miércoles, 20 de marzo de 2019

¿Y POR DÓNDE COMENZAR? ¡POR EL DESEO DE LIBERTAD E INDEPENDENCIA! ETIENNE DE LA BOITIÉ EN CLAVE DE IZQUIERDA Y PROCESO BOLIVARIANO.


Javier Biardeau R.


“Sin embargo, si un país no consintiera dejarse caer en la servidumbre, el tirano se desmoronaría por sí solo, sin que haya que luchar contra él, ni defenderse de él. La cuestión no reside en quitarle nada, sino tan sólo en no darle nada.” Etienne de la Boétie

Hay quienes señalan que los comienzos pueden generar la apariencia de una arbitrariedad. El método de exposición pareciera ir a contravía del método de investigación. Sin embargo, hablamos de puntos de partida porque queremos establecer bases y principios para un debate político abierto con implicaciones.
I.- El peligro de enajenar la Independencia:
En la presente coyuntura, son tan graves las implicaciones de ceder ante la posibilidad de enajenar las ideas mismas de Independencia, Autodeterminación y Soberanía, que comenzamos en un reciente texto (1) por citar el art. 1 de la Constitución Política del Estado Venezolano. Aquí volvemos a reiterarlo:
“Artículo 1. La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador.
Son derechos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional.”
Ahora bien, el primer problema de fondo es poner en riesgo la existencia misma del Estado Venezolano (que pudiera incluso llevarnos a la necesidad de atravesar críticamente tal mediación política).
Pero además hay algo todavía más profundo: lo que está en severo riesgo es la existencia misma de la Nación y de la sociedad venezolana como Comunidad Política. Si perdemos de vista el terreno constitutivo de la comunidad política definida como una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural, con pluralismo político, fundamentada en una visión principista y progresiva de los derechos humanos como fundamento de la convivencia democrática y de la paz social, estamos perdiendo mucho más que una forma de Estado.
Hay quienes suponen que los pueblos, las sociedades, los grupos humanos, solo pueden obtener una figura de representación y existencia política si solo adoptan la forma de Estados soberanos.
Sin embargo, por los momentos y dado el carácter del sistema histórico internacional de poder en el que nos movemos: de su metabolismo social y político como sistema mundo moderno-colonial capitalista, conviene no perder de vista que las comunidades políticas requieren de la mediación del Estado para reclamar su derecho a la existencia social, para defenderse de las ambiciones de otros Estados que pretenden conquistar, “depredar” o disolver a otros Estados, pueblos y naciones, para ejercer el control sobre territorios, recursos, poblaciones e instituciones.
En una primer texto intentamos despejar la incógnita de algunas razones y pasiones que llevaron a nuestro Libertador Simón Bolívar, a elegir entre los diversos “espíritus de la leyes” para organizar el Poder del Estado, al que correspondería el Gobierno Republicano. De allí la importancia fundacional del Discurso de Angostura(2). Esto nos lleva a preguntarnos:
¿Y por qué no una Monarquía, y por qué no un Despotismo, y por qué no permanecer como una colonia de ultramar, y por qué no convertirnos es un simple “patio trasero” bajo la convencional teoría de los líderes políticos de los EE.UU?
En 1811, en Venezuela se estableció una “decisión política fundamental”, que pasó a formar parte no de la voluntad de Uno, sino de la voluntad política de los miembros de la Junta Patriótica, cuando fue más allá de los discursos, representaciones e imaginarios iniciales (y oficiales) sobre el 19 de abril de 1810: escogimos ser una República Independiente y Soberana.
Es decir, se trató de una decisión política de un cuerpo colectivo para dar bases a la edificación de una comunidad política, lo cual implicaba toda una lógica de identificación política en el cuadro de una sociedad abigarrada cruzada por diversos conflictos: sociales, étnicos, culturales, económicos y políticos(3); y desde tal cuadro histórico, afrontar la construcción de una identidad política como quedó parcialmente expresado en la Carta de Jamaica. 
Lo que observamos hoy día, bajo la actuación del juego de actores políticos y sociales predominantes, es la declinación y el deslave (en algunos sectores del país) de tal lógica de identificación, aparentemente presentando un cartel que dicta: ¡Se solicita Libertador Extranjero!
En nombre hoy de una particular visión del proceso de Globalización, de una particular visión del “concierto de las naciones libres”, o de una particular visión de la disputa geopolítica, se está siendo capaz de ir legitimando y sedimentando una narrativa y un imaginario en la cual los asuntos políticos internos de la Sociedad Venezolana sólo pueden y tienen que ser decididos por otros Estados, reinstalando una suerte de remix de la Guerra Fría sin “campo socialista” y escenarios con opciones militares de intervención militar extranjera.
De este modo aparece una internacionalización del conflicto político interno venezolano fuera del marco de la resolución pacífica de controversias establecida en el derecho internacional público, así como en la Carta de las Naciones Unidas. Como si no fuera grave ya cualquier estrategia de injerencia política y económica encubierta con fines de desestabilización, ahora se habla abiertamente de opciones militares con total cinismo. Y lo peor, sectores enteros de la sociedad venezolano van asimilando la legitimidad de una intervención de semejante naturaleza.
De allí la importancia de volver a citar algunas palabras del Discurso de Simón Bolívar en el Congreso de Angostura en 1819:
“Las reliquias de la dominación Española permanecerán largo tiempo antes que lleguemos a anonadarlas: el contagio del Despotismo ha impregnado nuestra atmósfera, y ni el fuego de la guerra, ni el específico de nuestras saludables Leyes, han purificado el aire que respiramos. Nuestras manos ya están libres, y todavía nuestros corazones padecen de las dolencias de la servidumbre. El hombre, al perder la Libertad, decía Homero, pierde la mitad de su espíritu”.
¿Acaso nuestras mentes, cuerpos y corazones ya están libres? ¿O todavía padecen de las dolencias de la servidumbre hacia el Despotismo y/o el Colonialismo?
II.- Liberarse del Coloniaje, liberarse del Despotismo:
Doble tarea pendiente: 1) Liberación del coloniaje (mental y político) con cualquier centro de poder extranjero, 2) Liberación del despotismo como fórmula política de organización del Estado en sus relaciones y mediaciones con la comunidad política y la sociedad, con el pueblo y la Nación.
Hoy sabemos que el coloniaje presenta múltiples atributos y expresiones, o para decirlo de otro modo, presenta variadas “sustancias y formas del contenido” conjuntamente con determinadas “sustancias y formas de la expresión”. Es contenido (mundo de las prácticas y de la experiencia) y expresión (mundo del discurso y de los códigos).
Quizás hoy el colonialismo económico y político se ha transfigurado, en primer lugar, como relación de dependencia económica e intercambio desigual; y en segundo lugar, como reconocimiento político formal.
Sin embargo el coloniaje está arraigado, se ha sedimentado en profundos modos de articulación-combinación de los agenciamientos, dispositivos y aparatos que intervienen en la configuración de nuestra experiencia e intimidad, y de nuestra modo de representarla mediante el discurso, con base a un inconsciente político-social (Extimidad) que ha dado lugar no sólo a un discurso-lazo capitalista global, sino a un tipo muy débil y acomodaticio de discurso-lazo democrático-representativo, que está atravesado por múltiples espacios de naturalización de la centralidad de viejas figuras del Leviatán (“Pues a los muchos les destina no poder gobernarse, mientras a los pocos les destina naturalmente que gobiernen”).
III.- Los manuales de la guerra fría como obstáculos e inercias con las cuáles hay que romper:
Quizás nada sea problemático hoy que levantar las banderas de la democracia participativa y protagónica y de una revolución democrática permanente en una polarización que pretende colocar las viejas opciones de la guerra fría: O democracia representativa vaciada de protagonismo popular o “democracia popular de partido único”. O la democracia made in USA(4) o la democracia de catecismos de “marxismo soviético”.
Desde la naturalización de la existencia misma del Estado (la consigna-Hobbes) hasta llegar a la naturalización de cualquier “estado de excepción y de seguridad” (razones de Estado), hasta pasar por los extremos del “Terrorismo de Estado”, actualmente se naturaliza la suspensión y reversión indefinida de los derechos históricamente conquistados de las personas, grupos, comunidades y pueblos en sus luchas por democratizar el poder. De este modo, el Estado de excepción se ha hecho Regla.
Los términos: Tiranía, Dictadura, Autocracia, Pos-democracia comienzan a ser ofertas de sentido en aras de la “tranquilidad pública” y el “funcionamiento eficiente” del metabolismo social hegemónico.
Incluso en este terreno, el socialismo burocrático real funcionó históricamente para legitimar una determinada estructura de mando-autoridad-coerción del Capitalismo de Estado (Bettelheim dixit), en el contexto de una cada vez más internacionalizada estructuración del capitalismo mundial integrado con sus flujos de valorización-acumulación de plus-valores transnacionales.
Es en este último contexto donde aún se debaten los ritornelos sobre “socialismos en un solo país”, “diputa de campos” e incluso la nueva nomenclatura de la “multipolaridad” en el imperialismo colectivo, todo en el marco de un sistema que sigue siendo en lo fundamental mundialización del capital(5) en el siglo XXI.
Por supuesto, todo esto nos lleva de nuevo a examinar el ideario de Bolívar en su contexto del siglo XIX, bajo el prisma del espíritu y circunstancias de su tiempo, pero a la vez a examinar si el paso de los siglos puede llevar a una sociedad a renunciar a su deseo de Independencia y Libertad.
Mucho antes que la revolución democrática de 1848 en Europa, conviene no perder de vista las ideas-fuerza de Bolívar donde expone sus proyectos constitucionales; su concepto de la independencia y de la democracia; sus iniciativas en pro de la libertad y la igualdad social establecida; su lucha contra el peculado y la corrupción administrativa; sus ideas sobre el poder moral; su decidida promoción de la educación y la cultura; su visión americanista y universal; su repudio de la esclavitud y de la mita; su lucha por preservar el patrimonio minero, forestal y los patrimonios naturales no renovables, en general; sus medidas en pro de la defensa de la soberanía nacional; su protección a la agricultura y a la industria, etc.
En fin, Simón Bolívar quería edificar una Nación que no estuviera envilecida ni que promoviera una forma degradada de anti-desarrollo:
“El sistema de Gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política.”
“Un Gobierno Republicano ha sido, es y debe ser el de Venezuela; sus bases deben ser la Soberanía del Pueblo, la división de los Poderes, la Libertad civil, la proscripción de la Esclavitud, la abolición de la Monarquía y de los privilegios. Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, la especie de los hombres, las opiniones políticas y las costumbres públicas.”
De modo que existe proceso político bolivariano, porque todavía hoy no podemos tratar a Bolívar como un panteón marmolizado y petrificado en una historia monumental para la épica de las conmemoraciones, ni tampoco como a un “perro muerto”.
Tampoco el ideario de Bolívar sirve para legitimar el entreguismo o el despotismo, o para edulcorar toda la apología de desfiguraciones de un mal gobierno.
Adicionalmente, el leitmotiv de Chávez sobre la fórmula del Estado (Democrático y Social de Derecho y de Justicia), en contra de las tesis de Hobbes, quedó claramente establecido en su discurso ante la Asamblea Nacional Constituyente el 5 de agosto de 1999(6):
“Aquí se recoge también, después del concepto social y en el concepto del Estado porque estamos saliéndole al paso a Hobbes, no queremos a Hobbes con su Leviatán, con su estado como maquinaria demoledora, hegemónica de la fuerza, el Estado como hegemón de la fuerza y del recurso armado para imponer, para esclavizar a los habitantes de un pueblo que merece libertad, no, no queremos el Leviatán de Hobbes, preferimos a Platón y su República, preferimos a Bolívar y un Estado orientado a la justicia que es el fin último al que puede orientarse la acción de un Estado democrático, podrán ustedes ver aquí cómo se recoge ese concepto, importante recogerlo y sembrarlo en tierra fértil y la tierra está fértil para la siembra que vuelve con la lluvia de pueblos.
Un Estado que no se quede en un fin en sí mismo, un Estado que deje de ser una maquinaria burocrática, demoledora, negadora de los derechos humanos fundamentales, todo lo contrario, cada hombre, cada institución, cada pequeño engranaje de la maquinaria del Estado debe palpitar solo y sólo en función de la justicia para un pueblo, de la igualdad, del trabajo, de la vivienda, de la educación, de la salud, de la libertad, de las ciencias y de las artes, para eso tiene que ser el Estado sino mejor sería no tener Estado; pero concebimos el Estado como una necesidad, nos alejamos de Hobbes, pero también de Marx cuando decía que no hacía falta el Estado. Sí, hace falta el Estado. Nos alejamos de los neoliberales que pretenden minimizar al Estado y he allí otro concepto fundamental de ideología bolivariana en contra del dogma neoliberal: queremos y necesitamos un estado suficientemente fuerte, suficientemente capaz, suficientemente moral, suficientemente virtuoso para impulsar la República, para impulsar al pueblo y para impulsar a la Nación, asegurando la igualdad, la justicia y el desarrollo del pueblo. Ese Estado bolivariano lo recojo aquí, en estas ideas fundamentales para lo que pudiera ser la Constitución Bolivariana de la V República.”
Y traemos estas ideas-fuerza a debate no con ánimo de utilizar el expediente de las “citas de autoridad”, sino para plantear pretextos a un debate político abierto de presupuestos e implicaciones, con consecuencias políticas. Esa fue la idea-fuerza del anteproyecto de Chávez en la Constituyente de 1999: ¿Tiene alguna vigencia y validez hoy?
En efecto, aquí no reducimos bajo ningún chantaje el proceso político bolivariano a una versión de mercadeo del “chavismo sentimental” (¿Y para qué seguir hablando de Bolívar si basta con apelar emocionalmente a Chávez?), mucho menos a la justificación de la actual salmodia propagandística post-chavista bajo formatos de interpelación, sujeción e identificación a una estratagema de turno: (¿Y cómo asociamos a la figura de Bolívar y de Chávez en nuestro arte de la maniobra, coraza propagandística y pauta publicitaria?).
Nada de eso. Todo eso es pequeña política(7):
“Gran política (alta política), pequeña política (política del día, política parlamentaria, de corredores, de intriga). La gran política comprende las cuestiones vinculadas con la función de nuevos Estados, con la lucha por la destrucción, la defensa, la conservación de determinadas estructuras orgánicas económico-sociales. La pequeña política comprende las cuestiones parciales y cotidianas que se plantean en el interior de una estructura ya establecida, debido a las luchas de preeminencia entre las diversas fracciones de una misma clase política. Gran política es, por lo tanto, la tentativa de excluir la gran política del ámbito interno de la vida estatal y de reducir todo a política pequeña (Giolitti, rebajando el nivel de las luchas internas hacía gran política; pero sus víctimas eran objeto de una gran política, haciendo ellos una política pequeña). Es propio de diletantes [aficionados], en cambio, plantear la cuestión de una manera tal que cada elemento de pequeña política deba necesariamente convertirse en problema de gran política, de reorganización radical del Estado.
Los mismos términos se dan en la política internacional: 1) la gran política en las cuestiones que se refieren a la estatura relativa de los Estados en sus recíprocas confrontaciones; 2) la política pequeña en las cuestiones diplomáticas que se ocultan en el interior de un equilibrio ya constituido y que no tratan de superar el mismo equilibrio para crear nuevas relaciones.”
IV.- La Gran Política como desafío:
El desafío venezolano hoy es cuestión de Gran Política, es un problema de existencia de la comunidad política y del Estado, “…de conservación y defensa de estructuras orgánicas en su conjunto; de cuestiones de dictadura y de hegemonía en vasta escala, es decir, sobre toda un área estatal”.
Y si Gramsci sigue siendo útil hoy es para clarificar como en la estructura económico-social ya establecida, se da una lucha de preeminencia entre las diversas fracciones de una misma clase política para mantenerla y no para promover un cambio social radical; es decir: una revolución democrática permanente.
Lo que existe en la escena política en Venezuela es diputa entre fracciones de una misma clase política cuya función es asegurar variantes de una estructura económico-social capitalista, claro está, bajo formatos distintos de reproducción de los mecanismos de dependencia e intercambio desigual. Unos miran a China, Rusia, Turquía, India; otros a EE.UU y la vieja Europa. ¿Pero, quiénes miran hacia el Desarrollo Integral de la Nación con Independencia y Soberanía?
El chavismo-movimiento de base se quedó en el preámbulo de una transformación de las relaciones sociales de producción e intercambio porque su dirección política (o policial) medró los recursos de la renta petrolera y labró la semilla del asistencialismo social; y peor aún, sus herederos post-chavistas han dilapidado una agotable fuente de capitales (renta) alejando la posibilidad del desarrollo de las “fuerzas productivas sociales”.
Tampoco confundimos la propuesta de renovación socialista de Chávez  con una propuesta de repetición del socialismo burocrático realmente existente o de un nacional-populismo autoritario.
Hoy hay que comenzar casi todo de nuevo de raíz, incluso en materia de infraestructura de servicios, aunque con mayor conciencia de los engaños y manipulaciones (de antes y de ahora).
Porque si de raíces queremos hablar, para ir más allá de la escena política, del teatro de marionetas, es preciso ir al terreno donde se generan y reproducen necesidades e intereses de grupos, sectores, clases y factores de poder, al terreno de la estructura económico-social del país, a su metabolismo social y político.
Y eso pasa por entender a fondo la relación Estado-proceso económico. Si el Estado no resuelve una crisis de autoridad y de legitimación, el proceso económico es afectado decisivamente por tal crisis política.
También Gramsci señaló en su momento el doble problema planteado por Maquiavelo: El Príncipe [1513] el tratado de la dictadura (momento de la autoridad y del individuo), y de los Discursos [1529] el de la hegemonía (momento de lo universal y de la libertad).
Decía Gramsci que En El Príncipe de Maquiavelo no faltan referencias al momento de la hegemonía o del consenso (legitimidad) junto al de la autoridad o de la fuerza (Monopolio de la coerción).
Para Gramsci también en una República hay que plantear la conjunción de los dos momentos: el de la autoridad y el de la legitimidad. Y si se carece de legitimidad, la República cae en manos de un ejercicio autoritario del poder. De allí, fácilmente cae en el Despotismo, en el momento Dictadura.
Pero no perdamos el hilo, para Gramsci, la pequeña política tiene una connotación de decadencia cuando se trata de conservar “situaciones miserables”, la diplomacia pequeña, la estrechez de los programas, las intrigas de pequeños grupos y la debilidad de la conciencia nacional.
Y si la relación Estado-proceso económico es afectada por una crisis política de envergadura, también lo hace la relación Estado-sociedad. Decir Nación es cuestión de Gran política, de fuerzas nacional-populares, como decir Gran Política es edificación y conservación de los Estados, como decir construcción de nuevos Bloques Históricos.
De manera que no hay que reducir a Bolívar o al mismo Chávez a señuelos de la “pequeña política”, a la reducción de un proyecto histórico a un eslogan, a una intriga, a un equilibrismo de poder, a un “cuánto hay pa´ eso”. Y Gramsci es perfectamente pertinente para traer a colación la significación de Etienne de la Boétie porque ha sido el que vibra con aquel en la definición de la cuestión fundamental de la política(8):
“El primer elemento es el de que existen realmente gobernados y gobernantes, dirigentes y dirigidos. Toda la ciencia y el arte político se basan en este hecho primordial, irreductible (en ciertas condiciones generales). Sus orígenes constituyen un problema en sí, que deberá ser estudiado en sí (por lo menos podrá, y deberá estudiarse cómo atenuar y hacer desaparecer el hecho mutando aquellas condiciones que sean identificadas como actuantes en este sentido), pero permanece la consideración de que existen dirigentes y dirigidos, gobernantes y gobernados.”
V- Revolución democrática permanente implica cuestionar el fetichismo de la separación entre gobernantes y gobernados:
Así como para algunos es natural que existan esclavos, siervos, explotados y oprimidos, para otros es natural que existan “gobernantes y gobernados”, incluso que se interprete tal separación y división jerárquica del trabajo político bajo la fórmula técnica de: “dirección, gestión y administración”:
 Partiendo de este hecho habrá que analizar cómo dirigir de la manera más eficaz (dados ciertos fines) y por lo tanto cómo preparar de la mejor forma a los dirigentes (y en esto consiste precisamente la primera sección de la ciencia y del arte político). Pero habrá que analizar además, por otro lado, cómo se conocen las líneas de menor resistencia o racionales para obtener la obediencia de los dirigidos o gobernados. Para formar los dirigentes es fundamental partir de la siguiente premisa: ¿se quiere que existan siempre gobernados y gobernantes, o por el contrario, se desean crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de la existencia de esta división?, o sea ¿se parte de la premisa de la perpetua división del género humano o se cree que tal división es sólo un hecho histórico, que responde a determinadas condiciones? Sin embargo, es necesario tener claro que la división entre gobernados y gobernantes, si bien en última instancia corresponde a una división de grupos sociales, existe también, en el seno del mismo grupo, aunque este sea homogéneo desde el punto de vista social. En cierto sentido, se puede decir que tal producto de la división del trabajo, es un hecho técnico. Sobre esta coexistencia de motivos especulan quienes ven en todo solamente "técnica", necesidad "técnica", etc., para no plantearse el problema fundamental.”¿Es acaso tal separación y división jerárquica del trabajo político una simple cuestión de técnica, administración y organización?
Vale la pena rastrear a fondo el espíritu libertario y contra-hegemónico de Gramsci en sus preguntas, para así comprender de qué cosa habla cuando apela al horizonte de la “sociedad regulada”:
“¿Se quiere que existan siempre gobernados y gobernantes, o por el contrario, se desean crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de la existencia de esta división?, o sea ¿se parte de la premisa de la perpetua división del género humano o se cree que tal división es sólo un hecho histórico, que responde a determinadas condiciones?”
Pudiera interpretarse a Gramsci bajo el tamiz de la matriz de presupuestos de Hobbes (distorsionarlo) o de Maquiavelo (obviar su momento libertario):
“…habrá que analizar cómo dirigir de la manera más eficaz (dados ciertos fines) y por lo tanto cómo preparar de la mejor forma a los dirigentes (y en esto consiste precisamente la primera sección de la ciencia y del arte político). Pero habrá que analizar además, por otro lado, cómo se conocen las líneas de menor resistencia o racionales para obtener la obediencia de los dirigidos o gobernados.”
Este segundo espíritu de Gramsci, ya no respondería a las interrogantes libertarias, sino al arte y ciencia de la conducción política, a la escuela de formación de dirigentes políticos, e incluso al arte y ciencia “para obtener la obediencia de los dirigidos o gobernados”.
De modo que en Gramsci hay un “momento La Boétie” (libertario, contra-hegemónico) y hay un “momento Maquiavelo” (conducción-autoridad del príncipe) como veremos más adelante, momento que atraviesa hasta hoy el pensamiento de la contestación política y de la teoría critica radical como crítica de la dominación.
Analizar “las líneas de menor resistencia o racionales para obtener la obediencia de los dirigidos o gobernados” es el saber-hacer del discurso del Amo.
Mientras que, analizar las líneas de fuga, de mayor resistencia y racionales para amplificar el deseo de desobediencia, rebelión y libertad de los dirigidos y gobernados es el arte y ciencia (teoría crítica y praxis) de la ruptura de la servidumbre y la obediencia.
Esta última es una línea de revolución permanente contra la separación natural y técnica entre gobernantes y gobernados.
Todo esto tiene profundas implicaciones para una comunidad política y para el Estado. Porque es deseo de Estado petrificar la separación entre mando y obediencia, todo lo cual conduce a aquella frase de Engels en su Introducción a la guerra civil(9):
“De aquí nace una veneración supersticiosa hacia el Estado y hacia todo lo que con él se relaciona, veneración que va arraigando más fácilmente en la medida en que la gente se acostumbra desde la infancia a pensar que los asuntos e intereses comunes a toda la sociedad no pueden ser mirados de manera distinta a como han sido mirados hasta aquí, es decir, a través del Estado y de sus bien retribuidos funcionarios. Y la gente cree haber dado un paso enormemente audaz con librarse de la fe en la monarquía hereditaria y jurar por la República democrática. En realidad, el Estado no es más que una máquina para la opresión de una clase por otra, lo mismo en la República democrática que bajo la monarquía; y en el mejor de los casos, un mal que el proletariado hereda luego que triunfa en su lucha por la dominación de clase. El proletariado victorioso, tal como hizo la Comuna, no podrá por menos de amputar inmediatamente los peores lados de este mal, hasta que una generación futura, educada en condiciones sociales nuevas y libres, pueda deshacerse de todo ese trasto viejo del Estado.”
En el horizonte de la sociedad autogobernada (“sociedad regulada” para Gramsci) toda la retórica sobre la naturalidad de la consigna de Hobbes se va desmontando paso a paso, incluyendo cualquier disfraz socio-técnico de una división jerárquica del trabajo, que en realidad lo que mantiene es determinado “estado de dominación” en cada uno de los espacios de poder de la sociedad, incluyendo las milenarias retóricas sobre el parentesco: “Los hombres fuertes a cazar, las mujeres a tejer, cocinar y cuidar niños”.
¿Por dónde comenzar entonces?
Tomando una micro-decisión política fundamental, escogiendo uno de dos senderos:
1) El momento del discurso del Amo (emblemáticamente representado por los legionarios del Leviatán y sus funcionarios-burocracia), o
2) El momento del discurso de la sustracción de todo deseo a los automatismos, hábitos, golosinas y señuelos del Amo (Nuestro primordial derecho es el derecho de rebelión ante la dominación).
E incluso hacerlo, cuando se ejercen las funciones circunstanciales de la dirección, gestión y de conducción política: no acostumbrando al pueblo a bajar la cerviz o la cabeza, sino a levantar permanentemente una agenda de lucha por conquistar mayor espacios de derechos y libertades, por transformar sus condiciones materiales y espirituales de existencia social.
VI.- La crítica al “Cadornismo” post-chavista aún no se ha hecho:
Allí Gramsci es especialmente relevante por su crítica al Cadornismo como estilo de conducción de grupos donde impera a obediencia automática, mecánica, indiscutible y ciega:
 “Se cree que, una vez planteado el principio de la homogeneidad de un grupo, la obediencia no sólo debe ser automática y existir sin una demostración de su "necesidad" y racionalidad, sino que debe ser también indiscutible (algunos piensan y lo que es peor actúan según este pensamiento, que la obediencia "vendrá" sin ser exigida, sin que sea indicada la vía a seguir). Es así difícil extirpar de los dirigentes el "cadornismo" *, o sea la convicción de que una cosa será hecha porque el dirigente considera justo y racional que así sea. Si no fuera hecha, la "culpa" será asignada a quienes "habrían debido", etc. De allí que sea difícil también extirpar el hábito criminal del descuido en el esfuerzo por evitar sacrificios inútiles. Y sin embargo, el sentido común muestra que la mayor parte de los desastres colectivos (políticos) ocurren porque no se ha tratado de evitar el sacrificio inútil, o se ha demostrado no tener en cuenta el sacrificio ajeno y se jugó con la piel de los demás. Cada uno habrá oído narrar a los oficiales del frente cómo los soldados arriesgaban realmente la vida cuando realmente era necesario, pero cómo en cambio se rebelaban cuando eran descuidados. Una compañía era capaz de ayunar varios días si veía que los víveres no alcanzaban por razones de fuerza mayor, pero se amotinaba si por descuido o burocratismo se omitía una sola comida.”
¿Quiénes son los que piden de sus gobernados sacrificios inútiles?
¿Quiénes piden obediencia ciega, incondicional, mecánica y automática?
¿Quiénes son los que juegan con la piel ajena?
¿Quiénes son aquellos que no se hacen responsables de los desastres políticos colectivos?
¿Quiénes le echan la culpa a quienes “habrían debido ejecutar”?
Esto es exactamente la pregunta que ha hecho Baruch Spinoza en su tratado teológico-político:
“Ahora bien, el gran secreto del régimen monárquico y su máximo interés consisten en mantener engañados a los hombres y en disfrazar, bajo el especioso nombre de religión (Ideología/Imaginario-N.N), el miedo (pasión) con el que se los quiere controlar, a fin de que luchen por su esclavitud, como si se tratara de su salvación, y no consideren una ignominia, sino el máximo honor, dar su sangre y su alma para orgullo de un solo hombre. Por el contrario, en un Estado libre no cabría imaginar ni emprender nada más desdichado, ya que es totalmente contrario a la libertad de todos adueñarse del libre juicio de cada cual mediante prejuicios o coaccionarlo de cualquier forma.”
Detengámonos en esto: “…es totalmente contrario a la libertad de todos adueñarse del libre juicio de cada cual mediante prejuicios o coaccionarlo de cualquier forma.”
¿Momento La Boétie o momento Maquiavelo? ¿Deseo de libertad o deseo de esclavitud? ¿Discurso más allá de cualquier Amo de turno o discurso de sumisión al Amo? ¿Libre juicio de cada cuál o ciega obediencia?
VII- ¿Por qué hay que cuestionar la alienación política? La importancia de la Boétie
En un texto inicial hacíamos referencia al Antropólogo Pierre Clastres quien señalaba:
“La relación política de poder precede y fundamenta la relación económica de explotación. Antes de que sea económica, la alienación es política, el poder es anterior al trabajo, lo económico es una derivación de lo político, el surgimiento del Estado determina la aparición de las clases".
Hay escrituras y consignas dedicadas a justificar la alienación política, justificar la lógica de identificación con el colonizador y/o con el déspota. Que la víctima se identifique con el victimario.
Hay escrituras y consignas destinadas a reclamar el derecho de independencia y libertad. Dejar atrás el victimismo, la identificación con el Amo y sencillamente abandonar el viejo temor a la muerte. Quebrar la relación de dominación.
Por eso reiteramos, el Gobierno Republicano, la potestad soberana del Pueblo, un movimiento de autodeterminación y liberación nacional, no parten del deseo de servidumbre voluntaria, sino del deseo de libertad y liberación.
¿Por qué Simón Bolívar decía “todavía nuestros corazones padecen de las dolencias de la servidumbre.”?
¿Por qué Simón Bolívar decía: “El hombre, al perder la Libertad, decía Homero, pierde la mitad de su espíritu”?
Cabría sintetizar si ahora las palabras de Etienne de la Boétie(10):

“De momento, quisiera tan sólo entender cómo pueden tantos hombres, tantos pueblos, tantas ciudades, tantas naciones soportar a veces a un solo tirano, que no dispone de más poder que el que se le otorga, que no tiene más poder para causar perjuicios que el que se quiera soportar y que no podría hacer daño alguno de no ser que se prefiera sufrir a contradecirlo. Es realmente sorprendente y, sin embargo, tan corriente que deberíamos más bien deplorarlo que sorprendernos ver cómo millones y millones de hombres son miserablemente sometidos y sojuzgados, la cabeza gacha, a un deplorable yugo, no porque se vean obligados por una fuerza mayor, sino, por el contrario, porque están fascinados y, por decirlo así, embrujados por el nombre de Uno, al que no deberían ni temer (puesto que está solo), ni apreciar (puesto que se muestra para con ellos inhumano y salvaje).”

“Debemos creer más bien que, al hacer el reparto, a unos más, a otros menos, quería hacer brotar en los hombres el afecto fraternal y ponerlos en situación de practicarlo, al tener, los unos, el poder de prestar ayuda y, los otros, de recibirla. Así pues, ya que esta buena madre nos ha dado a todos toda la tierra por morada, de cierto modo nos ha alojado a todos bajo el mismo techo y nos ha perfilado a todos según el mismo patrón, a fin de que cada cual pueda, como en un espejo, reconocerse en el vecino; si nos ha dado a todos ese gran don que son la voz y la palabra para que nos relacionemos y confraternicemos y, mediante la comunicación y el intercambio de nuestros pensamientos, nos lleva a compartir ideas y deseos; si ha procurado por todos los medios conformar y estrechar el nudo de nuestra alianza y los lazos de nuestra sociedad; si, finalmente, ha manifestado en todas las cosas el deseo de que estuviéramos, no sólo unidos, sino también que, juntos, no formáramos, por decirlo así, más que un solo ser, ¿cómo podríamos dudar de que somos todos naturalmente libres, puesto que somos todos compañeros? Y, ¿podría caber en la mente de nadie que, al darnos a todos la misma compañía, la Naturaleza haya querido que algunos fueran esclavos?”

“Sin embargo, si un país no consintiera dejarse caer en la servidumbre, el tirano se desmoronaría por sí solo, sin que haya que luchar contra él, ni defenderse de él. La cuestión no reside en quitarle nada, sino tan sólo en no darle nada.”

¿Y qué le damos a quién desea dominarnos y hasta tiranizarnos?
La servidumbre es voluntaria cuando el dominante y el gobernante representan algo que resuena con nuestro deseo, en nuestra fantasía, en nuestra imaginación, nuestra costumbre, nuestra mistificación o nuestro interés.
La servidumbre es involuntaria cuando el dominante y el gobernante nos someten no por nuestro deseo, nuestra costumbre, nuestra mistificación o nuestro interés,  sino atemorizando y doblegando nuestra voluntad mediante una fuerza y una astucia superior a la nuestra.
El tirano, el dominante, el gobernante se hace prestigioso por las fantasías que se proyectan sobre él, comenzando por la fantasía del poder absoluto del Uno, reenviando la imagen de su sociedad reunida en una misma unidad orgánica en su persona o en el ideal que encarna. El aura con el que se envuelve al Amo es una fantasía común a la mayoría, sea por idealizar un objeto, a idolatrarlo, por una carencia o deseo en busca de un objeto a magnificar.
Escuchemos a la Boétie:

“Si un país no consintiera dejarse caer en la servidumbre, el tirano se desmoronaría por sí solo, sin que haya que luchar contra él, ni defenderse de él. La cuestión no reside en quitarle nada, sino tan sólo en no darle nada. Que una nación no haga esfuerzo alguno, si quiere, por su felicidad; ahora bien, que no se forje ella misma su propia ruina. Son, pues, los propios pueblos los que se dejan, o, mejor dicho, se hacen encadenar, ya que con sólo dejar de servir, romperían sus cadenas. Es el pueblo el que se somete y se degüella a sí mismo; el que, teniendo la posibilidad de elegir entre ser siervo o libre, rechaza la libertad y elige el yugo; el que consiente su mal, o, peor aún, lo persigue. Si le costara algo recobrar la libertad, no tendría por qué darse prisa alguna, aunque recuperar los derechos naturales y, de bestia, volver a ser hombre deberían ser las cosas que más tendría que desear.” 

“Decidíos, pues, a dejar de servir, y seréis hombres libres. No pretendo que os enfrentéis a él, o que lo tambaleéis, sino simplemente que dejéis de sostenerlo. Entonces veréis cómo, cual un gran coloso privado de la base que lo sostiene, se desplomará y se romperá por sí solo”. 

“Así pues, la primera razón de la servidumbre voluntaria es la costumbre, al igual que los más bravos caballos rabones que, al principio, muerden el freno que, luego, deja de molestarlos y que, si antes coceaban al notarla silla de montar, después hacen alarde los arneses y, orgullosos, se pavonean bajo la armadura.”

“Volviendo al hilo de mi discurso, del que casi me había apartado, la primera razón por la cual los hombres sirven de buen grado es la de que nacen siervos y son educados como tales. De ésta se desprende otra: bajo el yugo del tirano, es más fácil volverse cobarde y apocado”.

“Las gentes sometidas no sienten ni alegría ni arrojo en el combate; van a la lucha casi como atados y entumecidos, como cumpliendo penosamente un deber impuesto. No sienten en su corazón el ardor de la libertad, que les hace despreciar el peligro y alimentar el deseo de alcanzar, aun a costa de su muerte, rodeado de sus compañeros de lucha, el honor y la gloria.”

“Pero esa astucia de los tiranos, que consiste en embrutecer a sus súbditos, jamás quedó tan evidente como en lo que Ciro hizo a los lidios, tras apoderarse de Sardes, capital de Lidia, apresar a Creso, el rico monarca y hacerlo prisionero. Le llevaron la noticia de que los habitantes de Sardes se habían sublevado. Los habría aplastado sin dificultad inmediatamente; sin embargo, al no querer saquear tan bella ciudad, ni verse obligado a mantener un ejército para imponer el orden, se le ocurrió una gran idea para apoderarse de ella: montó burdeles, tabernas y juegos públicos, y ordenó que los ciudadanos de Sardes hicieran uso libremente de ellos. Esta iniciativa dio tan buen resultado que jamás hubo ya que atacar a los lidios por la fuerza de la espada. Estas pobres y miserables gentes se distrajeron de su objetivo, entregándose a todo tipo de juegos; tanto es así que de ahí proviene la palabra latina (para lo que nosotros llamamos pasatiempos) Ludi que, a su vez, proviene de Lydi. No todos los tiranos han expresado con tal énfasis su deseo de corromper a sus súbditos”. 

“¿Acaso no es hoy evidente que los tiranos, para consolidarse, se han esforzado siempre por acostumbrar al pueblo, no sólo a la obediencia y a la servidumbre, sino también a una especie de devoción por ellos? Todo lo que he dicho hasta aquí sobre los sistemas empleados por los tiranos para someter a las gentes no sirven sino para los ignorantes y los serviles.”

Los fantasmas singulares se combinan y articulan en una fantasía común: “Al pueblo le gratifica soñar despierto; al pueblo le gratifica creer.” Es desde allí que es manipulado:

“Los reyes de Asiria, y después los de Media, no aparecían en público sino al anochecer, con el fin de que el populacho creyera que en ellos había algo sobrehumano y de crear esta ilusión en aquellos que alimentaban su imaginación con cosas que jamás habían visto”.

“No creáis que ningún pájaro cae con mayor facilidad en la trampa, ni pez alguno muerde tan rápidamente el anzuelo como esos pueblos que se dejan atraer con tanta facilidad y llevar a la servidumbre por un simple halago, o una pequeña golosina [...] El pueblo ha elaborado siempre de este modo engañosas fantasías para, después, creer en ellas a ciegas [...] Vespasiano, al volver de Asiria y pasar por Alejandría para dirigirse a Roma con el fin de hacerse con el imperio, realizó milagros. Enderezó a los cojos, devolvió la vista a los ciegos y así muchas cosas más que no podrían ser creídas, en mi opinión, más que por tontos aún más ciegos que aquellos a quienes se pretendía curar.”

Un gran amigo de Etienne de la Boétie, Montaigne, también decía:
“Es verosímil que la fe más importante en los milagros, las visiones, los encantamientos y otros efectos extraordinarios, proviene del poder de la imaginación que actúa principalmente contra las almas vulgares y apáticas. Se han apoderado de tal modo de su fe que creen ver lo que no ven”.
Continúa la Boétie:
·        “El hombre sueña con ser poderoso: Son cuatro o cinco los que sostienen al tirano, cuatro cinco los que imponen por él la servidumbre en toda la nación. Siempre han sido cinco o seis los confidentes del tirano, los que se acercan a él por su propia voluntad [...] Estos seis tienen a seiscientos hombres bajo su poder [...] Estos seiscientos tienen bajo su poder a seis mil, a quienes sitúan en cargos de cierta importancia [...] Extensa es la serie de aquellos que siguen a éstos. El que quiera entretenerse devanando esta red, verá que no son seis mil, sino cien mil, millones los que están sujetos al tirano.”
Así es como el tirano también somete a sus súbditos, a unos por medio de otros, que se imaginan ejercer la función del amo. Está a salvo gracias a aquellos de quienes debería guardarse si ya no estuvieran corrompidos.
Como ha planteado Miguel Abensour:
“En esta historia de luminosa evidencia, le correspondería a La Boétie el mérito de elucidar el enigma de la servidumbre voluntaria, de sacar a la luz sus arcanos y en una palabra, de enunciar las fuerzas espirituales y materiales que permiten dar cuenta de este enigma, a saber, la costumbre, la mistificación y el interés.”
En este contexto no hay que olvidar al Libertador Simón Bolívar: “Nos han dominado más por la ignorancia que por la fuerza”
Esto nos llevaría a Spinoza, el gran crítico de la pasión de la ignorancia.
Será para otra contribución.

NOTAS

(1) Tiempos de Retorno: ¿Por dónde comenzar? Rememorando a Etienne de La Boitié, Spinoza, Pascal y Montesquieu en Clave de Izquierda y Proceso Bolivariano

(4) Reseña de "Democracia made in USA. Un modelo político en cuestión" de José María Tortosa
María de la Cruz Castro Ricalde  2006 https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28101107

(6) 5/08/1999. Discursos y Alocuciones. Comandante Presidente. Asamblea Nacional, Caracas, Distrito Capital, Venezuela: Intervención del Comandante Presidente Hugo Chávez Frías, en la Asamblea Nacional Constituyente http://todochavez.gob.ve/todochavez/3482-intervencion-del-comandante-presidente-hugo-chavez-frias-en-la-asamblea-nacional-constituyente

(7) Antonio Gramsci: Gran Política y pequeña política. http://www.gramsci.org.ar/TOMO3/175_gran_pol_y_p.htm

(8) Antonio Gramsci: Elementos de política. http://www.gramsci.org.ar/TOMO3/040_elem_de_pol.htm

(9) C. Marx La Guerra Civil en Francia[1] INTRODUCCION DE 1891 por F. Engels: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/1.htm

(10) ETIENNE DE LA BOÉTIE El discurso de la servidumbre voluntaria seguido de lecturas del texto de LA BOÉTIEPOR PIERRE LEROUX, PIERRE CLASTRES Y CLAUDE LEFORT Prólogo por MIGUEL ABENSOUR http://tratarde.org/wp-content/uploads/2011/10/Etienne-de-la-Boetie-Discurso-sobre-la-servidumbre-voluntaria1.pdf



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