Javier Biardeau R.
1.- RECORDANDO A MARX, ENGELS Y
LAS PREMISAS DE LA CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LA HISTORIA:
En tiempos donde se viene
conmemorando el nacimiento de Carlos Marx, vale la pena recordar que un tal
Federico Engels[i]
en el contexto europeo de finales del siglo XIX (1891, ocho años después de la
muerte de un tal Carlos Marx, y en el mismo año de la crítica de Engels al Programa
socialdemócrata de Erfurt[ii]) decía
lo siguiente:
“En realidad, el Estado no es más que una máquina para la opresión de
una clase por otra, lo mismo en la República democrática que bajo la monarquía;
y en el mejor de los casos, un mal que el proletariado hereda luego que triunfa
en su lucha por la dominación de clase. El proletariado victorioso, tal como
hizo la Comuna, no podrá por menos de amputar inmediatamente los peores lados
de este mal, hasta que una generación futura, educada en condiciones sociales
nuevas y libres, pueda deshacerse de todo ese trasto viejo del Estado.”
Con este pretexto de los males
que se heredan, del sello político de la vieja sociedad y de la necesidad de
“amputar los peores lados de este mal” queremos abordar los planteamientos de Evaristo
Marcano: “¿Chávez no
facilitó hacer de sus brasas algunas cenizas?”[iii],
un artículo con un tono respetuoso, lo que ya de entrada merece un tratamiento
positivo en una controversia constructiva.
Sin embargo, antes de abordar las
ideas de EM ideas quisiera aportar
algunas interpretaciones y citas de una carta de Engels dirigida
a J. Bloch en 1890[iv]
para dejar claramente sentado lo siguiente:
“Somos nosotros mismos quienes hacemos nuestra historia, pero la
hacemos, en primer lugar con arreglo a premisas y condiciones muy concretas.
Entre ellas, son las económicas las que deciden en última instancia. Pero
también desempeñan su papel, aunque no sea decisivo, las condiciones políticas,
y hasta la tradición, que merodea como un duende en las cabezas de los hombres.”
Muchos han interpretado la
anterior frase de manera economicista, en vez de captar la primacía del
concepto de totalidad concreta. Y sobre el papel de la praxis y la acción
concreta Engels ha planteado:
“(…) la historia se hace de tal modo, que el resultado final siempre
deriva de los conflictos entre muchas voluntades individuales, cada una de las
cuales, a su vez, es lo que es por efecto de una multitud de condiciones
especiales de vida; son, pues, innumerables fuerzas que se entrecruzan las unas
con las otras, un grupo infinito de paralelogramos de fuerzas, de las que surge
una resultante --el acontecimiento histórico--, que a su vez, puede
considerarse producto de una fuerza única, que, como un todo, actúa sin
conciencia y sin voluntad. Pues lo que uno quiere tropieza con la resistencia
que le opone otro, y lo que resulta de todo ello es algo que nadie ha querido.
De este modo, hasta aquí toda la historia ha discurrido a modo de un proceso
natural y sometida también, sustancialmente, a las mismas leyes dinámicas. Pero
del hecho de que las distintas voluntades individuales --cada una de las cuales
aparece aquello a que le impulsa su constitución física y una serie de
circunstancias externas, que son, en última instancia, circunstancias
económicas (o las suyas propias personales o las generales de la sociedad)-- no
alcancen lo que desean, sino que se fundan todas en una media total, en una
resultante común, no debe inferirse que estas voluntades sean = 0. Por el
contrario, todas contribuyen a la resultante y se hallan, por tanto, incluidas
en ella.”
En este segundo aspecto, lo
enfatizado por Engels es precisamente que el resultado de la historia no
depende en ultima instancia de voluntades individuales, sino en una “resultante
común”, de una praxis colectiva en una multitud de condiciones especiales de
vida; y aunque la acción colectiva, no coloque a cada una de las voluntades
individuales con un efecto cero (0) sobre la historia, debemos considerar el
papel de los liderazgos sociales, políticos y culturales en tales acciones
colectivas, así como las consecuencias no deseadas ni esperadas de sus
intenciones conscientes.
Esto último significa, que la
“resultante común”, una fuerza única, no siempre tiene que ver con deseos ni
querencias individuales o grupales, sino con un paralelogramo de fuerzas que en
acción reciproca configura a los acontecimientos históricos, cuya media común
presenta desfases y diferencias, si los contrastamos a los proyectos y planes
de acción de cada una de las fuerzas sociales y políticas que se miden, momento
a momento, en determinadas correlación de fuerzas (Internacionales, económicas,
sociales, políticas, militares y psicosociales-ideológicas).
Si de enseñanzas de Marx sobre la
historia se habla conviene leer con atención lo expresado por Engels en la
misma carta:
“(…) me permito rogarle que estudie usted esta teoría (a Marx) en las
fuentes originales y no en obras de segunda mano; es, verdaderamente, mucho más
fácil. Marx apenas ha escrito nada en que esta teoría no desempeñe su papel.
Especialmente, "El 18 Brumario de Luis Bonaparte" es un magnífico
ejemplo de aplicación de ella. También en El Capital se encuentran muchas
referencias. En segundo término, me permito remitirle también a mis obras La
subversión de la ciencia por el señor E. Dühring y Ludwig Feuerbach y el fin de
la filosofía clásica alemana, en las que se contiene, a mi modo de ver, la
exposición más detallada que existe del materialismo histórico.”
Esas fueron las recomendaciones
de Engels a Bloch en función de una crítica a los nuevos “marxistas” que
apelaban a “obras de segunda mano”:
“El que los discípulos hagan a veces más hincapié del debido en el
aspecto económico, es cosa de la que, en parte, tenemos la culpa Marx y yo
mismo. Frente a los adversarios, teníamos que subrayar este principio cardinal
que se negaba, y no siempre disponíamos de tiempo, espacio y ocasión para dar
la debida importancia a los demás factores que intervienen en el juego de las
acciones y reacciones. Pero, tan pronto como se trataba de exponer una época
histórica y, por tanto, de aplicar prácticamente el principio, cambiaba la
cosa, y ya no había posibilidad de error. Desgraciadamente, ocurre con harta
frecuencia que se cree haber entendido totalmente y que se puede manejar sin
más una nueva teoría por el mero hecho de haberse asimilado, y no siempre
exactamente, sus tesis fundamentales. De este reproche no se hallan exentos
muchos de los nuevos «marxistas» y así se explican muchas de las cosas
peregrinas que han aportado....”.
De modo que habría que evitar dos
problemas: a) el uso de documentos de segunda mano, b) el reduccionismo en la
comprensión y explicación de una época histórica.
Sobre este último punto, conviene
aplicarlo con rigor a la hora de valorar el papel de Chávez en el proceso
histórico, incluso si asumimos su responsabilidad y su papel como individuo en
la historia, dado su rol como líder de un movimiento político que se llama así
mismo “revolucionario”, y por su función en la toma de decisiones del Gobierno
y del Estado.
2.- ¿FUÉ CHAVEZ INFIEL A SUS
PROPIOS IDEALES?
EM ha planteado en su
interpretación la cuestión de si Chávez “le fue infiel en algunos momentos a
sus ideales y permitió que alguna brasa de su fogón, se convirtiera muy
rápidamente en cenizas”.
La respuesta directa es
afirmativa. Entre los ideales y la real-politik opera la mediación de un
espacio de decisión, en el cual no actúan sólo deseos y querencias sino
condiciones y circunstancias en las cuales inciden las correlaciones de
fuerzas, así como las consecuencias no deseadas de las jugadas tácticas de cada
uno los actores como fuerzas políticas y sociales. De modo que el asunto de lo
que Chávez decía que iba a hacer y lo que efectivamente hacía es un asunto
importante en el siguiente marco:
“(…) no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se
imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado,
para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del
hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone
también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso
de vida. También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de
los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida,
proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales.” (Karl
Marx. La ideología alemana)
“Con la alteración del fundamento económico se subvierte más rápida o
más lentamente toda la gigantesca sobre-estructura. En la consideración de
estas conmociones hay que distinguir siempre entre la transformación material
de las condiciones económicas de la producción, y las formas jurídicas,
políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en suma, ideológicas, en las
cuales los hombres toman conciencia de este conflicto y lo dirimen. Del mismo
modo que no se puede juzgar a un individuo por lo que él se imagina ser, así
tampoco es posible juzgar una tal época de transformación por su conciencia,
sino que hay que explicar esa conciencia por las contradicciones de la vida
material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y
las relaciones de producción.” (K. MARX, Prólogo a la Contribución a la crítica
de la economía política.)
Al sujeto-agente Chávez hay que
evaluarlo como sujeto de la política, como sujeto de la historia, como sujeto
de la ideología y de la cultura, y por tanto como sujeto barrado por el
inconsciente, y no solo por su conciencia y su decir reflexivo. Así mismo, hay
que analizar al llamado “Chavismo” como articulación grupal, como movimiento social,
político y cultural.
Cuando Engels menciona las condiciones
políticas, y hasta la tradición, que merodea como un duende en las cabezas de
los hombres, también evoca con coherencia las palabras de Marx en el 18
Brumario:
“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre
arbitrio, bajo circunstancias elegidos por ellos mismos, sino bajo aquellas
circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido
legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime
como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse
precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca
visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran
temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres,
sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y
este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal.
(…) Es como el principiante al aprender un idioma nuevo lo traduce mentalmente
a su idioma nativo, pero sólo se asimila el espíritu del nuevo idioma y sólo es
capaz de expresarse libremente en él cuando se mueve dentro de él sin
reminiscencias y olvida en él su lengua natal.”
Para decirlo de manera sencilla,
también Chávez tenía una tradición que le merodeaba en su cabeza como un duende
(una urdimbre de significantes-significados), una memoria colectiva (tanto
imaginaria como simbólica) también los “espíritus del pasado” fueron evocados
en su auxilio (como es claramente constatable en su discurso en el Foro Social
de Porto Alegre), también tomó prestado sus nombres (¿Y qué otra cosa es la
Revolución Bolivariana?) y también invocó el Socialismo como Proyecto Histórico,
en tiempos donde es más que visible la crisis ético-cultural, teórica y
política (de fundamentación y de legitimación) de los propios referentes de
izquierda.
3.- ¿REFRESCÓ CHAVEZ LAS IDEAS
SOCIALISTAS?
El Chávez que “iluminó y refresco
las ideas socialistas”, se deja acomodar con cierta facilidad precisamente dada
la crisis ético-cultural, teórica y política (de fundamentación y de
legitimación) de los propios referentes de izquierda, dada sus inconsistencias,
su pérdida de validez en algunas de sus proposiciones clásicas, su credibilidad
ante los desastrosos efectos de los socialismos burocráticos, y su vigencia
ante la finitud histórico en el cuál se mueve cualquier sistema de proposiciones,
aunque Chávez “contribuyó enormemente en este proceso de retomar la propuesta
socialista” (EM dixit).
El asunto es que ya no podía
invocarse el Socialismo como si no hubiese pasado agua debajo del puente. Es decir, mucha historia
y experiencia colectiva. De allí que se haya agregado lo de “Siglo XXI” no como
una cuestión accidental o adjetiva, así como lo de “Bolivariano” para otorgarle
su lugar a la “cuestión raizal”, a la
cuestión nacional-popular. No eran tales palabras simples ornamentos retóricos,
sino la apertura de un gran debate
con ineludibles consecuencias, incluyendo la evaluación crítica de las
experiencias socialistas de la URSS, de China, de Vietnam y de Cuba, para decir
lo menos.
Obviamente en tiempos ya post-chavistas, el abordaje de "cuatro
años de decepcionantes, inconclusos y erráticos resultados de la gestión del
Gobierno de Maduro", también tienen que ver con semejante debate no
abierto ni asumido en la jefatura
política del proceso.
4.- POR UN DEBATE CONSTRUCTIVO:
LA CUESTIÓN DEL PARTIDO
Por eso insisto en este contexto
que la respuesta de EM es constructiva en tiempos donde las polémicas parecen
estar fundamentadas en solo uno de los aspectos de aquella vieja tesis latina:
“Pars destruens/pars construens” (Demolición del edificio / Construcción del
edificio), en la cual el planteamiento
de una posición o tesis, no ofrecería argumentos (con su base de respaldo) para
sostenerla y desarrollarla, sino que enfatizaría unilateralmente la pars
destruens: el momento de destrucción de un edificio de opiniones, sean prejuicios, verdades o errores.
EM centra tal interpretación
sobre todo en el manejo de la “democracia interna” en el funcionamiento y
organización del PSUV, tema sobre el cual comparto algunas apreciaciones
generales, pero matizaría diferencias fundamentales entre los tiempos instituyentes del propio
partido, donde el término “cooptación” no cumple una función política central, tiempo en los cuales se intentó abrir una
discusión política abierta en las
propias bases organizativas conocidas como “batallones” y entre la diversidad
de corrientes internas, que en todo
movimiento de masas existe; y los tiempos en los cuales su estructura de base
quedó reducida a las figuras de los patrullas y a las unidades de batalla
electoral, en las cuales lo instituido quedó expresado claramente en la idea de
Partido-Maquinaria, incluyendo a la cooptación en su función política central,
a la figura de los miembros natos en las elecciones ya no desde la base (como
cuotas de grupos internos de poder) y la idea de un “estado mayor político”,
como ejes centrales de la selección de la estructura de su dirección.
El partido “de cuadros y a la vez
de masas”, quedó perfectamente encuadrado, perfectamente engranado y
perfectamente cuadriculado desde arriba.
Y es desde arriba que se producen las deformaciones y degeneraciones
burocráticas. Todo eso frente a las propias directrices y ojos de Chávez. Allí
Chávez fue juez y parte, pero sobremanera cumplen su papel determinados estilos
de pensamiento, guiones, esquemas, marcos y paradigmas de organización.
De nuevo, los duendes de la
tradición organizativa y de funcionamiento en el campo de las izquierdas.
Por eso la metáfora del
“edificio” en este contexto podría llevarnos a debates colaterales muy
importantes en el terreno de la teoría política crítica (con su énfasis actual
en desmontar y en la des-totalización de las organizaciones centralizadas y
verticales) y de los problemas políticos de la transición post-capitalista
(¿Edificación Socialista?), como aquellas otras metáforas sobre la
“base/superestructura” o sobre la “determinación en última por lo económico”, propias
de las interpretaciones de cierto “estructuralismo marxista” que inhibió
percibir en perspectiva histórica (historia-estructurante) a los llamados “estados
sincrónicos” en un sistema (historia-estructurada).
O es que acaso no se escucha esa
voz de autoridad señalando que lo fundamental es “desarrollar las fuerzas
productivas”, que primero hay una “etapa de liberación nacional” y luego la
posibilidad de una “etapa socialista”, o que los trabajadores no están ni
maduros ni preparados para tomar las riendas del proceso económico, o que vamos
ahora si a construir una “democracia popular” sin “elecciones burguesas”, o
finalmente, que se requiere del concurso de un “empresariado nacionalista y
patriótico”. ¿Desde cuál Tradición aparecen tales “enunciados políticos”?
¿Nuevo Socialismo del siglo XXI?
Así mismo, muchas de nuestras
ignorancias, cegueras y malas interpretaciones de los acontecimientos,
situaciones, coyunturas y procesos históricos de cualquier transición post-capitalistas,
derivan del desconocimiento de las condiciones bajo las cuales se organizan y
funcionan los sistemas históricos mundiales que los contextualizan; a decir de Wallerstein:
a) La economía-mundo capitalista, su patrón dominante de acumulación y
la división mundial del trabajo,
b) El sistema inter-estatal, sus modos de regulación y las primacías
geopolíticas,
c) La geocultura hegemónica bajo los parámetros de una transición
paradigmática conocida como crisis de la modernidad (Boaventura de Sousa Santos
dixit y et al.).
Y si EM supone que estoy haciendo
un innecesario rodeo para abordar
directamente su pregunta, debo retomarla señalando las razones por las cuales
considero que con el legado de Chávez
sobre el poder constituyente, se ha hecho algo semejante a lo que se hizo con
la “Teoría crítica del Estado” en la praxis de los socialismos burocráticos
realmente existentes.
Me explico. En vez de tomar la
alegoría política de “Chávez-poder constituyente” (la figura del revolucionario
o del subversivo mayor, incluso del “líder de un movimiento”, debate análogo a
lo que el marxismo revolucionario denominó supresión
del Estado capitalista, y no su simple continuidad ocupada con un nuevo
“personal político”, por cierto tema de Lenin en “El Estado y la Revolución”),
se ha tomado la alegoría política de “Chávez-poder constituido” (en el mejor de
los casos, la figura del “Estadista”, y en el peor de los casos, la figura del
“Jefe de un Gobierno de turno” o el jefe de un “Partido-maquinaria”, de modo
análogo al objeto de la crítica de Lenin a las dificultades de construir un
verdadero Estado Revolucionario en el período de transición).
5.- LA PROBLEMÁTICA PENDIENTE DEL
“ESTADO REVOLUCIONARIO”:
¿Ha permitido la Decisión
Política Presidencial de montar una Asamblea Constituyente el pasaje un
entusiasmo revolucionario de masas dispuesto a edificar un “Estado
Revolucionario”? ¿Qué se está edificando en los hechos y prácticas realmente
existentes?
En fin, se ha escogido la vía del
paradigma de la “Revolución desde arriba”,
o lo que es peor: el modelo histórico de la revolución mexicana (la “Revolución
Institucional” desde la cúpula que dio lugar a un régimen de partido-Estado tal
como lo caracterizo Adolfo Gilly en
1990: El régimen mexicano en su dilema[v]) en
el que las transformaciones dependen del
eje de la “función de Gobierno”.
Como diría uno que otro poeta más
aventajado frente a la sintaxis del discurso de la teoría política crítica: se
ha escogido o el oxímoron o la mística del “Sol Oscuro”.
Pero además del momento
conservador de la dimensión cupular-instituida (una nueva cogollocracia con su
ya mencionado nido
de “alacranes”[vi]).
Chávez cumplió múltiples roles y
funciones, pero cuando la figura del Chávez-constituyente
fue desdibujada para convertirlo en un Jefe de Gobierno, o del Partido (como
cualquier otro), entroncamos directamente con la tensión entre el “Momento del
Líder” y el “Momento de la Participación Popular”, desplegadas, por ejemplo, en
los argumentos del intelectual argentino Ernesto Laclau (2006) en su breve
texto: “Deriva
populista y centroizquierda latinoamericana”[vii]:
“Lo que sí constituye una legítima cuestión es si no hay una tensión
entre el momento de la participación popular y el momento del líder, si el
predominio de este último no puede llevar a la limitación de aquélla. Es verdad
que todo populismo está expuesto a este peligro, pero no hay ninguna ley de bronce
que determine que sucumbir a él es el destino manifiesto del populismo En
África, por ejemplo, después de la descolonización, hemos asistido a la
degeneración burocrática del populismo en el caso de Mugabe, pero también hemos
visto un populismo democrático y altamente participativo en el gobierno de
Nyerere. Ahora bien, en la experiencia venezolana no hay indicios que nos
permitan sospechar que una tendencia a la burocratización habrá de prevalecer.
Por el contrario, a lo que asistimos es a una movilización y auto-organización
de sectores previamente excluidos, que ha ampliado considerablemente las
dimensiones de la esfera pública. Si hay un peligro para la democracia
latinoamericana, viene del neoliberalismo y no del populismo.”
Esto nos permite entrar
directamente al dilema: ¿Combatir el neoliberalismo o el anti-imperialismo, con
las armas melladas de una degeneración burocrática del movimiento
nacional-popular, con las armas melladas del “Estatismo Autoritario”
(Poulantzas dixit)?, o entre la opción de “degeneración burocrática” o la de
“democratización del poder”[viii],
como clivaje para revisar lo que a la postre fue la tensión entre el momento de
la participación popular y el llamado “Hiper-liderazgo” (lo que siguiendo a
Gramsci puede llamarse “Cesarismo Progresivo”[ix]).
Sobremanera si nos ubicamos en el año 2007, luego de la derrota electoral de la
iniciativa presidencial (y además parlamentaria)
para la Reforma Constitucional.
Allí también se dio un típico
contraste entre la “metódica constituyente” (la línea política se construye
articulando y agregando demandas, aspiraciones y reivindicaciones del proceso
de participación popular) de 1999 y la “metódica constituida” (la línea
política se construye articulando las directrices de un “estado mayor central”)
de 2007.
Por mi parte, diría a EM que es
importante enfrentarse a la tarea de: “(…)
amputar inmediatamente los peores lados de este mal, hasta que una generación
futura, educada en condiciones sociales nuevas y libres, pueda deshacerse de todo
ese trasto viejo del (….) Hiper-liderazgo, del imaginario del estado mayor
central calcado del buró político del campo socialista, imaginario vertical por
excelencia y que articula en el plano de las representaciones una equivalencia
con las huellas e inscripciones del Estado Capitalista en su fase liberal o
fordista-keynesiana
De modo que si bien el “momento
del Líder” frente al momento del “protagonismo popular” es indispensable en lo
político, el momento del hiper-líder es
el peor lado de ese primer “mal necesario” (La dirección política unificada),
mientras no sea superada la división fundante de los elementos de la
política establecida por Gramsci como la separación entre gobernantes y
gobernados[x],
y luego, entre dirigentes y dirigidos:
“Toda la ciencia y el arte político se basan en este hecho primordial,
irreductible (en ciertas condiciones generales). Sus orígenes constituyen un
problema en sí, que deberá ser estudiado en sí (por lo menos podrá, y deberá
estudiarse cómo atenuar y hacer desaparecer el hecho mutando aquellas
condiciones que sean identificadas como actuantes en este sentido), pero
permanece la consideración de que existen dirigentes y dirigidos, gobernantes y
gobernados. Partiendo de este hecho habrá que analizar cómo dirigir de la
manera más eficaz (dados ciertos fines) y por lo tanto cómo preparar de la
mejor forma a los dirigentes (y en esto consiste precisamente la primera
sección de la ciencia y del arte político). Pero habrá que analizar además, por
otro lado, cómo se conocen las líneas de menor resistencia o racionales para
obtener la obediencia de los dirigidos o gobernados. Para formar los dirigentes
es fundamental partir de la siguiente premisa: ¿se quiere que existan siempre
gobernados y gobernantes, o por el contrario, se desean crear las condiciones
bajo las cuales desaparezca la necesidad de la existencia de esta división?, o
sea ¿se parte de la premisa de la perpetua división del género humano o se cree
que tal división es sólo un hecho histórico, que responde a determinadas
condiciones? Sin embargo, es necesario tener claro que la división entre
gobernados y gobernantes, si bien en última instancia corresponde a una
división de grupos sociales, existe también, en el seno del mismo grupo, aunque
este sea homogéneo desde el punto de vista social. En cierto sentido, se puede
decir que tal producto de la división del trabajo, es un hecho técnico. Sobre
esta coexistencia de motivos especulan quienes ven en todo solamente
"técnica", necesidad "técnica", etc., para no plantearse el
problema fundamental”.
En este marco de reflexión sobre
la democratización del poder, sobre la separación entre gobernantes y
gobernados, si nos planteamos el problema fundamental de una revolución en el
plano político (la existencia “eterna” de la separación fetichista), hagámonos la
siguiente pregunta:
¿Se quiere que exista siempre hiper-liderazgo
(e hipo-dirigidos), o por el contrario, se desean crear las condiciones bajo
las cuales desaparezca la necesidad de la existencia “eterna” de esta división?
6.- ¿CHAVEZ RECONOCIO EL ERROR
FUNDAMENTAL DEL HIPER-LIDERAZGO?
Chávez
reconoció finalmente en vivo y directo en su llamada telefónica a la entrevista
de Juan Carlos Monedero por parte de Ernesto Villegas[xi]
en VTV que el denominado Hiper-liderazgo (culto a la personalidad incluido) era
un error político (¿Lo recordamos hoy?), contraponiendo su voz a aquellas voces
que señalaron, que en aquel encuentro del CIM en el año 2010 sobre el “control
y evaluación del proceso bolivariano” no se habían reunido sino unos
“habladores de paja”. Decía Chávez en aquella llamada telefónica:
“Ahora fíjate, entonces yo recuerdo claramente porque fui instructor
durante varios años de estos muchachos que ya son generales en jefe algunos y
otros son bueno todo el alto mando militar y los que son ahorita ascendieron a
generales ahorita estos 150 muchachos, fueron alumnos yo compartí con ellos
esos años 80. Entonces hablábamos de la matriz de liderazgo, esa matriz yo la
estoy reconstruyendo aquí ahora refrescando experiencia y conocimiento, en base
a un conjunto de variables hay cuatro escenarios sobre los cuales tú tienes que
actuar como líder o si pretendes serlo y tienes que asumir eso con un rigor
cercano a lo científico y en base a eso aplicar estilos de liderazgo. El primer
estilo es el estilo de la dirección o sea ser muy directivo, muy estar en todo
pues, ahora ese muy estar en todo dirigir, dirigir, dirigir, un líder tiene que
aplicarlo es cuando en una circunstancia por ejemplo tiene un grupo puede ser
un pelotón de 20 hombre o puede ser una división o un grupo muy grande de gente
civil o militar con baja capacidad para ejecutar las tareas o acciones que
corresponde y baja voluntad, entonces tiene que ser un líder que esté casi en
todo, dirigiendo casi todo pues. Ese no es nuestro caso.
Luego viene un segundo estilo que es el de guiar, cuando tú tienes un
grupo de seres humanos que diriges que tienen baja capacidad pero mucha
voluntad de hacer las cosas, entonces el líder tiene que ser más un guía, un
maestro, enseñar, orientar. Un tercer nivel y eso va ascendiendo en la matriz,
es el nivel de apoyar, cuando tú tienes grupos de compañeros, camaradas, con
mucha capacidad y quizás una voluntad disminuida por alguna razón tienes que
estimular, tienes que motivarlos, ves, para incrementar precisamente su
voluntad porque tienen capacidad, y la cuarta es el líder que delega, cuando el
grupo que dirige logra altos niveles de voluntad y de capacidad. Entonces uno tiene
que moverse en eso, muchas veces uno quiere estar en todo dirigiendo,
dirigiendo… ministros que no hablaban claro quizás no hablaban porque Chávez
estaba en todas [risas] ahora andan sueltos y andan desarrollando capacidad,
eso es delegar. Ese es uno de mis errores fundamentales citando a Nietzsche.”
Y reconociendo tal error
fundamental: ¿Se va repetir la escena del error fundamental de Chávez ahora con
cuatro años de un Maduro, que quiere demostrar que si puede gobernar copiando aquel estilo de hiper-liderazgo?
Los resultados de aquel evento del
CIM fueron publicados, y sobre tales circunstancias no habrá quienes dejen de
recordar que alguna voz propia de la cultura del socialismo real del siglo XX,
señalara que aquello que acontecía en la mesa de debates (además transmitidos y
grabados) “no se podía permitir”.
De este modo tramita en términos
genéricos la “mentalidad burocrática”, una controversia a fondo sobre temas
estratégicos vitales con claras consecuencias políticas: a modo de censura y
auto-censura, de etiquetamiento y estigmatización.
Quizás no muy conocida, aunque
con una síntesis de tal mentalidad podemos revisar las líneas de E. Morín sobre
la
naturaleza de la URSS[xii].
Y si la mentalidad burocrática tramitaba aquella evaluación “intelectual”
de una primera fase de transformaciones desde la “descalificación”, imagínese
las dificultades con que se tramita la necesaria tarea de “evaluación y control
de gestión pública”, así como la potencial
corrección o rectificación del rumbo de la “política pública” en un
gobierno que se llama así mismo popular y revolucionario.
La mentalidad burocrática está mucho más acostumbrada a administrar
rutinas y hábitos, que a introducir mejoras continuas o verdaderas innovaciones
en materia de gestión pública con base a la evaluación continua de resultados.
De hecho hay quienes dicen: ¡No hablemos de gestión, desplacemos el asunto a la administración política del registro del
imaginario y el mito! En palabras llanas: ¡Hablemos de “protección del pueblo”!
De este modo, agregaría el factor
incidente de la mentalidad y prácticas burocráticas al planteamiento de EM
sobre la confianza personal, y los aspectos de política y técnica de
gestión-planificación en el ámbito del gobierno:
“Efectivamente, Chávez tuvo un buen dominio de los diferentes momentos
y circunstancias que le tocó vivir en Miraflores, pero los momentos y el
tiempo, no se circunscribía únicamente a la respuesta que Chávez ofrecía al
momento como idea o iniciativa, sino a los resultados que esa decisión o manejo
de la coyuntura debía a corto y mediano plazo producir, que definitivamente no
se produjeron. La eficacia política no es ajena al control. La eficacia y la
confianza no son situaciones que tienen que ser compatibles. Chávez no fue muy
certero en el control y le dio largas a las confianza que tenían en sus
colaboradores.”
El “darle largas a las
confianzas” que tenía Chávez en sus colaboradores se produjeron por la
persistencia del poder de los “anillos decisionales y burocráticos” y el papel
de verdaderos “peajes y alcabalas de información” de sus más cercanos
operadores políticos, quienes edificaron tales anillos con personal de estricta
confianza, y no bajo el criterio de una estricta “competencia tecno-política”.
Redes de afinidad y consanguinidad construyeron una nueva máquina política, mas
no una maquina tecno-política ni una máquina de lucha para la conformación de
una “política de masas”. En fin, más
invasión cultural y menos politización.
Quizás por eso se explican
algunas dificultades para superar el anti-desarrollo que se despliega desde el
paradigma de “economía de puertos”, donde una bicefalia de decisiones entre
ministerios rivalizaban entre dar incentivos a la importación u otorgar
incentivos a los productores nacionales. Y ahora el asunto se ha agravado pues
se pretende dirigir la menguada producción nacional a la exportación para
captar divisas. De allí surge la nueva “fiebre extractivista”. Y no es casual
que la metáfora del paludismo se reactive como realidad, sin citar a Fiebre de
Miguel Otero Silva.
Claro está, que Chávez también es
responsable de no romper con esos circuitos viciosos, sobremanera con
decisiones como la del “anclaje cambiario” y el “millardito” (algo que no debe
confundirse aun con todas las modalidades de control de cambios y toda la
“narrativa de sentido común”, que hoy se difunde mediáticamente sobre “política
cambiaria”, e incluso, sobre “dolarización”).
También podría enumerar como
Chávez contribuyó con su anuencia en decisiones que comprometieron el curso de
una política económica para pudiera romper efectivamente con el anti-desarrollo
histórico, y dar cuenta de lo que EM denomina “esa bola de nieve traía un curso y coloca en duda la eficacia política
de Chávez, que a decir verdad, no era exclusiva de Chávez sino de un equipo que
Chávez movió de un lado a otro sin poder concretar los resultados esperados.”
7.- LA CUESTIÓN FUNDAMENTAL DEL
PROCESO CONSTITUYENTE Y LA REVOLUCIÓN DEMOCRATICA:
Pero ese no era el foco principal de los dos artículos
iniciales, sino profundizar en un aspecto
fundacional del discurso y praxis del proceso bolivariano: el proceso constituyente y el papel que en
aquel cabe atribuir a la soberanía popular. Y esto es así porque el peligro
fundamental que se cierne es perder en la práctica y de modo irreversible,
cualquier referencia al móvil constituyente de 1999: la Democracia Social y Participativa.
En especial mi interés fue
destacar el modo como se despachan los referendos o consultas ciudadanas, como
medios de expresión y participación del
pueblo en los asuntos públicos. Y se leen y escuchan tantas nuevas loas a la
democracia de un sistema político de
partido único (Cuba dixit), que
causa asombra observar como renacen los más arcaicos
prejuicios de la vieja izquierda con relación al pluralismo político.
Ya Meszáros no está entre
nosotros, pero cuánto tiempo dedico a hablar de una nueva figura del pluralismo socialista. Y así mismo,
hasta se utiliza ahora el “trotskismo” como epíteto quizás porque fue la autocrítica de Trotski en la “Revolución
Traicionada” donde dio cuenta de graves y fundamentales errores de la
experiencia bolchevique.
Espero que en próximos artículos
pueda desarrollar tales aspectos, aunque quiero dejar bien en claro cuál era el
cuadro de la situación económico-social con algunos indicadores en el año 2012,
pues mantengo la hipótesis que a partir del año 2014 se ha desplegado, no solo
una mala gestión de gobierno, sino
que se está truncando todo un proceso de
transformaciones de largo aliento y profundidad, que sintetice en aquella
frase destacada reiteradamente por EM: "cuatro años de decepcionantes, inconclusos
y erráticos resultados".
Cuadro Indicadores
en años electorales (2006-2015) (1)
2006
|
2009
|
2010
|
2012
|
2013
|
2015*
|
|
Brecha elect %
|
26
|
10
|
0,9
|
10,8
|
1,5
|
-15,3
|
Petróleo Prom. Ven. USD
|
60
|
57,0
|
78
|
103,4
|
99.9
|
44,7
|
PIB Var %
|
9,9
|
-3,2
|
-1,5
|
5,6
|
1,3
|
-6,2
|
PIB Petrolero Var %
|
-2,0
|
-7,4
|
0,1
|
1,4
|
0,9
|
-0,9
|
Balanza P (mm USD)
|
4964
|
-10262
|
-8060
|
-996
|
-4500
|
-4051
|
Saldo CC (mm USD)
|
26462
|
2258
|
8812
|
11016
|
7484
|
11033
|
Reservas (mm USD)
|
36672
|
35000
|
29500
|
29887
|
21478
|
16367
|
% Gasto público/PIB
|
42
|
38
|
38
|
50,6
|
-13,2
|
-10,3
|
Desocupación
|
9,3
|
8,1
|
8,5
|
7,4
|
7,5
|
7
|
Inflación
|
17
|
25,1
|
26,8
|
20,1
|
56,2
|
159,7
|
Salario mín en USD (2)
|
242
|
446
|
473
|
476
|
471
|
1157
|
% Pobreza
|
36,3
|
31,8
|
32,5
|
25,4
|
32,1
|
33,1
|
% Pobreza extrema
|
11,1
|
8,8
|
8,6
|
7,1
|
9,8
|
9,3
|
ÍDH
|
0716 (3)
|
0,758 (4)
|
0,759
|
0,763
|
0,764
|
----
|
Coef de Gini
|
0,442
|
0,418
|
0,389
|
0,404
|
----
|
0,55
|
Coef. de desigualdad
(5)
|
3,50
|
3,03
|
2,59
|
2,85
|
----
|
----
|
1) Fuente: BCV, INE, otras
2) Valor en USD al tipo de cambio
oficial
3) Corresponde a 2005
4) Corresponde a 2008
5) Relación entre el ingreso nominal
medio del quintil superior de la población y el de los dos quintiles inferiores
(Portes-Hoffman, CEPAL)
6) * Los valores del ingreso mínimo
no toman en cuenta los datos del mercado paralelo de divisas. De acuerdo a
datos aportados por el Gobierno Nacional a la Comisión de Bolsa y Valores de
Estados Unidos (en inglés, U. S. Securities and Exchange Commission)
—comúnmente conocida como la SEC[xiii].
Quisiera destacar algunos
aspectos entre el año 2012 y 2013 donde ya las cosas comenzaban a presentar
síntomas de alerta: a) La brecha electoral se redujo de 10,8 % a 1,5 % entre
2012-2013 y llego a ser de -15,3% en 2015, b) La caída de la brecha electoral
se daba en un contexto de precio del petróleo bastante alto, c) El PIB cayó de
5,6% a 1,3%, cayendo también el PIB petrolero, a pesar de los precios altos, d)
La balanza de pagos se hizo mucho más negativa, e) La tasa de inflación
prácticamente se duplicó, f) El porcentajes de pobreza comenzaba a aumentar ya
gravarse sobremanera bajo la metodología de “línea de pobreza” en un cuadro
ahora de hiper-inflación, dado que el mercado de divisas no oficiales se
convirtió de hecho en el criterio de indexación de precios, pero no así en el
mercado de trabajo.
De este modo, contextualizo su
planteamiento: “Efectivamente, Chávez
tuvo un buen dominio de los diferentes momentos y circunstancias que le tocó
vivir en Miraflores, pero los momentos y el tiempo, no se circunscribía
únicamente a la respuesta que Chávez ofrecía al momento como idea o iniciativa,
sino a los resultados que esa decisión o manejo de la coyuntura debía a corto y
mediano plazo producir, que definitivamente no se produjeron. La eficacia
política no es ajena al control. La eficacia y la confianza no son situaciones
que tienen que ser compatibles. Chávez no fue muy certero en el control y le
dio largas a las confianza que tenían en sus colaboradores.”
Analizando estos datos, no me
extraña la polémica que giró alrededor de las cartas tanto de: a) Temir Porras (¿Qué hacer
en esta etapa de la revolución?)[xiv],
como de b) Jorge Giordani
(Testimonio y responsabilidad ante la historia)[xv]
para aquel momento (Primer semestre de 2014).
Lo que si me extraña aun hoy es
la permanente promesa del Presidente sobre “Derrotar la Guerra Económica” en
cada Presentación de Memoria y Cuenta desde enero de 2014, primero ante la
Asamblea Nacional, y luego ante el TSJ (después de declarar en desacato a la AN).
Si aplicamos el criterio de
evaluación de EM centrado en control de gestión y resultados, los indicadores son ya no de alerta sino de
alarma. Estamos frente a un estado de
alarma social y económica, en un cuadro de conflicto de poderes y altísima presión
internacional, hasta el punto de convertir el tema Venezuela en un asunto
de geopolítica inter-estatal.
Y los escenarios de salida a esta
coyuntura crítica pasaban precisamente por volver a la tensión sobre el
“momento del liderazgo” y el “momento de la participación popular”. No bastaba
un manejo conceptual basado en la ideo-lógica desde arriba de la relación entre
poder constituyente y poder
constituido[xvi].
En contrapunteo a esta posición
Chávez señalaba:
“El
poder constituyente originario, sólo ese poder puede continuar impulsando la
revolución bolivariana [...] Nosotros debemos ayudar oyendo el clamor del poder
constituyente, pulseando con él, abrazábamos con él, alimentándonos con él,
vibrando con él. Ayudar, con nuestras potestades que él nos dio, a seguir
abriendo puertas y derribando barreras que le impiden la realización del sueño
supremo de una patria libre, independiente, grande y próspera.”[xvii]
El Chávez-constituyente enfatizaba el momento del “protagonismo
popular”. El Chávez-constituido enfatizaba la necesidad de la dirección
política y la existencia de una vanguardia organizada, movilizada y consciente.
Esa doble faz del proceso
bolivariano en el gobierno, fue devorada simultáneamente por la temática del
partido revolucionario necesario y el pasaje del MVR al PSUV.
Por supuesto, que la tensión
“desde abajo/desde arriba” (la llamada “metódica intermedia”) estaba
completamente allí en el “proceso bolivariano”, tanto en el plano del Estado,
del Gobierno y del Partido.
Pero Chávez mantuvo tal tensión
hasta el punto que luego de los resultados de las parlamentarias del año 2010,
el texto sobre las líneas estratégicas de acción política del PSUV aparecían
como una autocrítica a la tendencia ya institucionalizada de convertir el
partido en un “estado mayor político” complementado con una “maquinaria
electoral”, desdibujando por completo las ideas seminales del “movimiento de
movimientos” y el posterior fraseo sobre el “Partido-movimiento”.
Tal tensión presente en Chávez
generaba contradicciones abiertas a síntesis provisorias y superaciones
sucesivas. Pero también, tan tensión podía desembocar en una recaída al peor
lado de uno de los momentos: la conjunción de la burocratización con el
personalismo caudillista, al autoritarismo o la suplantación del protagonismo
popular por una mentalidad de jefe, de aparato, de maquinaria o de burocracia.
Lo que se está enfatizando
actualmente del legado de Chávez, encarnado en el “estilo político” de
Gobierno, sobre-codificado en la actuación de Nicolas Maduro, es esta dimensión
del “peor lado” del momento del Líder
y del momento de la dirección política del Partido, del Gobierno y del Estado.
Por eso se actúa como poder constituido
fetichizado.
No es casual que se evocan en
diversos análisis que ya no se limitan a pequeños círculos de izquierda no
chavista las figuras tanto del “bonapartismo regresivo” como del
“nacional-estalinismo”. Es que la tendencia no ineluctable en el análisis de
Laclau, pasó a transformarse en una línea predominante de degeneración
burocrática del proceso nacional-popular bolivariano.
Sin embargo, esto no es novedoso.
Habría que rastrear histórica, social y culturalmente la arqueología y genealogía
de esos “trastos viejos” del caudillismo, el personalismo y el bonapartismo en
nuestra historia republicana, colocando sobre la mesa la impronta en nuestras
prácticas y cultura política de la “jefatura militar”, del “caudillo político”,
además del Presidencialismo y el predominio de un “ejecutivo fuerte,
centralizado y concentrado” en el plano político-institucional. Sobre estos
carriles, se monta la línea de tendencia de “degeneración burocrática”, cuyo
catalizador fue la enfermedad y fallecimiento del Presidente Chávez en
ejercicio de sus funciones para el período 2013-2018.
Evaristo Marcano ha dicho: Ese
Chávez que apostaba por un auténtico proceso constituyente originario, no
jugo de la misma forma en torno a las decisiones que el pueblo chavista debía y
estaba igualmente obligado a tomar. Su instrumento (El PSUV), que él
manejaba partiendo de la confianza que tenía en su círculo, puede ser una de
las causas efectivas en estos "cuatro años de decepcionantes, inconclusos
y erráticos resultados de la gestión del Gobierno de Maduro", es de alguna
manera su hijo pervertido o que muy tempranamente se salió del carril y con
Chávez vivo.
Sin embargo, eso mismo Chávez
llamo a construir un Estado de justicia e
inclusión, un Estado profundamente
democrático, profundamente marcado por las exigencias de una democracia participativa, protagónica y
revolucionaria, y si uno atiende consistentemente su análisis de la tensión
entre revolución democrática y democracia revolucionaria, dará cuenta de los
cuatro momentos que se encadenan bajo el principio dialectico de la
conservación/superación: representación,
participación, protagonismo popular y revolución del poder popular.
Lo que debemos preguntarnos hoy
es si esas transiciones las realizaría la lógica
del poder constituido, con sus deformaciones o degeneraciones burocráticas,
o si no será una tarea permanente mantener vía la idea-fuerza y praxis del poder constituyente y la multitud
nacional-popular.
Solo el pueblo sabrá si se
convierte en “pueblo cooptado” o en pueblo-constituyente
que construye en la microfísica de las relaciones de poder y en la esfera
de las correlaciones molares de fuerzas los nuevos espacios de libertad,
independencia, justicia e inclusión social.
[viii]
http://questiondigital.com/dimitris-pantoulas-y-javier-biardeau-enfoque-critico-de-la-relacion-estado-gobierno-pueblo/
[xi]
http://www.todochavez.gob.ve/todochavez/547-contacto-telefonico-del-comandante-presidente-hugo-chavez-con-el-programa-toda-venezuela-de-vtv
[xii]
https://books.google.co.ve/books?id=lB4neNp1zWMC&printsec=frontcover&dq=e+morin+scribd+%22naturaleza+de+la+urss%22&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjVqvShvOXaAhWK0FMKHd7BDjQQ6AEILDAB#v=onepage&q&f=false
[xvii]
Hugo Chávez, Discurso de presentación del Proyecto de Reforma Constitucional
ante la Asamblea Nacional, Caracas, 15 agosto 2007, Ahora la batalla s por el
SÍ, Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la información,
Caracas, ago 2007, pp.80 y 81
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