Javier Biardeau R.
Lo planteamos sin ambigüedades. La ruta viable históricamente no será el Socialismo Burocrático del siglo XX (Bahro) ó el Estatismo Autoritario (Poulantzas) cuestionado por diversas corrientes de pensamiento crítico marxistas o socialistas. Esta ruta está marcada por la liquidación de la democracia radical y plural.
El Nuevo Socialismo del siglo XXI implica la más amplia y diversa deliberación, participación y protagonismo de múltiples sujetos populares, de actores sociales, de movimientos sociales y fuerzas políticas, quienes plantean puntos de vista concurrentes ó conflictivos (pluralidad agonista), reconociendo de entrada el “juego democrático” y el “pluralismo radical”, propios de la condición histórica de la sociedad actualmente existente y potencialmente por-venir.
El pluralismo cultural, social y político condiciona aspectos fundamentales, como el proceso de reconocimiento social de la diversidad, para lograr establecer una sociedad justa, igualitaria, libre, radicalmente democrática, participativa y protagónica, constructora del bien común, multiétnica y pluri-cultural. Allí están los valores y principios indispensables que permiten renovar la construcción socialista para el siglo XXI.
Por tanto, hay claros cuestionamientos-antagonismos, por ejemplo, de las doctrinas capitalistas neoliberales (que consideran que la “justicia social” es un sin-sentido-Hayek), o del monolitismo ideológico que caracterizó a las sociedades que experimentaron el dictat del pensamiento único de izquierdas- (Stalin y el “marxismo soviético”).
Ni pensamiento único de derecha ni pensamiento único de izquierda. Por una razón muy simple, el pensamiento único, con toda su rigidez cognitiva, con todo su integrismo moral, con toda su pasión intolerante, puede fecundar en cualquier segmento del arco ideológico del espectro político (incluso en el llamado “centro radical”, que condena moralmente la distinción ideológica entre derecha-izquierda).
No se trata por cierto, de instituir prohibiciones legales contra el “pensamiento único” de derecha o de izquierda (una legalidad reaccionaria a modo de Gómez, Lopez Contreras y el inciso sexto o una legalidad sectaria a modo de Stalin), pero si de debilitar al máximo, a través de la lucha de tendencias y opiniones, las condiciones de posibilidad políticas para establecer su dictat ideológico como “pensamientos de la dominación”.
En cuestiones de pensamiento, no hay que ceder ningún terreno frente al despotismo de cualquier signo ideológico. En este terreno justamente hay que analizar las luces y sombras del proyecto la Ilustración o la Modernidad, sea central-hegemónica o sea periférica-subalterna.
El socialismo democrático, participativo, de avanzada por el que vale la pena luchar hasta el final se enmarca en lo establecido jurídicamente en el art. 3 de la Constitución Bolivariana: El Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes reconocidos y consagrados en esta Constitución. La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar dichos fines.
Bajo la hegemonía del pensamiento único de derecha o de izquierda, es prácticamente imposible alcanzar estos fines. Habrá que recordar que los saberes contra-hegemónicos son pensamientos contra las dominaciones y sumisiones del espíritu. En este contexto, habrá que recordar además al enrague y cura del pueblo Jacques Roux (1752-1794) cuando decía que:
"La libertad no es otra cosa que un fantasma inútil, cuando una clase de hombres puede reducir al hambre impunemente a la otra. La igualdad no es otra cosa que un fantasma inútil, cuando el rico, mediante el monopolio, ejerce el derecho de vida y muerte sobre sus semejantes. La República es un fantasma inútil, cuando la contrarrevolución se asienta día a día en el precio de los productos que las tres cuartas partes de los ciudadanos no pueden conseguir sin derramar lágrimas."
La democracia podría ser un fantasma, una farsa, cuando el representante existe gracias a que el representado sólo puede emplear su esfuerzo y tiempo en procurar sólo la subsistencia. En medio de la miseria y la pobreza, la democracia participativa resulta un imposible. La clave del liderazgo revolucionario y democrático reside en las actitudes emancipadoras de Simón Rodríguez, en el aprendizaje del autogobierno popular (en fin, una educación política para la libertad, la igualdad y la ciudadanía republicana).
2 comentarios:
Buen artículo para ubicar una discusión en un contexto más sensato y crítico. Siga reflexionando y aportando puntos de vistas, para mi son muy descriptivos y explicativos
Buen artículo, en el se fijan criterios de referencia muy convincentes para alcanzar una comprensión más descriptiva y explicativa de la situación que es objeto de análisis. Es necesario que el autor siga reflexionando y escribiendo para que nos ayude con sus aportes. Sus percepciones son muy críticas
Publicar un comentario