Javier Biardeau R
Hemos planteado que reiterar los códigos ideológicos del socialismo burocrático, repetir sus errores históricos, constituye un verdadero callejón “sin salida y sin retorno” para la revolución democrática y socialista venezolana. Se trata de evitar caer en una auténtica trampa caza-bobos. Es hora de extrema prudencia y creatividad socialista, ante el avance de una estrategia imperial-hemisférica de contención de los procesos populares constituyentes, avance imperial que se evidencia en el redespliegue político-militar sobre América Latina y el Caribe, así como en la obstaculización efectiva del retorno sin condiciones del Presidente Zelaya al auténtico gobierno democrático de Honduras.
En el ámbito internacional, no hay un avance definitorio de fuerzas socialistas sino los comienzos de un proceso de recomposición ideológica y política, que será intensificado por los efectos negativos de la crisis mundial sobre el mundo del trabajo, los precarizados y los “excluidos sin garantías”. Pero no estamos, a escala mundial, en un preámbulo inmediato del socialismo-mundo. No hay cortoplacismo posible. Es América Latina y el Caribe, la región que muestra los mayores avances en esta dirección, pero aún sin salir definitivamente del pantano de las “dos izquierdas”: una “moderada y buena”, según la narrativa ideológica de Washington, y una “mala, populista y radical”, ampliando el mensaje en las antenas ideológicas repetidoras: Krauze, Castañeda en México, el becado Villalobos con su pasado ultra-radical a cuestas, Petkoff en Venezuela, Cardoso en Brasil, y otros funcionarios menores de la Internacional Socialdemócrata, y sus fundaciones de apoyo.
Pero por otra parte, tenemos las debilidades y errores del marxismo-leninismo ortodoxo, el seguidismo ideológico a los manuales soviéticos, las diversas sub-ideologías sectarias que se reclaman auténticas herederas de la revolución rusa y de la ortodoxia bolchevique, ancladas en dogmas, en vocabularios de secta para reafirmar señas de identidades, en vez de analizar las realidades cambiantes, reiterando principios teóricos cuya validez limitada sigue estando referida a las coordenadas espacio-temporales de los años 20 y 30 del siglo XX en Rusia y Europa principalmente. Tienen los pies aquí, pero la cabeza allá. Adicionalmente, sin rupturas decisivas con las inercias del estalinismo. Por ejemplo, hay acciones de pequeños grupos de decisión, con canales de influencia y control, que muestran un apoyo incondicional a los sectores más conservadores de los Partidos Comunistas de estirpe soviético, como en el caso Cubano, donde cualquier diferencia de criterios ideológicos, es tramitada como “alta traición a la seguridad nacional”, donde aún imperan límites estrictos para el debate ideológico con consecuencias políticas, para la revisión a fondo, para la renovación socialista.
Es la trampa de las dos izquierdas la que hay que evitar, pues es una cuña que divide a la izquierda social, al campo nacional-popular de Nuestra América en su conjunto. Además es un instrumento perfecto de la “guerra fría cultural” en el campo de las izquierdas: “divide y vencerás”. Reconstruir la izquierda anticapitalista y no estalinista para el siglo XXI es un largo trabajo de renovación intelectual, moral y político. Allí se juega la posibilidad para nuevos socialismos, se juega la reinvención del patrimonio intelectual, moral y político del socialismo democrático, libertario, ecológico y descolonizador.
Por otro lado, el Imperio se está moviendo con gran iniciativa estratégica para la recuperación política, diplomática y militar del terreno perdido en el “hemisferio occidental”, y en lo que llaman su “patio trasero”: Nuestra América. Se mueven en Brasil, en Argentina, en Uruguay y en Chile, ablandan a sectores políticos moderados y pro-capitalistas de izquierda. Se mueven a sus anchas en Colombia, en México, Perú, Panamá, República Dominicana y en Costa Rica, fortaleciendo sus enclaves políticos de derecha y del centro liberal. Se mueven en los sectores opositores e infiltran segmentos pro-gobierno en Bolivia, Ecuador, Venezuela, El Salvador, Nicaragua, y Guatemala. Se mueven en todo el Caribe, como zona de control de la IV Flota y del Comando Sur.
Es completamente absurdo “hacerse el loco” ante la evidente realidad de los acontecimientos en curso. No es momento para acciones temerarias, ni para debilitar la necesaria consolidación de bloques nacional-populares, patrióticos, democráticos, populares y revolucionarios. Cuando se habla de bloques sociales, se habla de unidad nacional-popular, democrática y revolucionaria, de alianzas sociales y políticas incluyentes para la revolución democrática constituyente, para el nuevo socialismo, para la descolonización, para la revolución ecológica. Pues hay una auténtica campaña de cerco y aniquilamiento político sobre los procesos populares constituyentes del continente, y sobre todo, contra los gobiernos nacional radicales del continente.
No es momento para acciones y discursos absurdos, para errores infantiles, estúpidos, que facilitan la estrategia imperial-hemisférica envolvente, sino para asumir sin eufemismos en el caso Venezolano, una auténtica campaña de revisión, rectificación y reimpulso de las políticas del gobierno bolivariano. Una revisión de la práctica, de las políticas y sus resultados, pero también una revisión de la teoría, de la ideología y sus resultados. Para no caer en los errores y debilidades de la propuesta de reforma constitucional en Venezuela. Pues, se requiere de la reinvención del ideario de la democracia socialista para el siglo XXI, para fortalecer la relación operativa, concreta de las acciones y medidas de política, enfrentando problemas y demandas sociales postergadas o acumuladas, especialmente de los sectores aún excluidos y empobrecidos, para amalgamar el bloque nacional-popular, democrático y revolucionario de carácter continental, sin el cual, será inviable avanzar en objetivos fundamentales del nuevo socialismo.
El socialismo-siglo XXI no puede ser un espejo del burocratismo oligárquico del siglo XX, no puede hundirse en el pantano del Estatismo autoritario. Por ese camino no hay futuro, ni esperanza, ni posibilidad alguna. Es reto y tarea pendiente en Venezuela, consolidar el programa ideológico y político (medianamente presentable) del PSUV, elaborado con alguna modalidad de protagonismo y participación activa de sus patrullas, de sus bases; consolidar la táctica del “frente único revolucionario”, estabilizando las alianzas políticas y electorales, con escucha atenta y respeto a las posiciones de todas las organizaciones políticas socialistas, para dinamizar los movimientos sociales y los frentes de masa, de cara a los inmensos retos políticos del año 2010. En fin, para a) enfrentar con éxito las debilidades internas, las fuentes reales de descontento, desconcierto y desencanto en las bases sociales de apoyo de la revolución bolivariana, para b) enfrentar las amenazas que comienzan a prefigurarse desde los factores políticos de la oposición nacional (en sus vertientes radicales y moderadas); y c) ante la maniobras de ofensiva imperial contra Venezuela. No se trata de cuestiones menores, hay que romper con los lastres, con los códigos ideológicos del socialismo burocrático.
No es momento para agotarse en realizar una apologética de las formas de transición que se dieron en Cuba, por ejemplo. No es momento para revitalizar el ideario enmohecido del Socialismo de Estado. Es conveniente pasearse por algunas páginas de la obra de pensadores críticos como Rudolf Bahro (La Alternativa. Contribución a la crítica del socialismo realmente existente. Alianza Editorial, 1979). Un estudio de las transiciones socialistas, como el del antiguo militante salvadoreño del Partido Comunista: Mario Salazar Valiente: “¿Saltar al reino de la Libertad? Crítica de la transición al comunismo” (Siglo XXI editores), para dar cuenta de algunos de los desvaríos que existen, por ejemplo, en la tradición marxista-leninista ortodoxa con relación a las fuentes de los clásicos del marxismo revolucionario: Marx, Engels, Lenin. Es hora de profundizar el estudio, el análisis, para reconstruir con rigor analítico, el debate sobre las transiciones al socialismo, sin entubamientos, sin informaciones tramposas, sin colonización pedagógica. Contrastado fuentes históricas, reconstruyendo los hilos teóricos, develando los vacios, rompiendo con los manuales, contextualizando las proposiciones y denunciando el seguidismo ideológico.
Lo que constatan tanto Bahro como Salazar Valiente, entre otros, es el abismo entre un pensamiento crítico socialista que se mueve en el horizonte de la emancipación, y unas prácticas históricas de actores concretos que muestran sus relaciones directas con el despotismo político, ideológico, económico y social. En palabras sencillas, el abismo existente entre el pensamiento crítico socialista y las prácticas históricas del socialismo burocrático-autoritario. Sin comprender las razones de este abismo, se va directo al fracaso histórico, pues no se trata de conquistar la simple posibilidad de sobrevivir como “fortaleza asediada” a partir de una “moral espartana”, como ocurrió en la URSS y en otras experiencias, sino de lograr construir la plena existencia humana, como proyecto de universalización expansiva, como realización progresiva del ideal de liberación, para levantar la esperanza ante una civilización en ruinas, que anuncia crisis, catástrofes sociales y ambientales, cada vez más próximas y profundas.
El chance para el nuevo socialismo se agita en la prefiguración de un bio-centrismo de izquierda: una revolución eco-política para enfrentar nuevos retos civilizatorios, una revolución descolonizadora, que desnude las hipocresías y el cinismo del racismo inscrito en el proyecto de la modernidad occidental, una revolución democrática contra toda figura de estatismo autoritario, de patriarcalismo, de burocratismo, a través del poder efectivo de la multitud popular, y una revolución en la gestión de los ámbitos económico-sociales, para enfrentar las fuentes generadoras de la explotación, la desigualdad y la exclusión social. Es desde allí, que pudiera reinventarse la agenda para socialismos-siglo XXI, para enfrentar la mundialización imperial sin recaer y hundirse en los dogmas del despotismo burocrático del estalinismo.
Para recordar algunas pequeñas notas sintéticas de la obra abierta, revolucionaria y crítica de Marx con relación a la utopía concreta del socialismo revolucionario, como guías de contraste entre lo que se proclama y lo que se realiza:
a) No hay socialismo sin socialización directa de los medios de producción y de las condiciones de producción; es decir, del trabajo pasado, muerto, objetivado, concentrado hasta entonces en el capital. La liquidación de la propiedad privada burguesa despoja a toda esta riqueza de toda su forma de valor mercantil, reduciéndola a valores de uso. Fin de la enajenación del productor de sus productos de su actividad, desaparición del trabajo asalariado. Consecución de seres humanos libres y multilateralmente desarrollados, que satisfagan sus necesidades y goce de su existencia, de un modo activo y productivo, mediante vínculos estimulantes con sus semejantes.
b) No hay socialismo sin supresión de la antigua división social del trabajo; es decir, de la esclavizadora subordinación de los individuos sociales, a limitados y embrutecedores trabajos parciales. Superación de las desigualdades sociales heredadas y ancladas en la estructura de las fuerzas productivas, relaciones de producción y estructuras de mando heredadas, entre hombre y mujer, ciudad y campo, trabajo manual e intelectual. Así mismo, superación de la división socio-técnica del trabajo en la fábrica, en las unidades de producción, mediante la inclusión y socialización de la ciencia natural y la técnica moderna en la producción regulada, por medio del trabajo científico socializado: educación política, humanística, científica y politécnica en el lugar de trabajo. Distribución del tiempo de trabajo en diversas tareas, desde las más especializadas a las pesadas, manuales y esquemáticas, evitando que se concentren actividades unilaterales y embrutecedoras en algunos individuos específicos. Elevación cualitativa del nivel educativo, científico, técnico y cultural. La democracia socialista está presente en la unidad de producción.
c) No hay socialismo sin la apropiación de los medios de producción de los productores libremente asociados, anulando la expresión política de la división del trabajo y del viejo dominio de clases: la maquinaria del estado, el aparato de estado, elevando las funciones sociales necesarias de la administración más allá de cualquier relación de dominio sobre y entre los seres humanos. Reducción de las funciones coactivas y represivas al mínimo social indispensable. Administración pública al servicio de la sociedad, sin funcionarios especiales y con privilegios, con delegados libremente elegidos, responsables y efectivamente revocables en cualquier momento. Anulación de la división entre gobernantes y gobernados. Democracia socialista de las comunas.
d) No hay socialismo sino a escala mundial, hay procesos de transición al socialismo a escala nacional, pero solo es posible el socialismo a partir de la abolición del mercado capitalista mundial, a partir de la unión internacional del proletariado, de las pueblos-naciones subalternas, transformado en una unión supranacional para la liberación del género humano, que a través de la solidaridad y fraternidad internacional pondrá a disposición de la humanidad las inmensas riquezas y capacidades productivas de la cooperación social para la mejora del planeta a las generaciones futuras.
Se trata del horizonte de la utopía concreta, del socialismo democrático y revolucionario presente en la obra abierta y crítica de Marx. Si de brújulas, mapas y de cartografía se tratara, no hay mejor brújula que un examen crítico de los clásicos. Para contrastar las fuentes, para no desviar el rumbo por caminos derivados, para remontar el hilo conductor. Porque Marx sigue siendo un fantasma que recorre el mundo, el espectro de las luchas anticapitalistas y el mayor espectro contra el despotismo estalinista y su proyecto de liquidación de la democracia socialista.
¡A desmontar los códigos ideológicos del socialismo burocrático!
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