Javier Biardeau R.
“Aquí tengo al [libro de] István Mészáros, el capítulo XIX, que se llama “El Sistema comunal y la ley del valor”. Hay una frase que hace tiempo subrayé, la voy a leer, señores ministros, ministras, vicepresidente (dirigiéndose a Nicolás Maduro), hablando de la economía, del desarrollo económico, hablando del impulso social de la revolución: “El patrón de medición -dice Mészáros- de los logros socialistas es: hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático, de control social y autogestión general”. (Chávez en el Golpe de Timón le lee a su tren ministerial a Meszaros: 1. István Mészáros: Más allá del capital, Caracas, Hermanos Vadell, 2001.)
1.- INTRODUCCIÓN:
En las siguientes notas de estudio analizaremos algunos planteamientos e intervenciones acerca de “Los programas de estudio de la transición al socialismo” ([1]), no sin antes comentar algunos de las inquietudes que se vienen presentando con la voluntad de aplicación práctica de lo expresado por Chávez en el “Programa de la Patria” y en el llamado “Golpe de Timón” sobre la transición, para finalmente hacer explícitos algunas interrogantes que recorren a las mediaciones materiales e institucionales construidas en los llamados procesos de transición al socialismo formulados por Paul M. Sweezy ([2]).
El análisis de los planteamientos se hará de una manera abierta y crítica, con la finalidad de enriquecer los espacios de reflexión y debate entre tendencias ([3]) que contribuyan a apalancar las tareas del “intelectual colectivo revolucionario” en el seno de la revolución bolivariana, en medio de inquietudes sobre la pertinencia de mantener o no la vigencia de los planteamientos de Chávez([4]); abordando de manera exhaustiva los problemas de la transición al Socialismo-Siglo XXI en Venezuela y en “Nuestra América”, desde un punto de vista teórico-crítico, además de reconocer no perder de vista el análisis histórico-comparado de las experiencias de transición (por ejemplo: URSS, China, Yugoslavia, Cuba, Chile, Nicaragua) y sus lecciones para Venezuela (Balance histórico-critico de inventario).
Esta tarea, como hemos planteado ([5]), no puede ser iniciativa exclusiva de pequeños equipos políticos encerrados en sus propias auto-referencias teóricas o ideológicas (“mirarse el ombligo es un síntoma de sectarismo”), ni producto de individualidades (por más “geniales” que sean), ni de equipos tecno-políticos encerrados en espacios ministeriales (intelectuales “palaciegos” regulados por las demandas urgentes de la “coyuntura” o la “pragmática del poder”), ni en centros académicos especializados (sin contacto efectivo con las luchas sociales), pues se trata de la convergencia de la praxis colectiva de investigación teórico y de intervención política que requiere de espacios de articulación de equipos de trabajo en redes intelectuales, partidos revolucionarios, movimientos sociales, comunidades, agencias gubernamentales y estatales, directamente implicadas en los procesos de cambio histórico-estructural que se animan bajo el paraguas de la revolución democrática y socialista para el siglo XXI.
En primer lugar, basta interrogarse sobre el patrón de medición de los logros socialistas que señalaba Chávez en el “Golpe de Timón” para evaluar si la transición hacia el socialismo ha encallado, se mantiene, se posterga o se profundiza en el actual Gobierno conducido por el Presidente Nicolás Maduro, pues en aquel momento Chávez señaló una pregunta fundamental:
¿Hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas por un Gobierno contribuyen activamente a la constitución (y consolidación) bien arraigada de un modo sustancialmente democrático (Mézsáros agrega algo que no leyó Chávez: “verdaderamente no jerárquico en su modo de operación en todas las esferas”-p.851), de control social y autogestión general?
¿No es ésta acaso una definición del Nuevo Socialismo: de la democracia radical, participativa y autogestionaria para el siglo XXI? ¿Qué pasa con la construcción del Socialismo Bolivariano del siglo XXI cuando se omite esta problemática?
Hay voces que asocian como temas del “Golpe de Timón”, los aspectos relativos a “La Comuna”, la “Auto-critica”, la “Eficiencia”, la “Propiedad social como injerto socialista” o algunas referencias al reimpulso del Sistema Nacional de Medios Públicos. Sin embargo, ninguno de estos aspectos puede entenderse fuera del contexto más inclusivo; es decir, la problemática de la “Transición al Socialismo en Venezuela”, debate sobre el que hay signos e indicios de no ser tomado en su debida relevancia o importancia a la hora de valorar las aplicaciones de política, dada la escasa referencia a prácticas concretas de construcción del Socialismo orientadas por el Programa de la Patria en estos primeros cien (100) días de gobierno ([6]).
Pero para Chávez, este asunto era fundamental en el nuevo ciclo de gobierno:
“Entonces, venimos con el tema de la democracia, el socialismo y su esencia absolutamente democrática, mientras que el capitalismo tiene en su esencia lo antidemocrático, lo excluyente, la imposición del capital y de las élites capitalistas. El socialismo no, el socialismo libera; el socialismo es democracia y la democracia es socialismo en lo político, en lo social, en lo económico”. (Golpe de Timón)
De manera que resulta sorprendente, que el marco general inclusivo desde donde se realizaron los planteamientos del Golpe de Timón, se pierda de vista, se minimice, o se extravíe la dirección, contenido y alcance del proyecto en estos cien (100) días de Gobierno, pues lo que está en juego es el patrón de medición-evaluación de las políticas públicas del Gobierno Revolucionario en función de alcanzar o no los logros socialistas.
Es decir, avanzando en algunos indicadores como el logro de la estabilidad política, en la gobernabilidad, en el reconocimiento internacional del Presidente Maduro, en la aplicación del Plan Patria Segura, en el intento de tomar medidas para enfrentar graves problemas asociados al juego de intereses que intervienen en el terreno económico (crecimiento, inflación, importaciones, devaluación, endeudamiento, tasa de cambio, acaparamiento), en la continuidad de la Misión Vivienda Venezuela, así como el control de la especulación o atacando la corrupción: ¿Cuánto se avanza en los logros socialistas?
Es decir, nos enfrentamos a posibles escenarios de avance, desvío, detención u olvido del proceso de transición al socialismo, pues entre los factores determinantes que inciden en este proceso (y aquí Chávez se apoyó en planteamientos de Jorge Giordani) ([7]) están:
“(…) la transformación de la base económica del país para hacerla esencial y sustancialmente democrática, porque la base económica de un país capitalista no es democrática, es antidemocrática, es excluyente y de allí la generación de riqueza y de grandes riquezas para una minoría, una élite, la gran burguesía, los grandes monopolios, y de allí también la generación de la pobreza y la miseria para las grandes mayorías.”
El “problema económico-social” no puede entonces enfrentarse con cursos de acción y vías de solución, con medidas y políticas anti-democráticas, que favorezcan mayor desigualdad y polarización entre riqueza y pobreza. No basta apelar a indicadores históricos que se refieren a la desigualdad, los índices de pobreza, la tasa de matriculación o la esperanza de vida de organismos internacionales, cuyas estadísticas de referencia tienen retrasos temporales con relación al impacto de las medidas económicas tomadas en el primer semestre del año 2013. El problema de coyuntura es si la tendencia económico-social en curso afecta positiva o negativamente estos resultados históricos positivos.
Pues la vieja historia ha sido: por una lado, estarían las elites y la gran burguesía, los grandes monopolios económicos; y por otro lado, la miseria de las grandes mayorías; de allí que, desde el año 1996 (Agenda Alternativa Bolivariana), Chávez dejó claro que no se puede separar lo social de lo económico, ni lo económico de lo político; es decir, que los ajustes macroeconómicos no podían realizarse en perjuicio de los ajustes sociales, que era preciso tener como prioridad “la deuda social acumulada”, por efecto de la imposición de medidas capitalistas y neoliberales. Para aquellas voces de corta memoria cabría recordar lo siguiente:
“El viejo modelo (adeco), sin embargo, se resiste a morir. A través de sus pensadores, escritores y argumentadores de todo género, trata desde hace varios años de esconder su realidad, elaborando y presentando planes o proyectos de “estabilización” y de “ajustes”, según los cuales bastarían unas cuantas medidas monetaristas y fiscalistas, además de las “incómodas pero necesarias políticas sociales”, para “superar” la crisis.” (Agenda Alternativa Bolivariana. 1996, p. 9)
Y para no olvidar el enfoque de Chávez de la problemática (no bastan unas cuantas medidas monetaristas o fiscalistas) cabe recordar:
“La AAB comienza diciendo que el problema a solucionar no es meramente económico ni político ni social. Los abarca a todos ellos, es verdad. Pero va más allá de su conjunto. La forma de enfrentarlo, entonces, es a través de un poderoso ataque coordinado a lo largo de todo el frente. Atacar por partes implicaría la derrota, parte por parte.” (AAB, p.12)
Debemos retener esta última expresión: “La forma de enfrentarlo, entonces, es a través de un poderoso ataque coordinado a lo largo de todo el frente. Atacar por partes implicaría la derrota, parte por parte.”; es decir, que se debe atacar lo económico, lo social, lo político simultáneamente.
Para avanzar en la comprensión del marco general del proceso de transición al socialismo, no podemos perder de vista la continuidad del pensamiento de Chávez al sostener en el abordaje de diversos problemas, un enfoque humanístico, integral, holístico y ecológico; un enfoque de sistemas complejos articulado además a las contribuciones críticas del “pensamiento revolucionario” del mundo.
Si en algo insistió Chávez, fue en el estudio y formación permanente para todo su tren ministerial, para su equipo de gobierno; es decir, en incorporarse a las tareas de estudio, reflexión y acción en los procesos históricos, económicos, sociales, políticos, militares e internacionales desde una perspectiva revolucionaria e integral.
Encerrar el pensamiento, el discurso, la voz de Chávez en una visión acartonada, acomodaticia, simplificadora y apologética no contribuye en nada en realzar su estatura política cuando apeló para la refundación del Poder Nacional y del sistema político desde sus fundamentos filosóficos mismos, incluyendo sus componentes y relaciones que los regulan, a convocar la legitimidad ysoberanía popular del poder constituyente para enfrentar la grave crisis nacional en 1996, visión que se concretó en el año 1999. Chávez mantuvo un hilo de continuidad en la necesidad de considerar como componente central de la “gran estrategia” al poder popular y a la democracia participativa.
De manera que no cabe descartarse a priori la “dialéctica del poder constituido y poder constituyente” para abordar escenarios de transición al socialismo; o ante escenarios de una posible agresión (los llamados “atajos conspirativos”) activada desde los sectores capitalistas dominantes nacionales o internacionales, se despliegue la defensa activa de la revolución a partir de la movilización integral y organizada del pueblo para radicalizarla. Todo dependerá del juego de estrategias que cada uno de los factores en pugna desaten en la actual coyuntura.
Conviene retomar éste contexto más amplio e inclusivo, y lo que se refiere al debate sobre las interpretaciones del “legado de Chávez” y sus implicaciones políticas; pues diferentes corrientes bolivarianas y tendencias revolucionarias presentes en el campo de la izquierda socialista, debaten acerca de la apropiación selectiva de sus planteamientos, e incluso surgen voces que pretenden ser los portavoces únicos autorizados de sus ideas, inhibiendo el necesario debate y reflexión entre corrientes y tendencias en el seno de la unidad del proceso bolivariano.
De manera que no creemos viable una operación de despolitización y de separación del Chávez-Gobernante del Chávez-Luchador Popular por el Proyecto Socialista, una suerte de corte entre el “legado revolucionario” de Chávez y un “legado de gobierno” para fines de conservación del poder. O Chávez es revolucionario o Chávez no es Chávez.
Es previsible que a partir de la autorización o desautorización de ideas, vía citas de Chávez (contextualizadas o no, respetando o no la línea cronológica de sus planteamientos), se perfilarán tensiones adicionales, dada la situación abierta luego de su partida física en Marzo, de la coyuntura electoral de abril (crisis electoral del “chavismo”) y los problemas económicos acumulados y agravados desde el segundo semestre del año 2012, problemas que han adquirido creciente actualidad, dados los impactos negativos en las condiciones materiales y expectativas de vida de los trabajadores y en general, en las clases populares subalternas del país.
De manera, que cualquier medida de política gubernamental que responda al “Legado de Chávez” debe pasar irremediablemente por reconocer la pertinencia de analizar el patrón de evaluación, control y medición de los logros socialistas en lo que actualmente se denomina “Gobierno de calle” (¿Cuál consistencia existe entre los objetivos inmediatos del Gobierno de calle y los objetivos políticos del nuevo ciclo de gobierno anunciado por Chávez en el año 2012?); así como el avance en la transformación económico-productiva, ligada al modelo de acumulación, crecimiento y distribución de riqueza social, definida de acuerdo a Jorge Giordani por cinco aspectos:
a) La modificación de la base productiva del país, buscando una mayor democratización del poder económico.
b) El cambio en el rol del Estado, para lograr que el proceso acumulativo se oriente a la satisfacción de las necesidades básicas de la mayoría de la población y a la defensa de la soberanía.
c) La incorporación de mecanismos de autogestión productiva a nivel colectivo.
d) La utilización de una planificación democrática como mecanismo regulador de las relaciones productivas.
e) La ubicación autónoma del país frente a la internacionalización del sistema capitalista.
Basta escuchar el audio del “Golpe de Timón” para confirmar que Chávez compartía estas orientaciones generales, y dado que se abría un nuevo ciclo de gobierno en el año 2012, era importante ser más eficientes en el tránsito al socialismo (no era eficiencia sin socialismo), en la construcción del nuevo modelo político, económico, social, cultural, en la revolución.
Repetimos, es en este contexto preciso donde aparece el debate sobre la “Eficiencia”, no como un término de racionalización económica capitalista (Eficiencia productiva capitalista), sino de eficiencia en el Tránsito cierto al Socialismo definido como nuevo modelo político, económico, social, cultural en revolución; de eficiencia en el avance de la revolución, pues se trataba de avanzar en un nuevo modelo de sociedad que incluye efectivamente la transformación del modelo rentista y sus efectos en las deformaciones histórico-estructurales de la economía venezolana y sus capacidades de generar procesos sostenidos de acumulación-generación de excedentes desde sus propias dinamismos productivos internos, en función de la satisfacción de las necesidades de las mayorías trabajadoras y del pueblo.
En el caso Venezolano, como en muchos países dependientes y periféricos, el carácter extractivo del patrón económico y mono-exportador del modo de articulación a la economía capitalista mundial, el sub-desarrollo de las capacidades productivas nacionales y la modalidad de “dependencia neocolonial asociada” a los intereses de los grandes monopolios nacionales y trasnacionales, siguen siendo rasgos estructurales de los ámbitos económico-sociales del país. De manera que la transición al socialismo debe partir de un crudo diagnóstico de las condiciones de partida para semejante transformación, pues la revolución política no equivale a una revolución económica y social de larga duración, intensidad y profundidad. Hasta ahora, la revolución no ha tocado los aspectos medulares de los factores de poder que condicionan la estructura económico-social propia del capitalismo, sino que se ha concentrado en la esfera político-partidista, en la esfera de la ocupación de los espacios de los aparatos estatales y en las tareas del reparto aún desigual y concentrado de la renta petrolera.
Una concentración de la atención y del discurso en la “pequeña política” (la gobernabilidad de coyuntura), en la escena partidista y electoral, han opacado los graves problemas histórico estructurales de la economía venezolana y las vías para enfrentarlos. De manera que es desde estas condiciones histórico-estructurales, desde donde hay que partir para pensar e impactar en el proceso de transición hacia el socialismo, lo cual implicará formas novedosas de ejercicio del gobierno, de planificación estratégica, de ejercicio prospectivo, de construcción de trayectorias de viabilidad, de adecuación de las políticas sociales y económicas, de necesaria demarcación de estilos de desarrollo deseables, posibles y factibles, para aspirar a construir modelos de socialismo democráticos, participativos y autogestionarios, superando necesariamente los obstáculos que suponen las condicionamientos de la dependencia y la posición periférica del país en el sistema histórico mundial.
No hacerlo, implica quedarse en la retórica superficial y mediática sobre el Socialismo (para bien o para mal), o lo que es peor, utilizar el “discurso socialista” para impulsar medidas que puedan comprenderse o interpretarse como favorables al fortalecimiento de prácticas capitalistas. Esas medidas, en todo caso, no fueron la dirección, orientación, contenido y alcance del llamado “Golpe de Timón” ni del “Programa de la Patria” en palabras de Chávez.
Hablamos por tanto de evaluar en profundidad, y si se requiere corregir el rumbo, desde el contexto político de una revolución democrática y socialista (no desde el horizonte de reformas simplemente); no confundir “proceso revolucionario” con “gobierno capitalista que realiza reformas parciales en el terreno social” para fines de lograr la estabilidad relativa, la cooptación, el consenso o un clima de resignación en las luchas de los trabajadores y del pueblo por la construcción del socialismo.
Es así que planteamos la necesaria clarificación del rumbo, si la revolución bolivariana aspira a retroceder a un proyecto de carácter reformista-desarrollista-socialdemócrata; para avanzar más allá, para modificar el dominio histórico-estructural que el sector capitalista tiene, tanto nacional como extranjero, en la estructura económica-social del país. Ni la Independencia (Autodeterminación) ni el Socialismo, ejes relacionados de un proceso de liberación nacional, pueden avanzar en un marco de reproducción de fenómenos de dominación, desigualdad, polarización y exclusión asociados al “desarrollo dependiente asociado” al Gran Capital.
A propósito de los llamados a “diálogo con los sectores del país”, Chávez señaló finalmente que los pactos estratégicos u orgánicos, eran con el pueblo y con las clases trabajadoras, no con las elites o los sectores capitalistas dominantes. A los malos lectores del “Golpe de Timón”, que quierenhablar de eficiencia sin revolución, basta que abran y lean las primeras doce (12) páginas del documento para recordar lo allí planteado.
No hacerlo se presta a los más diversos oportunismos y pragmatismos, tan en boga luego de la partida física de Chávez, en función de criterios exclusivos de conquistar posiciones de ventaja, de estabilidad y gobernabilidad:
“Recordemos los cinco grandes objetivos históricos del Programa de la Patria que ahora vamos a comenzar a aplicar. Se trata de los pasos que hemos venido dando, por eso hablamos del tránsito, transición, etapa. Nada de esto existía en Venezuela y nada de esto existiría en Venezuela si, se impusiera el capitalismo, que nos convertiría de nuevo en la colonia que éramos. Por eso la revolución política es previa a la económica. Siempre tiene que ser así: primero revolución política, liberación política y luego viene la revolución económica. Hay que mantener la liberación política, y de allí la batalla política que es permanente, la batalla cultural, la batalla social.” (Golpe de Timón, p. 12)
Si el aspecto político (revolución política/liberación política), que guía y orienta la gran estrategia, no predomina como visión revolucionaria, como concepción liberadora, entonces la batalla cultural, la batalla social y la batalla económica del nuevo modelo a construir que son permanentes, estarían posiblemente perdidas: ¿De qué trata la cuestión económica? ¿De imponer el fortalecimiento del Capitalismo, de convertirnos de nuevo en Colonia?
Palabras que retumbarán en los oídos pragmáticos de quienes suponen que la transición al socialismo se hace “con más capitalismo”, con “alianzas y amarres de intereses estratégicos con fracciones sociales del Capital, y no colocando en primer lugar el patrón de medición, evaluación y control de los logros socialistas: un modo sustancialmente democrático (“verdaderamente no jerárquico en su modo de operación en todas las esferas”-p.851), de control social y autogestión general, como se señaló sin ambigüedades en el Golpe de Timón.
A aquellas voces que les parece inconveniente plantear la opción “Reforma o Revolución” (Luxemburgo-Lenin dixit), y que ni siquiera llegan a plantear al menos “reformas revolucionarias” (Gorz dixit), conviene señalarles que la partida física de Chávez pone sobre la mesa precisamente estas grandes definiciones de “Gran Política” (Gramsci dixit) ([8]) y de “Gran Estrategia” ([9]).
En ese debate Chávez no claudicó ni como dicen de manera corriente: “arrugó”. De manera que los esfuerzos no son para alcanzar o mejorar el desarrollo capitalista, sino para abrir alternativas en contra del Capital, para debilitar como eje de dominación a los actores, fuerzas y movimientos del desarrollo capitalista. Eso es precisamente el Proyecto Socialista.
2. EL LEGADO DE CHAVEZ: CONCIENCIA REVOLUCIONARIA O APOLOGÍA DE LO EXISTENTE.
En Venezuela, existe una suerte de acuerdo preliminar sobre la maduración intelectual del pensamiento y acción de Hugo Chávez, como líder fundamental de la revolución bolivariana, en la cual se fueron precisando y haciendo explícitos ciertos temas dominantes de su agenda política desde que entró en la escena política aquel 4 de febrero de 1992 (Rebeliones Militares del 4-F y el 27-N del año 1992). A modo de síntesis y de manera provisional, es posible rastrear tres grandesformulaciones del pensamiento y la acción que fueron articulándose en una formación compleja (no sustituyéndose) en el tiempo histórico:
a) El Nacionalismo Revolucionario Bolivariano de fuerte contenido anti-Neoliberal,
b) El Anti-Imperialismo y la Liberación Continental de Nuestra América,
c) El Anticapitalismo y la construcción del Socialismo Bolivariano del siglo XXI, adecuado a las particularidades venezolanas.
Obviamente, hay muchas más vetas en el pensamiento y la acción revolucionaria de Hugo Chávez (por ejemplo, la centralidad de la alianza cívico-militar para combatir la partidocracia, la crítica a la democracia representativa-burguesa para el cambio revolucionario, la importancia delpoder popular, entre muchas otras), pero para efectos de estas primeras aproximaciones, es necesario dar cuenta de si el “legado Revolucionario” de Chávez diferenciándolo de:
a) El legado ideológicamente ambivalente de sus primeros tiempos con relación a la revolución socialista;
b) La flexibilidad táctica de sus modos de actuación política de acuerdo al cuadro de fuerzas de cada situación particular, con sus virajes que podían dar a entender que se perdía el rumbo estratégico a corto plazo;
c) la crítica a sus actitudes de fuerte liderazgo personalista y centralizador del poder de mando-decisión).
Estos aspectos contribuyen a repensar una larga discusión sobre los procesos de transición al socialismo, sobremanera en el campo teórico de la praxis revolucionaria acerca de los mismos, que va desde las primeras formulaciones de Marx y Engels, la recepción de este debate en la socialdemocracia alemana, la interpretación de este debate en el marxismo y el populismo ruso, las posiciones de Lenin y de la dirección bolchevique sobre los problemas de la transición, el efecto de la muerte de Lenin y el ascenso de Stalin, la construcción del socialismo bajo la hegemonía estalinista, la polémica Chino-Soviética sobre la economía de la transición, el debate Yugoeslavo sobre la Autogestión, los debates sobre la transformaciones de las relaciones de producción, el Plan, el Mercado y la Ley del Valor, la polémica del Che sobre la transición en la Revolución Cubana, la polémica sobre el Poder Popular y el área de Propiedad Social en la vía chilena al Socialismo, entre muchos otros e importantes debates.
Lamentablemente, en un balance de inventario de las actitudes hacia el pensamiento de Chávez, predomina el elemento pasión y afecto (tanto de aceptación como de rechazo), lo cual impedirá por cierto tiempo enfrentar sus aciertos y errores efectivos en política, en pensamiento y acción.
No hay que llamarse a engaños. Uno de los principales obstáculos para abordar, desde el pensamiento contra-hegemónico de izquierda, el llamado “legado de Chávez” es su complejidad, la heterogeneidad constitutiva en sus influencias ideológicas de base (Árbol de las Tres Raíces), su acercamiento y separación de la llamada “tercera vía” para acercarlo a la “crítica del Imperialismo”, su apoyo explícito a la emergencia del nuevo socialismo del siglo XXI en el contexto de la grave crisis del capitalismo, los cuál es también utilizado para fines de apologética-legitimación; o en contrapunto, para fines de demonización-descrédito en la lucha política e ideológica del país (y en el continente); de manera que por muchos años, posicionarse críticamente ante el legado de Chávez implicará intervenir tácita o explícitamente en el complejo de condiciones y factores que intervienen en la lucha histórica presente que divide las aguas entre izquierdas y derechas en el continente latinoamericano.
Esto se explica en parte, porque Chávez logro re-politizar a Venezuela y a las sociedades del continente en gran medida; es decir, colocó a la “Gran Política” en su lugar privilegiado, superando en gran medida la “pequeña política” (la política de intrigas en situaciones), la despolitización tecnocrática o la creencia de que la política es solo para los “profesionales de la política”, para los representantes de los aparatos de partido o los altos funcionarios de los aparatos de Estado.
Chávez reactivó la creencia en amplios estratos de la población de que es posible construir una democracia de alta intensidad en los términos dados por Lincoln a ésta: “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” ([10]), y que ese sistema de gobierno estaría directamente articulado a larealización de la igualdad y la justicia social en los términos expresados por Simón Bolívar: “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política” ([11]).
Pocos analistas toman en cuenta la densidad teórica, histórica e ideológica del Discurso de Angostura de 1819 al señalar:
“Un gobierno republicano ha sido, es y debe ser el de Venezuela; sus bases deben ser la soberanía del pueblo: la división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios. Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, la especie de los hombres, las opiniones políticas y las costumbres públicas. Luego extendiendo la vista sobre el vasto campo que nos falta por recorrer, fijamos la atención sobre los privilegios que debemos evitar.”
¿No será precisamente el capitalismo neoliberal hegemónico, con sus énfasis en el fundamentalismo de mercado, sus políticas monetaristas y fiscalistas, la fuente de los privilegios que debemos evitar?
De manera que más allá de las consignas, los esquematismos y las simplificaciones, las tareas de re-pensar la conjunción posible del universo de discurso de la revolución bolivariana con el proyecto socialista democrático, participativo y autogestionario, sigue siendo una tarea pendiente, pues se trata de horizontes ideológicos cuyos sistemas de valores e ideas en algunos casos son plenamente convergentes, pero en otros es posible detectar tensiones que deben ser asumidos para el debate.
Algunos suponen que con frases de Chávez, la tarea del pensamiento bolivariano y revolucionario está resuelta. Bastaría repetir frases como si se tratara del “Libro Rojo” de Mao, para tener el mango del sartén ideológico agarrado con la mano. Obviamente, esto funciona para movilizar creencias y controlar una psicología colectiva del aparato político de masas, pero no contribuye en la producción de la consistencia, coherencia y congruencia; es decir, en la sustentación y legitimación de un Proyecto Histórico como el Socialismo Bolivariano del siglo XXI.
De allí que sea preciso analizar con rigor las condiciones políticas, institucionales e ideológicas de producción de conocimientos críticos sobre la transición socialista en Venezuela, bajo el efecto de proyección del liderazgo de Hugo Chávez, en la presente coyuntura nacional e internacional, superando las tentaciones del dogmatismo, el sectarismo y el oportunismo sin principios, pues la revolución atraviesa desde algunos años una encrucijada crítica que puede activar severos procesos de desgaste y de derrota.
3. NOTAS CRÍTICAS A LA RECIENTE CREACIÓN DEL INSTITUTO DE ALTOS ESTUDIOS “HUGO CHAVEZ”:
“Aquí tengo al [libro de] István Mészáros, el capítulo XIX, que se llama “El Sistema comunal y la ley del valor”. Hay una frase que hace tiempo subrayé, la voy a leer, señores ministros, ministras, vicepresidente (dirigiéndose a Nicolás Maduro), hablando de la economía, del desarrollo económico, hablando del impulso social de la revolución: “El patrón de medición -dice Mészáros- de los logros socialistas es: hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático, de control social y autogestión general”. (Chávez en el Golpe de Timón le lee a su tren ministerial a Meszaros: 1. István Mészáros: Más allá del capital, Caracas, Hermanos Vadell, 2001.)
1.- INTRODUCCIÓN:
En las siguientes notas de estudio analizaremos algunos planteamientos e intervenciones acerca de “Los programas de estudio de la transición al socialismo” ([1]), no sin antes comentar algunos de las inquietudes que se vienen presentando con la voluntad de aplicación práctica de lo expresado por Chávez en el “Programa de la Patria” y en el llamado “Golpe de Timón” sobre la transición, para finalmente hacer explícitos algunas interrogantes que recorren a las mediaciones materiales e institucionales construidas en los llamados procesos de transición al socialismo formulados por Paul M. Sweezy ([2]).
El análisis de los planteamientos se hará de una manera abierta y crítica, con la finalidad de enriquecer los espacios de reflexión y debate entre tendencias ([3]) que contribuyan a apalancar las tareas del “intelectual colectivo revolucionario” en el seno de la revolución bolivariana, en medio de inquietudes sobre la pertinencia de mantener o no la vigencia de los planteamientos de Chávez([4]); abordando de manera exhaustiva los problemas de la transición al Socialismo-Siglo XXI en Venezuela y en “Nuestra América”, desde un punto de vista teórico-crítico, además de reconocer no perder de vista el análisis histórico-comparado de las experiencias de transición (por ejemplo: URSS, China, Yugoslavia, Cuba, Chile, Nicaragua) y sus lecciones para Venezuela (Balance histórico-critico de inventario).
Esta tarea, como hemos planteado ([5]), no puede ser iniciativa exclusiva de pequeños equipos políticos encerrados en sus propias auto-referencias teóricas o ideológicas (“mirarse el ombligo es un síntoma de sectarismo”), ni producto de individualidades (por más “geniales” que sean), ni de equipos tecno-políticos encerrados en espacios ministeriales (intelectuales “palaciegos” regulados por las demandas urgentes de la “coyuntura” o la “pragmática del poder”), ni en centros académicos especializados (sin contacto efectivo con las luchas sociales), pues se trata de la convergencia de la praxis colectiva de investigación teórico y de intervención política que requiere de espacios de articulación de equipos de trabajo en redes intelectuales, partidos revolucionarios, movimientos sociales, comunidades, agencias gubernamentales y estatales, directamente implicadas en los procesos de cambio histórico-estructural que se animan bajo el paraguas de la revolución democrática y socialista para el siglo XXI.
En primer lugar, basta interrogarse sobre el patrón de medición de los logros socialistas que señalaba Chávez en el “Golpe de Timón” para evaluar si la transición hacia el socialismo ha encallado, se mantiene, se posterga o se profundiza en el actual Gobierno conducido por el Presidente Nicolás Maduro, pues en aquel momento Chávez señaló una pregunta fundamental:
¿Hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas por un Gobierno contribuyen activamente a la constitución (y consolidación) bien arraigada de un modo sustancialmente democrático (Mézsáros agrega algo que no leyó Chávez: “verdaderamente no jerárquico en su modo de operación en todas las esferas”-p.851), de control social y autogestión general?
¿No es ésta acaso una definición del Nuevo Socialismo: de la democracia radical, participativa y autogestionaria para el siglo XXI? ¿Qué pasa con la construcción del Socialismo Bolivariano del siglo XXI cuando se omite esta problemática?
Hay voces que asocian como temas del “Golpe de Timón”, los aspectos relativos a “La Comuna”, la “Auto-critica”, la “Eficiencia”, la “Propiedad social como injerto socialista” o algunas referencias al reimpulso del Sistema Nacional de Medios Públicos. Sin embargo, ninguno de estos aspectos puede entenderse fuera del contexto más inclusivo; es decir, la problemática de la “Transición al Socialismo en Venezuela”, debate sobre el que hay signos e indicios de no ser tomado en su debida relevancia o importancia a la hora de valorar las aplicaciones de política, dada la escasa referencia a prácticas concretas de construcción del Socialismo orientadas por el Programa de la Patria en estos primeros cien (100) días de gobierno ([6]).
Pero para Chávez, este asunto era fundamental en el nuevo ciclo de gobierno:
“Entonces, venimos con el tema de la democracia, el socialismo y su esencia absolutamente democrática, mientras que el capitalismo tiene en su esencia lo antidemocrático, lo excluyente, la imposición del capital y de las élites capitalistas. El socialismo no, el socialismo libera; el socialismo es democracia y la democracia es socialismo en lo político, en lo social, en lo económico”. (Golpe de Timón)
De manera que resulta sorprendente, que el marco general inclusivo desde donde se realizaron los planteamientos del Golpe de Timón, se pierda de vista, se minimice, o se extravíe la dirección, contenido y alcance del proyecto en estos cien (100) días de Gobierno, pues lo que está en juego es el patrón de medición-evaluación de las políticas públicas del Gobierno Revolucionario en función de alcanzar o no los logros socialistas.
Es decir, avanzando en algunos indicadores como el logro de la estabilidad política, en la gobernabilidad, en el reconocimiento internacional del Presidente Maduro, en la aplicación del Plan Patria Segura, en el intento de tomar medidas para enfrentar graves problemas asociados al juego de intereses que intervienen en el terreno económico (crecimiento, inflación, importaciones, devaluación, endeudamiento, tasa de cambio, acaparamiento), en la continuidad de la Misión Vivienda Venezuela, así como el control de la especulación o atacando la corrupción: ¿Cuánto se avanza en los logros socialistas?
Es decir, nos enfrentamos a posibles escenarios de avance, desvío, detención u olvido del proceso de transición al socialismo, pues entre los factores determinantes que inciden en este proceso (y aquí Chávez se apoyó en planteamientos de Jorge Giordani) ([7]) están:
“(…) la transformación de la base económica del país para hacerla esencial y sustancialmente democrática, porque la base económica de un país capitalista no es democrática, es antidemocrática, es excluyente y de allí la generación de riqueza y de grandes riquezas para una minoría, una élite, la gran burguesía, los grandes monopolios, y de allí también la generación de la pobreza y la miseria para las grandes mayorías.”
El “problema económico-social” no puede entonces enfrentarse con cursos de acción y vías de solución, con medidas y políticas anti-democráticas, que favorezcan mayor desigualdad y polarización entre riqueza y pobreza. No basta apelar a indicadores históricos que se refieren a la desigualdad, los índices de pobreza, la tasa de matriculación o la esperanza de vida de organismos internacionales, cuyas estadísticas de referencia tienen retrasos temporales con relación al impacto de las medidas económicas tomadas en el primer semestre del año 2013. El problema de coyuntura es si la tendencia económico-social en curso afecta positiva o negativamente estos resultados históricos positivos.
Pues la vieja historia ha sido: por una lado, estarían las elites y la gran burguesía, los grandes monopolios económicos; y por otro lado, la miseria de las grandes mayorías; de allí que, desde el año 1996 (Agenda Alternativa Bolivariana), Chávez dejó claro que no se puede separar lo social de lo económico, ni lo económico de lo político; es decir, que los ajustes macroeconómicos no podían realizarse en perjuicio de los ajustes sociales, que era preciso tener como prioridad “la deuda social acumulada”, por efecto de la imposición de medidas capitalistas y neoliberales. Para aquellas voces de corta memoria cabría recordar lo siguiente:
“El viejo modelo (adeco), sin embargo, se resiste a morir. A través de sus pensadores, escritores y argumentadores de todo género, trata desde hace varios años de esconder su realidad, elaborando y presentando planes o proyectos de “estabilización” y de “ajustes”, según los cuales bastarían unas cuantas medidas monetaristas y fiscalistas, además de las “incómodas pero necesarias políticas sociales”, para “superar” la crisis.” (Agenda Alternativa Bolivariana. 1996, p. 9)
Y para no olvidar el enfoque de Chávez de la problemática (no bastan unas cuantas medidas monetaristas o fiscalistas) cabe recordar:
“La AAB comienza diciendo que el problema a solucionar no es meramente económico ni político ni social. Los abarca a todos ellos, es verdad. Pero va más allá de su conjunto. La forma de enfrentarlo, entonces, es a través de un poderoso ataque coordinado a lo largo de todo el frente. Atacar por partes implicaría la derrota, parte por parte.” (AAB, p.12)
Debemos retener esta última expresión: “La forma de enfrentarlo, entonces, es a través de un poderoso ataque coordinado a lo largo de todo el frente. Atacar por partes implicaría la derrota, parte por parte.”; es decir, que se debe atacar lo económico, lo social, lo político simultáneamente.
Para avanzar en la comprensión del marco general del proceso de transición al socialismo, no podemos perder de vista la continuidad del pensamiento de Chávez al sostener en el abordaje de diversos problemas, un enfoque humanístico, integral, holístico y ecológico; un enfoque de sistemas complejos articulado además a las contribuciones críticas del “pensamiento revolucionario” del mundo.
Si en algo insistió Chávez, fue en el estudio y formación permanente para todo su tren ministerial, para su equipo de gobierno; es decir, en incorporarse a las tareas de estudio, reflexión y acción en los procesos históricos, económicos, sociales, políticos, militares e internacionales desde una perspectiva revolucionaria e integral.
Encerrar el pensamiento, el discurso, la voz de Chávez en una visión acartonada, acomodaticia, simplificadora y apologética no contribuye en nada en realzar su estatura política cuando apeló para la refundación del Poder Nacional y del sistema político desde sus fundamentos filosóficos mismos, incluyendo sus componentes y relaciones que los regulan, a convocar la legitimidad ysoberanía popular del poder constituyente para enfrentar la grave crisis nacional en 1996, visión que se concretó en el año 1999. Chávez mantuvo un hilo de continuidad en la necesidad de considerar como componente central de la “gran estrategia” al poder popular y a la democracia participativa.
De manera que no cabe descartarse a priori la “dialéctica del poder constituido y poder constituyente” para abordar escenarios de transición al socialismo; o ante escenarios de una posible agresión (los llamados “atajos conspirativos”) activada desde los sectores capitalistas dominantes nacionales o internacionales, se despliegue la defensa activa de la revolución a partir de la movilización integral y organizada del pueblo para radicalizarla. Todo dependerá del juego de estrategias que cada uno de los factores en pugna desaten en la actual coyuntura.
Conviene retomar éste contexto más amplio e inclusivo, y lo que se refiere al debate sobre las interpretaciones del “legado de Chávez” y sus implicaciones políticas; pues diferentes corrientes bolivarianas y tendencias revolucionarias presentes en el campo de la izquierda socialista, debaten acerca de la apropiación selectiva de sus planteamientos, e incluso surgen voces que pretenden ser los portavoces únicos autorizados de sus ideas, inhibiendo el necesario debate y reflexión entre corrientes y tendencias en el seno de la unidad del proceso bolivariano.
De manera que no creemos viable una operación de despolitización y de separación del Chávez-Gobernante del Chávez-Luchador Popular por el Proyecto Socialista, una suerte de corte entre el “legado revolucionario” de Chávez y un “legado de gobierno” para fines de conservación del poder. O Chávez es revolucionario o Chávez no es Chávez.
Es previsible que a partir de la autorización o desautorización de ideas, vía citas de Chávez (contextualizadas o no, respetando o no la línea cronológica de sus planteamientos), se perfilarán tensiones adicionales, dada la situación abierta luego de su partida física en Marzo, de la coyuntura electoral de abril (crisis electoral del “chavismo”) y los problemas económicos acumulados y agravados desde el segundo semestre del año 2012, problemas que han adquirido creciente actualidad, dados los impactos negativos en las condiciones materiales y expectativas de vida de los trabajadores y en general, en las clases populares subalternas del país.
De manera, que cualquier medida de política gubernamental que responda al “Legado de Chávez” debe pasar irremediablemente por reconocer la pertinencia de analizar el patrón de evaluación, control y medición de los logros socialistas en lo que actualmente se denomina “Gobierno de calle” (¿Cuál consistencia existe entre los objetivos inmediatos del Gobierno de calle y los objetivos políticos del nuevo ciclo de gobierno anunciado por Chávez en el año 2012?); así como el avance en la transformación económico-productiva, ligada al modelo de acumulación, crecimiento y distribución de riqueza social, definida de acuerdo a Jorge Giordani por cinco aspectos:
a) La modificación de la base productiva del país, buscando una mayor democratización del poder económico.
b) El cambio en el rol del Estado, para lograr que el proceso acumulativo se oriente a la satisfacción de las necesidades básicas de la mayoría de la población y a la defensa de la soberanía.
c) La incorporación de mecanismos de autogestión productiva a nivel colectivo.
d) La utilización de una planificación democrática como mecanismo regulador de las relaciones productivas.
e) La ubicación autónoma del país frente a la internacionalización del sistema capitalista.
Basta escuchar el audio del “Golpe de Timón” para confirmar que Chávez compartía estas orientaciones generales, y dado que se abría un nuevo ciclo de gobierno en el año 2012, era importante ser más eficientes en el tránsito al socialismo (no era eficiencia sin socialismo), en la construcción del nuevo modelo político, económico, social, cultural, en la revolución.
Repetimos, es en este contexto preciso donde aparece el debate sobre la “Eficiencia”, no como un término de racionalización económica capitalista (Eficiencia productiva capitalista), sino de eficiencia en el Tránsito cierto al Socialismo definido como nuevo modelo político, económico, social, cultural en revolución; de eficiencia en el avance de la revolución, pues se trataba de avanzar en un nuevo modelo de sociedad que incluye efectivamente la transformación del modelo rentista y sus efectos en las deformaciones histórico-estructurales de la economía venezolana y sus capacidades de generar procesos sostenidos de acumulación-generación de excedentes desde sus propias dinamismos productivos internos, en función de la satisfacción de las necesidades de las mayorías trabajadoras y del pueblo.
En el caso Venezolano, como en muchos países dependientes y periféricos, el carácter extractivo del patrón económico y mono-exportador del modo de articulación a la economía capitalista mundial, el sub-desarrollo de las capacidades productivas nacionales y la modalidad de “dependencia neocolonial asociada” a los intereses de los grandes monopolios nacionales y trasnacionales, siguen siendo rasgos estructurales de los ámbitos económico-sociales del país. De manera que la transición al socialismo debe partir de un crudo diagnóstico de las condiciones de partida para semejante transformación, pues la revolución política no equivale a una revolución económica y social de larga duración, intensidad y profundidad. Hasta ahora, la revolución no ha tocado los aspectos medulares de los factores de poder que condicionan la estructura económico-social propia del capitalismo, sino que se ha concentrado en la esfera político-partidista, en la esfera de la ocupación de los espacios de los aparatos estatales y en las tareas del reparto aún desigual y concentrado de la renta petrolera.
Una concentración de la atención y del discurso en la “pequeña política” (la gobernabilidad de coyuntura), en la escena partidista y electoral, han opacado los graves problemas histórico estructurales de la economía venezolana y las vías para enfrentarlos. De manera que es desde estas condiciones histórico-estructurales, desde donde hay que partir para pensar e impactar en el proceso de transición hacia el socialismo, lo cual implicará formas novedosas de ejercicio del gobierno, de planificación estratégica, de ejercicio prospectivo, de construcción de trayectorias de viabilidad, de adecuación de las políticas sociales y económicas, de necesaria demarcación de estilos de desarrollo deseables, posibles y factibles, para aspirar a construir modelos de socialismo democráticos, participativos y autogestionarios, superando necesariamente los obstáculos que suponen las condicionamientos de la dependencia y la posición periférica del país en el sistema histórico mundial.
No hacerlo, implica quedarse en la retórica superficial y mediática sobre el Socialismo (para bien o para mal), o lo que es peor, utilizar el “discurso socialista” para impulsar medidas que puedan comprenderse o interpretarse como favorables al fortalecimiento de prácticas capitalistas. Esas medidas, en todo caso, no fueron la dirección, orientación, contenido y alcance del llamado “Golpe de Timón” ni del “Programa de la Patria” en palabras de Chávez.
Hablamos por tanto de evaluar en profundidad, y si se requiere corregir el rumbo, desde el contexto político de una revolución democrática y socialista (no desde el horizonte de reformas simplemente); no confundir “proceso revolucionario” con “gobierno capitalista que realiza reformas parciales en el terreno social” para fines de lograr la estabilidad relativa, la cooptación, el consenso o un clima de resignación en las luchas de los trabajadores y del pueblo por la construcción del socialismo.
Es así que planteamos la necesaria clarificación del rumbo, si la revolución bolivariana aspira a retroceder a un proyecto de carácter reformista-desarrollista-socialdemócrata; para avanzar más allá, para modificar el dominio histórico-estructural que el sector capitalista tiene, tanto nacional como extranjero, en la estructura económica-social del país. Ni la Independencia (Autodeterminación) ni el Socialismo, ejes relacionados de un proceso de liberación nacional, pueden avanzar en un marco de reproducción de fenómenos de dominación, desigualdad, polarización y exclusión asociados al “desarrollo dependiente asociado” al Gran Capital.
A propósito de los llamados a “diálogo con los sectores del país”, Chávez señaló finalmente que los pactos estratégicos u orgánicos, eran con el pueblo y con las clases trabajadoras, no con las elites o los sectores capitalistas dominantes. A los malos lectores del “Golpe de Timón”, que quierenhablar de eficiencia sin revolución, basta que abran y lean las primeras doce (12) páginas del documento para recordar lo allí planteado.
No hacerlo se presta a los más diversos oportunismos y pragmatismos, tan en boga luego de la partida física de Chávez, en función de criterios exclusivos de conquistar posiciones de ventaja, de estabilidad y gobernabilidad:
“Recordemos los cinco grandes objetivos históricos del Programa de la Patria que ahora vamos a comenzar a aplicar. Se trata de los pasos que hemos venido dando, por eso hablamos del tránsito, transición, etapa. Nada de esto existía en Venezuela y nada de esto existiría en Venezuela si, se impusiera el capitalismo, que nos convertiría de nuevo en la colonia que éramos. Por eso la revolución política es previa a la económica. Siempre tiene que ser así: primero revolución política, liberación política y luego viene la revolución económica. Hay que mantener la liberación política, y de allí la batalla política que es permanente, la batalla cultural, la batalla social.” (Golpe de Timón, p. 12)
Si el aspecto político (revolución política/liberación política), que guía y orienta la gran estrategia, no predomina como visión revolucionaria, como concepción liberadora, entonces la batalla cultural, la batalla social y la batalla económica del nuevo modelo a construir que son permanentes, estarían posiblemente perdidas: ¿De qué trata la cuestión económica? ¿De imponer el fortalecimiento del Capitalismo, de convertirnos de nuevo en Colonia?
Palabras que retumbarán en los oídos pragmáticos de quienes suponen que la transición al socialismo se hace “con más capitalismo”, con “alianzas y amarres de intereses estratégicos con fracciones sociales del Capital, y no colocando en primer lugar el patrón de medición, evaluación y control de los logros socialistas: un modo sustancialmente democrático (“verdaderamente no jerárquico en su modo de operación en todas las esferas”-p.851), de control social y autogestión general, como se señaló sin ambigüedades en el Golpe de Timón.
A aquellas voces que les parece inconveniente plantear la opción “Reforma o Revolución” (Luxemburgo-Lenin dixit), y que ni siquiera llegan a plantear al menos “reformas revolucionarias” (Gorz dixit), conviene señalarles que la partida física de Chávez pone sobre la mesa precisamente estas grandes definiciones de “Gran Política” (Gramsci dixit) ([8]) y de “Gran Estrategia” ([9]).
En ese debate Chávez no claudicó ni como dicen de manera corriente: “arrugó”. De manera que los esfuerzos no son para alcanzar o mejorar el desarrollo capitalista, sino para abrir alternativas en contra del Capital, para debilitar como eje de dominación a los actores, fuerzas y movimientos del desarrollo capitalista. Eso es precisamente el Proyecto Socialista.
2. EL LEGADO DE CHAVEZ: CONCIENCIA REVOLUCIONARIA O APOLOGÍA DE LO EXISTENTE.
En Venezuela, existe una suerte de acuerdo preliminar sobre la maduración intelectual del pensamiento y acción de Hugo Chávez, como líder fundamental de la revolución bolivariana, en la cual se fueron precisando y haciendo explícitos ciertos temas dominantes de su agenda política desde que entró en la escena política aquel 4 de febrero de 1992 (Rebeliones Militares del 4-F y el 27-N del año 1992). A modo de síntesis y de manera provisional, es posible rastrear tres grandesformulaciones del pensamiento y la acción que fueron articulándose en una formación compleja (no sustituyéndose) en el tiempo histórico:
a) El Nacionalismo Revolucionario Bolivariano de fuerte contenido anti-Neoliberal,
b) El Anti-Imperialismo y la Liberación Continental de Nuestra América,
c) El Anticapitalismo y la construcción del Socialismo Bolivariano del siglo XXI, adecuado a las particularidades venezolanas.
Obviamente, hay muchas más vetas en el pensamiento y la acción revolucionaria de Hugo Chávez (por ejemplo, la centralidad de la alianza cívico-militar para combatir la partidocracia, la crítica a la democracia representativa-burguesa para el cambio revolucionario, la importancia delpoder popular, entre muchas otras), pero para efectos de estas primeras aproximaciones, es necesario dar cuenta de si el “legado Revolucionario” de Chávez diferenciándolo de:
a) El legado ideológicamente ambivalente de sus primeros tiempos con relación a la revolución socialista;
b) La flexibilidad táctica de sus modos de actuación política de acuerdo al cuadro de fuerzas de cada situación particular, con sus virajes que podían dar a entender que se perdía el rumbo estratégico a corto plazo;
c) la crítica a sus actitudes de fuerte liderazgo personalista y centralizador del poder de mando-decisión).
Estos aspectos contribuyen a repensar una larga discusión sobre los procesos de transición al socialismo, sobremanera en el campo teórico de la praxis revolucionaria acerca de los mismos, que va desde las primeras formulaciones de Marx y Engels, la recepción de este debate en la socialdemocracia alemana, la interpretación de este debate en el marxismo y el populismo ruso, las posiciones de Lenin y de la dirección bolchevique sobre los problemas de la transición, el efecto de la muerte de Lenin y el ascenso de Stalin, la construcción del socialismo bajo la hegemonía estalinista, la polémica Chino-Soviética sobre la economía de la transición, el debate Yugoeslavo sobre la Autogestión, los debates sobre la transformaciones de las relaciones de producción, el Plan, el Mercado y la Ley del Valor, la polémica del Che sobre la transición en la Revolución Cubana, la polémica sobre el Poder Popular y el área de Propiedad Social en la vía chilena al Socialismo, entre muchos otros e importantes debates.
Lamentablemente, en un balance de inventario de las actitudes hacia el pensamiento de Chávez, predomina el elemento pasión y afecto (tanto de aceptación como de rechazo), lo cual impedirá por cierto tiempo enfrentar sus aciertos y errores efectivos en política, en pensamiento y acción.
No hay que llamarse a engaños. Uno de los principales obstáculos para abordar, desde el pensamiento contra-hegemónico de izquierda, el llamado “legado de Chávez” es su complejidad, la heterogeneidad constitutiva en sus influencias ideológicas de base (Árbol de las Tres Raíces), su acercamiento y separación de la llamada “tercera vía” para acercarlo a la “crítica del Imperialismo”, su apoyo explícito a la emergencia del nuevo socialismo del siglo XXI en el contexto de la grave crisis del capitalismo, los cuál es también utilizado para fines de apologética-legitimación; o en contrapunto, para fines de demonización-descrédito en la lucha política e ideológica del país (y en el continente); de manera que por muchos años, posicionarse críticamente ante el legado de Chávez implicará intervenir tácita o explícitamente en el complejo de condiciones y factores que intervienen en la lucha histórica presente que divide las aguas entre izquierdas y derechas en el continente latinoamericano.
Esto se explica en parte, porque Chávez logro re-politizar a Venezuela y a las sociedades del continente en gran medida; es decir, colocó a la “Gran Política” en su lugar privilegiado, superando en gran medida la “pequeña política” (la política de intrigas en situaciones), la despolitización tecnocrática o la creencia de que la política es solo para los “profesionales de la política”, para los representantes de los aparatos de partido o los altos funcionarios de los aparatos de Estado.
Chávez reactivó la creencia en amplios estratos de la población de que es posible construir una democracia de alta intensidad en los términos dados por Lincoln a ésta: “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” ([10]), y que ese sistema de gobierno estaría directamente articulado a larealización de la igualdad y la justicia social en los términos expresados por Simón Bolívar: “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política” ([11]).
Pocos analistas toman en cuenta la densidad teórica, histórica e ideológica del Discurso de Angostura de 1819 al señalar:
“Un gobierno republicano ha sido, es y debe ser el de Venezuela; sus bases deben ser la soberanía del pueblo: la división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios. Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, la especie de los hombres, las opiniones políticas y las costumbres públicas. Luego extendiendo la vista sobre el vasto campo que nos falta por recorrer, fijamos la atención sobre los privilegios que debemos evitar.”
¿No será precisamente el capitalismo neoliberal hegemónico, con sus énfasis en el fundamentalismo de mercado, sus políticas monetaristas y fiscalistas, la fuente de los privilegios que debemos evitar?
De manera que más allá de las consignas, los esquematismos y las simplificaciones, las tareas de re-pensar la conjunción posible del universo de discurso de la revolución bolivariana con el proyecto socialista democrático, participativo y autogestionario, sigue siendo una tarea pendiente, pues se trata de horizontes ideológicos cuyos sistemas de valores e ideas en algunos casos son plenamente convergentes, pero en otros es posible detectar tensiones que deben ser asumidos para el debate.
Algunos suponen que con frases de Chávez, la tarea del pensamiento bolivariano y revolucionario está resuelta. Bastaría repetir frases como si se tratara del “Libro Rojo” de Mao, para tener el mango del sartén ideológico agarrado con la mano. Obviamente, esto funciona para movilizar creencias y controlar una psicología colectiva del aparato político de masas, pero no contribuye en la producción de la consistencia, coherencia y congruencia; es decir, en la sustentación y legitimación de un Proyecto Histórico como el Socialismo Bolivariano del siglo XXI.
De allí que sea preciso analizar con rigor las condiciones políticas, institucionales e ideológicas de producción de conocimientos críticos sobre la transición socialista en Venezuela, bajo el efecto de proyección del liderazgo de Hugo Chávez, en la presente coyuntura nacional e internacional, superando las tentaciones del dogmatismo, el sectarismo y el oportunismo sin principios, pues la revolución atraviesa desde algunos años una encrucijada crítica que puede activar severos procesos de desgaste y de derrota.
3. NOTAS CRÍTICAS A LA RECIENTE CREACIÓN DEL INSTITUTO DE ALTOS ESTUDIOS “HUGO CHAVEZ”: