt-Leoni, sedimentando la adequidad.
De modo que a las
amenazas recurrentemente identificadas (que reiteramos son reales), como lo son
efectivamente las acciones de desestabilización y asedio de la derecha
internacional y nacional, hay que agregar las propias debilidades económicas y
políticas del proceso bolivariano en la actualidad.
Estas debilidades (y
errores) son aprovechadas en profundidad por los Estados Unidos, quién ha
utilizado la caída del precio internacional del petróleo como un instrumento de
desestabilización, afectando a un sistema económico que obtiene el 95% de sus
divisas de la exportación de crudo. Así mismo impacta el margen de maniobra del
Estado al impactar sobre su presupuesto público.
Es conocido que en
el desplome del precio del petróleo influye, además, el incremento del volumen
de crudo extraído con formas no convencionales (shale oil). Esta innovación le
permite a Estados Unidos aumentar la producción y reducir importaciones. El petróleo barato
se ha convertido en una herramienta de ofensiva imperial. Tal ofensiva cuenta
hasta ahora con el sostén de Arabia Saudita, que convalida el abaratamiento del
petróleo para afianzar su poder en el Medio Oriente.
En segundo lugar, cualquier
modificación en la política monetaria estadounidense incide en el precio del
petróleo. Mientras EE.UU decidió restringir los estímulos monetarios utilizados
para socorrer a los bancos induciendo un esperado incremento de las tasas de
interés, este hecho estimulará la salida de los capitales especulativos de
todos los mercados de materias primas.
En consecuencia, Estados
Unidos ha acosado a Venezuela con el encarecimiento del crédito. Las
calificadoras de riesgo manipulan la cotización de los bonos del país, tornando
aún más gravoso el acceso a los préstamos internacionales. Sin estos créditos,
es prácticamente imposible compensar la pérdida de los ingresos petroleros, sin
aplicar a la vez un profundo “Plan de austeridad”.
De modo que si a
estas variables aparentemente económicas, el Congreso de los EE.UU se introduce
además una agenda de sanciones a viajeros e inversores en Venezuela tenemos un
cuadro de estrangulamiento.
Es de sentido común
que bajo tales restricciones no puede mantenerse incólume un “modelo económico”
que permitió motorizar el consumo, en un marco de alto gasto social y creciente
regulación estatal a partir de la bonanza petrolera. No basta ya facilitar la
financiación de las mejoras populares con cuantiosos recursos petroleros,
porque ya no son cuantiosos.
Pero además, los
sectores capitalistas captadores de la renta vienen ganando en la pugna
distributiva de la misma. En medio de la más profunda y prolongada crisis
económica y social, hay factores económicos que están multiplicando sus
beneficios. No solo hay una caída de la renta sino una mayor conquista de
espacios de apropiación de la renta por parte de sectores capitalistas. Y esto
no forma parte del legado ideológico-político de Chávez. ¿O sí?
Volvemos al viejo
esquema de acaparamiento de la renta petrolera durante mucho tiempo por una
minoría de privilegiados. Se falla ampliamente en la afectación de los intereses de los capitalistas con
medidas de redistribución del ingreso. La liberación de precios y la
devaluación también hacen lo suyo. Finalmente la inflación destruye el salario
real de quienes viven de ingresos fijos.
Mientras, se
subsidia con divisas ya escasas a quienes prometen reactivar los motores
productivos: a fracciones de la burguesía (¿Boli burguesía?). También se sigue
pagando deuda para garantizar nuevos préstamos. El pueblo trabajador presiente
que nos estamos metiendo en un verdadero lodazal y trampa mortal.
También los banqueros
han absorbido una significativa porción de la renta petrolera. Los financistas
incrementan su patrimonio, utilizando depósitos de las entidades públicas para
especular con bonos del estado y operaciones en exterior.
La combinación de
este drenaje de fondos con un modelo de pura expansión del consumo vía política
monetaria pro-cíclica ha reforzado la estructura rentista de una economía muy poco
diversificada y productiva. Por esta razón los desequilibrios siguen tomando
fuerza a través de la inflación, el déficit fiscal, el endeudamiento de PDVSA,
la importación de alimentos y las mismas fallas en las iniciativas de
industrialización y desarrollo agrario.
Para confrontar estos
flagelos se requieren medidas radicales. Pero para hacer viables las medidas
radicales, hay que contar “sujetos radicales”, con la acumulación de fuerzas
sociales y políticas que pongan contra la pared a los ganadores de siempre. Y
es esto con lo que actualmente no parece querer contar la “jefatura del PSUV”.
Se ha buscado la
“línea de menor resistencia”, el acto maniobrero, el predominio del tacticismo
para la sobrevivencia política. Se están entregando a cuenta-gotas, consciente
o no de hacer que lo está haciendo. Vamos en la dirección incorrecta, aplicando
además un plan de ajustes. Así nadie apoyará a mediano plazo al proceso
bolivariano. Decir elecciones es decir derrota pintada en la frente. No es
casual que se evadan los escenarios electorales.
La discusión de
fondo para el movimiento bolivariano está entre quienes plantean implementar medidas pro-capitalistas
y los defensores de una vía de transición post-capitalista, aun reconociendo
que para corregir el rumbo hay que retornar a un mínimo de sensatez. Allí
reside un debate entre progresismo pro-capitalista y una revolución que incluye
reformas radicales.
El eje de estos
debates sigue siendo el destino de las divisas que obtiene Venezuela, que
requieren de una gestión estricta, auditable y transparente por parte del Estado
y de cara al pueblo trabajador.
Ya no es posible
tolerar que gran parte de esos fondos se pierdan en el circuito de los bancos o
la intermediación importadora y termine en los bolsillos de los grandes
capitalistas. Ya “el emperador está desnudo”, ese circuito es inocultable y sólo
puede operar si cuenta con respaldos políticos en las alturas del poder
gubernamental. Eso es opacidad inducida y complicidad encubierta.
No se puede bajar de
manera simple el telón del teatro bufo del dólar (CADIVI). La complicidad
gubernamental con ese entramado de intereses requiere de medidas contundentes
en el plano bancario, comercial y fiscal. Estas medidas radicales ponen a
prueba el carácter socialista de los actores dirigentes del proceso
bolivariano.
Es preciso ventilar
públicamente el tema de la fuga de capitales y tomar medidas para su
repatriación, cortar el círculo vicioso de presiones cambiarias y de la inflación.
Hay que parar en seco la discrecionalidad y el descontrol en la asignación
estatal de las divisas.
No se puede estar
como ha sido el lastre populista de siempre: con Dios y con el diablo. Y cada
vez se está más a favor del Capital, así sea de la propia fracción boli-burguesa
del Capital que por razones obvias apoyará el actual curso de la política.
La política pública
permite identificar quiénes son los favorecidos y penalizados con la
distribución de los renta del petróleo. La principal batalla económica sigue
girando en torno al perfil del régimen cambiario. La burguesía ha respondido
siempre con fraudes y maniobras cambiarias que obligan a revisar una y otra vez
el régimen cambiario. La mirada tecnocrática del problema ha sido funcional a
estas maniobras. Lo que está en juego es el reparto político de la renta
petrolera. La política dirige a la economía. ¿Quién está al mando de la
política?
En Venezuela no
existe actualmente una revolución agraria que reduzca la importación de
alimentos. La industrialización en serio no puede confundirse con el “ensamblaje
descalificado” o las “maquiladoras” para la exportación en zonas económica
especiales. Más bien hay pactos que siguen repartiendo renta sin lograr
garantizar que se realizarán inversiones productivas a corto y mediano plazo.
¿Quién asigna,
controla, audita, evalúa hacia dónde van a parar cada uno de los dólares
repartidos políticamente para la inversión agrícola o industrial?
El verdadero
carácter de las posiciones de clase se transparenta en la mirada que adoptan
los economistas “chavistas” que proponen evitar medidas adversas a los
capitalistas. Hablan en clave progresista. Ellos están controlando la adopción
a cuenta gotas del paquete cambiario y financiero exigido por los empresarios
con la esperanza de atenuar la inestabilidad que padece el gobierno, quién solo
pretende mantenerse en el poder.
La boli-burguesía
viene construyendo su propio bloque intelectual en el campo económico y
jurídico. Esto les asegura su propio predominio en el terreno económico y en el
campo de las decisiones judiciales, sobremanera en el territorio de las
“empresas mixtas”.
En relación a las
demandas y expectativas populares el Gobierno ha logrado establecer algunos
cortafuegos para intentar diluir el malestar: Carnet de la Patria, los CLAP,
Tarjeta de las Misiones Socialistas y los aumentos salariales cada vez más
cercanos a la bonificación, en fin, que logran mantener ciertos niveles de
expectativa y esperanza.
Pero el perfil
clientelar se hace cada vez más visible. También se hace cada vez más visible
que en el núcleo del Gobierno hay contradicciones producto de querer compensar
intereses cruzados. Ese ha sido el alfa y omega del Populismo Histórico: el
arbitraje de intereses que en medio de una restricción presupuestaria expresan
su rostro antagónico. La corrupción sólo le agrega una sobredosis de aliños a
tales antagonismos.
De modo que en función
de lo desarrollado en anteriores entregas es importante sintetizar algunas
ideas-fuerza centrales para dejar bien sentado en hilo conductor de los
argumentos sobre la encrucijada actual y el agotamiento del
progresismo-reformista. Si no se retorna críticamente a Chávez, el proceso bolivariano
será derrotado. Mientras más se tarde en la tarea, más rápido acontecerá la
derrota:
1) El debate sobre
el "legado político-ideológico" de Chávez debe enmarcarse en el
intenso debate sobre el post-progresismo en Nuestra América, pues afecta la actual apreciación de la
situación internacional, regional y nacional de las correlaciones de fuerzas en
el campo de las izquierdas. Para nadie es un secreto que las votaciones en la
OEA expresan un avance del campo de la centro-derecha en la región.
2) La
propuesta de Chávez para transitar al socialismo implicaba reactivar el debate
entre reforma/revolución, así como rechazar el “tipo de Socialismo que vimos en
la Unión Soviética” (Foro social Mundial-2005), superar tanto el capitalismo
liberal como el capitalismo de estado, porque en este último caso “caeríamos en
la misma perversión de la Unión Soviética”, “se requiere un nuevo tipo de
socialismo”, “humanista, que sitúe a los humanos y no a las máquinas o al
Estado en la cabeza de todo".
Para Chávez el nuevo
tipo de socialismo implica Desarrollo Humano y Eco-socialismo, más que “productivismo
y consumismo”, se trataba del “vivir bien”, de la lógica de los “valores de uso”
sobre los “valores de cambio”, y no la mentalidad adquisitiva de “tener más” o
“consumir más”.
Por supuesto, a la
mentalidad adquisitiva de la pequeña y mediana burguesía conformada además por altos
funcionarios en el gobierno, se les erizan los pelos con eso de “vivir bien”
pues lo confunden con “tener más”. De modo que Chávez ha sido asesinado dos
veces: primero, físicamente, luego ideológicamente.
3) En la
caracterización, comprensión y explicación de la actual crisis económica y
social gravitan factores de a) naturaleza estructural (capitalismo
rentista-dependiente-mal/desarrollo), b) de naturaleza coyuntural
(internacional y nacional): crisis mundial, medidas de asedio, presión
internacional y nacional en contra del proceso bolivariano, así como c) los factores
situacionales: graves errores de política económica y social, así como la
gravitación de “intereses crematísticos creados” en función de la captura de la
renta petrolera (divisas) y del presupuesto público (contrataciones, créditos,
etc.) en función de la reproducción ampliada de verdaderos circuitos de
acumulación fraudulenta de capitales.
4) Hasta ahora no
existe una dirección política ni un vasto movimiento popular orgánicamente
articulado a una estrategia de acumulación de fuerzas en una dirección
revolucionaria y anti-capitalista.
La iniciativa la
tiene el llamado "progresismo
poli-clasista de orientación nacionalista", de corte redistributivo,
asistencialista y bajo una exaltada retórica anti-imperialista.
Sin embargo, tal
“nacionalismo anti-imperialista” ha venido quebrando los eslabones del Plan de
la Patria: entre el anti-neoliberalismo, el anti-imperialismo y el horizonte
anti-capitalista.
Más que “proceso
revolucionario bolivariano”, se deriva en el “cierre de filas” alrededor de las
políticas vigentes del “chavismo oficial”: el chavismo apoltronado en el “Poder
constituido”.
5) La tarea
inmediata no es tampoco lo que Chávez llamó el “desenfreno revolucionario”,
sino al menos su mínima recuperación, pues la agenda está desafiada por la
recuperación urgente de la racionalidad económica mínima para evitar que los
"diablos sueltos de la macro-economía" vuelvan a devorar las
conquistas sociales alcanzadas en los años de bonanza petrolera del proceso
bolivariano.
También es tarea urgente
e inmediata la conformación de un bloque histórico democrático y revolucionario,
con una agenda de recuperación del rumbo
de una institucionalidad y protagonismo político que se aproxime a las exigencias de democratización del
poder.
6) La actual
situación económica y social contrasta desfavorablemente con relación a los
datos del año 2012: Chávez (2012) = Ventaja electoral (10,8%), Precio del
Petróleo promedio 2012: 103,46 $, PIB +5,6%, Reservas: 29.887 mmd $, Inflación:
20,1 %, Salario mínimo en USD: 476 $, Pobreza: 25,4%.
Utilizando datos, en
algunos casos inexactos (por la opacidad de la información oficial actualizada
del BCV y el INE), podemos contrastar la siguiente información:
Maduro (2013) = Ventaja
electoral (1,49%), Precio del petróleo promedio (2016): 35,15 $, (2017): 44,76
$; PIB (2015): - 7,1% durante el tercer trimestre de 2015 y -8% (CEPAL: 2016),
estimación de Francisco Rodríguez (Torino Capital) (-17%); Reservas
internacionales netas (2015): US$ 16.275 millones Inflación (2015): 141,5%;
(febrero anualizada 2017-Torino Capital: 455%), Cuenta corriente de Balanza de
Pagos (2015) registró un saldo negativo de US$ 5.050 millones, (2016) Salario
mínimo en USD + cesta tickets (DICOM 135 $): (DICOM 2016: sin cesta tickets 41
$); Pobreza: (INE-1-2015: 33,1%), Encuesta (UCAB-USB-2015: 73%).
En cualquier caso, los
contrastes muestran el deterioro de estas variables. No vamos por la ruta
correcta ni con las políticas correctas.
7) El año 2014 es
crucial para entender la inflexión del grado de gobernabilidad del Presidente
Maduro, así como las tensiones y contradicciones de la situación desde entonces.
Se trata de una
gobernabilidad muy comprometida, con ataques, cuestionamientos y debilidades en
múltiples frentes: La “Guarimba”-La Salida, Mesa de Diálogo frustrada, Congreso
EE.UU y Orden Ejecutiva Obama, Renovación
de Poder Ciudadano, TSJ y CNE, dos reestructuraciones de Gabinete, Congreso
PSUV, Micro-purgas internas, Leyes habilitantes. Más reciente, se ha
normalizado el hecho de gobernar bajo estado de emergencia.
8) La actual
conducción del "Gobierno popular" ensaya acuerdos y sinergias con
fracciones de la burguesía nacional e internacional, para impulsar la
"recuperación del crecimiento económico" en nombre de un
"Proyecto Socialista".
Eso ya lo había
intentado Chávez mientras
movilizaba al pueblo para marcar la medición de fuerzas en la discusión.
Mantuvo esa conducta frente al golpe del 2002, luego de la victoria del
referéndum del 2004 y en varias oportunidades desde el 2006. Introdujo la
modalidad de transformar cada elección en una multitudinaria medición de
fuerzas contra los capitalistas y sus representantes políticos.
Sin embargo
actualmente se le está sacando el cuerpo a la palabra “elecciones”. En realidad
se están reactivando las figuras ya conocidas del "capitalismo con rostro
humano"; es decir, el "desarrollismo social".
El facilitador
político de tales acuerdos ha pasado a ser el actual Vicepresidente Tarek el
Aissami con iniciativas similares a la expo-Aragua, actualmente denominada “La
expo-potencia productiva” y la activación de los motores productivos.
9) Cuando la
gobernabilidad democrática, popular, “rumbo al socialismo” apareció
comprometida por una estrategia de asedio y derrumbe luego del fallecimiento de
Chávez, se transformó en un caso de "revolución bloqueada o
interrumpida" por
la activación de una auténtica "línea electoral de masas" de las
fuerzas de centro-derecha. Desde el año 2013, el PSUV ha fallado en una estrategia de recuperación de fuerzas
electorales y alianzas políticas.
10) Además de la
línea política y electoral de masas que la derecha emplea combinada con una cada vez más preparada masa de choque en
las protestas de calle, aparece una estrategia divisiva contra el proceso bolivariano.
Desde el año 2014,
diversos estudios de opinión comenzaron a explorar el segmento de "chavista-maduristas"
y de "chavistas-no maduristas", así como entre
"chavistas-pragmáticos" y "chavistas-socialistas", que
dieron paso a interpretaciones sobre desgaste del chavismo en el año 2015 de
cara a las elecciones parlamentarias. Se habló de "chavistas no maduristas" y de ex chavistas.
11) La respuesta del
Gobierno a tal estrategia ha sido torpe. El tratamiento de las diferencias
internas generalizó las respuestas de Maduro que fueron no sólo defensivas, sino basadas en
transacciones descalificadoras.
Desde entonces la frontera entre crítica y traición se
convirtió en una delgadísima línea. Cerrar filas sólo y exclusivamente en la defensa del poder constituido
ha diluido el entusiasmo y la referencia a cualquier proceso de acumulación de
fuerzas y de despliegue del poder constituyente. El chavismo dejo de ser fuerza
constituyente y se volvió “gobiernero”, masa de maniobra clientelar.
12) Hasta hace pocos
días la actuación del TSJ había evitado entrar a jugar directamente como actor
protagónico del “Conflicto de Poderes”, pero las decisiones 155 y 156
constituyeron pasos en la dirección equivocada.
La Fiscal actuó en
una dirección correctiva, lo cual debió activar el Consejo de Estado y no el
CODENA. Las rectificaciones intentan ir en la orientación correcta pero han
sido insuficientes para prestigiar el rol de la sala Constitucional como
“instancia competente para el control de la Constitucionalidad de los actos
emanados de cualquier órgano del Poder Público Nacional”.
El rol de
estabilidad constitucional de la FANB, las acciones a recrear espacios de
diálogo que garanticen la Paz en algunas apariciones de Maduro, así como el
mayoritario respaldo popular a escenarios pacíficos y electorales, no ha tenido
como desenlace un acontecimiento de
disolución política con formatos abiertos de lucha violenta.
13) Por otra parte,
en la práctica, se ha cerrado para efectos de la estrategia y la táctica política, el
debate sobre el Socialismo
democrático, revolucionario y bolivariano para el siglo XXI.
Desaparecida esta
agenda temática, el gobierno aparece con un norte distinto: el aprismo-adeco; es decir, el progresismo-reformista, además asediado
y atacado por una apreciación de las fuerzas de la derecha, nacional e
internacional, que lo perciben a la defensiva, debilitado y con líneas de
fractura interna.
14) Hay que reiterar
que Chávez no entregó un "cheque en blanco" político a Nicolás
Maduro, aun solicitando el apoyo para su sucesor de manera irrevocable.
Lo sometió al poder
obediencial: mandar obedeciendo al pueblo; es decir, "junto al pueblo y
subordinado a los intereses del pueblo". Chávez llamó al establecimiento y profundización del
liderazgo colectivo "junto
al pueblo siempre y subordinado a los intereses del pueblo". Sin embargo,
el liderazgo colectivo aparece debilitado por tensiones, intereses cruzados y
diferencias de visión política.
15) Maduro debe rectificar, debe descartar la
seducción de los asesores y jala-mecates que avalan la imagen de un estilo de
liderazgo personalista, con rasgos autoritario-bonapartistas.
Más bien debe retornar
a sus propias posiciones en el año 2013: "El proceso de formación
intelectual, política e histórica ha ido construyendo valores esenciales para
tener un pueblo culto, bien informado, con capacidad de ejercer su crítica con
pensamiento crítico".
Mucho ganaría el proceso bolivariano si hiciera gala en su jefatura
política de la apertura de todos los espacios e instancias necesarias para el
pensamiento crítico y el debate constructivo. Pero no gana si le coloca un cepo
al debate constructivo, si lo trata como "habladores de paja" y como
"traidores".
En este contexto, el “Congreso de la Patria” engranado “desde arriba”
no aparece como la instancia de recuperación y unificación de fuerzas
dispersas, descontentas y debilitadas
16) Un gobierno popular corresponde a la prefiguración de las
primeras etapas de la transición al socialismo y mientras el pueblo
trabajador y los sectores subalternos no se constituyan efectivamente en “clase
política dirigente”, persistirá la hegemonía política y económica del bloque
social propio de las diferentes fracciones capitalistas y sus grupos
auxiliares.
De tal manera que "Gobierno Popular" sin “calidad
revolucionaria” puede ser “políticamente eficaz” para “mantenerse en el
Gobierno”, pero no para transformar las relaciones de base del sistema
socio-económico.
17) Cabe citar a Alfredo
Maneiro: "Notas sobre organización política" (1971), para
desentrañar el significado del principio de "calidad revolucionaria"
en su relación con la "eficacia política", términos asumidos
ampliamente por Chávez cuando valoraba positivamente la correlación estrecha
entre ambos:
"Por calidad
revolucionaria entendemos la capacidad probable de sus miembros (de una
organización) para participar en un esfuerzo dirigido a la transformación de la
sociedad, a la creación de un nuevo sistema de relaciones humanas".
18) Hay que meditar con atención, lo plantado por Alfredo Maneiro,
cuando señaló:
“En realidad,
existen organizaciones revolucionarias que parecen sólo preparadas para
adueñarse del aparato de estado existente con el objeto de "ponerlo en marcha
para sus propios fines. Sin embargo, sobran ejemplos de cómo la falta de
calidad revolucionaria de organizaciones dadas, tiene bastante poco que ver con
su posible eficacia política. Es decir, esta especie de temprana
burocratización de estructuras y cuadros no tiene por qué afectar demasiado su
eventual participación exitosa en la lucha política".
19) Hay que cuestionar a fondo el actual curso reformista. El
"APRISMO-ADECO" ha sido la fórmula perfecta para mellar el filo
revolucionario de los procesos de movilización nacional-popular.
En esta concepción la “Unidad Patriótica" y el Gobierno Popular
aparecen como un auténtico "arroz con mango" o “mescolanza” en el
cual no habría contradicciones de fondo entre un proceso revolucionario, ser
adecos o copeyanos; ser maoístas, estalinistas, postmodernos, reformistas. Allí
convivirían todos sin poner en riesgo a la estructura de dominación del
Capital.
En nombre de la lucha contra la desnacionalización, la exclusión y la
corrupción (retorno al Chávez de 1998), no se dice ni una palabra sobre la
explotación económica, la coerción política, la hegemonía ideológica, la
negación cultural o la destructividad ambiental. Los males del capitalismo se regularían
y remediarían con un gobierno de corte reformista.
A partir del año 2014, la operación mediática de construcción del
"Madurismo" ha formado parte de una estrategia contrastante con la
figura de Chávez para presionar a
Maduro desde diversos vectores de fuerza.
Si existen experiencias concretas de percepción de contraste entre los
gobiernos de Chávez y el gobierno de Maduro. Mientras el Gabinete de Chávez era
peor valorado en la opinión pública que el propio Chávez, el descontento actual
se está dirigiendo directamente hacia la figura de Maduro, quién no ha actuado
con eficacia simbólica frente a la incompetencia y corrupción interna
denunciada en sus propios discursos.
La encuesta Datanálisis-Enero 2017 sobre percepciones de liderazgo
muestra que el 15,3% responsabiliza a los Ministros/El Gobierno de los
problemas que enfrentan diariamente, mientras el 54,6% responsabiliza
directamente a Nicolas Maduro. ¿Qué hacen los asesores de imagen y eficacia del
liderazgo de Maduro con tales datos?
21) Ciertamente fue Chávez el que colocó en los hechos la necesidad de
alcanzar el poder político del Estado para transformar la sociedad. Pero luego
del año 2002, a partir del látigo de la contra-revolución, con un Golpe de
estado y un paro petrolero en la principal industria del sector público, Chávez
también se dio cuenta de la diferencia entre "estar en el Gobierno" y
"no controlar ni transformar con calidad revolucionaria los espacios
estratégicos de decisión del Estado".
Debemos subrayarlo: una
cosa es el Gobierno, otra es el poder del Estado. Y peor aún, si
vamos al fondo de las transformaciones de las sociales en la base
socio-económica, una cosa es la hegemonía política en el Poder del
Estado y otra cosa es contar con la hegemonía en el terreno
económico.
22) Si la fuerza productiva del trabajo no es el sujeto fundamental que
organiza en mayor medida la dirección, gestión y funcionamiento de la
producción, la distribución, el intercambio y el consumo, la economía está
simplemente en manos de la estructura
de mando del Capital.
No puede alcanzarse la situación de “potencia económica” hacia el Socialismo
sin Independencia nacional y sin Poder Popular. Y decir Poder Popular es decir:
“Poder del Pueblo Trabajador”, sin indefiniciones populistas o inclinaciones a
favorecer prioritariamente a los sectores del capital nacional o transnacional.
23) El factor moral y formativo (ideológico-político) de la revolución
al debilitarse es la puerta de entrada de políticas de signo reformista, e
incluso a maniobra internas de signo contra-revolucionario, dirigidas a aplicar
ajustes económicos regresivos para el pueblo empobrecido y parcialmente
beneficioso para los sectores dominantes, incluyendo a nuevas fracciones
sociales dominantes.
Esta política está sacrificando a la base social de apoyo del proceso
bolivariano, en el altar de la recuperación del crecimiento económico,
garantizando para las fracciones capitalistas cuotas de recuperación de las
tasas de beneficio y acumulación de capitales.
El pacto poli-clasista se resquebraja. De modo que se están viviendo
situaciones análogas al quiebre de los populismos históricos en América Latina,
con su descontrolada inestabilidad económica, social y política.
Si de metáforas se trata, un gigantesco bloque de hielo se está
desvaneciendo a medida que transita por aguas más cálidas.
II.- RETORNAR A LOS
HILOS CONDUCTORES DE HUGO CHÁVEZ: EL SOCIALISMO BOLIVARIANO, DEMOCRÁTICO Y
REVOLUCIONARIO PARA EL SIGLO XXI:
Definitivamente, hay
que retornar a los hilos conductores de Chávez, volver una y otra vez, para
comprender si se mantienen principios
estratégicos básicos. Esto significa
también que hay que reconocer aciertos cuando se es consistente con tales
principios.
Hay que retornar a
Chávez para reconocer si se ha tomado o no un nuevo curso que está poniendo en
riesgo no solo al proceso bolivariano, sino a las experiencias de lucha de las
izquierdas nacionales y populares en una mediana duración histórica.
Con cierta razón uno
comprende porque las voces de derecha plantean que la derrota definitiva de
Maduro significará el fin del “chavismo” y de la “izquierda” por 100 años al
menos.
En esto el contenido
del texto de Porras del año 2014 y la agenda de opiniones de la
derecha coinciden. En fin de cuentas: ¿Hubo asimilación y acomodamiento,
aprendizaje significativo, en el campo bolivariano (ahora reducido a la
tipificación “chavista”) con relación a la agenda
estratégica planteada por Chávez?
En este trabajo
identificaremos algunos de los hitos que se han extraviado como referencia de
un debate que permite recuperar el norte y la brújula, pues a las 3R2 le ha
seguido una suerte de 3D2: descontento,
desgaste, despolitización, dispersión, deterioro y desmoralización.
Sirvan estas líneas
para invitar a retornar a ciertos agenciamientos afectivos y de enunciación que
atraviesan la palabra y el cuerpo de Chávez, para incitar a replantear el juego
político, sus composiciones, líneas de fuerzas y sentidos. Pues si se trata de rehacer el chavismo y mantener la promesa
esto debe hacerse tomando en cuenta las propias rupturas de Chávez con las siguientes
concepciones ideológico-políticas:
a) La “vieja
izquierda” dogmática y sectaria,
b) Los llamados “originarios”
y
c) La “tercera vía”
o “el reformismo de siempre”.
III.- LAS
COORDENADAS IDEOLÓGICO-POLÍTICAS EN EL TRAYECTO DE CHÁVEZ:
En primer lugar, para
Chávez no se trataba del “Socialismo” a secas.
Esta sería una
reducción unilateral y una salida aparentemente simple que no permite abordar la
complejidad del debate entre revolución, democracia, capitalismo y
socialismo[2], así como las diferencias fundamentales
entre el viejo “Socialismo de Estado” y el nuevo socialismo
democrático-participativo, caracterizado por una nueva “Democracia revolucionaria”[3].
En términos de debate socialista, las adjetivaciones
son esenciales porque se trata de los atributos de un cierto modo de ser, o más
bien de devenir-ser de un proyecto que, desde el año 2005, estaba planteando
abiertamente una vía distinta de construcción revolucionaria.
Y era una vía
distinta a la concreción histórica de la vieja vía: el “Modelo del Socialismo
de Estado realmente existente”. No por casualidad, Chávez denominó en el Plan
de la Patria a tal modelo: “Modelo Alternativo de Desarrollo Socialista”
(MADS).
En segundo lugar, tampoco
se trata de rescatar el “Proyecto originario” del MBR-200 o anclarse en el
ambiente de discusiones del llamado “Libro Azul”.
Tales apelaciones al
“origen” no garantizaba sino recrear las propias debilidades y confusiones
ideológico-políticas que el mismo Chávez reconoció en múltiples oportunidades a
lo largo de la maduración de su proyecto ideológico[4], cada vez que diferenciaba claramente entre el
Capitalismo humanista con justicia social de la Agenda Alternativa Bolivariana
(AAB) y el Socialismo Democrático-Revolucionario.
Para Chávez desde la
experiencia del año 2002-2003, eso era ya etapa superada. El árbol de las tres
raíces es un antecedente, una base raizal, no es la consecuente maduración del
camino del Proyecto Nacional Simón Bolívar, su desarrollo programático hacia el
nuevo Socialismo, hacia un “Nacionalismo de izquierda”.
De modo que
cualquier apelación a lo “originario” a secas va a contravía de las propias
decisiones de Chávez de profundizar en la propia hendidura del “árbol de las
tres raíces”; es decir, la vía de una izquierda
nacional-popular, verdadero magma de significaciones imaginarias desde
donde van galvanizando sus reflexiones sobre el “Socialismo Bolivariano del
siglo XXI”.
Basta releer el tan
citado texto de “Habla el Comandante” (Entrevista con Agustín Blanco Muñoz),
para encontrar allí el preciso lugar del epicentro del “nacionalismo de
izquierda” en proceso de maduración, como nudo de la praxis de Chávez,
sostenida afectivamente a través de un apego apasionado al significante
“Revolución”.
De manera, que el
período 1998-2003 significó para Chávez la ruptura con la experiencia del
“caballo frenado”, su ruptura con la concepción del “miquelenismo”, por una
parte, y con sectores “nacionalistas de derecha” (Luis Alfonso Dávila dixit),
por la otra. Chávez reconoció que lo querían cercar, que lo querían domesticar
las fuerzas del Capital. Hay múltiples registros textuales y audiovisuales para
confirmar este hecho, como lo confirmaremos en la entrevista a Manuel Cabieses.
Cuando Chávez se
autodefinió como “soldado patriota y revolucionario” aquel 8 de diciembre de
2012, ratificaba una línea de continuidad estructural con recursos expresivos y
la composición lexical que despuntará de su despedida no intencionada en aquel
momento. ¿De cuál patriotismo y de cuál revolución se había estado hablando tan
exuberantemente en todos estos años?
Sólo el olvido a aquellos acontecimientos
del discurso, pueden introducir cierta probabilidad a los oportunismos, a las
apropiaciones que en nombre de la re-significación o de la re-contextualización
coloquen a Chávez en la acera del a) viejo socialismo de estado realmente
existente del siglo XX, b) del progresismo-reformista, o c) en un nacionalismo
chucuto sin articulación alguna con la idea fuerza de revolución y de justicia
social.
No invocaremos
frontalmente el espinoso asunto del “Populismo” (Aunque siempre será una
tentación y estará acompañando como una sombra estas indagaciones), pues este
terreno conceptual ha sido minado desde múltiples discursos y vectores de
fuerza con calificaciones y descalificaciones que no permiten dar cuenta de las
sutiles distinciones entre “lo popular”, “lo populista”, sobre el “pueblo pobre
y excluido” y la “política de clases”, entre el “poli-clasismo” y la noción de
“bloques sociales y políticos”[5].
Como persisten los
intentos de sedimentar lecturas (con pretensiones de hegemonizar la “batalla de
ideas”), basadas en “hermenéuticas reconstructivas”; no cederemos a una línea de interpretación que pretenda la restauración prístina de la “esencia
ideológica” de Chávez para todo su trayecto político. Se trata de demarcarnos
de las interpretaciones que no responden a la maduración político-ideológica de
Chávez enarbolando una suerte de “chavismo originario sin cambios en el tiempo”.
Nuestro punto de
partida no pretende explicitar la “esencia ideológica”, pero si quiere demarcar
cuáles interpretaciones están torciendo deliberadamente al horizonte de
posibilidades donde se estaba movimiento Chávez. Nos interesa además dar cuenta
del modo como se metaboliza en el campo “popular, masivo o elitista” el
discurso de Chávez, para entender cómo se proyectan los más variados prejuicios,
expectativas y tradiciones.
Sin embargo, debemos
decir que hay significantes claves que hacen nudo
de hegemonía[6] en el pensamiento y acción de Chávez, por
ejemplo, el significante “Revolución”. Chávez siempre dejó claro que su
proyecto no era reformista, a pesar de las vías de reforma que introdujo en el
proceso.
Hemos tomado
distancia de claves de lectura esencialistas, no solo por los evidentes cambios
de posición en las declaraciones de Chávez a lo largo de su trayectoria
política[7], sino por no compartir las premisas de las
vertientes esencialistas-reconstructivas y su proyecto político.
De modo que a las
tres distorsiones identificadas sobre la maduración ideológico-político de
Chávez que deben ser negadas y combatidas: a) el viejo socialismo dogmático y
sectario, b) el nacionalismo a secas y c) el reformismo (aprismo-adeco), le
agregamos una cuarta posición, una que representa el intento para: d) oficializar
el legado político-ideológico de Chávez, una suerte de “culto a Chávez”, de
“veneración supersticiosa”, de citación con base al “culto a la Autoridad”, de
“culto a la personalidad”, de reciclaje del viejo “principio de jefatura o del
Caudillo”.
IV.- CRÍTICA A LA
OFICIALIZACIÓN DEL PENSAMIENTO DE CHÁVEZ:
No subestimemos esta
última tendencia (d), porque se caracteriza por una renuncia a priori del
pensamiento crítico, creativo y revolucionario.
Lo que se exige en
esta cuarta posición es conformismo, sujeción voluntaria y lealtad ciega
(fanática); es decir, decir sí a la obediencia (irreverencia cero), decir sí a
la disciplina desde arriba (te castigo si dudas y si piensas) y decir sí al
“principio de mando autoritario” (te castigo si apelas al liderazgo
democrático).
Esta última
tendencia sólo concibe un tipo de liderazgo: el Dirigente-rector que asume que
el modelo es la línea y cadena de mando: ¡Ordene Comandante! ¡Amén!
Tal cultura política y estilo de liderazgo
es en los hechos un poderoso obstáculo cultural para concebir y practicar una
democracia revolucionaria. Lo que aparecerá son los recurrentes rasgos del bonapartismo regresivo, la concentración
de la voluntad-decisión-capacidad-motivación en la figura providencial. No se
trata del eufemismo del hiper-liderazgo, es algo todavía más negativo pues
conduce a experiencias bonapartistas conocidas en
el populismo histórico[8].
Sólo basta analizar
con detalle el siguiente documento para comprender lo riesgos que se corren con
tal sistema de conducción bonapartista
en otras experiencias históricas: https://www.youtube.com/watch?v=jwygO6RUWTk.
De modo que es
preciso distinguir el cesarismo progresista del bonapartismo regresivo, ambos
obstáculos para momento protagónico del pueblo, aunque con consecuencias
distintas para la organización y movilización de la política nacional-popular[9].
En contraste, cuestionamos
las interpretaciones que pretenden establecer un “culto a Chávez” sin comprender
un ápice lo que significa el Nuevo Socialismo democrático y revolucionario.
Elegimos una
perspectiva que enfatiza descifrar tanto las formaciones discursivas como las
estructuras significativas que condicionaron el propio “lugar de enunciación”
de Chávez, así como los efectos de recepción que han permitido movilizar a los
sectores populares.
Esto significa la
necesidad de una apertura para cuestionar también las ideas-fuerzas de Chávez,
impidiendo así cualquier reificación de sus posiciones personales o ideológicas,
sutil momento que permitiría la mediación hacia la oficialización del dogma-Chávez[10].
Más que una nueva
veneración supersticiosa por los planteamientos de Chávez, reiteramos el
criterio de “eficacia política y calidad revolucionaria”, criterio indeclinable
para la izquierda renovada, para realimentar los procesos de emancipación y
liberación. Como dijo Salvador Allende:
“Sigan ustedes sabiendo que, mucho más
temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el
hombre libre para construir una sociedad mejor”.
De modo que nuestro
criterio de lectura es comprender reconstructivamente a Chávez sin pretensiones
esencialistas, pero también criticarlo, evitando que su discurso se cierre en
un pensamiento-oficializado.
V.- CRÍTICA A LA
POSICIÓN POST-CHÁVEZ DE CORTE PRAGMATISTA:
En otro polo, cuando
se afirma que se requiere una visión más pragmática[11] de la política, en cierta manera menos
ideológica o doctrinaria que la de Chávez, ya se están negociando no solo los
principios sino los presupuestos acerca de lo que es o no es una concepción
ideológica del mundo.
La tesis de la no-ideología del pragmatismo es una
de las más invariantes fantasías ideológicas[12].
Esta última ha sido
también nuestra verdadera sub-ideología tropical heredada de los carriles de
las formaciones discursivas del largo tránsito de la política adeca, el “reformismo aprista-adeco” (de pantalones
cortos) con aspiraciones de reconocimiento por parte de sus pares europeos (con
pantalones largos): los “socialdemócratas pragmáticos de derecha” con su famosa
sentencia “El movimiento es todo, la meta final nada”.[13]
En la Venezuela
rentista no poseemos la altura teórica de E. Bernstein. Nos conformamos con la
frase estereotipada de aquel personaje del melodrama televisivo “Por estas Calles”:
Eudomar Santos: ¡Como vaya viniendo, vamos viendo!
En el trasfondo de
la primera consigna social-demócrata no hay que olvidar que estuvo la política
colonialista, la justificación de los créditos para financiar la entrada a la
primera gran guerra, así como el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht,
muertes legitimadas por una "ejecución acorde con la ley marcial"[14].
En la segunda
consigna se cocina también la real-politik del pragmatismo: a bandazos entre la demagogia populista de una oferta
electoral, por una parte, y por otra, la
aplicación de un programa de ajuste estructural a sangre y fuego si es
preciso, como lo recordó fehacientemente el social-demócrata Carlos Andrés
Pérez II: nuestro reformista tropical en campaña electoral pero
represivo-neoliberal en funciones de gobierno.
Como planteamos que
si existe un contraste entre el legado de Chávez y su oposición a la política
de modernización y ajuste neoliberal de Carlos Andrés Pérez II, consideramos
que cualquier recreación parcial o total de tales medidas constituye una
contravía a las posiciones de Chávez.
Sin embargo, como
hay voces que sostienen que Chávez era un progresista-reformista analizaremos
en detalle dos entrevistas claves[15][16] para comprender la complejidad del debate
entre socialismo, democracia, revolución y capitalismo en el registro verbal de
Chávez.
Y como estamos
cuestionando el progresismo-reformista
comenzaremos por aquella entrevista que pudiera otorgarle argumentos a tal
posición, posición que desfigura completamente a Chávez.
VI.- CUANDO CHÁVEZ
SE AUTO-DEFINIÓ COMO SOCIALDEMÓCRATA Y/O SOCIALISTA DEMOCRÁTICO. ENTREVISTA CON
SEAN PENN:
En noviembre del año
2008, Sean Penn realiza una entrevista que intentaba echar por tierra los mitos
en torno de Cuba, Raúl Castro y la Venezuela de Hugo Chávez.
Uno de los atributos
que destaca Penn en su entrevista era el hecho de que Chávez fuera un
presidente que se había presentado una y otra vez ante los votantes en
elecciones avaladas por observadores internacionales y que había logrado
grandes mayorías en un sistema que, a pesar de sus defectos e irregularidades,
había dado a sus oponentes la oportunidad de que lo derrotaran, tanto bajo la
figura del referéndum como de las elecciones.
También entre los
objetivos de Penn estaba en desmitificar a ese “dictador” que había construido
toda la propaganda sobre Chávez. De modo que cuando el equipo de
entrevistadores que acompaño a Penn en su iniciativa interrogó a Chávez sobre
la Doctrina Monroe, doctrina que ha justificado la intervención estadounidense
en Latinoamérica durante casi dos siglos, Chávez contestó:
“Hay que romper la Doctrina Monroe. Hemos
tenido que aguantarla durante más de 200 años. Siempre vuelve al viejo
enfrentamiento de Monroe con Bolívar. Jefferson solía decir que Estados Unidos
debería tragarse una tras otra las repúblicas del sur. El país en el que
nacisteis se basó en una actitud imperialista.”
Cuando los
entrevistadores le comentaron que “Servicios venezolanos de inteligencia le
dicen que el Pentágono tiene planes para invadir su país”, Chávez respondió. “Sé
que están pensando en invadir Venezuela”. Y la consecuencia de tal hecho sería:
“Nadie podrá volver aquí para exportar nuestros recursos naturales”.
Y cuando Chávez reta
Hitchens, como parte del equipo entrevistador de Penn, a que le haga la
pregunta más difícil, Hitchens interroga: “¿Cuál es la diferencia entre usted y
Fidel?”.
Chávez contestó:
“Fidel es comunista, yo no. Yo soy
socialdemócrata. Fidel es marxista-leninista. Yo no. Fidel es ateo. Yo no. Un
día discutimos sobre Dios y Cristo. Le dije a Castro: “Yo soy cristiano. Creo
en los Evangelios Sociales de Cristo". Él no. Simplemente no cree. Más de
una vez Castro me ha dicho que Venezuela no es Cuba, que no estamos en los años
sesenta. Venezuela tiene que tener un socialismo democrático. Castro ha sido un
profesor para mí. Un maestro. No en ideología, sino en estrategia.”
De modo que en la
respuesta de Chávez hay un sistema de distinciones discursivas en las cuales se
establecen las diferencias así como las afinidades. ¿Diferencias? Chávez dijo
no ser comunista, no ser marxista-leninista, no ser ateo, pero a la vez
reconocer que Fidel era un maestro no en ideología sino en estrategia.
¿Afinidades? Ambos
forman parte del campo de las izquierdas, han enarbolado las banderas de la
justicia social y comparten una concepción realista de la política en la cual
las relaciones de fuerzas requieren del uso del pensamiento estratégico así
como de la adaptación del mismo a las circunstancias históricas específicas.
No hay dogmas
fosilizados para la estrategia política, pero Chávez lo dijo sin medias tintas:
Socialismo Democrático.
Pero lo interesante
de la respuesta de Chávez es la no resolución de una tensión a todas luces
identificable en el debate sobre las corrientes ideológicas del siglo XX. La
tensión entre socialdemocracia y socialismo democrático.
Basta seguir en el
contexto histórico venezolano la trayectoria de Luis Beltrán Prieto Figueroa desde
su filiación socialdemócrata moderada en sus inicios hacia la radicalización en
las siguientes décadas para intentar consagrar al Movimiento Electoral de
Pueblo (MEP), creado en 1967 como una nueva división de AD, como “Partido
Socialista de Venezuela”, reivindicando
la liberación nacional y la democracia socialista.
Pero no debemos
olvidar las desventuras de Prieto Figueroa
quien en su campaña electoral presidencial sufrió directamente los
embates de los medios de comunicación desde una
feroz campaña psicológica anticomunista, que le haría disminuir
significativamente el caudal de votos.
Con toda franqueza
reconocerá en 1981 ante la periodista Alicia Freilich “Creí en (Rómulo) Betancourt. Pensé que con él podía hacerse la
revolución”. (Libro-Reportaje ‘Venedemocracia’ Cs, Monteavila Editores, pág
186).
¿Hasta qué punto la
posición socialdemócrata predominante hoy; es decir, la vertiente reformista, defiende
en su estrategia política la consecución del socialismo? ¿Estaremos retornando
a las mañas del Betancourismo?
La entrevista de
Sean Penn es clave pues en ella Chávez afirma que John F. Kennedy es el
presidente de EE.UU. favorito de Chávez: “–Yo era un muchacho –dice-. Kennedy
era la fuerza impulsora de la reforma en Estados Unidos.”
Esta última posición
de Chávez sorprendería a quienes lo identifican con los planteamientos
ideológicos de Fidel o del Che Guevara, como quedó de manifiesto en la
Conferencia de Punta del Este y el Proyecto de la “Alianza para el progreso”.
Cuando a Chávez le
preguntan: “– ¿Fue algo bueno la Alianza para el Progreso? –Sí –dice Chávez–.
La Alianza para el Progreso fue una propuesta política para mejorar las
condiciones. Apuntaba a reducir la diferencia social entre culturas.”
No deja de extrañar
esta respuesta, pues tal alianza era parte de una estrategia contrainsurgente de amplio espectro (lo que hoy llaman
guerra no convencional) que enfatizaba o priorizaba no sólo los factores
militares, sino los sociales, económicos, políticos y psicosociales.
Chávez despide a sus
entrevistadores estadounidenses aceptando reunirse con Barack Obama si era
elegido presidente de Estados Unidos. A la vez facilitando sus gestiones para
el encuentro de tales entrevistadores con Raúl Castro. La imagen contrastante
de un Chávez democrático y socialista, admirador de Kennedy y su “Alianza para
el Progreso” puede dar paso a disimiles lecturas.
La continuación de
la entrevista con Raúl Castro y su contenido pueden consultarla en la fuente de
la misma.
VII.- CUANDO CHÁVEZ
HABLO DE NUEVO SOCIALISMO CON MANUEL CABIESES:
Vale la pena volver
al trayecto de Chávez, pues no nos queda duda que no tuvo tiempo suficiente
para cumplir ni siquiera con la mitad de sus planes.
También su
fallecimiento implicó ralentizar, cuando no estancar, las reformas radicales (para
algunos: “revolucionarias”) que desde el hemisferio occidental asocian con la
sola mención de su nombre.
El cuerpo físico de
Chávez fue asesinado. Falta saber qué ocurrirá con su legado
político-ideológico: ¿Será también asesinado?
Porque Chávez sabía
que la unidad política alrededor de su legado ideológico-político era lo que
podía garantizar la continuidad del proceso para derrotar históricamente a las
fuerzas dirigidas por la potencia estadounidense.
Chávez hizo mucho
por emancipar a Venezuela de la dependencia política y económica de Estados
Unidos. La industria petrolera fue recuperada en un sentido nacional, así como
el proceso de integración de América Latina se aceleró.
La significación
histórica de Chávez aumentará con el paso del tiempo siempre que la memoria no
sea colonizada por una estrategia de distorsión y de olvido. Y el reformismo
practica tal estrategia de distorsión y olvido selectivo.
Todas las acciones de
desestabilización se profundizaron en un nuevo nivel luego del fallecimiento de
Chávez. La meta principal de los servicios de inteligencia oponentes ha sido
desde entonces introducir una baza de discordia entre dirigentes bolivarianos,
desestabilizar la situación económico-social, apuntalar a la oposición (especialmente
a su ala más extremista) y hacer que se posicione el imaginario de la revancha.
No son casuales las
expectativas psicológicas que verbalizan los líderes de una oposición con claras actitudes de venganza
racionalizada con la frase: “No habrá impunidad, tarde o temprano se
hará justicia”.
Existe sin duda una
operación multidimensional que apunta a separar del poder a los “sucesores de
Chávez”, cualquiera que ellos sean. El castigo público o aleccionar a un país
gobernado por un “régimen populista” ha sido históricamente la idea fija de los
círculos de dirección política de los Estados Unidos. Para ellos ha llegado el
momento de poner a prueba la estabilidad del régimen bolivariano. Y lo están
logrando paso a paso, momento a momento, situación tras situación.
Con las elecciones
parlamentarias del año 2015 la oposición conquistó la oportunidad de re-asumir
la iniciativa. Lo interesante es que desde
el año 2014 comenzó a diluirse el mensaje político fundamental de Hugo Chávez
en el propio campo de la jefatura política bolivariana.
Vale la pena
entonces, en el actual contexto de crisis, prestarle debida atención a su
entrevista con Manuel Cabieses el 27 de
julio de 2005, pues allí pueden identificarse alguna claves básicas que parecen
hoy completamente extraviadas.
Cabieses introducía
aquella redacción de la entrevista de la siguiente forma:
“Porque después de seis años y medio de
tormentoso gobierno, enfrentando a un poder imperial implacable en sus
designios e inescrupuloso en sus métodos, Chávez ha llegado a la conclusión que
sólo el socialismo –despojado de lastres burocráticos, dogmatismos ideológicos
y errores del pasado– puede traer justicia social y derrotar la pobreza.”
Inmediatamente
Cabieses identifica dos de los vectores claves del despliegue político de
Chávez:
a) Ha comenzado por
un ensayo de poder popular en su propio país de 24 millones y medio de
habitantes;
b) A la vez ofrece
al vecindario, el respaldo de la riqueza petrolera y gasífera Venezolana, que
permitiría construir nuevos instrumentos de integración regional. Una
integración en todos los ámbitos, desde lo económico hasta lo político.
Cabieses planteó que
Chávez también había provocado un sorprendente interés en América Latina por volver a discutir los temas del socialismo a
la luz del fracaso y desprestigio del neoliberalismo. Esa resurrección del
viejo fantasma que aterroriza a los privilegiados, se sustenta en la vasta
corriente de apoyo popular que en América Latina acompaña a la revolución
bolivariana de Venezuela y que provoca profunda preocupación a Washington. Chávez
afirmó en tal entrevista que:
“Ahora entremos al tema del socialismo del
siglo XXI. Primero, en lo personal se trata de un asunto de conciencia. ¿Por
qué? Porque uno viene evolucionando en su pensamiento. En mi caso he venido
adquiriendo experiencia y recogiendo ideas producto de esa dialéctica que se
reproduce entre la teoría, los debates, las discusiones y la praxis de lo que
está ocurriendo en Venezuela. Estos seis años, Manuel, han sido muy ricos, nos
han nutrido desde el punto de vista de las ideas. Han alimentado nuestro
pensamiento.
Como sabes, estoy pronto a cumplir 51 años
[al día siguiente de esta entrevista. N. de PF]. Comencé en esta lucha allá por
los años 80. Recordaba hace un rato con Beto Almeida que poco antes de los 80
comenzamos a formar en el seno del ejército una corriente bolivariana y
nacionalista que ni siquiera se planteaba una revolución. A mediados de los 80
propuse a mis compañeros militares agregar la letra R –de revolución– a la
sigla de nuestro movimiento que se llamaba EB-200 –Ejército Bolivariano 200
porque en 1983 era el bicentenario del nacimiento de Bolívar. El movimiento
nació en 1982 en un acto simbólico.
En realidad, era una pequeña célula
clandestina. Por el año 87, dimos una discusión que fue dura. El movimiento
había crecido pero todavía éramos pequeños grupos, que al fin nos definimos
como un movimiento bolivariano revolucionario. Lo que perseguíamos era eso, una
revolución, una transformación política, social, económica y cultural inspirada
en el planteamiento de Bolívar. Diseñamos así lo que hemos llamado el «árbol de
las tres raíces», que es nuestra fuente ideológica. Consiste en la raíz
bolivariana (su planteamiento de igualdad y libertad, y su visión geopolítica
de integración de América Latina); la raíz zamorana (por Ezequiel Zamora, el
general del pueblo soberano y de la unidad cívico-militar [4]) y la raíz
robinsoniana (por Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, el Robinson, el sabio
de la educación popular, la libertad y la igualdad). Este «árbol de las tres
raíces» dio sustancia ideológica a nuestro movimiento...”
Ahora bien, cabe
preguntarse ¿Era suficiente aquella “sustancia ideológica”? la respuesta de Chávez
no encierra dudas: no es suficiente.
Ante la pregunta de
Cabieses sobre si “había militares con formación marxista”, Chávez contesta:
“Sí,
los había. Mis primeros contactos con el mundo político, por ejemplo, fueron
con un ex guerrillero venezolano a quien respeto mucho, Douglas Bravo. Me reuní
con él varias veces, incluso antes que naciera nuestro movimiento.
Douglas dirigía el movimiento Ruptura, que
tenía una revista del mismo nombre. Luego me reuní también con la Causa R
originaria, aquel movimiento que fundó Alfredo Maneiro, de claro planteamiento
marxista. Sin embargo, eran los años en que comenzaba a resquebrajarse la Unión
Soviética. Vimos cómo el planteamiento socialista fue desapareciendo, incluso
en los círculos y publicaciones que venían del marxismo, y algunos hasta de la
lucha armada.
Luego vino en Venezuela la rebelión militar
del 4 de febrero de 1992. Pero este movimiento bolivariano no tenía un
planteamiento socialista. Si revisas declaraciones mías de esos años, cuando
nos preguntaban si éramos de izquierda o derecha contestábamos: «No, no, esa
división no existe». Era una posición neutra, desconectada de la realidad pero
muy influida por todo aquello del «fin de la historia», la caída de la URSS,
etc.”
Aquí comienzan los
deslindes de Chávez cuando reconoce que aquella
posición originaría estaba “desconectada de la realidad”, influida por aquello
del “fin de la historia” y “resquebrajamiento de la URSS”.
Chávez reconoce que
existe un salto cualitativo luego de
llegar al Gobierno en el año 1999. En particular es a partir del año 2002, con
el Golpe de Estado del 11 de Abril que Chávez recibe un certero latigazo
contra-revolucionario. Comienza por declarar
a la revolución bolivariana como “antiimperialista”: “Nunca lo habíamos
asumido así. Fue la respuesta que dimos al golpe y nuestro pueblo lo asumió con
mucho vigor.”
Y siguen los
deslindes y superaciones, ya no ahora con las llamadas “ideas originarias”,
sino con la:
“(…) ilusión de que podíamos estar bien con
Dios y con el diablo. Alguna gente que se me acercó y que hasta cierto punto me
rodeó en este palacio –tú sabes que en torno al poder y a quienes personificamos
parte del poder, se van generando anillos de influencia–, llegó con un discurso
de «no hay que buscar conflictos, hay que buscar consensos». Me dejé llevar por
esa línea en los primeros años. Eran los días de mis reuniones con Clinton y
con altos empresarios estadounidenses. Fui al Fondo Monetario Internacional,
estuve en la Bolsa de Nueva York y toqué el martillo ése... Pero llegué a
descubrir, Manuel, porque soy del monte y el montuno desarrolla un instinto
especial, que me tenían cercado. Una madrugada me metí a la central telefónica
de palacio y descubrí que allí tenían instrucciones de no pasarme ciertas
llamadas. Por ejemplo las llamadas de Fidel Castro estaban anotadas en el
libro, pero no me las pasaban. Porque en el grupo que me rodeaba había la tesis
que la relación con Fidel Castro no era positiva ni necesaria.”
¿No son claras las
referencias a los “anillos de influencia”, al discurso de “hay que buscar
consensos”, a distanciarse de concretos “referentes revolucionarios”?
Pues Chávez lo dice
con meridiana claridad: “No hay «tercera
vía»”.
Chávez señala a
Miquelena y al “miquelenismo” (“férreo cerco en torno mío”). También menciona a Alfredo Peña:
“Y aquí venía Cisneros a almorzar con Peña.
Hasta que me fui dando cuenta que me habían montado un cerco. Entonces yo era
un muchacho, pero uno va madurando. Un general amigo, un sabio, el general
Pérez Arcay, me dijo: «Hugo, tienes que graduarte de viejo. Aunque tengas 40
años debes ser un viejo, tienes que aprender rápido, no puedes esperar llegar a
viejo, madura ahora». El me ayudó a abrir los ojos.”
Chávez reconoce
que el tema de la ideología nunca lo
había analizado como ahora, desde una perspectiva lejana:
“Bueno, ¿qué produjo todo esto? Golpe el
2002, paro patronal, sabotaje petrolero, contragolpe, discusiones y lecturas.
Llegué a la conclusión –asumo la responsabilidad porque no lo discutí con nadie
al hacerlo público en el Foro Social Mundial de Porto Alegre– que el único
camino para salir de la pobreza es el socialismo.”
Y sobre la tercera
vía señala:
“En una época llegué a pensar en la tercera
vía. Andaba en problemas para interpretar el mundo. Estaba confundido, hacía
lecturas equivocadas, tenía unos asesores que me confundían todavía más. Llegué
a proponer un foro en Venezuela sobre la tercera vía de Tony Blair. Hablé y
escribí mucho sobre un «capitalismo humano». Hoy estoy convencido que es
imposible.”
Y superando la
socialdemocracia de derecha de la “tercera vía” dijo:
“Me convencí de que el socialismo es el
camino y así lo dije en Porto Alegre y después aquí, ante la Asamblea Nacional.
He invitado al país a un debate. Creo que debe ser un socialismo nuevo, con
planteamientos frescos, acoplado con una nueva era que apenas está comenzando.
Por eso me atreví a llamarlo «socialismo del siglo XXI», como proyecto.”
Por ahora, dice
Chávez (de nuevo el “por ahora”), “lo que estamos haciendo es un llamado a
discutir ideas nuevas y viejas experiencias para delinear ese nuevo socialismo:
“Por ejemplo, yo quiero aportar algunas ideas.
Una es afirmar que el primer socialista de nuestra era fue Cristo. Soy
cristiano y pienso que el socialismo debe nutrirse de las corrientes más
auténticas del cristianismo. Tampoco se trata de andar buscando a un iluminado,
como tú decías, para que nos haga un modelo que vamos a copiar todos. Sería
absurdo. Vamos a hacer el socialismo desde nuestras propias raíces, desde
nuestros aborígenes, desde las comunas en Paraguay y Brasil, desde el
socialismo utópico que representó Simón Rodríguez, desde el planteamiento de
Bolívar de libertad e igualdad, desde el planteamiento de Artigas, el gran
uruguayo, de que hay que invertir el orden de la justicia, eliminando los
privilegios. Creo que estamos comenzando esta tarea.”
Chávez reconoce que
le advertían que el socialismo podría ser contraproducente para cálculos
electorales:
“Desde el punto de vista del cálculo
electoral algunos buenos amigos y compañeros me han dicho que no era oportuno.
Que mejor habría sido esperar las elecciones de 2006 y después de ganarlas,
hacer ese planteamiento. Pero yo no veo la situación de esa manera. Los tiempos
políticos no coinciden necesariamente con los tiempos electorales. De aquí a un
año hay un siglo. El tiempo es relativo, ya lo demostró Einstein. Creo que es
el momento. Cuando ves reverdecer los campos, es el momento de abonar para que
broten las sementeras. Cuando vemos lo que está ocurriendo en América Latina,
sobre todo en América del Sur, el gran debate que hay en Brasil, en Uruguay, y
los gobiernos que impulsan cosas nuevas, cuando se mira lo que ha pasado en
Ecuador y en Bolivia, también en Venezuela por supuesto, en Centroamérica y el
Caribe... Pero el epicentro está en América del Sur. A este rebrote popular y
democrático hay que darle sustancia ideológica. ¿Y cuál es? Yo respondo, desde
mi conciencia política, que es la vía socialista. En Venezuela lo he puesto de
la siguiente manera: estamos en una transición y como decía Gramsci, que muera
lo que tiene que morir y que nazca lo que tiene que nacer. Una transición que
me atrevo a llamar «democracia revolucionaria», un término que tampoco es mío
sino del poeta cubano Roberto Fernández Retamar.”
Y continúa Chávez:
“Fernández Retamar habla del bolivarianismo
y la democracia revolucionaria. He retomado ese término para caracterizar el
tipo de democracia que empuja como una caballería, que abre puertas y se
impregna de pueblo. Es una fase de transición hacia el socialismo. Esta
dirección está mucho más clara en Venezuela.”
¿Se quedaba
estancado Chávez con la simple apelación al proyecto de la Constitución
Bolivariana?
¿Se quedaba
estancado Chávez con la apelación al “árbol de las tres raíces”?
¿Se quedaba
estancado Chávez apelando a la Tercera Vía?
¿Se quedaba
estancado Chávez apelando al modelo soviético?
Pues no parece ser
así. Dice: “creo que vamos rumbo al
socialismo. La democracia revolucionaria hay que irla orientando hacia el
socialismo.” Y continúa desarrollando la idea:
“Eso ha generado aquí una dinámica por abajo,
muy interesante. PDVSA, por ejemplo, está discutiendo ese tema al interior de
la empresa con ese líder extraordinario que es el ministro de Energía y
Petróleo, Rafael Ramírez, un muchacho que fue formado en ese movimiento Ruptura
del que te hablé. Pero los funcionarios de mi gobierno con formación marxista
no se atrevían a hablar de socialismo. Yo les he dado luz verde. Ahora hasta la
Asamblea Nacional habla de socialismo. Ha sido como una liberación, se vuelve a
hablar de un tema tabú.”
“El chantaje mediático era muy pesado: si te
declarabas socialista, te decían trasnochado, troglodita, dinosaurio. Ahora no,
el socialismo anda en la calle y hasta algunos empresarios declaran que no les
asusta. ¡Magnífico! Habrá que oír sus razones, respetarlas y discutirlas. Los
militares hablan de revolución y socialismo, y discuten esos temas. Creo que es
muy positivo. Y yo asumo la responsabilidad que me cabe en este proceso.
Tenemos que estudiar y debatir mucho. Ojalá podamos hacer pronto un evento
internacional sobre socialismo y conocer así distintas opiniones y
experiencias.”
En consecuencia, hay
que salirle al paso a la estrategia de la distorsión y la desmemoria. Cada
frase de tal entrevista clarifica la brújula, el mapa, los objetivos. Nada de
apelaciones nostálgicas al proyecto originario, a la tercera vía, al
constitucionalismo seco, al reformismo de siempre, al viejo socialismo de la
URSS.
Se trataba de una
nueva problemática: el Socialismo del
siglo XXI.
Cabieses le dice a
Chávez que “Hay cosas del viejo
socialismo, presidente, que fracasaron. Por ejemplo, la concepción de partido,
la ausencia de participación real del pueblo en las decisiones, la falta de
pluralismo, el estatismo absoluto de la economía, el bajo perfil de los
derechos humanos, de las libertades públicas y de la libertad de expresión, etc.
¿Qué diferenciaría al socialismo del siglo XXI de aquel socialismo que se
derrumbó?”
Chávez contesta sin eufemismos: “Tienes razón, alguien dijo que en realidad
nunca hubo socialismo... Circulaba un chiste sobre Breznev u otro líder
soviético que confidenciaba a un amigo: «Ojalá que aquí no llegue nunca el
socialismo».”
“Ahora bien, entre los elementos que
pudieran definir el socialismo del siglo XXI yo diría que el primer rasgo es el
moral. Hay que comenzar por ahí, por la conciencia, por la ética. El Che
escribió mucho de la moral socialista. Desde la visión del mundo que cada cual
tenga, debemos recuperar el sentido ético de la vida. Sin duda lo que digo
tiene mucho de cristianismo: «Amaos los unos a los otros» o «Ama a tu prójimo
como a ti mismo». En realidad se trata de eso: de la solidaridad con el
hermano. Luchar contra los demonios que sembró el capitalismo: individualismo,
egoísmo, odio, privilegios. Creo que por ahí habría que comenzar. Es un trabajo
de todos los días, una tarea cultural y educativa de largo aliento.”
Para Chávez la moral
es “un arma en la lucha contra la
corrupción, un mal que es propio del capitalismo. Empresas y empresarios
corrompidos, negocios oscuros, funcionarios corruptos, movidos sólo por la
ambición. Aunque también la corrupción se ha dado en el socialismo ese fenómeno
tiene una raíz capitalista, es la ambición de riqueza. El socialismo debe
defender la ética, la generosidad. Bolívar fue un ejemplo: abandonó todo por
ser útil a su país. Hay que recordar también a Cristo y lo que dijo al hombre
rico que quería ir al cielo: vende todo lo que tienes y repártelo entre los
pobres. El hombre se puso a llorar porque no era capaz de hacer eso. Fue
entonces cuando Cristo lanzó aquella frase: «Será más fácil que un camello entre
por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos».”
En el terreno
político uno de los factores determinantes del socialismo del siglo XXI debe
ser la “Democracia participativa y protagónica”:
“El poder popular. Esto es un elemento político
definitorio que contrasta con aquello del partido único o centrar todas las
decisiones en el partido. Hay que centrar todo en el pueblo, el partido debe
estar subordinado al pueblo. No al revés.”
Pero además, se
trata de construir el nuevo socialismo en un marco de pluralismo político:
“¿Un sistema político pluralista que permita
participar a diferentes sectores? ¿Un poder popular real? –Claro que sí, una
democracia participativa y abierta. En lo social, el socialismo debe conjugar
igualdad con libertad. Una sociedad de incluidos, de iguales, sin privilegios,
sin esta abismal diferencia entre extrema riqueza y extrema pobreza. En lo
económico: un cambio del sistema de funcionamiento metabólico del capital. Este
es un tema complejo de tratar. Aquí hemos iniciado experimentos como el impulso
al cooperativismo y al asociativismo, a la propiedad colectiva, a la banca
popular y núcleos de desarrollo endógeno, etc. Se trata de dejar atrás la
lógica de funcionamiento perverso del capitalismo. Son válidas muchas
experiencias, como la autogestión y cogestión, la propiedad cooperativa y
colectiva, etc. Estamos poniendo en marcha un ensayo de empresas de producción
social y unidades de producción comunitaria. Eso está recién naciendo pero
ayudará a definir un modelo teórico. Le da también una connotación especial: no
se trata de un grupo de intelectuales escribiendo un libro de dos mil páginas.
Práctica y teoría deben marchar en paralelo.”
Y sobre la visión de
la relación de la potencia estadounidense y América Latina, Chávez reitera:
“Estábamos preparados para la reacción
internacional que ahora estamos sintiendo. Ya no sólo en el caso de Venezuela,
sino también de Brasil. El caso de ese país y el escándalo que se ha desatado
por la corrupción, sin que esto suponga benevolencia con la corrupción, me
huele que no tiene sino un objetivo: debilitar al gobierno de Lula, tratar de
chantajearlo. Tengo mucha fe en que Lula, un extraordinario líder, va a salir
de esta situación tan difícil. Está la posibilidad de que Brasil se sume de
manera determinante al nuevo camino que hoy necesitan los pueblos de América
Latina. En Argentina también vemos un proceso complejo: permanentes ataques de
sectores de la oligarquía criolla al gobierno, ataques internacionales, etc.
Vemos lo que pasa en Bolivia, en Ecuador, en Uruguay.”
“Lo que pasa en México y las perspectivas de
un gobierno distinto se suma a esa visión. Los que estamos al frente de algunos
procesos en América Latina, ya sea desde el gobierno o de movimientos políticos
y sociales, debemos diseñar el mapa no sólo estratégico sino también táctico y
de trabajo. En esto tenemos un vacío y creo que es necesario que con pensadores
y líderes de distintos países conformemos un equipo con capacidad de hacer
propuestas que impacten esta realidad. Como seguir impulsando TeleSur, por
ejemplo. Petrosur, Petroamérica, el Banco del Sur, la Universidad del Sur,
proyectos de integración que no pueden quedar sólo a nivel de gobiernos. Si no
les damos contenido de participación popular, serían, como decía Bolívar,
«repúblicas aéreas», castillos en el aire.”
Y para aquellos
reformistas apoltronados en la “línea de menor resistencia” vale la pena
recordarles las palabras finales de Chávez:
“Las batallas que vendrán serán muy duras.
Pero si en alguna ocasión hubo una oportunidad de avanzar y alcanzar
importantes victorias en la dirección histórica que nos hemos fijado, si en
algún momento fue oportuno avanzar, es ahora, ahora y aquí. Punto Final, que ha
pasado 40 años en esta batalla, tendrá otros 40 años más para luchar y ojalá
publicar lo que aquí estamos intuyendo y soñando.”
¿Era Chávez un
simple reformista? Las conclusiones están a la vista.
[1] El régimen mexicano en
su dilema (1 FEBRERO, 1990) Adolfo Gilly
http://www.nexos.com.mx/?p=5737
[2] Hugo Chávez y la Declaración del "Socialismo" en el Foro
Social de Porto Alegre (2005). Javier Biardeau, en: https://www.aporrea.org/internacionales/a209620.html; El video completo: 30 Ene 2005 Hugo Chávez en Porto Alegre en clausura
del V Foro Social Mundial: https://www.youtube.com/watch?v=I5uAejoNDU0
[3] “Las políticas de la interpretación sobre el legado de Chávez”. Javier
Biardeau, en: https://www.aporrea.org/actualidad/a210102.html. También: https://www.aporrea.org/actualidad/a211519.html y Algunas claves presentes sobre “Populismo”
y “Democracia Popular Bolivariana” en el “Libro azul”: Javier Biardeau R. http://questiondigital.com/wp-content/uploads/2015/08/Populismo-democracia-bolivariana.pdf. Ver: Sobre la democracia revolucionaria, Chávez y Roberto Fernández
Retamar: http://cartelescriticos.blogspot.com/2007/07/entrevista-roberto-fernndez-retamar.html
[4] 2010: BBC entrevista a Hugo Chávez: Sobre el capitalismo, la tercera
vía y el socialismo democrático. La reinvención del socialismo. https://www.youtube.com/watch?v=OeLR-1as9WQ; Completo: https://www.youtube.com/watch?v=LtPIVwNdqac; Puede leerse además un análisis sobre este tópico en: “El debate y la
construcción del “Nuevo Socialismo del siglo XXI”. Javier Biardeau R.: http://www.rebelion.org/docs/201720.pdf. Una perspectiva distinta puede leerse en: “Venezuela: Hugo Chávez y el
bolivarianismo.” Margarita López Maya Agosto 2008, en: http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-64112008000300005
[5] Para este debate, ver las reflexiones de Dussel sobre Laclau al
respecto. https://www.enriquedussel.com/txt/Populismo.5%20tesis.pdf; http://nuestrotiempo.com.do/wp-content/uploads/2014/03/La-categor%C3%ADa-de-Pueblo-en-Dussel-y-Laclau.pdf
[8] Perón amenaza a
periodista y niega la Triple A / 8-02-1974: https://www.youtube.com/watch?v=9bxflD54JMI;
https://www.youtube.com/watch?v=Vs1ZZjiJUzw;
[9] La interminable
polémica del Peronismo, por José Pablo Feinmann https://www.youtube.com/watch?v=Zz2-9NacHVc
[10] Crean Centro de Altos
Estudios del Pensamiento de Hugo Chávez www.psuv.org.ve/portada/crean-centro-altos-estudios-pensamiento-hugo-chavez/
[11] Un pragmatismo
chavista. Temir Porras Ponceleón http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198922
[12] Algunos tuits para
Temir Porras: Qué (no) hacer en esta etapa de la Revolución. Javier Biardeau https://www.aporrea.org/ideologia/a189638.html
[13] Seis razones por las
que el reformismo nada puede resolver: http://www.voltairenet.org/article166301.html;
V. I. Lenin. MARXISMO Y REVISIONISMO: https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/3-iii-08.htm;
http://www.filosofia.org/enc/ros/bernste.htm;
https://es.scribd.com/doc/138885308/Eduard-Bernstein-Las-Premisas-Del-Socialismo-y-Las-Tareas-de-La-Socialdemocracia
[14] El asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht: David Arrabalí http://www.rebelion.org/noticia.php?id=61574
[15] 25-11-2008: Conversations With Chavez and Castro
https://www.thenation.com/article/conversations-chaacutevez-and-castro/; http://www.taringa.net/posts/noticias/2176355/Entrevista-Sean-Penn-Chavez-y-Raul-Castro.html
[16] 27-07-2005 ENTREVISTA
CON EL PRESIDENTE DE VENEZUELA: ¿Hacia dónde va usted, presidente Chávez? por
Manuel Cabieses Donoso http://www.voltairenet.org/article132654.html
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