domingo, 28 de febrero de 2010

¿CAMPANADAS DE ALERTA?


Javier Biardeau R.
Hay gente que se hace “preguntas ingenuas”: ¿Ha escuchado usted que… la derrota de la reforma constitucional no fue por “inmadurez del pueblo”, sino por presentar una “farragosa oferta” o “mamotreto indigerible”, elaborado en ausencia de la participación del pueblo-protagonista como actor principal del proyecto?
¿Ha escuchado usted qué las demandas, aspiraciones y necesidades sentidas del pueblo no son compatibles con el socialismo autoritario del siglo XX? ¿Que la política de las 3R es una retórica vacía que un efectivo re-impulso revolucionario? ¿Que las formas de asumir la gestión del “gobierno bolivariano” encapsulan, silencian y atrofian la potencia del proceso popular constituyente? ¿Que sin revolución ético-cultural y sin resolver con métodos eficaces las necesidades sentidas del pueblo, no habrá revolución socialista alguna? ¿Que la gente no quiere copias chimbas de los regímenes de partido-único?
¿Ha escuchado qué cuando unos “habladores de paja” (léase “dudosos y presuntuosos intelectuales”) hablaron, la respuesta fue la descalificación de la crítica en el seno del proceso bolivariano? ¿Qué la “batalla de las ideas” parece diluirse en el “monólogo de sectas y capillas ideológicas”? ¿Que el burocratismo, la corrupción, el capitalismo de estado minan la revolución en su medula vital?
¿Ha escuchado que los partidos “aliados”, no han logrado construir instancias de diálogo socialista, ni entre ellos, ni junto a los movimientos sociales, ni junto al pueblo? ¿Qué lo que priva es la ambición de cargos y privilegios económicos en el seno del gobierno y los partidos “aliados”? ¿Que “el socialismo es para los pendejos y el capitalismo es para los vivos”? ¿Que la crisis de la “banca de maletín” puso al descubierto los entretelones de la “Boli-burguesía”? ¿Qué hay mucho empresario adeco-copeyano haciendo negociado con el alto gobierno? ¿Qué la solidez ideológica importa menos que el “cuanto hay pa´ eso”? ¿Qué la oposición explotará el tema de los “expedientes financieros” para fines electorales, y Washington dirigirá el tinglado?
¿Ha escuchado qué las bases del PSUV están arrechas porque las “maquinarias internas” y los “padrinazgos de segunda línea”, terminan poniendo siempre a las mismas caras; es decir, a auto-designados o mampuestos? ¿Qué la famosa talanquera se pone bajita y el mal-llamado “ganado electoral” agarra monte? ¿Qué la dirección del PSUV no le “para media-bola” al PPT y al PCV; que a su vez éstos presionan con tácticas que afectan el conjunto del proceso revolucionario?
¿Ha escuchado qué se confunde la “lealtad y la disciplina” con la “sumisión y la complicidad”? ¿Qué no se podido construir una plataforma unitaria, clasista y revolucionaria de trabajadores y trabajadoras (¡adiós proletariado!? ¿Qué ni el costo de vida ni la inseguridad son problemas mediáticos? ¿Que hay deterioro en los servicios públicos? ¿Qué las misiones-bandera necesitan fortalecerse y mejorarse? ¿Qué la contra-revolución avanza aprovechando los errores y pelones del gobierno? ¿Qué el Estado comunal es una quimera sin la explosión real de los consejos del poder popular?
¿Ha escuchado que la economía social y popular es muy débil, frente al sector público-capitalista y frente al sector privado-oligopólico? ¿Qué se levanta un cerco imperial contra Venezuela y los países del ALBA? ¿Qué los llamados “frentes de masas” no existen, mientras las “masas lucen evaporadas”? ¿Qué hay parcelas burocráticas y partidistas que liquidan la causa de la democracia socialista? ¿Qué se quiere que el gobierno bolivariano escuche la voz de pueblo? ¿Qué el culto a la personalidad lo sostiene una nomenclatura de adulantes palaciegos, para sus propios intereses de poder y privilegio económico? ¿Qué manganzones y corruptos camuflados de rojo, sacan provecho del Proceso? ¿Que sectarios y excluyentes, ahuyentan a venezolanos indecisos, e incluso comprometidos?
¿Ha escuchado usted qué “no se da pie con bola” en un bloque de fuerzas sociales y políticas que garantice una Venezuela de inclusión social, un Socialismo que no le tema a la diversidad y una Democracia sustantiva y radical, que implica meterle el diente a la explotación, la dominación y la hegemonía ideológica?
Estimados y estimadas, suenan campanadas. Las burocracias y sus contratistas, son máquinas inútiles. No es por mero tacticismo electoral que se requiere un frente amplio revolucionario.
¡Solo el pueblo salva al pueblo!
Pues está en juego la revolución democrática y socialista venezolana.

viernes, 26 de febrero de 2010

27-F: "EL PLAN TINOCO DESATÓ LA TRAGEDIA" O EL ALZHEIMER DE PETKOFF

Javier Biardeau R.
Si las sociedades se mantienen y viven, es decir, si los poderes no son en ellas «absolutamente absolutos», es porque, tras todas las aceptaciones y las coerciones, más allá de las amenazas, de las violencias y de las persuasiones, cabe la posibilidad de ese movimiento en el que la vida ya no se canjea, en el que los poderes no pueden ya nada y en el que, ante las horcas y las ametralladoras, los hombres se sublevan.” (Michel Foucault: ¿Es inútil sublevarse?)
Como en toda lucha por la apropiación de la memoria colectiva, existen aún intentos de negar lo que es más palpable desde los cuerpos, que intentan ser sometidos a un nuevo orden de privaciones y disciplinas.
El llamado "Sacudón" puede comprenderse como una sublevación popular-urbana contra el proyecto neoliberal (y no solo contra sus medidas económicas); rechazo abierto y explosivo a la forma de vida anunciada en el “paquete de medidas neoliberales”, claramente establecidas en el discurso memorable de CAP, el 16 de febrero de 1989.
El trasfondo: alza de los precios del transporte, desabastecimiento, especulación, acaparamiento de productos de la canasta básica, las disputas entre Fedecámaras y la CTV alrededor de la política laboral y salarial, la necesidad de créditos frescos del FMI y del BM, demanda de reconocimiento de dolares preferenciales, pago de la deuda; proyección de imaginario populista y un sinnúmero de elementos explosivos de la situación se relacionaron directamente con la imposición del proyecto neoliberal.
Podemos recordarle, ya no a los ex marxistas, sino a los propios dirigentes ex masistas (Petkoff dixit) que el “Diario de Caracas, pagina 35, del 5 de marzo de 1989” se planteaba las siguientes tesis:
a) “El paquete de medidas económicas ha sido el detonante de los dramáticos acontecimientos de los últimos días. Las medidas específicas de restablecimiento del orden público deben ir acompañadas por una profunda rectificación del programa económico”.
b) “Una ira contenida durante largos años terminó por explotar. Un detonante de esta explosión fue la aplicación de las primeras medidas del paquete económico de Carlos Andrés Pérez, que representan una nueva e insoportable carga para los sectores populares, que han visto aceleradamente deteriorarse su nivel de vida, en lo cual tienen una alta responsabilidad Luis Herrera y Jaime Lusinchi, quienes prácticamente arruinaron al país."
c) “A la hora de enfrentar el desbordamiento del estallido popular, el gobierno ha dejado de lado el problema fundamental: el del programa de ajustes del FMI y la necesidad de posponer la aplicación, mientras se elabore un nuevo programa de medidas más gradualista, equilibrado y equitativo en el reparto de las cargas que el ajuste supone.”
El ya conocido testimonio del entonces Secretario privado de CAP en Miraflores, Ignacio Betancourt (El Nacional, 21-02-1999, P.H-1) plantea: “Cuando regresé a Palacio, CAP todavía le estaba contando a un grupo —recuerdo que estaban Teodoro Petkoff, Andrés Velásquez y Vladimir Gessen— cuáles serían las garantías que se suspenderían. Petkoff decía que el MAS «no apoyaría el acuerdo de suspender garantías, si el Gobierno no aplazaba su paquete fondomonetarista».”
Eran otros tiempos, al parecer. Uno lee el por demás revelador Editorial de Tal Cual del día de hoy, 25-26 de febrero de 1989, y se encuentra con la siguiente retórica de Teodoro Petkoff:
La leyenda que inventó Chávez, sobre el 27F como protesta contra el neoliberalismo, es una mentira monda y lironda, una vulgar manipulación politiquera. De hecho, el estallido social se produjo tres semanas después de la toma de posesión de CAP, cuyo programa económico apenas había sido anunciado y del cual sólo se había puesto en práctica el aumento de la gasolina, que dio pie a la protesta por los aumentos de los pasajes del transporte público. En verdad, lo que Venezuela vivía eran los efectos y consecuencias empobrecedores de un modelo económico de vieja data, basado en la dependencia del petróleo y del gasto público, expresados en populismo, clientelismo, precario y errático crecimiento económico y alta inflación, modelo que, por cierto, el gobierno de Chávez ha copiado y empeorado considerablemente. Chacumbele, que ha confiscado para sus fines desde la Guerra de Independencia y Simón Bolívar hasta el 23 de Enero, también "expropia" el 27F como supuesta matriz de su golpe y fecha fundacional de su "revolución", cuando el MBR-200 para esa fecha ya tenía seis años conspirando, creado como había sido en 1983."
En fin, la “mentira monda y lironda, la vulgar manipulación politiquera” no es del MAS y de Petkoff de aquellos días, sino de mismísimo Chávez.
¿A este grado de ceguera y estupidez, pueden llegar las pasiones antichavistas? ¡No dejarán de sorprendernos!
Chávez hace su “revisionismo histórico” (¡Quién lo duda!); pero: ¿Que puede pensarse del “re-encuadre histórico” de Petkoff? Y si faltaran mayores elementos, Petkoff continúa:
Es obvio que efectivos de la FAN, no entrenados para hacer frente a asuntos de orden público, también cometieron excesos, abusos y crímenes, pero, en todo caso, como lo sería con la Policía Metropolitana, las responsabilidades son individuales y en ningún caso institucionales --a menos que se acepte el supuesto negado de que desde los altos mandos de la PM y de las FAN, e incluso del propio gobierno, hubieran partido órdenes de matar.
Sería necesario que se releyera el siguiente testimonio:
El ejército entró a actuar sobre unas masas desbordadas. Las Fuerzas Armadas no son aptas para enfrentar motines, su formación obedece a objetivos distintos a los de los cuerpos policiales. Pero en aquellos momentos el ministro de la Defensa no tuvo otro recurso sino usar las Fuerzas Armadas en una misión que no les es propia, pero que resultó inevitable.” (Carlos Andrés Pérez; El Nacional, 28-02-1999)
Como planteaba el mismo Ignacio Betancourt en el testimonio citado:
CAP estaba conversando con Italo del Valle Alliegro, ministro de la Defensa, a quien había llamado desesperado cuando entró a su despacho. El Presidente, después de hablar con Alliegro, llamó a Gonzalo Barrios. CAP contó por la línea lo que sucedía: «Es horroroso lo que vi en los sitios en los que me metí cuando venía para Miraflores». Le dijo a Barrios que había ordenado movilizar tropas del Ejército desde el interior, como fuera, pues Caracas no contaba con los efectivos suficientes. El contingente no se había renovado enteramente en enero, como siempre se hace, por las elecciones de diciembre. Barrios acotó: «Cuando el ejército sale a la calle, es para matar gente», eso detuvo un poco el ímpetu azaroso de CAP. —De todas maneras, transporten efectivos del interior, a como dé lugar —le reiteró a Alliegro en otra llamada interministerial.
Petkoff aparecía en prensa el 27 de febrero (El Nacional, P. D-2) con una entrevista de Félix Reyes que titulaba: “Petkoff: el Gobierno cree que aún puede continuar irrespetando el parlamento”. Se trataba del irrespeto de no plantear en el seno del parlamento la llamada "Carta de Intención" para su deliberación política. ¡Quién puede dudar que era lo mínimo que podía hacerse!
También habría que recordar en este contexto, el siguiente titular de “El Nacional” (2-03-1999, D-11): “Serán sometidos con los armas quienes persistan con los saqueos”. "Militares procearian a saqueadores" ( ¿Dijo usted, sometidos con los armas?
La exigencia de la clase dominante transformada en orden político-institucional fue reprimir una revuelta popular con unidades de la fuerza armada. Como decía Gonzalo Barrios (¡Cuando el ejército sale a la calle es para matar gente!). Para la clase política dominante: “Se trataba no de protestas, detonadas por el quiebre de expectativas de bienestar social, producto del anunció del paquete neoliberal de CAP, y sus primeros efectos, sino de una extraña mezcla de “delincuencia, turba, saqueo y subversión”. Clases peligros: delincuencia, turba, saqueo y subversión. El "perfecto Enemigo interno" de las Doctrinas de Seguridad Nacional".
Llama la atención que sea el Director de la propia DISIP, en aquellas circunstancias, el que refute demoledoramente la “nueva leyenda” del “intelectual de izquierda”, reconvertido en editorialista de la prensa antichavista: fue el "modelo populista-clientelar" que Chavéz aplica ahora. ¿Acaso sabemos leer entrelineas?:
Hubo torpeza por parte del Gobierno en no prever las consecuencias del alza del combustible y no se implementó una política informativa, ni se plantearon ni consideraron posibles efectos negativos. Una vez iniciado los disturbios y producido el estallido en Guarenas, no se evaluó de inmediato la posibilidad de una generalización y radicalización del fenómeno.”(Rafael Rivas-Vasquez; Director de la DISIP, 1989)
Pero esto no lo dijo solo el Director de la DISIP. Petkoff pudiera pasearse por el análisis de la nada proclive portadora de la “leyenda de Chávez”, Miriam Kornblith, quien en un artículo publicado bajo el título: “Deuda y Democracia en Venezuela: Los sucesos del 27 y 28 de febrero” (Cuadernos del CENDES, N°10, Enero-Abril 1989) afirma lo siguiente:
Si, como se dijo, el detonante de la explosión fue la especulación con los precios del transporte urbano, el anuncio de las medidas económicas el día 16 de febrero y el inicio de su puesta en práctica formaron parte del contexto significativo en el cual fueron recibidas e interpretadas las acciones especulativas de l0os transportistas. Se puede decir que los eventos del 27 y 28 de febrero constituyeron una reacción popular ante el nuevo programa y el inicio de su aplicación, puesto que las nuevas tarifas y las demandas de los transportistas de derivaban directamente del paquete”.
Para Kornblith, como para Petkoff (que parece olvidar la famosa tesis del “timming” del ajuste estructural durante la Agenda Venezuela, de la cual fue su principal vocero de gobierno) se trataba de:
(…) el problema del tiempo adecuado en la presentación y puesta en práctica del paquete se refiere al hecho de que los efectos negativos del anuncio y puesta en practica de las medidas se dejaron sentir de manera inmediata y con mucha mas fuerza y profundidad a nivel de los sectores populares que sus efectos positivos, puesto que el diseño y puesta en practica de medidas compensatorias – que si estaban contempladas – quedaron completamente rezagadas y opacadas respecto al impacto negativo del programa.
¿Por qué se intenta entonces, borrar (por una manida pasión y sesgo antichavista) lo que parecen ser claros elementos de información y de evidencia histórica disponible de lo sucedido? Aquí Petkoff, ¿Será posmoderno: no existen hechos, solo interpretaciones y esta es una interpretación? No se trata de un simple cambio de interpretación, sino del desplazamiento de una posición en el "campo de poder". Detrás del enunciado, la enunciación.
Añade el cubano-americano Rafael Rivas-Vásquez, Director de la DISIP en aquellos momentos (Espero que lo recuerdes, Teo):
Pese a que "El Sacudón" (27/02/89) se produjo a los 25 días de tomar posesión el Presidente Pérez (02/02/89), el fenómeno representó el principio del fin de su Gobierno: 1) Representó un golpe mortal para "El Paquete", 2) El programa neo-liberal sufrió ajustes populistas como consecuencia de "El Sacudón". 3) Surgieron los cuestionamientos y se rompió el hechizo de CAP. 4) CAP tuvo que transformarse en el "presidente de la concertación" moviéndose entre los parámetros neo-liberales del FMI y las medidas populistas para bajar la temperatura social. 5) "El Paquete" quedó desvirtuado y con eso quedaba sellada la suerte económica de la nueva administración y su fracaso.” (Rivas Vásquez: El día que bajaron los cerros)
La ruta de las decisiones de CAP y la elite dirigente fue clara, se trataba de “apuntalar al régimen triunfante sobre la sangre de miles de desposeídos”.
Horas de sangre, horas de lucha. Los poderes no pueden ya nada, cuando, ante la posibilidad de horcas y ametralladoras, los hombres se sublevan.
Una lección de la revuelta popular-urbana que las elites dirigentes conocen; y de allí la utilidad de contar con el control del monopolio de la violencia legal; es decir, controlar efectivamente la represión mortifera: cañones y fusiles contra el pueblo.
Pues se trata de restablecer el orden: “Las fuerzas armadas no salen a la calle a reprimir” (Italo del Valle Alliegro; El Diario de Caracas, 6-03-2009, p.9) ¡Depende de que tipo de Fuerzas Armadas!
Estimados y estimadas, en Venezuela hay una manía de escupir pa´rriba:
“TEODORO: El plan Tinoco desató esta tragedia”. (El Nacional, 1-03-2009, P.4)
¡Al que le caiga le chupa!...

miércoles, 24 de febrero de 2010

EL DESACUERDO Y LAS PURGAS

STALIN Y YEZHOV

Javier Biardeau R.
El desacuerdo sin reconciliación no es un indicador del fracaso de la política democrática y del espacio público sino más bien su rasgo constitutivo.”(Benjamin Arditi)
En medio del devenir de la “revolución bolivariana rumbo al socialismo del siglo XXI”, según la fórmula más difundida, se ha pretendido montar un dispositivo de control ideológico-político de corte estalinista, por parte de quiénes hacen apología del legado del “socialismo real”, claramente identificadas en el proceso venezolano. Se inicia una encrucijada política en la cual, o se rompe definitivamente con el dispositivo estalinista en todos los terrenos, o el proceso popular constituyente queda completamente engullido en la trayectoria del socialismo burocrático.
La defensa encubierta de la sub-cultura estalinista y de sus residuos ideológicos, pasa por una postura acrítica de las experiencias del Socialismo Burocrático realizado (URSS y sus satélites). Sus tácticas son vino viejo en aparentes nuevas odres: todo lo que no sea el Socialismo troquelado desde la idea marxista-leninista ortodoxa más ramplona, extraída de los manuales de “comunismo científico”, es descalificada y atacada como “reformista, anarquista, pequeñoburguesa y contra-revolucionaria”. Viejos estigmas de viejas polémicas.
Se trata “casualmente”, de los estigmas que utilizó la subcultura de aparato de izquierda para disciplinar autoritariamente a sus militantes a lo largo del siglo XX, a partir del ciclo de luchas que se inicia desde la revolución rusa, y que se cierran con los acontecimientos de finales de los años 60, donde la defensa del estalinismo explícitamente queda completamente desacreditada. Sin embargo, lo que se diluye en el plano manifiesto, asume una existencia latente, esperando su reactivación histórica.
Esta micro-política estalinista avant la lettre, es la mejor demostración de que el socialismo burocrático realizado, sigue presente como clima en determinadas tendencias de la izquierda, aún significando la demostración histórica de nuevas formas de alienación, opresión y explotación; lo cuál explica parcialmente, algunas de las condiciones subjetivas por la cuales no pudo representar alternativa histórica alguna al capitalismo hegemónico.
El uso del monopolio de la “voz revolucionaria”, la descalificación de cualquier diferencia o desacuerdo, es un ejemplo típico de las pretensiones de control ideológico, del lenguaje y del pensamiento, suficientemente analizado por intelectuales de respetable trayectoria en la izquierda mundial (Para muestra: Chomsky)
Aunque el nuevo imaginario socialista asume la diferencia y el desacuerdo como elemento indispensables de la política de la igualdad y la emancipación (ver Ranciere, por ejemplo), la vieja izquierda se inclina a conservar su pretensión de policía (En el estricto sentido dado por Foucault: disciplina, normalización y control).
El uso del monopolio de la “voz correcta”, en el capitalismo neoliberal hegemónico, tuvo un gran impacto y fue analizado como “pensamiento único” (Ramonet dixit). Pero el “pensamiento único”, desborda las cartografías de “derecha e izquierda” propias de la geo-cultura de la Modernidad occidental; delimita vastos problemas filosófico-políticos de diferentes círculos civilizatorios, culturales y nacionales (pues toda filosofía tiene sus implicaciones políticas).
Uno de estos problemas es la distinción entre posturas absolutistas-despóticas, y las interpretaciones que consideran que a “ilustración de la liberación”, a la “razón histórica” o las “hermenéuticas-críticas”, como un patrimonio valioso para los movimientos de emancipación social, política y cultural.
El despotismo anida en aquel lugar común que plantea, por ejemplo, que la “Iglesia” siempre habla de “libertad” cuando está en la oposición, y de “verdad monolítica” cuando ejerce el poder. Algo semejante ocurre con el dispositivo estalinista, al convertirse en una maquina de constitución de identidades contra-revolucionarias (todo lo que no sea como el “acróbata audaz”, es contra-revolución).
La analogía es útil en la medida en que se reconoce que hay un “marxismo de derecha”: un marxismo burocrático, sectario, dogmático, vulgar, que con aparentes expresiones marxistas, reproduce y vehicula un principio (arché) de cuño despótico.
Por tanto, las nuevas figuras de los Socialismo participativos, democráticos, plurales y libertarios, no se construyen desde los viejos métodos, plantillas, expresiones y contenidos del imaginario despótico del estalinismo.¡Ni desde las armas melladas del capitalismo, ni desde las armas melladas del estalinismo!.
Hacerse cómplices, dejarse llevar o intimidarse por el dispositivo estalinista, es justamente la puerta de entrada a la sedimentación, desde la vida cotidiana hasta las instituciones, de los “lugares comunes” y “habitus” del Socialismo Burocrático del siglo XX; liquidando la posibilidad de la experiencia crítica y creativa del Socialismo participativo, democrático, plural y libertario.
Sin amplia participación, protagonismo popular y deliberación, sin decisión de bases, sin diversidad de corrientes de pensamiento crítico socialistas, sin ampliación de los espacios de libertad de los individuos sociales, como singularidades revolucionarias, el dispositivo estalinista se apropia de los espacios de la revolución como un “virus gusano”.
Se habla, por ejemplo, desde el dispositivo estalinista de “avanzar al Socialismo”, de “profundizar la revolución”, de “radicalización” en medio de más patético seguidismo ideológico y la repetición acrítica de cuatro o cinco “axiomas” de los manuales de “comunismo científico” (propiedad estatizada, táctica de clase contra clase, partido único, planificación burocrática y deber de sumisión ideológica).
Sin embargo, la conciencia socialista emancipadora es autonomía liberadora de multitudes populares, no sumisión castradora de aparatos, partidos ni engranajes estatistas. Se pretende imponer el estilo de “socialismo “correcto”, pues se trata del monopolio de la “voz única”, que se complementa a su vez con un abstracto y simplificador “análisis sociológico de clases”, donde cualquier “idea” es un simple “reflejo ideológico” de una situación definida por algunos atributos sociológicos.
La manipulación es muy sencilla. Un “pequeño grupo de decisión” (el equipo de propaganda de la “voz correcta”) pre-define cuál es la “conciencia revolucionaria” (“Nosotros” estamos en la “Verdad”), así como los “parámetros de desviación y divergencia ideológica” (A la izquierda de “nosotros” solo hay "anarquistas", a la derecha, “oligarcas” y “reformistas”. Ambos hacen “causa común contra-revolucionaria”.
Así, se definen los axiomas, principios y dogmas de la “secta”, que son obviamente normas, valores y creencias incuestionables. Luego, se establece si las “opiniones analizadas” se desvían o no de la opinión sostenida por el “núcleo de decisión” (la “voz correcta” del núcleo), tratando de relacionarlas con situaciones de clase sociológicamente definidas.
La plantilla de clases es elemental, no parte de ningún “análisis concreto de una formación social específica”, con sus rasgos y características particulares, se trata de una simple clasificación sobre-puesta: “oligarquía, burguesía, pequeña burguesía, proletariado, marginales”, y en algunos casos, el “campesinado”. Allí comienza el ejercicio de atribución de “actitudes ideológicas básicas” para cada una de estas clases.
Si la opinión objeto de “seguimiento político” es la de una persona o grupo de “condición obrera y popular”, pero se desvía o diverge de la posición atribuida por el “grupo de decisión”, entonces será etiquetada como afectada por el “poder espiritual de la ideología dominante”; la opinión estará presa de la “falsa conciencia”; es decir, su valor será nulo o negativo, en estado de “debilidad ideológica”, “potencial peligrosidad” o “contra-revolucionario”.
El esquema binario, lo que la semiología han llamado el “binarismo del código”, o los filósofos: el “maniqueísmo”, es parte de la fórmula para efectos de control ideológico y normalización social. No se trata entonces de facilitar o catalizar la reflexión crítica, los pensamientos autónomos y creativos, sino de imponer la “opinión ideológica correcta”: Malo/bueno, correcto/incorrecto, verdadero/falso, aparecen relacionados en una suerte de “bloque mágico”: pasiones, actitudes, creencias, enunciados e ideas.
Así mismo, si la opinión analizada es la de una persona perteneciente a los “sectores medios”, “campesinos” o “marginales”; además tiende a desviarse de la opinión del “núcleo de decisión”, entonces la opinión es etiquetada como “reformista, anarquista, pequeñoburguesa o contra-revolucionaria”.
El chantaje es permanente (bajo la fórmula: o estás con nosotros o estás en el camino de la “contra-revolución”), e implica ejercer formas de “violencia simbólica” muy similares, por cierto, a los esquemas de propaganda política, de su institución fundadora (Iglesia), o de los “comunicadores estratégicos” de la industria cultural capitalista.
Desde allí, el criterio de contraste de opiniones aplica la regla de la "desviación ideológica, sea de derecha o de izquierda”; técnica institucionalizada en el partido-aparato estalinista. Obviamente, el “grupo de decisión” ya ha establecido la “voz ideológica correcta” de antemano. Lo demás es un juego de invariantes que giran alrededor de cuatro o cinco “axiomas” de la política estalinista (propiedad estatizada, táctica de clase contra clase, partido único, planificación burocrática y deber de sumisión ideológica).
Adicionalmente, operan racionalizaciones complementarias, extraídas de los manuales soviéticos, utilizando iconos ejemplares, para reforzar la identificación con los “héroes pertenecientes a la épica revolucionaria” (quienes encarnan y personifican los axiomas ya establecidos), basadas en la concepción de la forma ideológica como simple reflejo ideológico de situaciones de clases.
Se utiliza, con criterio de liturgia eclesiástica: el cuerpo, el rostro y la carne. Se trata de una suerte de “monjes” de la revolución, preñados de la “pureza moral” descrita en el recomendable trabajo de Barrington Moore (“Pureza moral y persecuciones en la historia”).
Aunque parece elemental su lógica y su funcionamiento, son devastadores sus efectos para la sedimentación de una cultura política autoritaria en las corrientes de izquierdas, pues instituye un modelo de “propaganda bancaria y alienante” (Denunciada por Paul Freire, en su crítica a los métodos de concientización de la vieja izquierda autoritaria).
Se trata del más burdo y vulgar “adoctrinamiento coercitivo”, que para ser completamente eficaz, debe articularse adicionalmente a espacios o a campañas dirigidas a la “critica y auto-crítica revolucionaria”, que se asemejan a rituales de “desposesión”, “purificación moral” y “ex culpación ideológica”.
El ideal colectivo coercitivo construye las fantasías centrales de grupo (culto a la personalidad, vanguardia-aparato, legalidad revolucionaria, criminalización de la diferencia), con rasgos persecutorios y paranoides, explicitamente articulados a demandas de penalización y castigo.
Se trata más que de estimular el debate socialista, de diseminar "fórmulas de juicios de opinión" utilizadas en las grandes "purgas soviéticas".
Los estudios de influencia social y psicología social de la persuasión coactiva, muestran cómo “sectas, servidumbres y despotismos”, utilizan este tipo de técnicas y métodos de manipulación ideológica. En el caso del campo de izquierda, el dispositivo estalinista se basa en principios similares a las más burguesa y capitalista “Sociología de la desviación social”, pues se trata de técnicas de dominación, control y gobernabilidad, que pretenden anular opiniones, actitudes y pensamientos disconformes, críticos o contestatarios; por tanto, potencialmente divergentes.
Aunque esta retórica reaccionaria fue quebrada durante los acontecimientos del 68, dando lugar a nuevos flujos y singularidades revolucionarias, se mantiene latente en determinados espacios. Han sido las voces subalternas, marginadas y excluidas las que le dieron la espalda al dispositivo estalinista. Stalin, con su sociología de la desviación y su criminación de toda diferencia, fue emblema de los que la nueva izquierda rechazó a lo largo y ancho del mundo. ¡Pero…aún quedan sus cultores y comisarios, reactivando su estilo político!
El lucha por la contra-hegemonía socialista no es entonces un consenso construido por prácticas hegemónicas democráticas, o por pedagogías políticas emancipadoras, sino por prácticas hegemónicas autoritarias, imponiendo consensos forzados, con una “intoxicación lingüística” de base, desinformando, manipulando, suprimiendo información, chantajeando al destinatario, manejando culpas y proyectando “chivos expiatorios”.
Las etiquetas son diseminadas: la “maldición ideológica” de la “pequeña burguesía” es su “oscilación política”. Vive permanentemente una suerte de trastorno ideológico bipolar, con su hibrido esquizoide. Así mismo, los etiquetados como “marginales”, viven bajo la desorganización socio-genética de sus ideas y valores, por la fragmentación social, vicios y “conductas antisociales” del “lumpen”. Sirven de “masa de maniobra”, de rebaño electoral, pero están presos de tendencias egoístas, cálculos inmediatos y utilitarios. Los “campesinos” son siervos ideológicos de la pequeña propiedad agraria y de la pequeña producción mercantil; y así sucesivamente, con las diversas capas o sectores, que no se consideran portadores de la verdadera “ideología proletaria”; es decir, la que postula los cuatro o cinco axiomas del “socialismo correcto” (propiedad estatizada, táctica de clase contra clase, partido único, planificación burocrática, deber de sumisión ideológica).
Finalmente, la única ideología auténtica es la del “proletariado revolucionario”; pero no la del “proletariado empírico”, ni la de los “obreros de carne y hueso”, sino la que expone magistralmente la “vanguardia portadora de la conciencia revolucionaria”, encarnada en el aparato-partido marxista-leninista (si es “partido-único”, mejor), que será un “destacamento de vanguardia”, cuyos miembros, son como señalaba la fórmula leninista: “profesionales de la revolución” (si lo confunde con los Fasci italiani di combattimento es una simple “confusión pequeñoburguesa”).
Este paquete ideológico de adoctrinamiento coactivo pretende imponerse bajo un ambiente de “no debate”. El “debate de ideas” es la táctica difusionista, donde se liquidan por descalificación todas las opiniones distintas a las del “núcleo de decisión o propaganda” (La forma de debatir es singularmente dialéctica: simplemente, se declara la verdad y se concluye en la misma verdad.)
Sin embargo, hay un terreno donde el núcleo de decisión de la “voz correcta” es incompetentes: una lectura crítica de Marx. Como los filtros del estalinismo son los operadores simbólicos (¡Peor para Marx!). Si uno lee en profundidad, por ejemplo, al mismísimo Marx, no encuentra ninguna de estos axiomas, principios ni terminología de “desviaciones, líneas, aparatos” y “voz correcta”. ¿Cuando comenzó toda esta nomenclatura de la “desviación ideológica”, en el seno del pensamiento de la izquierda revolucionaria?
Se trata de un acto político fundacional que se institucionaliza con el lenguaje de la ortodoxia bolchevique y su “sub-cultura de partido-aparato”. La retórica, los tropos, las figuras del lenguaje remiten al imaginario jacobino de la “elite revolucionaria”.
¿Conocemos el significado los procesos y circunstancias históricas que llevaron a la etapa del “terror revolucionario”, sus “comités de salud pública”, durante la “Revolución Francesa”?. Obviamente, el “monopolio de la virtud” y la “pureza moral” están del lado de un grupo auto-designado como encarnación de la “voluntad general”. El resto es pura “contra-revolución”, por tanto, “homo saccer”, “spam”, “desperdicio”, “destino en el gulag”.
Desde este esquema, cualquier divergencia de criterios, valores o ideas es descalificada bajo la intención de fortalecer el “polo reformista”, o peor, el “polo contra-revolucionario”. Aquí, debemos recordar al “padrecito” Stalin (Sobre el peligro de derechas en el PC de la URSS-1928):
La desviación derechista en el comunismo, bajo las condiciones del capitalismo, es la tendencia, la propensión de una parte de los comunistas -- sin forma definida aún, verdad es, y quizá inconsciente, pero propensión, a pesar de todo -- a apartarse de la línea revolucionaria del marxismo, inclinándose hacia la socialdemocracia. Cuando ciertos círculos comunistas niegan la oportunidad de la consigna de "clase contra clase" en la lucha electoral (en Francia) o se manifiestan contrarios a que el Partido Comunista presente una candidatura independiente (en Inglaterra) o no quiere agudizar el problema de la lucha contra la socialdemocracia de "izquierda" (en Alemania), etc., etc., eso significa que dentro de los Partidos Comunistas hay gente que pugna por adaptar el comunismo a la socialdemocracia.
Se trata de toda la jerga del llamado “tercer período” estalinista (contra el frente único revolucionario, contra el frente popular, contra el frente amplio de izquierdas), basada en la idea que enuncia que para “radicalizar la revolución” hay que acometer una jornada de purgas, liquidando las “desviaciones de derecha” (socialdemocracia) y las “desviaciones de izquierda” (trotskismo, anarquismo, democratismo, entre otras).
El dispositivo estalinista adquiere su éxtasis justamente en el acontecimiento criminal que se desencadena con las “purgas”. Cualquier arqueología de las ideologías políticas puede analizar, comprender y caracterizar esta retórica de la “ortodoxia de aparato”. El extremo de este sectarismo puede llevar, por ejemplo, a la institución del “Pensamiento-Gonzalo”, en el caso del “maoísmo” de Sendero Luminoso, por ejemplo.
El culto a la personalidad es, definitivamente, la etapa superior del sectarismo. La enfermedad de la izquierda es el sectarismo.
La cohesión ideológica del grupo sectario responde, entre otras dimensiones, a la difusión del “enemigo oculto, disfrazado, infiltrado”, a la proyección del fantasma paranoico-agresivo de grupo, como base de la “ilusión grupal”. Cualquier diferencia de opinión es traición, no hay apertura alguna a nuevos horizontes de comprensión, ni a explorar la fecundidad de una multiplicidad de perspectivas, cualquier divergencia de políticas, es contra-revolución, el camino es único, y el pensamiento-único también; como la “revolución está ahora asediada desde adentro”, ha llegado el tiempo de las “grandes purgas”.
¡Ya tenemos nuestros pequeños pichones de Yezhov!
El asunto clave y estrategico es si esta reacción estalinista, provocará una contestación que ponga en juego axiomas radicalmente democráticos, diversos y complejos de una política-otra para nuevos socialismos contra-hegemónicos.
¡Insumisos, unios!

lunes, 22 de febrero de 2010

EL SOCIALISMO DE LA DEMOCRACIA RADICAL-INTRODUCCIÓN:



Javier Biardeau R.
Existen múltiples diseños de socialismo. Apostamos por el socialismo desde abajo, contra-hegemónico, radical-democrático, anclado en parámetros histórico-culturales específicos y a la vez aspirando a la conquista de una antro-política para el género humano; por tanto, plural, intercultural y libertario.
Más que del “marxismo en singular”, en clave burocrático-despótica, anclado en la “ortodoxia soviética” como dogma, se requiere una plataforma teórica de “pensamientos críticos socialistas” (no un nuevo pensamiento único), donde confluyan las ciencias sociales e históricas comprometidas con los intereses liberadores, los marxismos críticos, la eco-política radical y los saberes contra-hegemónicos.
Estalinismo no, pensamientos críticos socialistas, si. La democracia radical se resume en una consigna: socialización absoluta del poder social; en fin, lucha por el horizonte de la democratización social como proceso abierto, instituyente, de la inmensa mayoría en interés de la mayoría inmensa. Esta es una idea originaria de Marx, pero no solo de Marx. Es una idea-fuerza que comparten quienes conciben el socialismo como una ampliación sin fin de los espacios de emancipación, colocando la igualdad y la justicia material, el fin de la explotación y de la estructura de mando capitalista, como contextos indispensables de la libertad política.
No se trata por tanto, de aquel “comunismo grosero” cuestionado por Marx en los Manuscritos de París. Se trata de un comunismo democrático, libertario, anti-capitalista de cabo a rabo. Pero también, se trata de un horizonte de pensamiento post-metafísico, post-cientificista, post-desarrollista, y como diría Mariátegui, post-racionalista.
Obviamente, los anticomunistas ramplones son inhábiles para la tarea de imaginar y comprender este horizonte de sentido. Siguen anclados en la modernidad periférica, colonial, euro-céntrica, desarrollista y capitalista. La perspectiva anticapitalista implica un más allá de la modernidad euro-céntrica, es decir, más allá del racismo y la conjunción de discriminaciones de etnia, color, género, edad y clase social.
Se trata además, de una perspectiva anti-imperialista, de las actuales luchas de los explotados, dominados y oprimidos a escala mundial, que reconoce la multiplicidad de frentes de conflicto social, político y cultural. El carácter general de las luchas de clases en las formaciones sociales y sus modos de articulación en el orden capitalista internacional, no son suficientes para dar cuenta de los ensamblajes y dispositivos de dominación/sometimiento. El marxismo crítico es necesario, pero es insuficiente.
Algunas de las direcciones de las organizaciones partidarias de izquierda revolucionaria en Venezuela, por ejemplo, sostienen que en esta etapa la revolución venezolana tiene carácter de “liberación nacional” y no de clase. Es decir, que falta recorrer las tareas de una revolución democrático-burguesa para aspirar a realizar las tareas socialistas. Eso se llama “etapismo”. Pero las tareas socialistas desde la perspectiva de la democracia radical no solo son asuntos de clase y explotación económica. Son asunto de lucha contra diversas formas, ensamblajes y dispositivos de opresión social.
No se trata exclusivamente de “clasismo” en sentido leninista, trotskista o gramsciano. Se trata de mucho más que eso, pues la dominación social es un efecto de conjunto de relaciones jerárquicas de coerción política, explotación económica, hegemonía ideológica, exclusión social y negación cultural.
El sujeto de la revolución es la confluencia constituyente de la multitud popular a escala de las sociedades nacionales, en primer lugar, conformada por las singularidades revolucionarias que se constituyen en cada frente de lucha. Pero es además, la multitud global a escala del sistema internacional. El enfrentamiento se hace contra el capital, las fracciones burguesas, sus comandos políticos y sus Estados. En esto consiste la revolución socialista.
No es hora entonces de burocratismos sectarios, ni de divisiones entre confesiones de aparato, en circunstancias decisivas para la reorientación y reagrupamiento político de las multitudes populares movilizadas. En estas condiciones de dispersión, el Estado Venezolano seguirá siendo un Estado burgués a mediano plazo.
No se trata de deseos, y esto hay que aclararlo, sino de la evaluación de la precaria acumulación de fuerzas anti-sistémicas en sus aspectos cualitativos. Existe elementos nacionales, democráticos, populares y revolucionarios, pero falta mucho trecho para hablar de una revolución socialista.
Tampoco es momento de sacar tajadas políticas de un proceso histórico de flujos y reflujos, que llamamos transición rumbo al socialismo. Se generan y acumulan puntos de bifurcación, pero no se trata de una lucha sin fricciones, retrocesos y operaciones de maniobra. No hay camino liso y sin dificultades hacia el socialismo, mucho más, si no se tiene claro el diseño de socialismo que se pretende impulsar en las luchas de cada día.
El siglo XX venezolano es un campo vasto de diversas iniciativas y experiencias revolucionarias. Más de 80 años de experiencias revolucionarias muestran que el desplazamiento de la burguesía de la propiedad y control de los medios estratégicos de producción y del Estado, no conduce siempre de modo inevitable o necesario al continuado proceso de socialización del poder en la sociedad.
La pérdida en la articulación entre la revolución democrática, la revolución nacional y la revolución socialista ponen sobre la mesa que se trata una lucha que combina diversos aspectos y frentes de lucha. Más aún, si se toman en consideración las luchas ecologistas, feministas, anti-autoritarias y descolonizadoras de hoy. Los problemas que de allí se desprenden son el terreno del revitalizado debate e investigación contemporáneos en el movimiento socialista, revolucionario y democrático-radical a escala mundial.
Son muchos los sectores de la izquierda venezolana que omiten la renovación del estudio de fondo y el debate de estas cuestiones, acaso por considerar que ellas han sido ya resueltas por las ortodoxias y dogmas, de una vez para siempre, en modelos históricos a los que se presta una simplista adhesión. Pero esta posición es un error de graves consecuencias.
Por ejemplo, a) el problema de transformar la estructura de poder que la revolución socialista implica en general, e implicaría en el Venezuela en particular; b) sobre el modo de erradicar la explotación capitalista en particular; c) sobre la relación entre poder político y los partidos, y consecuentemente sobre el carácter y forma institucional de las organizaciones partidarias de las clases trabajadoras y la multitud como bloque histórico de las clases populares; así como, d) acerca de la unidad o pluralidad de partidos en el seno de este nuevo bloque histórico en gestación, sobre todo en relación con los sindicatos y movimientos sociales, e) sobre el problema de la burocracia y de las tendencias a la reconstitución de nuevas sociedades de clase a partir del poder burocrático en el “capitalismo de estado” o en el “socialismo de estado”; f) acerca del inventario crítico de las experiencias del "socialismo realmente existente", de las condiciones de su constitución y desarrollo y de su revolución; g) sobre el problema de las alianzas de clases, grupos y sectores frente al poder político revolucionario, h) acerca de la cuestión del nacionalismo y de su relación con el internacionalismo; i) sobre los condicionamientos sobre el proceso socialista, provenientes de las bases históricas del capitalismo rentista y dependiente; j) sobre las relaciones entre nacionalismo y socialismo, y entre socialismo y democracia; en fin, sobre todas estas cruciales cuestiones el debate venezolano es aún incipiente.
Ninguna de las personas o grupos que se reclaman de la identidad de ser “revolucionarios socialistas” puede sostener, frente a la crisis actual del capitalismo y la de los modelos del "socialismo real", que esta descartada la necesidad de estudio y el debate de esas cuestiones, no solamente en la investigación teórica, sino mucho más aún en la práctica viva de las luchas diarias de los dominados, explotados y oprimidos.
El problema de la estructura de poder en la revolución socialista es fundamental, y esto requiere explicitar que se imagina y piensa acerca de la relación entre democracia y socialismo.
En esto consistirán las próximas entregas.

domingo, 21 de febrero de 2010

¿DEMENCIAL SOCIALISMO?: LA PAJA Y LA SEMILLA.

Otto Von Bismarck


Javier Biardeau R
Primera aclaratoria: existen diversos horizontes de socialismo, desde aquellos que parten de la centralidad del poder popular, los movimientos sociales, la alianza de un frente amplio de izquierda, para construir la hegemonía democrática y socialmente incluyente, hasta aquellos que le rinden culto a los aparatos: partido-único, estatismo autoritario, planificación burocrática, liderazgos que encarnan formas de hegemonía autoritaria (Stalin-Hoxha-Ceausescu dixit).
Apostamos por los primeros, impugnamos los segundos.
Por otra parte, distinguimos planos: abajo, el “proceso popular constituyente”; arriba: luces y sombras del “gobierno bolivariano”. Quien sepa leer que lea: No sacrificaremos la voluntad de la crítica radical por el fanatismo de la lealtad ciega. Léase además: no votaremos por proyectos de derecha, menos por los nostálgicos de aquel golpe y decreto de abril.
Segunda aclaratoria: No hay “dos izquierdas”: la bien-pensante (Castañeda-Villalobos-Petkoff dixit) y la demencial-populista (los “Heidegger” de Chávez). Hay múltiples matices, corrientes y variantes de Socialismo(s).
Basta apreciar las singulares experiencias históricas o, por ejemplo, el texto clásico de Kolakowski, para reconocer que existen: a) marxismo(s), b) socialismo(s) marxista(s), c) socialismo(s) no marxista(s), d) Socialismo(s), donde habitan marxistas y no marxistas.
Por tanto, es posible construir tanto socialismos participativos, pluralistas, libertarios, construyendo espacios para las democracias socialistas, como socialismos autoritarios, burocráticos, monolíticos, que construyen regímenes despóticos. Apostamos por los socialismos desde abajo, por las democracias radicales.
Rechazamos las generalizaciones simplificadoras (¡El socialismo es el estalinismo!, ¡La democracia es burguesa de todas formas!), pues encubren y participan en tácticas de polarización/reducción del discurso. ¿Con que fines se impone el estereotipo? Control del discurso, control del pensamiento, control la influencia y persuasión social (Chomsky/Van Dijk dixit).
Tercera acotación: Margaret Thatcher será siempre más clara en sus intereses, pasiones y prejuicios, que nuestros ex marxistas reciclados en los axiomas de la “servidumbre liberal”: “preferencias individuales”, “soberanía del consumidor”, “utilidad marginal”, “escasez” y “céteris páribus”.
Gramsci lo decía con precisión: la apología del individualismo posesivo (McPherson dixit) es un tipo de “conformismo social”; efecto sedimentado de discursos, prácticas e instituciones históricas.
Cuarta aclaratoria: hacemos una lectura política de Marx. No desde el "Socialismo Científico", sino desde los saberes contra-hegemónicos, saberes de lucha. No buscamos “leyes históricas” ni un nuevo "continente científico".
Las luchas define tendencias y contra-tendencias en los procesos conflictivos de las sociedades históricas. Definen modos de regulación político, regímenes de acumulación y proyectos históricos Pero el prius no corresponde a una supuesta legalidad científica, calcada de la racionalidad de la ciencia normal de la física, química o biología del siglo XIX, sino a la acción histórico-colectiva. Correlación de fuerzas contra ley objetiva del valor.
No hay que estudiar 50 años de marxismo, para repetir (por una degradación neo-positivista de la crítica negativa) las refutaciones contra Marx de Ludwig von Mises o Eugen von Böhm-Bawerk. O suponer arrogantemente (ex cathedra) que la disputa entre individualismo metodológico y estructuración histórico-cultural, ha sido apodícticamente zanjada por el modelaje de la “teoría de juegos”, o alguna variante neoclásica del “equilibrio general” (¿Dijo usted “grupo de septiembre”?)
Si se tratara de re-crear el slogan de Thatcher, con efectos sofísticos de la “Academia”: No hay alternativa- TINA, sería indispensable pasar de la crítica al “demencial socialismo” a explicitar el “proyecto histórico” de la “academia liberal” contra al “populismo revolucionario” (Diane Raby dixit)
Quinta aclaratoria: “El orden del discurso”. Michel Foucault afirmó la existencia de procedimientos de exclusión de los discursos: por ejemplo, separación entre “razón/locura” (a propósito del “demencial socialismo”), o verdadero/razonable (a propósito de la "academía científica"). El discurso, el saber, la voluntad de verdad, no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha.
Habrá que colocar entre-paréntesis la pretensión de poseer “el discurso de la razón”, la “evidencia incontestable”, la "facticidad histórica, teórica y empírica".
Quien decide ser cómplice de la razón estratégica de la estructura de mando del Capital, del “principio de rendimiento” (Marcuse dixit), o del “discurso-amo capitalista” vive su sujeción ideológica con... "libertad": ¡Sed felices instrumentos del mercado: consumid, innovad, enriqueceos!
Para este horizonte, la palabra del “demencial socialismo” es nula, sin valor, no contiene ni verdad ni importancia, no puede participar en la construcción ético-política de la justicia material. Pues la justicia pretende ser declarada patrimonio exclusivo de la “ética liberal”; es decir de la estrategía política liberal.
Sin ingenuidades: En el “prestigió” de las “academias” se juega la “voluntad de saber”, con sus “sistemas de coacción y de exclusión” de las otras voces, saberes y conocimientos (¿Ha leído la “Academia” el “Homo Academicus”? Bourdieu dixit).
¿Quienes son los policías del espíritu? ¿Quiénes, los “perros guardianes”? ¿Quiénes los funcionarios orgánicos de cuál voluntad de poder?
No recordemos más el espectro de Carmona Estanga. Como diría Baudrillard: “El Golpe de abril no ha tenido lugar”. ¡Fue un vacio de poder!, diría nuestro pichón de Berlusconi: Ravell.
Esto dijeron una mayoría de “Académicos”, evaluando imparcialmente "pruebas, testimonios, hechos y evidencias". Los golpistas estaban preñados de "buenas intenciones". El discurso de la economía politica burguesa y del derecho liberal hacen nudo, pues comparten idénticos presupuestos.
Reaparecen los espíritus nostálgicos de Bismark y sus “leyes anti-socialistas”. ¡Paredones, cárceles y manicomios para los “rojos”!
¿Exageraciones? Tal vez sea una “razonable” y “democrática” “agenda legislativa”.
¡Ament meminisse periti!

domingo, 14 de febrero de 2010

NI LENIN NI BETANCOURT: ¡QUE VIVA SIMÓN RODRÍGUEZ!



Javier Biardeau R.
Napoleón quería gobernar el género humano: Bolívar quería que se gobernara por sí y Yo quiero que aprenda a gobernarse”.
(Simón Rodríguez. Sociedades Americanas)

En 1931 le advertía Mariano Picón Salas a Rómulo Betancourt con relación al “marxismo” y “comunismo” lo siguiente:
Sería una tontería predicarle a gente tan arraigada al suelo y de imaginación concreta la abstracción comunista, esa especie de algebra espiritual que ellos no pueden entender” (1).
Llama la atención en esta suerte de “consejo al futuro príncipe”, las consideraciones sobre la eficacia material de los enunciados, formaciones discursivas e ideologías en el terreno de intervención propiamente política.
También llama la atención tres atribuciones que identificarían el “sujeto popular” como “masa de maniobra” y “audiencia política”: “gente tan arraigada al suelo”, de “imaginación concreta”, un “algebra espiritual que ellos no pueden entender”. El terreno de la sujeción/sometimiento por el discurso y los afectos adecuadamente implementados comenzaba a preparase. El efecto sofistico del partido de masas entraba en escena. Y la entrada de las masas a la historia venezolana se hacía como vagón de cola, como masa disponible para la movilización contra Gómez y el gomecismo.
Por cierto, allí se anidaba un tema típico de la política reaccionaria: ¿cómo “instrumentalizar políticamente” una “psicología de masas”, para beneficio de una “minoría dirigente”? No se trataba de impulsar la auto-emancipación, la autonomía revolucionaria de masas, el auto-gobierno democrático, sino la institución de las “elites dirigentes”, un imaginario jacobino-radical, tentado por la terminología leninista como herramienta política, pero sin las implicaciones anticapitalistas de la “Revolución Rusa”. Por un lado, los “intelectuales revolucionarios”; por el otro, las “masas depauperadas moral e intelectualmente”.
Obviamente, se requería una adecuada estrategia de anclaje de pasiones revolucionarias y discursos bien ensamblados en consignas, para ser anclados en el imaginario popular; es decir, consignas concretas incardinadas a las estructuras de sentimiento de los sectores populares. Pues las masas debían ser conducidas (muchas veces por otros grupos, capas, clases y sectores).
Este axioma termina bloqueando la radicalidad de la tesis marxiana, siguiendo a Flora Tristán: la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos. ¿Es posible una dirección proletaria sin concurso protagónico del proletariado? ¿Es decir, por “obra y gracia” del “espíritu de los profesionales de la política revolucionaría, por la acción de los expertos de la razón burocrática y del aparato político”? Fe en el burocratismo. Superstición ante los sujetos del “supuesto saber infalible” de la política: el marxismo como “socialismo científico”, como discurso del estrato de los “intelectuales revolucionarios”.
Gramsci a su manera, trataba de cerrar el hiato entre el “sentimiento” y los “conceptos”, poniendo en juego el “espíritu de escisión”, entre los efectos de la ideología dominante en las clases subalternas, el “sentido común”, el “buen sentido” y la “teoría revolucionaria”, pero su horizonte fue de nuevo reducido, a una burda teoría de los “intelectuales revolucionarios”. Ellos, siempre arriba; los expropiados del saber, abajo. Así se liquidaba la veta libertaria de Gramsci.
En medio de las implicaciones políticas de la reflexión del lenguaje y las ideologías en el campo del poder social, el semiólogo Roland Barthes (2), decía en su lección inaugural en el Colegio de Francia, que el problema no era un asunto de sustraerse del Poder en mayúscula (pues hay una multiplicidad de poderes, lo mismo diría Michel Foucault), sino colocar sobre la mesa el asunto de no someter a nadie. Esta línea de fuga de la lógica de la dominación, vía violencia simbólica era bloqueada por las “teorías de la reproducción”. El asunto clave es si partiendo de la noción de reproducción se puede imaginar y pensar la transformación revolucionaria. Pienso que no.
Esta inquietud puede ponerse en contacto con la problemática de Gramsci, en sus “Elementos de política” (3): ¿Es posible superar la barda entre gobernantes y gobernados? Si no fuese posible, se naturalizaría la “servidumbre voluntaria”. Existiría una voluntad de sumisión, de sometimiento. ¿Y para que la revolución, entonces?
Hay que aligerar la carga de los llamados “intelectuales”. No podemos hacer fuerza para apalancar a los sacerdotes del “Capitalismo de Estado” o del “Socialismo de Estado”. El Estado genera sus propias supersticiones para auto-reproducirse. Una de ellas, instituir la más pesada alienación política. De ser servidores de los intereses públicos, se convierten en dominadores incontrolados. Mentalidad de funcionarios de partido y aparato, una verdadera casta de capataces políticos, con sus látigos y incentivos.
Los intelectuales han sido cuna de muchas “Nuevas Clases” (Goldner dixit). Elegir desmantelar evidencias incontestables comporta riesgos, así como aburrirle la fiesta a los poderosos, a quienes aspiran en su lecho imaginario a gobernar-nos sin fin, en vez de crear las condiciones para el auto-gobierno de masas. De eso trata la democracia participativa y protagónica: Impedir que nos gobiernen nuestras vidas.
Si se trata de definiciones, no esperen una “línea correcta” sino una actitud de contestación. Hay demasiadas curvaturas y ondulaciones en los “territorios existenciales”. De líneas rectas y correctas hablan los geómetras del orden. Si los pueblos pueden aprender a auto-gobernarse, ¿por qué dejan que los gobiernen? ¿Anarquismo? A 100 años de la Revolución Mexicana (una auténtica revolución social indo-americana inconclusa), será hora de releer a los hermanos “Flores Magón” (4):
Bendito momento aquel en que un pueblo se yergue. Ya no es el rebaño de lomos tostados por el sol, ya no es la muchedumbre sórdida de resignados y de sumisos, sino la hueste de rebeldes que se lanza a la conquista de la tierra ennoblecida porque al fin la pisan hombres. El derecho de rebelión es sagrado porque su ejercicio es indispensable para romper los obstáculos que se oponen al derecho de vivir. Rebeldía, grita la mariposa, al romper el capullo que la aprisiona; rebeldía, grita la yema al desgarrar la recia corteza que cierra el paso; rebeldía, grita el grano en el surco al agrietar la tierra para recibir los rayos del sol; rebeldía, grita el tierno ser humano al desgarrar las entrañas maternas; rebeldía, grita el pueblo cuando se pone de pie para aplastar a tiranos y explotadores.
Un socialista libertario contemporáneo, Noam Chomsky (5) escribió algunas palabras polémicas que todavía hoy son censuradas por las mentalidades de aparato: “La Unión Soviética vs el Socialismo” (http://kamita.com/misc/nc/textos/urss01.html). Hay quienes quieren reactivar la pureza del legado leninista como si por allí fuesen los tiros de nuevos socialismos democráticos, plurales y libertarios. Lo diremos, siguiendo a Maurice Brinton (6), y sin pedido de disculpas: esta vía es una “estafa ideológica”.
También Betancourt trato de inspirarse o identificarse en una suerte de “Leninismo criollo”, como si la “ortodoxia bolchevique” (el Manual de Materialismo Histórico de Bujarin, por cierto) representara los más avanzado del pensamiento revolucionario. ¿“Betancourt leninista”?: una seria advertencia para las recientes “conversiones” de miembros de la alta dirección del PSUV. ¡Cuidado si siguen los pasos de Betancourt, hasta aterrizar en el “social-reformismo anticomunista”, con su inevitable subordinación a Washington! Pero supongamos que se convierten más bien, en “ortodoxos post-leninistas”. ¿Donde aterrizarán? ¿En el leninismo que codificó el Estalinismo? El imaginario jacobino-blanquista está lleno de trampas. Allí están las semillas de los “sacerdotes del Estado” y su veneración supersticiosa. Gracias Karl Marx, por hacerlo presente, a pesar que desaparezcan a gente como Riazanov.
Por tanto, quedémonos con Simón Rodríguez. Si, viremos sin temor del Socialismo real, el del los burócratas de Estado, hacia el “utopismo socialista”, hacia la creación heroica de la multitud popular. Sin horizonte utópico, solo quedan los contables de la revolución, los que suponen que se trata de cambiar “sistemas”, sin cambiar la vida misma, la fibra existencial misma, con sus registros afectivos, estéticos y éticos.
Hay que catalizar que un aprendizaje liberador: que el pueblo se auto-gobierne. La “izquierda leninista” reclama una suerte de monopolio de la “voz revolucionaria”. Escuchemos a Chomsky:
En la revolución Rusa, el Soviet y los comités fabriles se desarrollan como instrumentos de lucha y liberación, con varios defectos, pero con un rico potencial. Lenin y Trotsky, asumiendo el poder, inmediatamente devotos a ellos mismos destruyeron el potencial liberador de esos instrumentos estableciendo el mando del Partido, en práctica su Comité Central y sus Máximos líderes, exactamente como Trotsky había predicho años antes, como Rosa Luxemburgo y otros Marxistas advirtieron al mismo tiempo, y como los anarquistas siempre habían entendido. No únicamente las masas, sino también el Partido deben ser sujetos a ‘vigilante control desde arriba’, así Trotsky realizó la transición desde intelectual revolucionario a Sacerdote del Estado.
El problema no era solo Stalin. Malas noticias. Rosa Luxemburgo lo decía con claridad extrema. Estimados Lenin y Trotsky, en el jacobinismo perdura una actitud existencial burguesa.
También Betancourt cometió el error de plantear una suerte de Leninismo sin profundizar en el “marxismo crítico” o en el imaginario libertario. Obviamente deseaba gobernar-nos. Llevaba bajo el brazo el Manual de Bujarin como una receta. Algunos plantearon que todo esto olía a Petróleo. Y es cierto. Betancourt (7) mismo parece confirmarlo:
Es hora de decirle concretamente a los venezolanos de Venezuela que nuestro país con Gómez, es una factoría yanqui y sin Gómez dejará de serlo sólo a costa de un gesto heroico, de una radical actuación colectiva, semejante en la cantidad de sacrificio que reclama a la lucha por la independencia política. Que hasta ahora no hemos tenido un solo Sandino y sí que en muchos mandatarios nuestros se ha perfilado la cara aindiada de Adolfo Díaz y que mientras negociaban con los musiúes de la Standard Oil concesiones y royalties, ha bailado en los labios de nuestros innumerables vende-pueblo —abogados y capitalistas, gomecistas o seudorebeldes, aún «revolucionarios» de última hora— la misma cínica sonrisa del nicaragüense Chamorro, cuando suscribía con Bryan el tratado canalero de 1916, pacto del vasallaje centroamericano; o la del antillano Menocal, cuando gestionaba ante el cónsul Steinhart la tercera intervención de Cuba.
Uno tiene que tener cuidado con lo que plantea. Sobre todo de escupir, como decimos en lenguaje coloquial, pa´arriba. El ejemplo de quien escupe para arriba es evidente en el anti-imperialismo de Betancourt. Usted puede verbalizar hoy consignas rabiosas extraídas del “El Estado y la Revolución”, mañana recibirá un premio, beca o incentivo de una “Fundación” que hace engranaje con la “plutocracia yankee”.
El campo político e intelectual no es ajeno a un análisis de las trayectorias en el espectro ideológico. Rigoberto Lanz ha planteado las vicisitudes de una “intelectualidad radical”, que pasa por un proceso de desprendimiento para aterrizar en una conversión en el credo de Margaret Thatcher: TINA (“There is no alternative”: No hay ninguna alternativa, al capitalismo obviamente). Yo diría que son sujetos-agentes de una política transformista (Gramsci dixit), plagada de cooptaciones hacia el universo político e ideológico de derechas. Nombres sobran en nuestro paisaje intelectual y político-cultural.
Pero lo fundamental no son las biografías singulares, sino la dinámica del poder, las pasiones, identificaciones y enunciaciones (Guattari o Foucault dixit). Betancourt puede ser un ejemplo en el campo político. Pero sobran nuestros ejemplares intelectuales. ¿Quien puede comprender los procesos que llevan a furibundos “trotskistas” a convertirse en apóstoles neocons de Reagan o Bush? Prefiero seguir el consejo de Marx: evaluar a los sujetos-agentes no por lo que dicen, se representan o se imaginan, sino por lo que hacen (o dejan de hacer) efectivamente.
Un análisis de Betancourt desborda la tradicional justificación retórica: del “sarampión revolucionario” a la “madurez pragmático-conservadora”. A su vez, un análisis de Lenin nos lleva a la trágica imposibilidad de detener el burocratismo y despotismo que Lenin mismo sembró. No hay excusas, habrá que leer con pinzas críticas el legado Leninista, como aprendimos a de-construir el imaginario político del “Padre de la Democracia”. Betancourt decía:
Que el gobierno yanqui no es «democrático» ni es «grande», sino que esa oligarquía de cuáqueros y de judíos aventureros e inescrupulosos, ha cometido, comete actualmente y está dispuesta a cometer en toda época, los peores actos de bandidaje contra nuestros desorganizados pueblos de América Latina.
Sería bueno recordarle esta frase a Manuel Caballero. También decía:
Expondremos nuestra tesis y marcaremos la brecha que estamos resueltos a defender. La hora es de definirse. Y definiéndonos estamos. Encuadra nuestro sector su posición política, fiel al método del materialismo histórico, dentro del campo de la lucha de clases. Descubre en la raíz de todos nuestros problemas sociales sólo aspectos del conflicto universal entre las fuerzas que crean las riquezas de los pueblos —las trabajadoras— y las que explotan esas riquezas y a sus productores en beneficio de minorías parasitarias —las capitalistas—. Colocados sobre este ángulo de doctrina vemos en Gómez y su régimen a los defensores armados, dentro de las fronteras del país, de un vasto sistema internacional de explotación organizada. Derivamos como primera consecuencia —de esa concepción teórica -no apriorística ni sentimental, sino dialécticamente extraída de nuestra realidad— una activa posición de lucha no sólo contra el transitorio régimen político denominado «Gómez», sino también contra los fundamentos económicos constantes, contra los determinantes permanentes, de gobiernos de su tipo. Por eso, perseguimos por vías revolucionarias la destrucción del despotismo, mas, destruyendo al mismo tiempo su base social -la alianza capitalista-caudillista. En consecuencia, son nuestros enemigos irreconciliables, en el plano de la acción política, y contra ellos estamos y estaremos: a) La burguesía imperialista internacional, mediatizadora de nuestra economía, y su aliada nativa, la clase nacional de latifundistas y de grandes señores del comercio y de la industria, y b) el caudillaje militar.
Al parecer, hay quienes simulan seguir la retórica leninista del mismísimo Betancourt (Betancourt: Con quien estamos y contra quien estamos-1932). ¿Quieren definiciones hoy?: no le entreguemos ni una gota más de petróleo a la Chevron ni al Imperio.
Nuestra alianza con las transnacionales del petróleo se parece a la hipócrita denuncia de Betancourt de la burguesía imperialista internacional.
Después de dejar atrás la trampa del populismo ventrílocuo (mimetizando los códigos de nuestras audiencias-objetivo), podremos sentarnos a hablar de la pureza revolucionaria de Lenin.
Por mi parte, y sin pedido de disculpas, planteo: Ni Lenin ni Betancourt. ¡Que viva Simón Rodríguez!
Referencias:
(1) Carta de Mariano Picón Salas a Rómulo Betancourt. El Libro Rojo. 1931. Pp. 223
(2) Roland Barthes. Lección inaugural a la cátedra de semiología literaria del Colegio de Francia.1977.
(3) Antonio Gramsci. Elementos de Política
(4) Artículos Políticos de Ricardo Flores Magón. http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/ap1910/caratula_ap1910.html
(5) Noam Chomsky. La Unión Soviética vs El Socialismo. (http://kamita.com/misc/nc/textos/urss01.html).
(6) Maurice Brinton. (http://www.klinamen.org/textos/brinton_losbolcheviquesyelcontrolobrero.pdf)
(7) Rómulo Betancourt. Con quien estamos y contra quién estamos. 1932.

miércoles, 10 de febrero de 2010

27-F: ¿DIJO USTED REPRESIÓN MORTIFERA?










Javier Biardeau R.
“Constitución de la República de Venezuela- 1961. Artículo 58º: El derecho a la vida es inviolable. Ninguna ley podrá establecer la pena de muerte ni autoridad alguna aplicarla.”
“Nada más falso, pues, que una presunta oposición entre lo arbitrario, los abusos, la voluntad del príncipe y el imperio de la Ley. Visión que corresponde a la concepción jurídico-legalista del Estado, la de la filosofía política del Estado burgués establecido, contra la que se pronunciaron, a la vez, Marx y Max Weber, y la de la que no se llamaron a engaño los teóricos de la gestación sangrienta del Estado, Maquiavelo y Hobbes. Esta supuesta escisión entre Ley y violencia es falsa, de todas maneras incluso –si no sobre todo- para el Estado Moderno. Este Estado de derecho, el Estado de la Ley por excelencia, es el que tiene, contrariamente a los Estados pre-capitalistas, el monopolio de la violencia y el terror supremos, el monopolio de la guerra.” (Poulantzas; Cap 3: La Ley, En: Estado, Poder y Socialismo; 1978, 88)
Uno se pregunta si los restauradores y nostálgicos de la IV República, con su “Constitución de la República de Venezuela de 1961” (Carmona Estanga o Marcel Granier dixit) se han paseado, en medio de la polémica histórica sobre el llamado “Sacudón”, por las disposiciones referidas a la suspensión de garantías en los textos constitucionales de 1961 y del 2000. Por que hay grandes diferencias de procedimiento como de contenido. El Título IX: De la Emergencia en la constitución de 1961, plantea aspectos en los que hay que detenerse:
Artículo 240: “El Presidente de la República podrá decidir el estado de emergencia en caso de conflicto interior o exterior, o cuando existan fundados motivos de que uno u otro ocurran”. Artículo 241: “En caso de emergencia, de conmoción que pueda perturbar la paz de la República o de graves circunstancias que afecten la vida económica o social, el Presidente de la República podrá restringir o suspender las garantías constitucionales, o algunas de ellas, con excepción de las consagradas en el artículo 58 y en los ordinales 3º y 7º del artículo 60. El Decreto expresará los motivos en que se funda, las garantías que se restringen o suspenden, y si rige para todo o parte del territorio nacional. La restricción o suspensión de garantías no interrumpe el funcionamiento ni afecta las prerrogativas de los órganos del Poder Nacional”. Artículo 242: “El Decreto que declare el estado de emergencia u ordene la restricción o suspensión de garantías será dictado en Consejo de Ministros y sometido a la consideración de las Cámaras en sesión conjunta o de la Comisión Delegada, dentro de los diez días siguientes a su publicación”.
Para efectos prácticos, la Constitución de 1961 hizo posible suspender las siguientes garantías constitucionales:
a) Art 60-1°: Nadie podrá ser preso o detenido, amenos que sea sorprendido in fraganti.
b) Art 60-2°: Nadie podrá ser privado de su libertad por obligaciones cuyo incumplimiento no haya sido definido por la Ley como delito o falta.
c) Art 60-6°: Nadie continuará en detención después de dictarle orden de excarcelación por la autoridad competente o una vez cumplida la pena impuesta.
d) Art. 60-10°: Las medidas de interés social sobre sujetos en estado de peligrosidad, solo podrán ser tomadas mediante el cumplimiento de las condiciones o formalidades que establezca la Ley.
e) Art. 64: Todos pueden circular libremente por el territorio nacional.
f) Art. 66: Todos tienen derecho a expresar su pensamiento de viva voz o por escrito y de hacer uso para ello de cualquier medio e difusión.
g) Art.71: Todos tienen derecho a reunirse pública o privadamente sin permiso previo, con fines lícitos y sin armas.
h) Art.115: Los ciudadanos tienen el derecho de manifestar pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los establezca la Ley.
Muy diferente, es lo enunciado por la Constitución del año 2000, donde se recogen dos principios básicos rectores de los estados de excepción: el de “estricta necesidad” y el de “temporalidad”. Así mismo, el precepto menciona los principales derechos que no pueden ser suspendidos o restringidos durante los estados de excepción, incluyendo tácitamente aquellos que tampoco son susceptibles de suspensión o restricción los derechos señalados en los artículos 4.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 27.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Importa subrayar que entre los derechos intangibles se encuentran las garantías judiciales necesarias para la defensa de los derechos. Artículo 337. “El Presidente o Presidenta de la República, en Consejo de Ministros, podrá decretar los estados de excepción. Se califican expresamente como tales las circunstancias de orden social, económico, político, natural o ecológico, que afecten gravemente la seguridad de la Nación, de las instituciones y de los ciudadanos y ciudadanas, a cuyo respecto resultan insuficientes las facultades de las cuales se disponen para hacer frente a tales hechos. En tal caso, podrán ser restringidas temporalmente las garantías consagradas en esta Constitución, salvo las referidas a los derechos a la vida, prohibición de incomunicación o tortura, el derecho al debido proceso, el derecho a la información y los demás derechos humanos intangibles.”
Artículo 339. El decreto que declare el estado de excepción, en el cual se regulará el ejercicio del derecho cuya garantía se restringe, será presentado, dentro de los ocho días siguientes de haberse dictado, a la Asamblea Nacional o a la Comisión Delegada, para su consideración y aprobación, y a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, para que se pronuncie sobre su constitucionalidad. El decreto cumplirá con las exigencias, principios y garantías establecidos en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos. El Presidente o Presidenta de la República podrá solicitar su prórroga por un plazo igual, y será revocado por el Ejecutivo Nacional o por la Asamblea Nacional o por su Comisión Delegada, antes del término señalado, al cesar las causas que lo motivaron. La declaración del estado de excepción no interrumpe el funcionamiento de los órganos del Poder Público.”
Una diferencia significativa con relación a la Constitución de 1961, se refiere al procedimiento, pues el decreto declaratorio del estado de excepción deberá señalar, para preservar la seguridad jurídica, las medidas que podrán tomarse con fundamento en el mismo. En segundo término se prevé la intervención de los tres Poderes clásicos en la declaración de los estados de excepción: en virtud de la urgencia que los caracteriza, se faculta al Presidente de la República, en Consejo de Ministros, para dictar el Decreto respectivo, pero se prescribe su remisión a la Asamblea Nacional, la cual, como instancia deliberante y representativa por excelencia de la soberanía popular, puede revocarlo si estima que las circunstancias invocadas no justifican la declaración de un estado de excepción o si considera que las medidas previstas para hacerle frente son excesivas.
Al parecer, pocas voces opositoras dan cuenta de la gran diferencia entre las garantías protegidas en la Constitución de 1961 y las de la Constitución del año 2000, donde quedan claramente establecidos los principio de gradualidad, las circunstancias fácticas que pueden justificarlos y su limitación.
En 1961, la “Razón de Estado”, el “Bloque en el Poder” (Pacto de Punto Fijo) y sus razones de legitimidad presentes en la retórica político-cultural, podrían enseñar mucho a quienes hoy presumen de hegemonizar el discurso de defensa de los “derechos humanos, la democracia y las libertades fundamentales”.
En palabras llanas, durante los sucesos del llamado “Caracazo” (27-F) se manifestó el éxtasis de la razón cínica, palpable en lo que Néstor Francia llamó la “Estupidez Ilustrada”:
“Es asombroso constatar como la reacción de estos intelectuales después de la semana sangrienta, se parece tanto a la que asumieron sus congéneres venezolanos después de los sucesos del 27 de febrero de 1989. Los golpes de pecho, las tibias críticas, las recomendaciones conducentes, por cierto, a apuntalar al régimen triunfante sobre la sangre de miles de desposeídos.” Considero esta frase en extremo certera: “apuntalar al régimen triunfante sobre la sangre de miles de desposeídos”.
Eso fue lo que pude constatar cuando realizaba una Tesis para optar al Titulo en Sociología-UCV titulada: “27-F sistema hegemónico y pretensiones de legitimación”. Se trataba de una aproximación a las reacciones verbales (a las formaciones del discurso y sus ideologías) de los “actores sociales y políticos” que conformaban el llamado “Pacto de Punto Fijo” ante el “Caracazo”. La síntesis ponía en evidencia la orquestación de retóricas y concepciones hegemónicas acerca de los “sujetos, los acontecimientos y sus implicaciones políticas”, que ponían en juego las fuerzas dominantes del sistema de dominación venezolano. Se trataba no protestas, detonadas por el quiebre de expectativas de bienestar social, producto del anunció del paquete neoliberal de CAP, y sus primeros efectos, sino de una extraña mezcla de “delincuencia, turba, saqueo y subversión”. El propio director de la DISIP de entonces, el cubano-americano Rafael Rivas-Vásquez (del equipo de seguridad de la mafia de inteligencia que rodeaba las acciones de Orlando Bosch, Posada Carriles y Orlando García Vásquez) reconocía que “hubo torpeza por parte del Gobierno en no prever las consecuencias del alza del combustible y no se implementó una política informativa, ni se plantearon ni consideraron posibles efectos negativos. Una vez iniciado los disturbios y producido el estallido en Guarenas, no se evaluó de inmediato la posibilidad de una generalización y radicalización del fenómeno.” (El día que bajaron los cerros)
La relación con el paquete neoliberal quedaba claramente en evidencia: “Pese a que "El Sacudón" (27/02/89) se produjo a los 25 días de tomar posesión el Presidente Pérez (02/02/89), el fenómeno representó el principio del fin de su Gobierno: 1) Representó un golpe mortal para "El Paquete", 2) El programa neo-liberal sufrió ajustes populistas como consecuencia de "El Sacudón". 3) Surgieron los cuestionamientos y se rompió el hechizo de CAP. 4) CAP tuvo que transformarse en el "presidente de la concertación" moviéndose entre los parámetros neo-liberales del FMI y las medidas populistas para bajar la temperatura social. 5) "El Paquete" quedó desvirtuado y con eso quedaba sellada la suerte económica de la nueva administración y su fracaso.” (Rivas Vásquez: El día que bajaron los cerros)
La orientación de las políticas neoliberales, chocaron brutalmente contra las demandas, aspiraciones y expectativas de las mayorías populares del país. Néstor Francia lo dijo mucho mejor y con menos palabras, que cualquier estudio de sociología política. Pasados 21 años de aquellos acontecimientos, cuyas huellas seguirán vivas por algunas décadas más (hasta que la “historia de los vencedores” trate de metabolizarlas en simple acción de “tumulto, canalla, turba, disturbio, delincuencia y subversión”), es imprescindible colocar en el centro de la escena aquellos relatos aún silenciados, por ejemplo, las palabras de Ignacio Betancourt (Secretario privado de Carlos Andrés Pérez), cuando señala que el día 28 de febrero:
“Toda la élite del país se reunió en Miraflores y entendió que debía apoyar el sistema. Por eso creo que no cayó el gobierno, en ese momento. Lo contrario no lo hubiera soportado nadie. La poblada aflojó la reticencia de las cúpulas para materializar acuerdos.”.
Relata Betancourt:
“El Presidente, después de hablar con Alliegro (Ministro de la Defensa de entonces), llamó a Gonzalo Barrios. CAP contó por la línea lo que sucedía (…) Le dijo a Barrios que había ordenado movilizar tropas del Ejército desde el interior, como fuera, pues Caracas no contaba con los efectivos suficientes (…).Barrios acotó: -Cuando el ejército sale a la calle, es para matar gente-, eso detuvo un poco el ímpetu azaroso de CAP. - De todas maneras, transporten efectivos del interior, a como dé lugar —le reiteró a Alliegro en otra llamada interministerial.”
El día 27 de febrero, Miguel Rodríguez ya estaba Washington, donde se encontraba firmando la carta de intención con el FMI, acompañado por Pedro Tinoco y Eglé Iturbe de Blanco. Al final de la tarde Carlos Andrés Pérez viajaba a Barquisimeto a reunirse con empresarios, acompañado por sus flamantes ministros Reinaldo Figueredo, Moisés Naím y Carlos Blanco. Una sincronización de acciones favorables al capital, por una parte, se hacían en el trasfondo de un espectacular “ruido de calle”, que podía en cuestión, en los hechos, la lógica de la normalidad del “orden social burgués”.
Será necesario colocar en perspectiva la “síntesis de lo sucedido”, relatada por el entonces Director de la DISIP: Rafael Rivas-Vásquez, como hemos dicho cubano-americano, quien venía de Miami, como parte de los equipos de inteligencia de Orlando García. En su texto: “El día que bajaron de los cerros” plantea:
“En las primeras horas de la madrugada del 28/02/89 se celebra en Miraflores la reunión con el Presidente Pérez. El Presidente recibe la evaluación y los planteamientos de boca del Ministro del Interior. Escucha las dos alternativas: agotar la posibilidad de la actuación de la GN o poner en práctica el POV del Comando de la Guarnición. El Ministro de la Defensa aboga por la ejecución del Plan "Avila". (…) El Presidente Pérez solicitó las opiniones de los asistentes. Finalmente procedió a dar la orden: Ejecuten el Plan "Avila". La ejecución de dicho plan quedó sujeta a decretar la suspensión de garantías, para lo cual el Presidente Pérez informó que ya se encontraban rumbo a Miraflores los dirigentes de los partidos políticos para imponerlos de la situación y recabar su concurso para decretar la suspensión de garantías y la ejecución del POV.”
Ignacio Betancourt confirma la versión: “La poblada aflojó la reticencia de las cúpulas para materializar acuerdos. Por ejemplo, fue en el comedor de los ministros —no almorzando precisamente— y cerca de las 3:00 de la tarde, donde Hugo Fonseca Viso y Antonio Ríos se pusieron de acuerdo, súbitamente, en algo que los había mantenido enfrentados todo el mes: el nuevo salario mínimo. Cuando regresé a Palacio, CAP todavía le estaba contando a un grupo —recuerdo que estaban Teodoro Petkoff, Andrés Velásquez y Vladimir Gessen— cuáles serían las garantías que se suspenderían. Petkoff decía que el MAS - no apoyaría el acuerdo de suspender garantías, si el Gobierno no aplazaba su paquete fondomonetarista -. - Esto se está alargando más de lo debido -, le dije al ministro Reinaldo Figueredo. Le conté la angustia, el desasosiego que vi. - Es verdad, pero ésta es la última reunión- , respondió Figueredo. Dicho y hecho, terminada la conversa, number one salió de allí ¡por fin! para hablarle a Venezuela desde el Salón Ayacucho”.
Agrega Rivas-Ostos en el subcapítulo titulado: “Reprimir para Restaurar”: “Durante las próximas 36 horas (del 28/02/89-16:00 hrs al 02/03/89-04:00 hrs) se requieren los mejores y mayores esfuerzos de los efectivos militares y policiales para retornar las aguas desbordadas a su cauce. Hubo que neutralizar francotiradores, hampones, a gente del pueblo que se lanzaron a saquear, a estudiantes que continuaban manifestando violentamente. Este fue el aspecto represivo.”
Continua con otro subcapítulo: “Prevenir para Evitar”: “Otro aspecto del cual hubo que ocuparse fue la de iniciar, simultáneamente, el control de los dirigentes de los grupos subversivos, para evitar que tomasen ventaja de lo que estaba ocurriendo e intentarán incorporarse a "El Sacudón". Y concluye: “Los grupos ultrosos fueron sorprendidos al igual que los organismos policiales y de seguridad. Síntesis. No existió un Plan.”
También existe un extraordinario documento en la edición de Papel Literario-Ultimas Noticias, luego a aquellos acontecimientos, donde Alliegro establece las analogías entre las “operaciones de recuperación del orden” y el llamado “combate de localidad”.
Se trataba entonces de garantizar el monopolio de la guerra. Como planteó Poulantzas: La suspensión de derechos humanos se haría en nombre del Imperio de la Ley y de la Razón de Estado, para garantizar al Estado Burgués, el monopolio de la violencia y del terror supremo. Nada de Estado de Justicia, entonces.
Hay una particular y caprichosa manera de olvidar en las elites criollas venezolanas, con su dosis de prejuicios de casta, racismo, clasismo y modernidad refleja. Lo mismo ocurre con la historiografía dominante y su extraña selección de documentos con “dignidad de ser tales”.
Los trágicos acontecimientos del llamado “Caracazo” confirman esta gramática del olvido”: “apuntalar al régimen triunfante sobre la sangre de miles de desposeídos”. ¡Aquí no hay represión!, decía Alliegro. CAP sacaba de la manga la retórica populista: “fue una lucha de pobres contra ricos”. Resulta paradójico que Carlos Andrés Pérez dijera:
“Llegué a Miraflores y el ministro de la Defensa me dijo no saber que estuviera sucediendo nada anormal. Le riposté duramente lo que personalmente había observado y ofreció llamarme luego de que tuviera informaciones suficientes. Una hora después me llamó para decirme: -Presidente, tiene razón, la situación es grave-. Convinimos en que se hacía necesario que el Ejército interviniera para evitar los desórdenes en Caracas, por cuanto la Guardia Nacional no tenía efectivos suficientes. Era necesario traer contingentes del interior, que llegaron en la madrugada, cuando la ciudad ya estaba invadida por los saqueadores. La función preventiva no pudo realizarse y vinieron los lamentables e inevitables enfrentamientos.”
Para Pérez no se trato de represión mortífera y desmedida, sino de “enfrentamientos”. Tal vez los mismos enfrentamientos en los que murieron en la historia venezolana, decenas de dirigentes populares de izquierda convertidos en “delincuentes” en los titulares de sucesos. Y tratando de exculparse de las directivas que personalmente ordenó, Carlos Andrés Pérez plantea:
“El ejército entró a actuar sobre unas masas desbordadas. Las Fuerzas Armadas no son aptas para enfrentar motines, su formación obedece a objetivos distintos a los de los cuerpos policiales. Pero en aquellos momentos el ministro de la Defensa no tuvo otro recurso sino usar las Fuerzas Armadas en una misión que no les es propia, pero que resultó inevitable.” Y mas adelante, el que constituye una clara confesión (Dramática Jornada) dice: “No pretendo ocultar la actuación que le correspondió cumplir a mi gobierno para preservar el orden. Mi discurso pronunciado en la tarde el día 28 fue una expresión muy clara de mis sentimientos y mi dolor. No tengo tampoco ningún reproche contra el comportamiento de las Fuerzas Armadas que en tan dolorosas circunstancias hubieron de cumplir con una misión para la cual no estaban preparadas.”
Ciertamente, colocando las palabras de Gonzalo Barrios en una dimensión ideológica, el “Ejército del Estado burgués” sale a la calle a matar gente”. Como dice Néstor Francia, para apuntalar al régimen triunfante sobre la sangre de miles de desposeídos.
Dice usted hoy: ¿Voces defensores de las libertades fundamentales, de la democracia y los derechos humanos?
Amigos y amigas: ¡Prohibido Olvidar!

domingo, 7 de febrero de 2010

EL PODER CONSTITUYENTE QUE SE ASOMA










Javier Biardeau R.
Toda definición de democracia que no asuma la cooperación como clave de lectura y como tejido concreto de la relación entre multitud y potencia, como motor creativo de esta relación es falsa." (Antoni Negri)
El debate Constitución/Constituyente pos-liberal comienza a tomar contornos más definidos. ¿Es posible una transición al Socialismo desde la Constitución de 1999? La respuesta a este asunto depende de presupuestos poco debatidos.
Desde mi singular perspectiva seria conveniente explicitar el horizonte socialista que se aspira a recorrer. Por ejemplo, si se aspira a repetir el guión de la ortodoxia bolchevique y sus derivados (China, Viet-Nam, Corea del Norte, Cuba) la respuesta es inevitablemente negativa por más actos de sobre-interpretación (Eco dixit) jurídica-política que se realicen, sea en el parlamento o en el TSJ, o en los espacios de "propaganda bancaria" (generando de hecho, cortocircuitos, anomalías e inconsistencias constitucionales).
Así mismo, si se aspira a construir desde la multitud popular constituyente una inédita forma de subversión del metabolismo del capital, con base a la democracia absoluta, la respuesta es también negativa. Esa transición a otra experiencia de lo común (cambiar la vida en común), distinta del “reformismo social-liberal” o del “estalinismo marxista-leninista”, pasa inevitablemente por el poder constituyente en sentido fuerte; además, por las siempre transitorias mediaciones político-institucionales; como una “asamblea nacional constituyente”, que instituya la siguiente “norma constitutiva”: ésta Asamblea Constituyente estará obligada a subordinar cualesquiera de sus decisiones a aquellas dictadas por los consejos, comunas y demás órganos del poder popular, que ejercerán el poder de manera directa. Ese decir, corregir desde abajo cualquier posible recaída en el Constitucionalismo (en cualquiera de ellos); conjurando el fetichismo legal o la alienación jurídica. Obviamente, la Constitución de 1999 tampoco sirve para esto.
Pero lo aquí dicho no significa que la Constitución de 1999 sea un maquinaria de centro-derecha (no es un asunto baladí). La Constitución de 1999 puede estirarse hacia la izquierda, solo si esa elasticidad implica comprometerse con el imaginario crítico de la Democracia radical y el Socialismo Participativo.
Hablando claro: O Socialismo Democrático o Estatismo Autoritario (Poulantzas dixit). Allí se clarifica el horizonte que se pretende recorrer. Sea “Socialismo Burocrático”, sea “Estatismo Autoritario”, sea “Colectivismo Despótico”, estos comparten el mismo “juego de lenguaje” y la “forma de vida”. Para claridad del compañero Alzuru: “totalitarismo de izquierda” (Morin dixit).
Cualquier articulación de los afectos, las pasiones, los deseos, las enunciaciones a la maquinaria ideada por Hobbes (como decía Reich, una pasión de izquierda asociada a un concepto de derecha”), es un índice de “compulsión a la repetición” del Socialismo ir-Real (lease: “Veneración supersticiosa del Estado”: Marx y Engels).
El Socialismo participativo, democrático, descolonizador, deliberativo, plural y libertario es en el peor guión, el programa mínimo del “Estado democrático-radical”. En el mejor guión, el programa máximo de la construcción, -a paso de tortuga (Bujarin) o de liebre (Pannekoek) -, de una “comunidad contra-hegemónica” de hombres y mujeres libres.
No hay trampa retórica alguna que suplante el Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, por una fórmula doctrinaria de Estado Socialista (URSS-1936. Art 1: La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas es un Estado socialista de obreros y campesinos; China-1982: Articulo 1: La República Popular China es un Estado socialista de dictadura democrática popular, dirigido por la clase obrera y basado en la alianza obrero-campesina. Cuba-2002: art.1: Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana.)
La confusión entre “sociedad para la emancipación” y “Estado popular libre” ya fue aclarada por Marx, no así por los “nuevos marxistas”.
Aterrizando, algunas razones tuvo el Magistrado Cabrera para oponerse al Proyecto de Reforma Constitucional (2007), en particular, su inconsistencia jurídico-constitucional. Sencillamente, no era una Reforma: Escribe Cabrera:
No es que Venezuela no puede convertirse en un Estado Socialista. Si ello lo decide el pueblo, es posible; pero a juicio del voto salvante, tal logro sería distinto al que la Sala ha sostenido en el fallo de 24 de enero de 2002 (Caso: Créditos Indexados) y ello conduciría no a una reforma de la Constitución sino a una nueva Constitución, la cual debería ser votada por el Poder Constituyente Originario…” (2-11-2007).
En sentencia firme desde el año 2002: el Estado Social de Derecho no es, ni puede ser, lo mismo que un Estado Socialista. Esta polémica no ha sido suficientemente desentrañada en sus diferentes estratos de significación jurídica y política. Algunos se hacen los distraídos. - Hagamos como si no existiera -, señalan. Pero existe. Se trata de un asunto sustantivo referido al Título I: Principios Fundamentales. Allí falló estrepitosamente el Proyecto de Reforma Constitucional. ¿Quienes lo diseñaron?.
A pesar de lo que quiera sugerir el amigo Alzuru, uno no podría hacerle una cobertura ideológica a las “ilusiones ilimitadas de la transición al socialismo”. Ya he dicho lo que tenía que decir en: “El Enigma Populista del Chavismo” y en “¿Por qué no se convoca una Asamblea Nacional Constituyente para plantear una ruptura revolucionaria con el orden del capital?”.
El asunto de la teoría política correspondiente, se articula al complejo asunto de los movimientos nacionalistas-radicales de fuerte movilización popular (y a la vez Estatal), junto al particular imaginario socialista que reactivan. Esto es vino añejo, del más añejo (Cárdenas, Velasco Alvarado).
No podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, ni tampoco podemos juzgar a las épocas de revolución por su forma de conciencia (Marx dixit). Alzuru presupone que Lanz (y uno) harán el trabajo a la medida del “Gobierno Chavista”. Creo que allí perdió su brújula gadameriana.
Lanz lo ha aclarado a su manera (¡para mí, embrionaria y llena de interrogantes!): hacer una Constitución a la medida de la subversión de la multitud.
Releer a Negri, entonces, puede ser útil: El poder constituyente no da lugar para “límites y medidas”, no cesa nunca, aunque presente interrupciones y recaídas en la "maquinaria constitucional". Su sujeto es la multitud, la potencia del trabajo vivo, lo que no deja lugar ni a la estructura de mando ni al privilegio. El poder constituyente afirma la diversidad frente a uniformidad, se trata de la igualdad de nuestras diferencias, pues la uniformidad unida a la igualdad ha sido uno de los desastres de la Modernidad. Multitud como multiplicidad de singularidades libres y creativas.
El poder constituyente acaba, pues, con las ideas de lo político como “mando sobre la comunidad” (tradición metafísica, léase Hobbes) o como “reino de la violencia más o menos legitimada” (léase Weber) transfiriendo así lo político al terreno de lo ontológico, de la creación de nuevo ser, de nueva comunidad:
“No hay comunidad preconcebida, no hay fuerza decisiva; en la definición constituyente de lo político, la comunidad es cada día decidida y reconstruida (…). Ni la comunidad ni la fuerza son realidades ontológicas, son solamente reducciones abstractas del mundo de la vida. Ontológicamente, nos encontramos delante de la multitud de las singularidades y ante el trabajo creativo de la potencia. Lo político es la sede de este entrelazamiento, en cuanto se presenta como proceso creativo (…) porque cada momento de este proceso abre, y no cierra, nuevas dimensiones del ser, poniendo en movimiento siempre nuevas determinaciones de la potencia."
Marx lo decía con mayor claridad: que el libre desarrollo de cada uno, condicione el libre desarrollo de todos y todas. Movimiento autónomo de una inmensa mayoría en interés de una mayoría inmensa. Subversión del trabajo vivo en contra del despotismo del capital. Una comunidad de seres humanos construyendo espacios de emancipación. El poder constituyente se asoma...
Hobbes y Stalin lucen inquietos...