miércoles, 25 de junio de 2008

DIRECTIVA DE RETORNO: NEOCOLONIALISMO Y EUROCENTRISMO DEL SIGLO XXI


Javier Biardeau R.
Lo que aparenta ser una política contra la “inmigración ilegal” (“la migración es un delito”) es solo un elemento más, un efecto de superficie, de una agenda político-cultural neoconservadora, racista, clasista y neo-colonial, que pone sobre la mesa el agotamiento del occidentalismo colonial-moderno, no solo en su ofensiva contra el proletariado externo (utilizando la terminología de Toynbee), sino contra los derechos laborales conquistados en el Estado Social (contra las garantías sociales del proletariado interno); e incluso, bajo el pretexto del “terrorismo”, contra los más elementales derechos humanos. La agenda de derecha en Europa pretende llevar la semana laboral hasta las 78 horas semanales, y plantea nada más y nada menos que encarcelar a los inmigrantes sin papeles durante 18 meses antes de expulsarlos. Plusvalía absoluta y restricción de la libertad de los super-explotados y supernumerarios. ¡La derecha enseña sus dientes! En algunas zonas de Europa, la policía tiene derecho de detener a cualquier persona 42 días sin cargos. En otras, los servicios secretos cuentan con autorización para espiar e invadir en los correos electrónicos sin mandato judicial. Y aún así, la agenda de derecha europea pretende dictaminar quiénes son los gobiernos auténticamente democráticos y quienes no lo son a lo largo y ancho del mundo ¿Arrogancia civilizatoria? El “efecto demostración” euro-céntrico hace mucho que ha muerto, en muchos terrenos. Lo que Lanz ha denominado los “arquetipos” de la Modernidad, su gramática de sentido y significación solo convocan a actores de segunda, en el simulado teatro de la “modernización”, del “progreso” y del “desarrollo”. No olvidemos que el fascismo, el nazismo, y que el colonialismo histórico, son manchones del “espacio de racionalidad” y del “humanismo europeo”, manchones del falso universalismo de la modernidad/colonialidad. El ego cartesiano se funda en el “ego conquistador” (Dussel). La ilustración tiene una contra-cara de despotismo, no solo en las disciplinas, la normalización y la vigilancia (Foucault), sino en la propia opresión colonial (Fanon, Césaire). Fanon decía: “Compañeros, el juego europeo ha terminado definitivamente, hay que encontrar otra cosa […] Hace siglos que Europa ha detenido el progreso de los demás hombres y los ha tenido a sus designios y a su gloria; hace siglos que, en nombre de una pretendida «aventura espiritual» ahoga a casi toda la humanidad. Véanla ahora oscilar entre la desintegración atómica y la desintegración espiritual […] Europa ha adquirido tal velocidad, loca y desordenada, que escapa ahora a todo conductor, a toda razón y va con un vértigo terrible hacia un abismo del que vale más alejarse lo más pronto posible […] Y en nombre del Espíritu, del espíritu europeo por supuesto, Europa ha justificado sus crímenes y ha legitimado la esclavitud en la que mantiene a las cuatro quintas partes de la humanidad. Sí, el espíritu europeo ha tenido fundamentos singulares”. Césaire abre el Discurso sobre el colonialismo describiendo a Europa como una “civilización decadente”, no meramente porque sirvió como cuna del fascismo, sino por que “ha probado ser incapaz de solucionar los problemas que ella misma crea”. Para Césaire tales problemas son el del proletariado y el problema colonial. Europa conoce el problema del proletariado de cerca, pues ocurre en su seno, pero se ha mantenido más ciega con respecto al problema colonial. Pues ahora, Europa trata a la migración como trató al “indígena”, al “negro”, al “amarillo”, al “magreb colonizado”, pero en una suerte de “colonialismo interno” a sus fronteras territoriales. Tenemos dos ataques a la clase trabajadora mundializada: la directiva para que la jornada laboral máxima pase de 48 a 60 horas, e incluso a 78 horas, y la que ataca a la inmigración como un delito con una dureza que traduce la agenda político-cultural de la extrema derecha. Cualquiera reconoce el retroceso clarísimo de los tan cacareados derechos sociales y humanos de los cuales Europa hace gala de ostentación político-cultural. La "guerra contra el terrorismo" cierra el círculo de la agenda político-cultural de derecha: el estado militar-policial suburbano (Castells) hace de las suyas, y se ha convertido en el último pretexto para justificar una posición que del “centro radical”(Blair-Giddens) pasó a la derecha imperial y neo-colonial (la patota Bush, Aznar, Merkel, Sarkozy y Berlusconi). No olvidemos tampoco que históricamente, la socialdemocracia reformista y los gobiernos laboristas europeos mantuvieron un apoyo a la política colonialista y a la “misión civilizadora” de Occidente (en esto no se diferencian mucho de la patota imperial). Incluso, en el presunto “milagro escandinavo”, en Suecia, se acaba de aprobar una ley que parece sacada del 1984 Orwelliano: el Estado podrá espiar el contenido de los correos electrónicos por razones de seguridad nacional. Tratemos de rastrear mas hondo en la crisis del occidentalismo colonial-moderno, y tal vez llegaremos a las figuras de la crisis de las ciencias europeas (Husserl) y del humanismo europeo (Heiddeger). El legado de Europa ha sido liquidado, y lo ha hecho desde la agenda político-cultural de la derecha. Si Europa quiere fecundar algo en medio del diálogo de civilizaciones, culturas y pueblos-nación, tendrá irremediablemente que renovar el aliento emancipatorio de otro horizonte descolonizador. Si no, su último aliento será de derecha, o mejor dicho, otro aliento de barbarie.

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