sábado, 27 de septiembre de 2008

LA URTICARIA NEOLIBERAL

Rosa Luxemburgo

Javier Biardeau R.

Emeterio Gomez ha reaccionado a los textos publicados en el espacio “A tres manos”: El Socialismo desde abajo” (I y II) de una manera francamente inusual en dos diarios de circulación nacional (El Universal y Notitarde; 21 de septiembre). Esto me permite hacer un ejercicio de exploración sobre algunos prejuicios cargados de pasión antimarxista de ciertos segmentos de opinión del país. Del ex marxismo al anticomunismo hay una trayectoria recurrente de desarraigos y conversiones, que alimenta a contingentes de la nueva derecha global y local. Una nueva derecha que ha consolidado un gesto de despedida/repudio hacia Marx en la onda: ¡Hasta nunca, perro muerto!

Sin embargo, muchos otros, seguimos la filiación a un trabajo intelectual centrado en el imperativo de la justicia material, como horizonte de la no explotación, la no dominación y la no exclusión. Simplemente: ¡Descansa en paz, viejo topo, tu legado sigue vivo! Por esta razón, no hacemos ni tabula rasa ni conservamos una nostalgia por los naufragios ideológicos del Socialismo Burocrático. Simplemente, repensamos la criticidad radical de la multiplicidad de Marx, que como ha dicho Derrida, y lo ha reiterado Rigoberto Lanz, es parte del clima cultural de los conflictos que configuran las sociedades del capitalismo tardio, ahora posmodernas.

Basta ojear el trabajo de Carlos Altamira, con prólogo de Toni Negri, “Los marxismos del nuevo siglo” para comprender que se trata de una agenda abierta, fecunda, polémica, donde queda clara la ruptura con cualquier reiteración de la dogmática marxista-leninista y sus ilusiones despóticas. Pero es hacia estos espejismos a donde quiere arrastrarnos la lectura intencionalmente sesgada del estimado Emeterio Gomez, hacia la equivalencia Marx=Dictadura Totalitaria. Un exabrupto que no llegó a cometer la inteligencia de Hanna Arendt, como queda referida en su obra “Karl Marx y la tradición del pensamiento político occidental”: “Yo pienso que puede mostrarse cómo la línea que va de Aristóteles a Marx muestra a la vez menos rupturas y mucho menos decisivas que la línea que va de Marx a Stalin”. Arendt (a diferencia de muchos de sus seudo-divulgadores) reconoce las diferencias significativas entre un “marxismo despótico”, que en muchos sentidos no es más que su grosera adulteración (llegando al paroxismo estalinista), para ocultar, según Arendt, las “verdaderas enseñanzas” de Marx.

Un tema de extraordinaria envergadura para un programa de investigación sobre la “revolución teórica inconclusa” de Marx, con impactantes efectos políticos; sobre todo, para una izquierda latinoamericana que fue presa de una lectura adoctrinadora del partido-aparato. Se equivoca E.G. Hay otra agenda para otra-política que la derecha pretende cerrar: las articulaciones borradas entre el movimiento comunista, el proyecto socialista y el movimiento democrático (distinciones que Ludovico Silva manejaba perfectamente). ¡Horror!

También queda abierta la crítica radical a la economía política burguesa, como crítica elaborada desde la subjetividad social antagonista al Capital, no como lectura neo-positivista de leyes del sistema económico (sublimaciones de la predestinación), fijando variables económicas más allá del cuadro estratégico de las relaciones de poder, de los arreglos político-institucionales, de la lucha entre beneficios y salarios, de la reificación mercantil.

No le hacemos el juego al “marxismo cientificista”. No borramos la crítica radical a la economía vulgar hecha por Marx, en defensa no se sabe de que “Dios oculto” en la economía de mercado (¡Sobre esto, pregúntele a Lehman Brothers!).

Pero hay que reconocerle a EG, lo que Bobbio ha denominado, el inadecuado desarrollo del pensamiento de Marx sobre las “formas” de gobierno y del Estado. Marx enfatizó el “contenido” de Dictadura de todo Estado clasista, sin profundizar en aspectos medulares de la libertad política. Pero, EG parece ignorar el propio testamento político de Engels (no se trata de desvaríos democráticos de juventud): la ruptura de Marx y Engels con las ilusiones políticas de la experiencia de la comuna y con la modelo de la revolución francesa.
Justamente, algo que el “marxismo” de Lenin, tampoco quiso destacar. A los “marxismos del nuevo siglo”, les espera la tarea de repensar las articulaciones entre Democracia radical y Nuevo Socialismo, explorar modelos viables y factibles, con plena expansión de los espacios de libertad, sin explotaciones, discriminaciones ni exclusiones.

No podría asegurar que esto esté en sintonía con la estrategia y táctica política del momento nacional-estatal de la revolución bolivariana, con su estilo cesarista de dirección. Pero la relación entre democracia y socialismo quedo abierta por Rosa Luxemburgo, cuando cuestionó la eliminación de la democracia por Lenin y Trotsky, a pesar de “ser la única fuente viva de la cual puede surgir el correctivo a todos los males innatos de las instituciones sociales. Esa fuente es la vida política activa, sin trabas, enérgica, de las más amplias masas populares”.

Continua Luxemburgo: “Sin elecciones generales, sin una irrestricta libertad de prensa y reunión, sin una libre lucha de opiniones, la vida muere en toda institución pública, se torna una mera apariencia de vida, en la que sólo queda la burocracia como elemento activo”.

Un claro ejemplo de los malestares de las “revoluciones desde arriba”. Quedan por explorar las profundas articulaciones de la relación entre el pensamiento de Marx y la libertad (ver: Prior Olmo, por ejemplo).

Dijo Rosa Luxemburgo: “La libertad sólo para los que apoyan al gobierno, sólo para los miembros de un partido (por numeroso que este sea) no es libertad en absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente. No a causa de ningún concepto fanático de la “justicia”, sino porque todo lo que es instructivo, totalizador y purificante en la libertad política depende de esta característica esencial, y su efectividad desaparece tan pronto como la “libertad” se convierte en un privilegio especial”.

Marx contribuyó decisivamente a la lucha contra las prácticas de explotación y miseria del “capitalismo manchesteriano” ¿Podrá evitar la derecha neoliberal la precariedad laboral, la exclusión social y sus miserias? Hay que evitar el dominio total de cualquier desvarío despótico. No olvidemos los desvaríos de los predicadores de la sociedad de mercado: otra utopía de la predestinación totalitaria, tan peligrosa para la libertad política como cualquier utopía orwelliana.

sábado, 20 de septiembre de 2008

CONTRAHEGEMONIA, BIOPOLITICA Y NUEVO SOCIALISMO

Javier Biardeau R.

El sentido actual del término contra-hegemonía se inscribe dentro del intento general de elucidación de horizontes de acción política transformativos en el contexto del capitalismo transnacional y de la llamada condición posmoderna.

Contra-hegemonía implica crear espacios de liberación, a través de sucesivos y prolongados actos de ampliación de espacios de libertad. Se trata de explorar en la práctica el horizonte político de la no-dominación.

Se trata de un horizonte claramente post-gramsciano, luego de ser rebasada tanto la concepción bolchevique de la hegemonía política, como la concepción propiamente gramsciana de la hegemonía, como unidad de la dirección política y de la dirección intelectual y moral de la sociedad, en la conformación del consenso activo y pasivo de los gobernados.
Para los gestores de las técnicas de gobierno, descifrar a Gramsci implicó su recuperación neoconservadora en función de consolidar estados de dominación, como separación absoluta entre gobernantes y gobernados. Pero Gramsci es subversivo solo si su puesta en escena permite imaginar formas prácticas de superación de esta división. Gramsci es pertinente como herramienta para desmontar la lógica de dominación. Pero puede llegar a ser útil al pensamiento neoconservador.
Lo primero es reconocer que distinguir entre gobernantes y gobernados es una construcción política y estratégica, que pretende imponer una regulación trascendental al sentido común: unos mandan y otros obedecen, ¡Así es y será siempre la vida¡ Esto es parte de lo que Marx llamó la prehistoria de la humanidad.
Pero donde hay relaciones estratégicas, hay luchas. Laclau y Mouffe renovaron el horizonte de la estrategia socialista a partir de la tesis de la radicalización de la democracia, contraponiendo la hegemonía democrática a la hegemonía autoritaria. No hay socialismo sin radicalizar la democracia. Esto implica considerar como algo no natural el complejo de relaciones de subordinación de determinado campo social. Se trata de subvertir de cabo a rabo la gramática de cualquier sumisión voluntaria o involuntaria a cualquier ficción trascendental, a cualquier opresión que anule el terreno de su constitución.
El nuevo socialismo requiere una apuesta fuerte por una hegemonía democrática, a diferencia de las estrategias socialistas de corte autoritario, burocrático y bonapartista (Stalin dixit). Esto depende de estrategias, no de simples programas, como diría Edgar Morin.
Pensamiento complejo implica pensar estratégicamente. Cuando decimos estrategias, decimos luchas, movimientos y campos de acción histórica. Impedir cualquier forma de vida despótica, implica contraponerse a la normalización de relaciones de sumisión política y de sometimiento semiótico. Sin socialismo desde abajo, sin revolución democrática permanente, se reinstala la lógica de dominio y sus programaciones ideológicas.
El elitismo político es una estrategia de instalación del programa narrativo que dicta que solo pocos o solo Uno, pueden y deben mandar, sirviendo de espejo de identificación para la constitución de una subjetividad-sometida.
La contra-hegemonía afirma otra estrategia, abrir el espacio de articulación de una multiplicidad de singularidades revolucionarias: multitud, liberación, Nuevo Bloque Histórico. Aquí entran en escena las contribuciones tardías de Michel Foucault, debatidas por Deleuze, Guattari, Negri y Hardt.
¿Tienen algo que decirnos estos debates a nuestras experiencias cotidianas del poder, de los estados de dominio y la gobernabilidad? Foucault abre la posibilidad de concebir una nueva ontología que parte del cuerpo y de sus potencias para pensar el "sujeto político como un sujeto ético", contra la tradición del pensamiento occidental que lo piensa exclusivamente bajo la forma del "sujeto de derecho”. Hay que echar abajo la teoría de la obediencia y sus formas de legitimación.
Hay "capacidad de transformación" en todo "ejercicio de poder". Es aquí donde se articulan biopolítica y contra-hegemonía. Biopolítica es la pretensión de una forma de gobierno de la potencia múltiple y heterogénea de resistencia y creación. Es una modalidad de poder constituido. Mientras la tarea constituyente es poner radicalmente en cuestión todo ordenamiento transcendental y toda regulación que sea exterior a su constitución.
El problema político fundamental de la modernidad no es el de identificar una causa de poder único y soberano, sino el de reconocer una multitud de fuerzas que actúan y reaccionan entre ellas. Las estrategias contra-hegemónicas desnaturalizan las relaciones de mando-obediencia. Si el poder se constituye de modo ascendente y se refuerza de manera descendente, por mecanismos y formas de dominación globales, hay que desarticular los “estados de dominación”.
Mientras la biopolítica pretende la coordinación estratégica de estas relaciones de poder dirigidas a que los vivientes produzcan más fuerza en determinada dirección, Foucault nos sugiere captar la acción de los sujetos sobre ellos mismos y sobre los otros. Entran en juego tres conceptos diferentes: relaciones estratégicas, técnicas de gobierno y estados de dominación.
La caracterización de las relaciones estratégicas, se despliega por la voluntad de "conducir los comportamientos de los otros”. El poder es definido como la capacidad de estructurar el campo de acción del otro, de intervenir en el dominio de sus acciones posibles. Pero los sujetos son libres en la medida en que "tienen siempre la posibilidad de cambiar la situación, pues no estamos siempre atrapados, siempre hay posibilidad de transformar las relaciones estratégicas.
En los "estados de dominación", la relación estratégica se ha cristalizado en instituciones, limitando la movilidad, reversibilidad y la inestabilidad de la "acción sobre otra acción". Las "tecnologías gubernamentales" juegan un papel central porque a través de ellas, los juegos estratégicos pueden estar cerrados o abiertos, Su ejercicio cristaliza y fija relaciones asimétricas institucionalizadas (estados de dominación).
La creación de subjetivaciones que escapan al poder biopolítico, implica explorar la frontera entre "relaciones estratégicas" y "estados de dominación". La acción ético-política contra-hegemónica tiene dos finalidades mayores: 1) permitir las relaciones estratégicas con el minimum posible de dominación, 2) aumentar la libertad, la movilidad y la reversibilidad de los juegos de poder, pues son ellas las condiciones de la resistencia y de la creación.
Crear y recrear, transformar la situación, participar activamente y sin ingenuidades en relaciones estratégicas. Allí se juega la posibilidad del Nuevo Socialismo.

domingo, 7 de septiembre de 2008

NUEVOS COMENTARIOS CRITICOS SOBRE LA REVOLUCION BOLIVARIANA

Javier Biardeau R.

Creo que no es la primera ni la última vez que el "trabajo periodístico" genere lo que Margarita ha llamado un "contexto desfigurado". Me parece importante este elemento, dado que no se ha profundizado en el análisis de las relaciones que tiene el campo de la intelectualidad de las ciencias sociales e históricas venezolana con los medios privados y oficiales, cuando se interviene al calor de la coyuntura política. Creo que no es conveniente pasar por alto que la acreditación mediática de opiniones académicamente autorizadas, puede convertirse en un factor de justificación de una línea política. De allí, que es indispensable debatir el asunto del "distanciamiento y el compromiso" (N. Elias), entre la opinión académicamente autorizada y su función en el montaje textual de los poderes mediáticos.
En segundo lugar, a mi me llamó sobremanera la atención del tratamiento de la entrevista, porque reconocí parcialmente los planteamientos críticos de Margarita López Maya, que no son nuevos, pero aparecía un perfil de tropos discursivos y argumentos, que nunca le había escuchado ni leído hasta ahora, y en los cuales no estoy de acuerdo. Por ejemplo, la tesis de la imposibilidad de una "revolución democrática". Este fue el disparador de mi comentario crítico.
En tercer lugar, no comparto algunas interpretaciones sobre mis comentarios críticos, y perdonen la extensión. Sigo insistiendo en la "legalidad" de las leyes habilitantes, y en la posibilidad de "incorporar" algunos temas y contenidos del fracasado proyecto de reforma en las mismas.

El numeral octavo del artículo 236 Constitucional es claro en facultar al Presidente para dictar, previa autorización por una ley habilitante, decretos con fuerza de ley. Se trata entonces, de Decretos con "fuerza de Ley". Sería importante destacar este aspecto, como dicta la fórmula, decretos con "rango, valor y fuerza de Ley". Se trata de una actividad legislativa que es excepcional pero no deja de ser ordinaria en el sentido de la actividad legislativa (Ley habilitante). Nuestro ordenamiento constitucional distingue claramente la formación ordinaria o no de las leyes, de las enmiendas, reformas constitucionales y de la asamblea constituyente. Creo que pocos se han detenido en las diferencias entre todos estos procedimientos, y de allí se derivan muchas confusiones legales y políticas.

El artículo 345 es claro cuando señala que: "Se declarará aprobada la reforma constitucional si el número de votos afirmativos es superior al número de votos negativos. La iniciativa de reforma constitucional que no sea aprobada, no podrá presentarse de nuevo en un mismo período constitucional a la Asamblea Nacional".

Y esto lo digo, porque queda claro que es la "iniciativa de reforma constitucional que no sea aprobada, es la que no puede presentarse de nuevo en un mismo período constitucional". Creo que el 342 define que es una reforma constitucional (objeto de la reforma).

¿En que consiste la iniciativa de reforma que no puede presentarse de nuevo? En aquel proyecto que fue discutido y aprobado por la AN de acuerdo al procedimiento constitucional (Art.343): "La iniciativa de reforma constitucional será tramitada por la Asamblea Nacional en la forma siguiente: 1. El proyecto de reforma constitucional tendrá una primera discusión en el período de sesiones correspondiente a la presentación del mismo. 2. Una segunda discusión por Título o Capítulo, según fuere el caso. 3. Una tercera y última discusión artículo por artículo. 4. La Asamblea Nacional aprobará el proyecto de reforma constitucional en un plazo no mayor de dos años, contados a partir de la fecha en la cual conoció y aprobó la solicitud de reforma. 5. El proyecto de reforma se considerará aprobado con el voto de las dos terceras partes de los o las integrantes de la Asamblea Nacional."

Fijémonos bien que a diferencia de la reforma, la enmienda tiene por objeto la adición o modificación de uno o varios artículos de esta Constitución, sin alterar su estructura fundamental. Y a pesar de modificar artículos de la Constitución, uno o varios, y sin llegar a ser una reforma, el Constituyente no impidió que una misma enmienda se presentara en dos o mas oportunidades en un mismo período constitucional. Solo queda prohibido para la reforma ¿Por que no para la enmienda? Porque, entre otras razones, se trata de dos procedimientos distintos.

¿Cómo se discutirá una enmienda en la AN?: Según el procedimiento establecido en la Constitución para la formación de leyes. De allí que es importante retener el tema de los rangos y jerarquías normativas, mas aún si traeremos a continuación el tema del contenido de las leyes habilitantes, que en ningún caso suponen "modificar, adicionar, o suprimir" artículos de la Constitución, sino desarrollarlos.

Y allí viene un interesante debate en el Constitucionalismo Democrático, que no se omite debatir en la actual coyuntura, porque tumba cualquier argumento de invalidez jurídica de aquellos que plantean que no se pueden plantear contenidos semejantes a lo de la reforma en una Ley habilitante. Hay que diferenciar planos normativos, insisto. No es lo mismo una reforma que la legislación ordinaria.

Se confunden en las argumentaciones mediáticas dos planos de la jerarquía normativa. Una cosa es modificar artículos de la Constitución, otra cosa es desarrollarlos a través de la legislación ordinaria o mediante decretos con fuerza de Ley. Lo que cabe analizar en estos decretos derivados de la Ley habilitante, es si desarrollan o no las disposiciones constitucionales, y si existen vicios o no de inconstitucionalidad, no si se pueden presentarse otra vez en un mismo período constitucional.

No hay cláusula constitucional alguna que limite la presentación de contenidos normativos en diversas oportunidades, a menos que sea la "iniciativa de reforma constitucional". No hay argumentos de ilegalidad. Estos decretos no son obviamente artículos de la Constitución, son leyes, que pueden derogarse o reformarse de acuerdo a lo dispuesto en la Constitución. Si ni siquiera a las enmiendas, que siguen un procedimiento equivalente a la formación de leyes, se les impone la cláusula de prohibición de volver a presentarla de la reforma.

En una cámara parlamentaria se presentan proyectos de Ley a través de un procedimiento. Si no son aprobados, sencillamente hay que comenzar desde cero. Pero esto no impide que no se presenten bajo nuevas formas y contenidos. Esa es la dinámica parlamentaria regular. Así que la clave de esta confusión de planos se despeja si se comprende la diferencia entre modificar artículos de la Constitución o desarrollar a través de leyes lo contenido en estos principios generales. Margarita lo aclara, ella es historiadora, yo soy sociólogo, pero debemos informarnos ambos de derecho constitucional y parlamentario.

Todo esto lo digo para aclarar que no argumento "que como este es un proceso de cambios revolucionarios hay un poder constituyente en acción y que el hecho de que se haya reprobado la reforma no significa que se tenga que esperar hasta un nuevo período constitucional para pasar las propuestas que estaban en ella, siempre que ellas no contravengan la Constitución de 1999". Yo dije nada semejante y coloco de nuevo lo dicho: "De forma, los actos de legislación son desarrollos de un programa político enmarcado en un horizonte constitucional, mientras los actos de reforma son modificaciones parciales de este mismo horizonte" "Una reforma es inconstitucional cuando sus propuestas chocan con los límites materiales y formales de una Constitución. Una legislación es inconstitucional, cuando sus enunciados presentan vicios de inconstitucionalidad o generan colisiones con instrumentos jurídicos de mayor jerarquía o de igual jerarquía normativa. Esto en el plano de la validez." "No hay legalidad alguna que diga que algunos de los enunciados de la reforma, mejorados o no, no pueden ser sometidos a aprobación o rechazo electoral, o aprobados o no por mecanismos de legislación ordinarios o excepcionales, como la habilitante." Creo que Margarita no comprendió precisamente en que consiste la diferencia, y me atribuyo una interpretación que no se ajusta a lo que plantee en mi comentario inicial. En ningún caso confundí estos decretos-leyes con fuerza de Ley con actos constituyentes.

Esta es una interpretación errada de Margarita de mis planteamientos, que son expuestos con detalle arriba. No es porque sea un poder constituyente, es que los decretos con rango, valor y fuerza de Ley son leyes, desarrollos legislativos. Lamentablemente Margarita no comprendió las razones de mi primer comentario. Espero que quede claro a partir de lo siguiente: "Mientras la Constitución como norma es creada por el poder constituyente (ilegal o prelegal), y la legislación ordinaria (legal y limitado formal y materialmente por la Constitución), las modificaciones a la Constitución son obra de un poder específico de revisión constitucional (una especie de legislador constitucional) que en rigor no corresponde a los anteriores. (Pedro Salazar: La Democracia Constitucional, pag.96)

Sobre la legitimidad, y ya no la validez jurídica, Margarita dice lo siguiente: "Considero que en dos oportunidades se ha convocado y pronunciado el soberano sobre la dirección del proceso de cambios a través de referendo popular: tanto cuando se aprobó la Constitución de 1999 como cuando se reprobaron las propuestas de reformarla según los contenidos del Presidente y de la AN. Pienso que más legítimo que esos dos procesos es difícil conseguir".

Lo que tendríamos que demostrar bajo este argumento es que las 26 leyes reproducen término a término, en todos sus aspectos, los contenidos de la Reforma Constitucional. Yo todavía espero por este análisis, ya que hay 16 instrumentos jurídicos que no tienen absolutamente nada que ver con la reforma, y solo 4 de ellos pueden contrastarse para encontrar algunos "aíres de familia" (y viniendo del mismo proyecto político, sería extraño no encontrar semejanzas), pero nada de contenidos exactamente idénticos. Lo que existe son desarrollos con orientaciones especificadas por el proyecto político hegemónico de Chávez de principios generales presentes en la Constitución. Que existan potenciales colisiones con otras leyes y con interpretaciones del sentido y alcance de la Constitución que le corresponde en última instancia a la Sala Constitucional, no al poder mediático, no lo pongo en duda "a priori". Hay que analizar en detalle.

Yo no tengo la "inclinación por una interpretación que sostenga que no es legítima ni legal impulsar estos contenidos rechazados en el referendo de 2007". Esto significaría un bloqueo absoluto al proceso de transformaciones, y no llegaría a afirmar absurdos semejantes a: "Y sí, incluyo allí la disminución de la jornada laboral y otros contenidos progresistas que pudieran o no ser afines a la CRBV". Repito, esto sería convalidar el bloqueo de cualquier margen de maniobra político-jurídico a la situación actual de la revolución bolivariana, que no se diferencia en nada de la estrategia opositora más tradicional (que planteó si no hemos perdido la memoria en todo el año 2007, que se desarrollaran leyes ordinarias para desarrollar los contenidos de la reforma, ya que no hacia falta "hacer una reforma constitucional")

Margarita dice que "el chavismo apostó a un tipo de transición al socialismo –y puso unas carnadas- y perdió; ahora debiera respetar las reglas y no volver a presentar la misma orientación y contenidos específicos de nuevo, ni siquiera las carnadas". Lo que he expuesto mas arriba es que las "reglas" a las que apela Margarita no son ningunas reglas, ni siquiera las de la democracia constitucional. Son mas bien, errores conceptuales sobre la diferencia entre legislación u reforma constitucional, los que llevan a Margarita a pensar que está del lado de las "reglas" y no del lado de las "estrategias opositoras".

La Constitución si lo permite. A mi que me expliquen donde no lo permite. Me parece que el mensaje va mas allá de que a los venezolanos "no desean que se les imponga un socialismo a juro". Seria, desde mi punto de vista una presuposición inadmisible considerar que la reforma era "El Socialismo". Ciertamente, los errores políticos, Chávez debe asumirlos, y creo que Chávez debe rectificar el curso, la velocidad y muchos contenidos de su proyecto, pero los errores conceptuales pueden ser tan graves como estos. Chávez actual bajo un estilo "borderline" institucional. Fueron David J. Myers / Jennifer L. McCoy quienes en su trabajo "Venezuela en la zona gris: desde el pluralismo ineficaz hacia el sistema de poder dominante", desplegaron sus argumentos en esta dirección. ¿Democracia liberal Fuzzy? ¿Y por que no?
Creo que el devenir Cesarista de la revolución bolivariana impone una tensión inevitable sobre el fetichismo institucional, que inspira tantos debates sobre "consolidación o des-consolidación democrática", si por reglas democráticas solo asumimos el canon de la "poliarquía" de Dahl, o criterios como los de la Carta democrática Interamericana. Pero estás definiciones de reglas están sometidas a la lógica hegemónica de la política, a concepciones rivales y agonistas de las democracias (Laclau-Mouffe). Pero no quisiera que mi cuestionamiento al fetichismo institucional se interpretara como una "luz verde" a las derivas de quienes se encuentran rodeando al Presidente, que combinan en algunos casos el peor estalinismo con el peor militarismo. No desprecio la democracia liberal, pero creo que hay que ir hacia formas post-liberales de la democracia para repensar el Socialismo. No soy políticamente anti-democracia-liberal, solo me parece que hay que subirle el "ruedo a la falda", aligerando el liberalismo político (y derrotando al liberalismo económico), promoviendo mayor sustancia democrática, sobre todo con contenido material, social y pluricultural.

La democracia es libertad política, no solo sólo igualdad y justicia social. Y es en el terreno de la libertad política que el estado mayor chavista padece de quiebres, por resonancias y alianzas. Imponer lo que se desea como minoría dirigente a las mayorías es jacobinismo. Margarita lo llama "lógica revolucionaria de la más tradicional". Es por esta razón, que creo que hay que liberar al imaginario socialista del jacobinismo y del "comunismo grosero", como lo denominó Marx. Uno hace tendencia con otra dinámica de movilización política y social, que lucha contra este lógica del "estado mayor" de la revolución (Rosa Luxemburgo dixit).

Dice Margarita: Como Javier es sociólogo y yo historiadora pienso que respondemos inicialmente desde sitios distintos. Reconozco que teóricamente una revolución puede ser democrática; de hecho pienso que en algunos procesos que hoy acontecen –como la elección en Bolivia de Evo Morales y algunos procesos que se han dado en nuestro país- dejan ver procesos revolucionarios y democráticos al mismo tiempo. Pero como historiadora creo que ha prevalecido, por lo menos hasta el siglo XX, la violencia y la imposición cuando se hacen las revoluciones y es mejor que se tenga eso bien presente."
Continua Margarita: "¿Estamos ante una revolución? ¿Estuvimos en algún momento de este proceso en una revolución? ¿Marchamos hacia algún socialismo? En verdad estas preguntas son ineludibles a la altura en la que nos encontramos."
Margarita piensa "que desde el 2004, pero más claramente desde después de la reelección del Presidente de 2006, las fuerzas que se oponen a un cambio que promueva una democratización profunda en Venezuela han ganado bastante terreno dentro del chavismo." Ciertamente sigue una lucha poco estridente, pero fundamental. Esta en juego mucho más que una dinámica entre Gobierno y Oposición.
Creo que un modelo nacional-estatista en lo económico con una democracia restringida o averiada en lo político no es un fenómeno atípico en la historia de América Latina. ¿Cuántos peronismos hay en el peronismo? ¿Cuántas revoluciones hay en la revolución mexicana? ¿Cuántos sandinismos en el sandinismo? ¿cuantas desgarraduras en el Allendismo? Lamentablemente, la realidad dice que el Chavismo cesarista se impone contra el chavismo democratizante, pero esto no anula la posibilidad de que el movimiento nacional, popular y democrático esté fatalmente condenado por su Líder Histórico y su camarilla dominante. Hay un movimiento de masas que desborda nuestros cuadros mentales, dormido, apagado, en reflujo momentáneo, pero no hay que minimizar su significación. Las historias son también espacios de sorpresas…por eso deje de seguir la mirada del "convencional sociólogo"…Saludos cordiales.

RESPUESTA DE MARGARITA LOPEZ


Por Javier Biardeau R


Sobre mis declaraciones a El Universal el pasado 26 de agosto y en respuesta a los comentarios de Javier Biardeau
Margarita López Maya
Septiembre 4
Estuve fuera de Caracas la semana pasada y esta semana estuvo bastante complicada, por lo que este comentario sale un poco tarde. Pero fue ahora que leí ambos textos.
Contrariando una decisión que había tomado hace algún tiempo, di esas declaraciones a El Universal por teléfono y no recuerdo ahora, si me dijeron que era una entrevista formal, como parece haber salido, o una consulta dentro de otras varias, que fue lo que creí. No acostumbro a dar entrevistas formales por teléfono. Pero asumo la irresponsabilidad que cometí. Se por experiencia que una cosa es tener el periodista enfrente y otra oír unas preguntas por el teléfono y reaccionar. Y entre tantas cosas que tenía antes del viaje que hice la verdad pude no entender bien el carácter de la entrevista.
Identifico como mías palabras y ciertas argumentaciones en la entrevista, pero encuentro el contexto desfigurado. Como si el que lo escuchó tuviese otros parámetros de referencia. Aún así lo asumiré como está, porque cometí un descuido.
Pienso que Javier plantea algunas cuestiones que me parecen interesantes. Empezaré por los contenidos de las leyes recogidas en la Habilitante. Javier argumenta que como este es un proceso de cambios revolucionarios hay un poder constituyente en acción y que el hecho de que se haya reprobado la reforma no significa que se tenga que esperar hasta un nuevo período constitucional para pasar las propuestas que estaban en ella, siempre que ellas no contravengan la Constitución de 1999. Yo planteo allí dudas. Considero que en dos oportunidades se ha convocado y pronunciado el soberano sobre la dirección del proceso de cambios a través de referendo popular: tanto cuando se aprobó la Constitución de 1999 como cuando se reprobaron las propuestas de reformarla según los contenidos del Presidente y de la AN. Pienso que más legítimo que esos dos procesos es difícil conseguir. Por ello siento inclinación por una interpretación que sostenga que no es legítima ni legal impulsar estos contenidos rechazados en el referendo de 2007. Y sí, incluyo allí la disminución de la jornada laboral y otros contenidos progresistas que pudieran o no ser afines a la CRBV. Creo que el chavismo apostó a un tipo de transición al socialismo –y puso unas carnadas- y perdió; ahora debiera respetar las reglas y no volver a presentar la misma orientación y contenidos específicos de nuevo, ni siquiera las carnadas. La Constitución no lo permite. Pero, y no creo que sea prurito liberal, estoy abierta a un debate tanto en términos político sociales de legitimidad, como jurídicos de legalidad. Me parece que Chávez y quienes más de cerca lo siguen, siguen sin comprender bien el mensaje enviado por los venezolanos en diciembre de 2007 de que no desean que se les imponga un socialismo a juro. Pienso que los errores políticos deben asumirse so pena de tener que pagarlos aún más caros más adelante.
Cuando me referí a que las revoluciones se imponen, no era mi pretensión, ni mucho menos, hacer una reflexión teórica sobre ello. Lo hice en el marco de una pregunta que se me formuló sobre por qué Chávez o el chavismo actúan por encima de las instituciones. Yo buscaba una explicación al comportamiento tan autoritario del Presidente y ese grupo que le rodea. Y creo que no hay mucha desavenencia allí con Javier, porque me parece que algunos de los izquierdistas o seudo izquierdistas que se encuentran rodeando al Presidente, siguen metidos en la anacrónica lógica revolucionaria de cierta izquierda venezolana, y mundial, que sigue considerando la democracia política –liberal- algo despreciable por pequeño burgués. Que la democracia es sólo igualdad y justicia social y siguen pensando que hay que imponer lo que desean las mayorías, entendiendo por ello lo que ellos bien entiendan. Eso que llama Javier el jacobinismo. Yo lo llamo lógica revolucionaria de la más tradicional. Concuerdo también que a esto se agrega la lógica autoritaria de los militares, que hasta le fecha y con escasas excepciones han demostrado poco entender eso que se llama democracia “participativa”. Como Javier es sociólogo y yo historiadora pienso que respondemos inicialmente desde sitios distintos. Reconozco que teóricamente una revolución puede ser democrática; de hecho pienso que en algunos procesos que hoy acontecen –como la elección en Bolivia de Evo Morales y algunos procesos que se han dado en nuestro país- dejan ver procesos revolucionarios y democráticos al mismo tiempo. Pero como historiadora creo que ha prevalecido, por lo menos hasta el siglo XX, la violencia y la imposición cuando se hacen las revoluciones y es mejor que se tenga eso bien presente.
Eso me lleva quizás a reflexionar sobre otro aspecto que está de alguna manera implícito en este diálogo. ¿Estamos ante una revolución? ¿Estuvimos en algún momento de este proceso en una revolución? ¿Marchamos hacia algún socialismo? En verdad estas preguntas son ineludibles a la altura en la que nos encontramos. Pienso que desde el 2004, pero más claramente desde después de la reelección del Presidente de 2006, las fuerzas que se oponen a un cambio que promueva una democratización profunda en Venezuela han ganado bastante terreno dentro del chavismo. Sigue el combate y seguirá quizás por algún tiempo. Pero no me parece claro, y en esto puede ser que coincida con Javier, que esa propuesta de reforma constitucional y estas leyes de la Habilitante tengan que ver con la democracia participativa y protagónica que fue la aspiración de muchos de quienes apoyamos el proceso bolivariano como un proceso de una democracia sustantiva. Y tampoco sirven a una revolución democrática. Me inclino por pensar que el proceso está agonizando para darle paso a un proyecto nacionalista de democracia política restringida y más que socialista, estatista. Pero esta discusión sí es compleja y larga. Pienso que todavía hay bastante gente que sigue apostando a enderezar estos entuertos que cada día que pasa parecen más complicados. Como siempre, ante un vaso a medio llenar hay quien lo ve “medio vacío” y quien lo ve “medio lleno”.
ENTREVISTA ORIGINAL:
Entrevista Margarita López Maya, profesora universitaria
"La Constitución es infuncional para cambios que quiere Chávez"
"Quieren hacer pasar leyes muy medulares para la transformación del país sin que el país participe"

SARA CAROLINA DÍAZ
EL UNIVERSAL

"Las revoluciones no son democráticas sino que se imponen", es la premisa de la que se vale la profesora universitaria, especialista en ciencias sociales y estudiosa del proceso bolivariano, Margarita López Maya, para explicar la insistencia del presidente Hugo Chávez en aplicar a través de las leyes habilitantes una propuesta reforma constitucional derrotada en referendo en diciembre pasado.
La falta de consulta de esas 26 leyes, dice, quiebra el principio de democracia protagónica en la que se ha basado el proceso revolucionario en los últimos años.
-¿Qué incidencia tiene en la sociedad la promulgación de las 26 leyes habilitantes por parte del Presidente?
-Todo es muy parecido a la situación de 2001. Me parece que se hizo una escasa consulta a la sociedad en general, organizada o no organizada, y eso es muy contradictorio con la Ley de Democracia Participativa. En cuanto al contenido, aunque no he leído con detenimiento las leyes puedo decir, por ejemplo, que no debería cambiarse el nombre de la Fuerza Armada (a Bolivariana) porque es contradictorio que la Constitución diga una cosa y la ley otra cosa. Habría que ver cuántos de esos cambios estaban en la reforma rechazada. Si la Constitución tuvo 69 ar- tículos que fueron rechazados, considero que el contenido de esos artículos no debería salir a través de estas leyes.
-¿Aun cuando no contradigan a la Constitución?
-Claro. El Gobierno podría hacer pasar leyes, pero, aunque no sean contradictorias con la Constitución, algunos de esos contenidos fueron rechazados en el referendo de diciembre y por ese lado los juristas y constitucionalistas deberían analizar la legalidad de esas leyes. Eso es materia de interpretación legal por parte del TSJ. El problema es que al igual que en 2001 hay cambios muy profundos que no fueron consultados. Quieren hacer pasar leyes muy medulares para la transformación del país sin que el país participe en ellas. Eso no sólo contraviene el principio de la democracia participativa y protagónica que es lo que le da legitimidad al proyecto bolivariano.
-¿A qué cree que se debe la insistencia del Presidente en esa manera de legislar, cuando le dan el poder para ello, y de gobernar?
-Hay una situación contradictoria porque a veces el Presidente utiliza la lógica institucional y dice que haremos los cambios a través de los procedimientos democráticos, y otras veces se contraviene esa lógica y se utiliza una lógica revolucionaria y si una ley o institución no me favorece y hace peso contra lo que yo quiero hacer entonces digo eso es contrarrevolucionario y como yo soy revolucionario paso por encima de las leyes.
-Pero se supone que se está llevando a cabo una revolución democrática&
-Se pasa por encima de las leyes porque las revoluciones no son democráticas. Las revoluciones se imponen. Creo que hay un cruce de la lógica democrática con la revolucionaria. Hay una contradicción. En ciertas situaciones el Presidente y las alianzas sienten que no tienen necesidad de respetar las leyes y la Constitución. Es más, están dando muchas señales de que ellos sobrepasaron la Constitución de 1999 y no la consideran suficientemente legítima para sus propósitos de cambio social, o digamos no suficientemente funcional para sus propósitos revolucionarios.
-¿Qué tipo de socialismo se pretende construir con estas leyes? Porque todo apunta al mismo del siglo XX.
-Con las leyes se trata de imponer un socialismo a juro, un socialismo que no formaba parte de su proyecto inicial. Ahora claramente se está tratando de construir un socialismo que por no ser consultado, por no se participativo, no es democrático y se están cometiendo los mismos errores del socialismo del siglo XX.
-¿Cómo cuáles?
-Como un estatismo exagerado en la economía que ya demostró que fracasó en los países del bloque soviético, y en lo político un autoritarismo de subordinación de todos los poderes públicos al Presidente, además de un Estado muy centralizado, que también vimos que fracasó en el siglo XX y que además es autoritario.
-¿Entonces por qué se insiste en ello?
-Pareciera que (el Gobierno) no tiene suficientes ideas creativas y está muy apurado. Aquí ha habido propuestas creativas pero el apresuramiento, la lógica revolucionaria y la lógica del operativo militar, de que todo tiene que ser resuelto de hoy para mañana, no permite que las cosas maduren o se perfeccionen. Por ejemplo en el área de la economía no han tenido ideas, salvo la reforma petrolera, y lo que han dado es puro palo de ciego, 10 años en eso y terminan suponiendo que lo más fácil es copiarse las ideas de afuera y decir que aquí sí va a resultar. Esa no es una situación nueva en Venezuela porque Carlos Andrés Pérez implementó aquel capitalismo de Estado en los 70 que ya estaba fracasado. Pero como nosotros somos los chéveres se le metió el acelerador a un modelo que ya había demostrado que tenía fallas estructurales.Como somos un país petrolero las élites se montan fantasías y piensan que somos capaces de cualquier cosa. Como dice Fernando Coronil aquí cada élite que llega cree que son magos que transformarán a la sociedad de un día para otro y así seguimos estrellándonos y estrellándonos.
-¿Este apresuramiento tiene que ver con la posible salida del poder de Chávez en 2013?
-El Presidente va a querer pasar la enmienda constitucional y eso está clarito. La gente tiene que está muy consciente de que en estas elecciones de noviembre eso también esta en juego, porque si gana con un triunfo arrollador, la enmienda va el primer semestre del año que viene. Y si no es tan arrollador, también lo hará, pero lo medirá mejor.
-Parece imposible el surgimiento de otro líder en el chavismo...
-El bolivarianismo no tiene otro líder que pueda hacer las cosas que hace Chávez y eso es un círculo vicioso, porque Chávez ha demostrado capacidad de unificar movimientos y partidos con muchas tensiones y diferencias entre sí que sólo reconocen un líder que es el mismo Chávez y él mismo funciona como mediador. Y en la medida que ha ido avanzado se ha hecho cada vez más imprescindible. Hay tendencias muy débiles a crear liderazgos de relevo, y es como decía Chávez, primero se hizo imprescindible y después es una rémora para crear el liderazgo de relevo porque el mismo Presidente obstaculiza el relevo y la posibilidad de que esos problemas (de liderazgo emergente) se solucionen. Es una lógica perversa. Si se olvidara de quedarse en el poder y se dedicara a crear el liderazgo de relevo pues no habría problema. Al menos se ha hecho un esfuerzo de dirección, una dirección colectiva, pero es muy difícil porque el Presidente tiene mucha tendencia a centralizar, concentrar poder y destruir cualquier liderazgo alternativo como lo hizo también Rómulo Betancourt y Rafael Caldera. Es una tendencia que se ve mucho en Venezuela.
-Para las elecciones de noviembre ese liderazgo emergente del chavismo se ve con poca autonomía...
-Es muy cauteloso, porque cualquier movida que hagan Chávez los destruye y esos que están en cuadros medios y gobiernos locales y regionales se mantienen de bajo perfil porque saben que pueden sobrevivir a Chávez, pero tienen que tener cuidado porque si llaman mucho la atención lo más seguro es que caigan.
-¿Y la oposición?
-Veo muy débil a la oposición, incapaz de crear el liderazgo alternativo. No entiendo cómo se puede seguir insistiendo con liderazgos que cometieron un golpe de Estado y participaron en un paro petrolero y ahora se presentan para las candidaturas para las regionales. Se niegan a dar paso a caras descontamidas del proceso de polarización. Esa izquierda tradicional sigue sin poder articular un liderazgo creíble para el país. En el chavismo también hay mucho ruido y mucha tensión. Es un problema de los dos polos y quizás hace falta tiempo. Aún no hemos pasado la etapa de la perplejidad.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

¿UN MARXISMO DE DERECHA?

Javier Biardeau R.

Se lee y se escucha a contrapelo. ¿Una paradoja? Pues, no. Es la hipótesis del argentino Omar Acha (UBA-Argentina-Revista Herramienta. http://www.herramienta.com.ar/) y resulta conveniente analizarla. Para despejar el camino del pensamiento crítico hacia la obra abierta de Marx y para despejar el camino hacia un nuevo socialismo radicalmente democrático y plural, hay que salirse de las grillas mentales del “marxismo consagrado”: del “marxismo burocrático”. Se trata de reconstruir el vínculo entre el pensamiento crítico y el proyecto hegemónico socialista. Plantea Acha los siguientes rasgos del marxismo de derecha.
Primero, su actitud idolátrica del pasado. Se defiende fanáticamente un mundo pretérito heroico, la revolución de octubre, la china, la cubana o los años setenta en América Latina. Suele identificarse este marxismo con individuos heroicos (Marx, Lenin, Trotsky, Stalin, Mao, Castro o Guevara), ante los que guarda una veneración incapaz de analizar críticamente sus planteamientos. Se trata de cultos, autoridades, veneración y respeto. Figuras de poder, sobrenaturales, nada de humanos, demasiado humanos. Esa inclinación mitológica se concreta el uso de la iconografía: retratos, pinturas o fotografías, que se cuelgan en las paredes, en las franelas, o la misma piel. La mirada del héroe vigila que los hijos sumisos no se descarríen del mandato. El talante orientado al pasado es conservador, y a veces reaccionario. El marxismo de derecha repite palabras de revolución, pero se apoya en fórmulas añosas, asume mandatos de páginas amarillas, venera supersticiosamente su tradición propia.
El segundo rasgo está relacionado con la teoría. Hay una biblioteca cerrada, sólo extensible por medio de comentarios o aplicaciones. Incluso las contrariedades se encuentran previstas en los meandros de las palabras expresadas en los textos consagrados. Así por ejemplo, el euro-centrismo de Marx estaría prácticamente superado en las cartas a Vera Zasúlich sobre la comuna rusa, o el tema de las clases en el capítulo inconcluso del tomo III de El capital, o la crítica de la burocracia en el último Lenin que logró censurar la concentración del poder por Stalin, o el manuscrito "perdido" de Mariátegui donde analizaba con profundidad la producción de un marxismo en su contexto específico. Rebosantes de tesis y superaciones anticipadas de las futuras antítesis, los textos consagrados son fuente de aprendizajes infinitos. El sujeto lector mira hacia el pasado coagulado en textos, del que solo extrae la gran Verdad. Con esa munición se enfrenta a las realidades (y peor para estas). Aunque acepta que la práctica exige una adaptación de la teoría (una "guía para la acción"), ésta sería lo suficientemente flexible para nutrir cualquier política marxista correcta. Cualquier actitud crítica es vista como arrogancia o traición. ¿Quién podría enmendarle la plana a Marx, a Lenin o a Luxemburgo? ¿Quién podría relativizar a Gramsci, Lukács o Trotsky? El mar textual es cómodo, intentando deletrear los folios plagados de verdades incorruptibles. Para ser un buen o una buena marxista, hay que reprimir los “extravíos” del pensamiento, las “desviaciones”, porque si se va muy lejos en la crítica se pone en crisis el propio estatuto del marxismo. Del mismo modo que el pensamiento se aleja inconscientemente de los temas tabúes, el derechismo marxista se abstiene de incursionar en la creación. Se recuesta en el lecho mullido de lo sabido.
El tercer rasgo del marxismo derechista es su carácter defensivo. Así como el estalinista era inmune a las más sólidas de las críticas porque la Unión Soviética existía y competía con los Estados Unidos, hoy el derrumbe de los socialismos reales y la transformación neo-capitalista de China, por no hablar de Camboya o los gulags, debilitan la seguridad inconmovible del marxismo de derecha. El marxismo de derecha coloca a cualquier interpretación de Marx, al servicio de aparatos institucionales y de sus comisarios políticos. La teoría revolucionaria fue convertida en doctrina legitimadora del poder establecido, especialmente cuando era utilizado como sostén de la tesis del "socialismo en un solo país". La grilla cientificista del marxismo soviético fue su concreción más neta. La fachada defensiva del marxismo de derecha se sostiene en seguridades imaginarias. La derecha marxista no está dispuesta a ninguna reformulación, se pone en guardia. Reemplaza el examen crítico con el rechazo de antemano, es incapaz de aprender a superar los argumentos contrarios. Se encierra en su "bibliografía" y la rumia incansablemente. No se le ocurre que lo revolucionario debe estar también en el pensamiento, en la innovación teórica y política. Por eso no produce nuevos conceptos.
En cuarto lugar, es necesario que el marxismo de derecha designe al marxismo como una teoría total, clausurada. Las zonas de la práctica que se resisten a la interpretación marxista, como lo inconsciente o el arte (los fenómenos “superestructurales” o de la “subjetividad”), negarían que el marxismo sea la teoría infinita y omnisciente que penetra todos los rincones de lo existente. El marxismo de derecha es una concepción total de la existencia, no deja resquicio alguno para la novedad y la contingencia. Totalidad es clausura del lenguaje, es el circulo vicioso de la terminología.
El quinto rasgo del marxismo de derecha consiste en la exclusión de toda otra teoría para el conocimiento crítico de la realidad y para la identificación de las tareas políticas de la praxis socialista. Solo hay socialismo desde el marxismo. Por ejemplo, individuos o grupos que se regodeaban en su deseo revolucionario pueden ser machistas, racistas, colonialistas, homofóbicos o xenófobos. Como lo esencial se decidía en el cuestionamiento de la opresión de clase o en el combate contra la dependencia imperialista, se podía ser de derecha en otros sentidos, llamados "secundarios" o directamente calificados como preocupaciones "pequeño burguesas". La subordinación de las opresiones distintas a la "centralidad de la lucha de clases" implica que el resto de las dominaciones son secundarias, es decir, que no son tan graves. Tal actitud revela una indiferencia ante las opresiones múltiples de la existencia social. El marxismo de derecha tiene una especial afinidad con las explicaciones deterministas y estructuralistas, unidireccionales y lineales, que postulan el proceso de cambio como confrontación molar de grandes sujetos, definidos por caracteres simples, orientados por ideologías claras. Se fascina con el lenguaje hegelianos de Marx (las "leyes de movimiento del capital" extendidos a la "totalidad social") o sus traducciones positivistas ("los datos observables" de la confrontación de las "clases fundamentales"). El marxismo de derecha apela al determinismo, y anula la incertidumbre. ¿Qué otra noción de saber es más propia de la infalibilidad? El temperamento de derecha desea la seguridad absoluta y la complejidad del pensamiento le parece una concesión a la debilidad ideológica. Pensar es ceder. Dudar es claudicar. Revisar es traicionar.
El sexto y último rasgo del marxismo de derecha es su intransigencia. Despacha en dos palabras a las teorías críticas que operan en zonas consideradas propias o en regiones sociales específicas. Así por ejemplo, considera al psicoanálisis o al feminismo, a la crítica ecológica o al giro lingüístico, como meras "teorías burguesas o desviaciones pequeño-burguesas". El marxismo de derecha, para conservarse igual a sí mismo, excluye toda apertura intelectual sincera. La derecha en el marxismo está indistintamente ligada al extremismo revolucionario o al reformismo más oportunista. Sus cualidades pueden afectar cualquier variante de las opciones estratégicas.El marxismo de derecha tiene la extraña virtud de procrear antimarxistas. La experiencia subjetiva de compromiso con una práctica derechista del marxismo es al principio el mejor de los mundos, luego cualquier referencia al Socialismo es equivalente al “infierno”. Cuando se posee una teoría total, se comparte el ideal revolucionario con un grupo de referencia, casi una secta, inmune a las seducciones burguesas; se posee un fin paradisíaco próximo que justifica todos los sacrificios; se sigue a líderes omniscientes que conocen la política y la historia, no hay incertidumbre alguna. Se proclama una Doctrina. El marxismo de derecha, propicia lo que en psicoanálisis se denomina transferencia, esto es, un lazo omnipotente de amor que es también un vínculo de saber. Pero cuando el individuo logra comprender que el lazo entre la forma-aparato y el dogma le ha triturado un resto de vida, suele desarrollar una aversión al marxismo. Esto se vio en innumerables conversiones de sinceros/as marxistas al campo de la contra-revolución. En considerable el fenómeno de la vieja izquierda reconvertida en nueva derecha. Pero también hay una vieja izquierda que se refugia en la fraseología ultra-izquierdista pero actúa como la peor derecha fascista. Pero, por suerte, esto no acontece en toda el campo de la izquierda. Por fortuna, y contra quienes celebran la muerte de la izquierda, de la teoría crítica y del marxismo revolucionario, hay procesos que tienden hacia otra dirección.
En fin, la peor forma de re-crear el marxismo es reimpulsando un marxismo de derecha.