Javier Biardeau R
“No sin razón se alega generalmente por mérito el haberse educado en
los colegios: la presunción de haber aprendido es fundada, porque estudiando se
aprende. Pero así como hay hombres, a quienes esta presunción no favorece, así
también hay, aunque pocos, que nacieron para educar, y estos empiezan por sí
mismos: el mundo es su colegio—su curiosidad les da libros— y su discernimiento
les sirve de maestro. El General Bolívar es de esta especie de hombres—más
quiere pensar que leer, porque en sus sentidos tiene autores—lee para criticar,
y no cita sino lo que la razón aprueba—tiene ideas adquiridas y es capaz de
combinarlas... por consiguiente puede formar planes: por gusto se aplica a este
trabajo—tiene ideas propias... luego sus planes pueden ser originales: en su
conducta se observan unas diferencias que, en general, se estudian poco...
Imitar y ADOPTAR, adaptar y CREAR.
El espíritu, del hombre de talento, sabe asimilarse las ideas ajenas—el
del limitado se las agrega. El General Bolívar no imita: por el mal que haga,
debe culpársele con justicia: sus obras son hijas de su reflexión; pero para juzgarlo
es menester entenderlo, u... oírlo, sí no se penetran sus intenciones.”
(Simón Rodríguez. DEFENSA DE BOLÍVAR. 1928)
Todo Nuestro-Americano debe leer
la “Defensa
de Bolívar” de Simón Rodríguez[1]
para encontrar las claves para una crítica del “calco y copia”, tanto de los
que se dicen con voz engomada “modernos” e “ilustrados”, como de los que
actualmente se intentan llamar a sí mismos bajo términos como “des-coloniales”
y críticos de la hegemonía cultural noratlántica, e incluso euro-centrada.
El hábito del dogma es la alergia
a la reflexión crítica, el espíritu refractario del uso crítico y público de
los registros cognitivos, afectivos, éticos y estéticos.
Del dogma nacen los fanatismos
ideológicos, las actitudes simiescas y los sectarismos, así como la escolástica
y su repliegue a construir una nueva racionalidad con la experiencia.
De la experiencia con los “ídolos
de tribu” es que traemos a colación la ciega repetición de la sentencia de
Simón Rodríguez: “O Inventamos o Erramos”[2].
Por allí deberíamos comenzar, por
extraer el vino de aquellas uvas con las cuales el maestro Rodríguez intentaba
no la Independencia o la Liberación exclusivamente a través de la espada, sino
la emancipación a través de la reflexión crítica y autónoma. Pues la primera es
auténtica y profunda si se ha conquistado en un pueblo la segunda, combinando
la inteligencia con la probidad, no bastando entonces hábitos heredados,
costumbres ni consentimientos pasivos.
Más cerca seria recordar que la
propaganda y la educación bancaria (Freire dixit) no conforman ni virtudes
republicanas ni capacidades para que nuestra economía y política avancen con
pasos firmes y propios. El derecho al desarrollo humano integral ha sido
consagrado en la Constitución de 1999 cuando se asegura el desarrollo humano
integral y una existencia digna y provechosa para la colectividad (Art.
299-CRBV-1999).
Se habla de modelos políticos y
económicos, aunque hay que retomar aquella expresión:
"¿Dónde iremos a buscar modelos? La América Española es original
—originales han de ser sus Instituciones y su Gobierno— y originales los medios
de fundar uno y otro. O inventamos o erramos."
Decía Bolívar[3], y
luego lo retomó Chávez la siguiente idea:
“El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de
felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad
política” (Simón Bolívar en el Discurso de Angostura-15 de febrero de 1819)
También Chávez retomó la siguiente
idea:
“Mi opinión es, legisladores, que el principio fundamental de nuestro
sistema depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y
practicada en Venezuela (…). La naturaleza hace a los hombres desiguales en
genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferencia
porque colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria,
las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia,
propiamente llamada política y social. Es una inspiración eminentemente
benéfica, la reunión de todas las clases en un estado, en que la diversidad se
multiplicaba en razón de la propagación de la especie. Por este solo paso se ha
arrancado de raíz la cruel discordia. ¡Cuántos celos, rivalidades y odios se
han evitado!”.
Creían Bolívar y Chávez que la
igualdad establecida y practicada (¿Socialismo Bolivariano del siglo XXI?),
como igualdad política y social ficticia o fabricada socialmente (la educación,
la industria, las artes, los servicios, las virtudes) no sólo debía estar
garantizada en la Ley (establecida) sino además ser practicada (cultura).
También una lectura no dogmática
ni escolástica de Marx y Ernst Mandel elaborada por Ludovico Silva[4]
podría dar cuenta de la utopía concreta de la plena existencia humana donde las
diferencias y desigualdades de talentos, actitudes y aptitudes personales “no significarán ya diferencia de poder
económico; no implicará ya desigualdad de derechos o privilegios materiales.
Sólo podrá extenderse en un clima de igualdad económica y material”.
De allí que cuando se hable de
modelos políticos y económicos se omita la clave de Bolívar y Simón Rodríguez:
“Imitar y ADOPTAR, adaptar y CREAR”.
¿Acaso son contradictorias ambas
sentencias: “O inventamos o erramos” frente a frente a “Imitar y adoptar,
adaptar y crear”?
La respuesta la da el mismo
Rodríguez contra sus voceros repetitivos:
"La América está llamada (si los que la gobiernan lo entienden) a
ser el modelo de la buena sociedad, sin más trabajo que adaptar. Todo está hecho
(en Europa especialmente). Tomen lo bueno —dejen lo malo— imiten con juicio— y
por lo que les falte inventen."
De modo que no se trata de
“calcar y copiar” ni de como dice el lenguaje plebeyo: “Inventar el agua
tibia”.
Adoptar, adaptar, crear e
inventar son eslabones de la autonomía y la reflexión crítica.
El eurocentrismo y el
imperialismo cultural se basan es la siguiente máxima:
"Los filósofos europeos convencidos de la inutilidad de su
doctrina, en el mundo viejo, quisieran poder volar hasta el nuevo, a emplear
sus últimos días propagándola".
No se trata de propagar la
doctrina del mundo europeo como una voz geo-cultural de autoridad indiscutible:
“Tomen lo bueno —dejen lo malo— imiten con juicio— y por lo que les falte
inventen”.
Si se quiere que las practicas, instituciones
y gobiernos sean originales y logren la mayor suma de felicidad posible, debe
operarse con juicio, y eso requiere inteligencia y virtudes sociales, pero si
se trata de adaptar y adoptar, también se debe “imitar con juicio”, pues lo que
permite discriminar el trigo de la paja, lo bueno de lo malo, desgranar el maíz
y no comerse cruda la tusa, es nada más y nada menos que el carácter que
observaba Rodríguez en Bolívar:
“(…) más quiere PENSAR que leer, porque en sus SENTIDOS tiene autores—lee
para CRITICAR, y NO CITA SINO LO QUE LA RAZÓN APRUEBA—tiene ideas ADQUIRIDAS Y
ES CAPAZ DE COMBINARLAS... por consiguiente puede formar PLANES: por gusto se
aplica a este trabajo—TIENE IDEAS PROPIAS... luego sus planes pueden ser
ORIGINALES: en su conducta se observan unas diferencias que, en general, se
estudian poco... Imitar y ADOPTAR, adaptar y CREAR.
El espíritu, del hombre de talento, SABE ASIMILARSE LAS IDEAS AJENAS—el
del limitado se las agrega. El General Bolívar no imita: por el mal que haga,
debe culpársele con justicia: SUS OBRAS SON HIJAS DE SU REFLEXIÓN; PERO PARA
JUZGARLO ES MENESTER ENTENDERLO, U... OÍRLO, SÍ NO SE PENETRAN SUS
INTENCIONES.”
¿Se habrá entendido la
importancia de la “actitud de independencia” cuando se habla de liberación en
el terreno de la economía, de la política y de la cultura?
Allí están Rodríguez y Bolívar,
no para repetirlos en DOGMAS Y PROPAGANDA, sino para adaptarlos, adoptarlos,
para imitar con juicio, inventar y crear, para no abandonar nunca el
PENSAMIENTO CRÍTICO, EL JUICIO AUTÓNOMO y sobremanera: SUPERAR MODELOS
ECONÓMICOS Y POLÍTICOS QUE NO LOGRAN EL FIN SUPERIOR:
“El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de
FELICIDAD posible, mayor suma de SEGURIDAD SOCIAL y mayor suma de ESTABILIDAD
política”. (Simón Bolívar en el Discurso de Angostura-15 de febrero de
1819)
La idea de felicidad no se reduce
al utilitarismo mediocre de los neo-liberales de ahora: el individualismo
posesivo y consumista.
Tal idea de la felicidad era el
clima de sentido de la ilustración y en la revolución francesa.
El fin de la “revolución” no depende
unilateralmente del desarrollo de la productividad y la riqueza material, o del
avance de las fuerzas productivas como ha sedimentado el imaginario de la
modernidad-colonial. El fin de una revolución es la felicidad humana, en nuevos
términos: el vivir bien, la calidad de vida, la conciencia de la desalienación
humana y social.
La felicidad pertenece a la
tradición democrática y republicana clásica, mediterránea, para la que la
felicidad –eudaimonía, vita beata– de un individuo, que es por naturaleza un
ser político- social, depende del orden político de esa sociedad, para alcanzar
así la justicia material.
El fin de la sociedad exige que las
personas sean efectivamente libres y que disponga de las condiciones materiales
que posibilitan su autodesarrollo individual.
La economía es un mero
instrumento puesto al servicio de la felicidad pública, que sirve para
consolidar la libertad de los individuos, sean o no plebeyos, para abrir
espacios, condiciones y oportunidades a sus planes de plena existencia humana.
La ordenación de la economía debe
ser decidida, políticamente, por el Soberano, y no es una “variable
independiente” decidida en conciliábulos de una polit-burocracia ni en los
habitáculos de los tecnócratas.
De los expertos hay que aprender
los juicios y experiencias, el análisis riguroso de los procesos históricos
comparativos sobre el desarrollo humano integral y sobre el desarrollo
ecológico, social y económicamente sustentable de una economía; en fin, lo bueno y lo malo.
De la dictadura polit-burocrática
sobre las necesidades y aspiraciones no se puede aprender mucho[5]. El
socialismo burocrático-despótico ha sido un gigantesco fraude.
Las decisiones políticas
fundamentales en materia económica dependen también del pueblo capacitado en la
inteligencia reflexiva y en las virtudes sociales.
También allí cabe la sentencia:
¡Que sea el pueblo quien decida!
[2]
www.bibliotecayacucho.info/downloads/dscript.php?fname=CL150.pdf
[3]
juventud.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2009/05/discursoangostura.pdf
[4]
Ludovico Silva:
www.omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/teoria-y-practica-del...socialista...
[5]
Rudolf Bahro: Crítica de la razón socialista: http://www.nexos.com.mx/?p=3477
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