domingo, 6 de mayo de 2018

RESPUESTA A EVARISTO MARCANO: SÓLO EL PUEBLO CONSTITUYENTE (Y NO LOS DUENDES) MANTIENEN VIVO EL FUEGO SAGRADO DE UN PROCESO DE TRANSFORMACIÓN.

Javier Biardeau R.
1.- RECORDANDO A MARX, ENGELS Y LAS PREMISAS DE LA CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LA HISTORIA:
En tiempos donde se viene conmemorando el nacimiento de Carlos Marx, vale la pena recordar que un tal Federico Engels[i] en el contexto europeo de finales del siglo XIX (1891, ocho años después de la muerte de un tal Carlos Marx, y en el mismo año de la crítica de Engels al Programa socialdemócrata de Erfurt[ii]) decía lo siguiente:
“En realidad, el Estado no es más que una máquina para la opresión de una clase por otra, lo mismo en la República democrática que bajo la monarquía; y en el mejor de los casos, un mal que el proletariado hereda luego que triunfa en su lucha por la dominación de clase. El proletariado victorioso, tal como hizo la Comuna, no podrá por menos de amputar inmediatamente los peores lados de este mal, hasta que una generación futura, educada en condiciones sociales nuevas y libres, pueda deshacerse de todo ese trasto viejo del Estado.”
Con este pretexto de los males que se heredan, del sello político de la vieja sociedad y de la necesidad de “amputar los peores lados de este mal” queremos abordar los planteamientos de Evaristo Marcano: “¿Chávez no facilitó hacer de sus brasas algunas cenizas?”[iii], un artículo con un tono respetuoso, lo que ya de entrada merece un tratamiento positivo en una controversia constructiva. 
Sin embargo, antes de abordar las ideas de EM ideas quisiera aportar  algunas interpretaciones y citas de una carta de Engels dirigida a J. Bloch en 1890[iv] para dejar claramente sentado lo siguiente:
“Somos nosotros mismos quienes hacemos nuestra historia, pero la hacemos, en primer lugar con arreglo a premisas y condiciones muy concretas. Entre ellas, son las económicas las que deciden en última instancia. Pero también desempeñan su papel, aunque no sea decisivo, las condiciones políticas, y hasta la tradición, que merodea como un duende en las cabezas de los hombres.”
Muchos han interpretado la anterior frase de manera economicista, en vez de captar la primacía del concepto de totalidad concreta. Y sobre el papel de la praxis y la acción concreta Engels ha planteado:
“(…) la historia se hace de tal modo, que el resultado final siempre deriva de los conflictos entre muchas voluntades individuales, cada una de las cuales, a su vez, es lo que es por efecto de una multitud de condiciones especiales de vida; son, pues, innumerables fuerzas que se entrecruzan las unas con las otras, un grupo infinito de paralelogramos de fuerzas, de las que surge una resultante --el acontecimiento histórico--, que a su vez, puede considerarse producto de una fuerza única, que, como un todo, actúa sin conciencia y sin voluntad. Pues lo que uno quiere tropieza con la resistencia que le opone otro, y lo que resulta de todo ello es algo que nadie ha querido. De este modo, hasta aquí toda la historia ha discurrido a modo de un proceso natural y sometida también, sustancialmente, a las mismas leyes dinámicas. Pero del hecho de que las distintas voluntades individuales --cada una de las cuales aparece aquello a que le impulsa su constitución física y una serie de circunstancias externas, que son, en última instancia, circunstancias económicas (o las suyas propias personales o las generales de la sociedad)-- no alcancen lo que desean, sino que se fundan todas en una media total, en una resultante común, no debe inferirse que estas voluntades sean = 0. Por el contrario, todas contribuyen a la resultante y se hallan, por tanto, incluidas en ella.”
En este segundo aspecto, lo enfatizado por Engels es precisamente que el resultado de la historia no depende en ultima instancia de voluntades individuales, sino en una “resultante común”, de una praxis colectiva en una multitud de condiciones especiales de vida; y aunque la acción colectiva, no coloque a cada una de las voluntades individuales con un efecto cero (0) sobre la historia, debemos considerar el papel de los liderazgos sociales, políticos y culturales en tales acciones colectivas, así como las consecuencias no deseadas ni esperadas de sus intenciones conscientes.
Esto último significa, que la “resultante común”, una fuerza única, no siempre tiene que ver con deseos ni querencias individuales o grupales, sino con un paralelogramo de fuerzas que en acción reciproca configura a los acontecimientos históricos, cuya media común presenta desfases y diferencias, si los contrastamos a los proyectos y planes de acción de cada una de las fuerzas sociales y políticas que se miden, momento a momento, en determinadas correlación de fuerzas (Internacionales, económicas, sociales, políticas, militares y psicosociales-ideológicas).
Si de enseñanzas de Marx sobre la historia se habla conviene leer con atención lo expresado por Engels en la misma carta:
“(…) me permito rogarle que estudie usted esta teoría (a Marx) en las fuentes originales y no en obras de segunda mano; es, verdaderamente, mucho más fácil. Marx apenas ha escrito nada en que esta teoría no desempeñe su papel. Especialmente, "El 18 Brumario de Luis Bonaparte" es un magnífico ejemplo de aplicación de ella. También en El Capital se encuentran muchas referencias. En segundo término, me permito remitirle también a mis obras La subversión de la ciencia por el señor E. Dühring y Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, en las que se contiene, a mi modo de ver, la exposición más detallada que existe del materialismo histórico.”
Esas fueron las recomendaciones de Engels a Bloch en función de una crítica a los nuevos “marxistas” que apelaban a “obras de segunda mano”:
“El que los discípulos hagan a veces más hincapié del debido en el aspecto económico, es cosa de la que, en parte, tenemos la culpa Marx y yo mismo. Frente a los adversarios, teníamos que subrayar este principio cardinal que se negaba, y no siempre disponíamos de tiempo, espacio y ocasión para dar la debida importancia a los demás factores que intervienen en el juego de las acciones y reacciones. Pero, tan pronto como se trataba de exponer una época histórica y, por tanto, de aplicar prácticamente el principio, cambiaba la cosa, y ya no había posibilidad de error. Desgraciadamente, ocurre con harta frecuencia que se cree haber entendido totalmente y que se puede manejar sin más una nueva teoría por el mero hecho de haberse asimilado, y no siempre exactamente, sus tesis fundamentales. De este reproche no se hallan exentos muchos de los nuevos «marxistas» y así se explican muchas de las cosas peregrinas que han aportado....”.
De modo que habría que evitar dos problemas: a) el uso de documentos de segunda mano, b) el reduccionismo en la comprensión y explicación de una época histórica.
Sobre este último punto, conviene aplicarlo con rigor a la hora de valorar el papel de Chávez en el proceso histórico, incluso si asumimos su responsabilidad y su papel como individuo en la historia, dado su rol como líder de un movimiento político que se llama así mismo “revolucionario”, y por su función en la toma de decisiones del Gobierno y del Estado.
2.- ¿FUÉ CHAVEZ INFIEL A SUS PROPIOS IDEALES?
EM ha planteado en su interpretación la cuestión de si Chávez “le fue infiel en algunos momentos a sus ideales y permitió que alguna brasa de su fogón, se convirtiera muy rápidamente en cenizas”.
La respuesta directa es afirmativa. Entre los ideales y la real-politik opera la mediación de un espacio de decisión, en el cual no actúan sólo deseos y querencias sino condiciones y circunstancias en las cuales inciden las correlaciones de fuerzas, así como las consecuencias no deseadas de las jugadas tácticas de cada uno los actores como fuerzas políticas y sociales. De modo que el asunto de lo que Chávez decía que iba a hacer y lo que efectivamente hacía es un asunto importante en el siguiente marco:
“(…) no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida. También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales.” (Karl Marx. La ideología alemana)
“Con la alteración del fundamento económico se subvierte más rápida o más lentamente toda la gigantesca sobre-estructura. En la consideración de estas conmociones hay que distinguir siempre entre la transformación material de las condiciones económicas de la producción, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en suma, ideológicas, en las cuales los hombres toman conciencia de este conflicto y lo dirimen. Del mismo modo que no se puede juzgar a un individuo por lo que él se imagina ser, así tampoco es posible juzgar una tal época de transformación por su conciencia, sino que hay que explicar esa conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción.” (K. MARX, Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política.)
Al sujeto-agente Chávez hay que evaluarlo como sujeto de la política, como sujeto de la historia, como sujeto de la ideología y de la cultura, y por tanto como sujeto barrado por el inconsciente, y no solo por su conciencia y su decir reflexivo. Así mismo, hay que analizar al llamado “Chavismo” como articulación grupal, como movimiento social, político y cultural.
Cuando Engels menciona las condiciones políticas, y hasta la tradición, que merodea como un duende en las cabezas de los hombres, también evoca con coherencia las palabras de Marx en el 18 Brumario:
“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidos por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal. (…) Es como el principiante al aprender un idioma nuevo lo traduce mentalmente a su idioma nativo, pero sólo se asimila el espíritu del nuevo idioma y sólo es capaz de expresarse libremente en él cuando se mueve dentro de él sin reminiscencias y olvida en él su lengua natal.”
Para decirlo de manera sencilla, también Chávez tenía una tradición que le merodeaba en su cabeza como un duende (una urdimbre de significantes-significados), una memoria colectiva (tanto imaginaria como simbólica) también los “espíritus del pasado” fueron evocados en su auxilio (como es claramente constatable en su discurso en el Foro Social de Porto Alegre), también tomó prestado sus nombres (¿Y qué otra cosa es la Revolución Bolivariana?) y también invocó el Socialismo como Proyecto Histórico, en tiempos donde es más que visible la crisis ético-cultural, teórica y política (de fundamentación y de legitimación) de los propios referentes de izquierda.
3.- ¿REFRESCÓ CHAVEZ LAS IDEAS SOCIALISTAS?
El Chávez que “iluminó y refresco las ideas socialistas”, se deja acomodar con cierta facilidad precisamente dada la crisis ético-cultural, teórica y política (de fundamentación y de legitimación) de los propios referentes de izquierda, dada sus inconsistencias, su pérdida de validez en algunas de sus proposiciones clásicas, su credibilidad ante los desastrosos efectos de los socialismos burocráticos, y su vigencia ante la finitud histórico en el cuál se mueve cualquier sistema de proposiciones, aunque Chávez “contribuyó enormemente en este proceso de retomar la propuesta socialista” (EM dixit).
El asunto es que ya no podía invocarse el Socialismo como si no hubiese pasado  agua debajo del puente. Es decir, mucha historia y experiencia colectiva. De allí que se haya agregado lo de “Siglo XXI” no como una cuestión accidental o adjetiva, así como lo de “Bolivariano” para otorgarle su lugar a la “cuestión raizal”,  a la cuestión nacional-popular. No eran tales palabras simples ornamentos retóricos, sino la apertura de un gran debate con ineludibles consecuencias, incluyendo la evaluación crítica de las experiencias socialistas de la URSS, de China, de Vietnam y de Cuba, para decir lo menos.
Obviamente en tiempos ya post-chavistas, el abordaje de "cuatro años de decepcionantes, inconclusos y erráticos resultados de la gestión del Gobierno de Maduro", también tienen que ver con semejante debate no abierto ni asumido en la jefatura política del proceso.
4.- POR UN DEBATE CONSTRUCTIVO: LA CUESTIÓN DEL PARTIDO
Por eso insisto en este contexto que la respuesta de EM es constructiva en tiempos donde las polémicas parecen estar fundamentadas en solo uno de los aspectos de aquella vieja tesis latina: “Pars destruens/pars construens” (Demolición del edificio / Construcción del edificio), en la cual el  planteamiento de una posición o tesis, no ofrecería argumentos (con su base de respaldo) para sostenerla y desarrollarla, sino que enfatizaría unilateralmente la pars destruens: el momento de destrucción de un edificio de opiniones, sean  prejuicios, verdades o errores.
EM centra tal interpretación sobre todo en el manejo de la “democracia interna” en el funcionamiento y organización del PSUV, tema sobre el cual comparto algunas apreciaciones generales, pero matizaría diferencias fundamentales entre los tiempos instituyentes del propio partido, donde el término “cooptación” no cumple una función política central, tiempo en los cuales se intentó abrir una discusión política abierta en las propias bases organizativas conocidas como “batallones” y entre la diversidad de corrientes internas, que en todo movimiento de masas existe; y los tiempos en los cuales su estructura de base quedó reducida a las figuras de los patrullas y a las unidades de batalla electoral, en las cuales lo instituido quedó expresado claramente en la idea de Partido-Maquinaria, incluyendo a la cooptación en su función política central, a la figura de los miembros natos en las elecciones ya no desde la base (como cuotas de grupos internos de poder) y la idea de un “estado mayor político”, como ejes centrales de la selección de la estructura de su dirección.
El partido “de cuadros y a la vez de masas”, quedó perfectamente encuadrado, perfectamente engranado y perfectamente cuadriculado desde arriba. Y es desde arriba que se producen las deformaciones y degeneraciones burocráticas. Todo eso frente a las propias directrices y ojos de Chávez. Allí Chávez fue juez y parte, pero sobremanera cumplen su papel determinados estilos de pensamiento, guiones, esquemas, marcos y paradigmas de organización.
De nuevo, los duendes de la tradición organizativa y de funcionamiento en el campo de las izquierdas.
Por eso la metáfora del “edificio” en este contexto podría llevarnos a debates colaterales muy importantes en el terreno de la teoría política crítica (con su énfasis actual en desmontar y en la des-totalización de las organizaciones centralizadas y verticales) y de los problemas políticos de la transición post-capitalista (¿Edificación Socialista?), como aquellas otras metáforas sobre la “base/superestructura” o sobre la “determinación en última por lo económico”, propias de las interpretaciones de cierto “estructuralismo marxista” que inhibió percibir en perspectiva histórica (historia-estructurante) a los llamados “estados sincrónicos” en un sistema (historia-estructurada).
O es que acaso no se escucha esa voz de autoridad señalando que lo fundamental es “desarrollar las fuerzas productivas”, que primero hay una “etapa de liberación nacional” y luego la posibilidad de una “etapa socialista”, o que los trabajadores no están ni maduros ni preparados para tomar las riendas del proceso económico, o que vamos ahora si a construir una “democracia popular” sin “elecciones burguesas”, o finalmente, que se requiere del concurso de un “empresariado nacionalista y patriótico”. ¿Desde cuál Tradición aparecen tales “enunciados políticos”? ¿Nuevo Socialismo del siglo XXI?
Así mismo, muchas de nuestras ignorancias, cegueras y malas interpretaciones de los acontecimientos, situaciones, coyunturas y procesos históricos de cualquier transición post-capitalistas, derivan del desconocimiento de las condiciones bajo las cuales se organizan y funcionan los sistemas históricos mundiales que los contextualizan; a decir de Wallerstein:
a) La economía-mundo capitalista, su patrón dominante de acumulación y la división mundial del trabajo,
b) El sistema inter-estatal, sus modos de regulación y las primacías geopolíticas,
c) La geocultura hegemónica bajo los parámetros de una transición paradigmática conocida como crisis de la modernidad (Boaventura de Sousa Santos dixit y et al.).
Y si EM supone que estoy haciendo un innecesario rodeo para abordar directamente su pregunta, debo retomarla señalando las razones por las cuales considero que con el legado de Chávez sobre el poder constituyente, se ha hecho algo semejante a lo que se hizo con la “Teoría crítica del Estado” en la praxis de los socialismos burocráticos realmente existentes.
Me explico. En vez de tomar la alegoría política de “Chávez-poder constituyente” (la figura del revolucionario o del subversivo mayor, incluso del “líder de un movimiento”, debate análogo a lo que el marxismo revolucionario denominó supresión del Estado capitalista, y no su simple continuidad ocupada con un nuevo “personal político”, por cierto tema de Lenin en “El Estado y la Revolución”), se ha tomado la alegoría política de “Chávez-poder constituido” (en el mejor de los casos, la figura del “Estadista”, y en el peor de los casos, la figura del “Jefe de un Gobierno de turno” o el jefe de un “Partido-maquinaria”, de modo análogo al objeto de la crítica de Lenin a las dificultades de construir un verdadero Estado Revolucionario en el período de transición).
5.- LA PROBLEMÁTICA PENDIENTE DEL “ESTADO REVOLUCIONARIO”:
¿Ha permitido la Decisión Política Presidencial de montar una Asamblea Constituyente el pasaje un entusiasmo revolucionario de masas dispuesto a edificar un “Estado Revolucionario”? ¿Qué se está edificando en los hechos y prácticas realmente existentes?
En fin, se ha escogido la vía del paradigma de la “Revolución desde arriba”, o lo que es peor: el modelo histórico de la revolución mexicana (la “Revolución Institucional” desde la cúpula que dio lugar a un régimen de partido-Estado tal como lo caracterizo Adolfo Gilly en 1990: El régimen mexicano en su dilema[v]) en el que las  transformaciones dependen del eje de la “función de Gobierno”.
Como diría uno que otro poeta más aventajado frente a la sintaxis del discurso de la teoría política crítica: se ha escogido o el oxímoron o la mística del “Sol Oscuro”.
Pero además del momento conservador de la dimensión cupular-instituida (una nueva cogollocracia con su ya mencionado nido de “alacranes”[vi]).
Chávez cumplió múltiples roles y funciones, pero cuando la figura del Chávez-constituyente fue desdibujada para convertirlo en un Jefe de Gobierno, o del Partido (como cualquier otro), entroncamos directamente con la tensión entre el “Momento del Líder” y el “Momento de la Participación Popular”, desplegadas, por ejemplo, en los argumentos del intelectual argentino Ernesto Laclau (2006) en su breve texto: “Deriva populista y centroizquierda latinoamericana”[vii]:
“Lo que sí constituye una legítima cuestión es si no hay una tensión entre el momento de la participación popular y el momento del líder, si el predominio de este último no puede llevar a la limitación de aquélla. Es verdad que todo populismo está expuesto a este peligro, pero no hay ninguna ley de bronce que determine que sucumbir a él es el destino manifiesto del populismo En África, por ejemplo, después de la descolonización, hemos asistido a la degeneración burocrática del populismo en el caso de Mugabe, pero también hemos visto un populismo democrático y altamente participativo en el gobierno de Nyerere. Ahora bien, en la experiencia venezolana no hay indicios que nos permitan sospechar que una tendencia a la burocratización habrá de prevalecer. Por el contrario, a lo que asistimos es a una movilización y auto-organización de sectores previamente excluidos, que ha ampliado considerablemente las dimensiones de la esfera pública. Si hay un peligro para la democracia latinoamericana, viene del neoliberalismo y no del populismo.”
Esto nos permite entrar directamente al dilema: ¿Combatir el neoliberalismo o el anti-imperialismo, con las armas melladas de una degeneración burocrática del movimiento nacional-popular, con las armas melladas del “Estatismo Autoritario” (Poulantzas dixit)?, o entre la opción de “degeneración burocrática” o la de “democratización del poder”[viii], como clivaje para revisar lo que a la postre fue la tensión entre el momento de la participación popular y el llamado “Hiper-liderazgo” (lo que siguiendo a Gramsci puede llamarse “Cesarismo Progresivo”[ix]). Sobremanera si nos ubicamos en el año 2007, luego de la derrota electoral de la iniciativa presidencial (y además parlamentaria) para la Reforma Constitucional.
Allí también se dio un típico contraste entre la “metódica constituyente” (la línea política se construye articulando y agregando demandas, aspiraciones y reivindicaciones del proceso de participación popular) de 1999 y la “metódica constituida” (la línea política se construye articulando las directrices de un “estado mayor central”) de 2007.
Por mi parte, diría a EM que es importante enfrentarse a la tarea de: “(…) amputar inmediatamente los peores lados de este mal, hasta que una generación futura, educada en condiciones sociales nuevas y libres, pueda deshacerse de todo ese trasto viejo del (….) Hiper-liderazgo, del imaginario del estado mayor central calcado del buró político del campo socialista, imaginario vertical por excelencia y que articula en el plano de las representaciones una equivalencia con las huellas e inscripciones del Estado Capitalista en su fase liberal o fordista-keynesiana
De modo que si bien el “momento del Líder” frente al momento del “protagonismo popular” es indispensable en lo político, el momento del hiper-líder es el peor lado de ese primer “mal necesario” (La dirección política unificada), mientras no sea superada la división fundante de los elementos de la política establecida por Gramsci como la separación entre gobernantes y gobernados[x], y luego, entre dirigentes y dirigidos:
“Toda la ciencia y el arte político se basan en este hecho primordial, irreductible (en ciertas condiciones generales). Sus orígenes constituyen un problema en sí, que deberá ser estudiado en sí (por lo menos podrá, y deberá estudiarse cómo atenuar y hacer desaparecer el hecho mutando aquellas condiciones que sean identificadas como actuantes en este sentido), pero permanece la consideración de que existen dirigentes y dirigidos, gobernantes y gobernados. Partiendo de este hecho habrá que analizar cómo dirigir de la manera más eficaz (dados ciertos fines) y por lo tanto cómo preparar de la mejor forma a los dirigentes (y en esto consiste precisamente la primera sección de la ciencia y del arte político). Pero habrá que analizar además, por otro lado, cómo se conocen las líneas de menor resistencia o racionales para obtener la obediencia de los dirigidos o gobernados. Para formar los dirigentes es fundamental partir de la siguiente premisa: ¿se quiere que existan siempre gobernados y gobernantes, o por el contrario, se desean crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de la existencia de esta división?, o sea ¿se parte de la premisa de la perpetua división del género humano o se cree que tal división es sólo un hecho histórico, que responde a determinadas condiciones? Sin embargo, es necesario tener claro que la división entre gobernados y gobernantes, si bien en última instancia corresponde a una división de grupos sociales, existe también, en el seno del mismo grupo, aunque este sea homogéneo desde el punto de vista social. En cierto sentido, se puede decir que tal producto de la división del trabajo, es un hecho técnico. Sobre esta coexistencia de motivos especulan quienes ven en todo solamente "técnica", necesidad "técnica", etc., para no plantearse el problema fundamental”.
En este marco de reflexión sobre la democratización del poder, sobre la separación entre gobernantes y gobernados, si nos planteamos el problema fundamental de una revolución en el plano político (la existencia “eterna” de la separación fetichista),  hagámonos la siguiente pregunta:
¿Se quiere que exista siempre hiper-liderazgo (e hipo-dirigidos), o por el contrario, se desean crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de la existencia “eterna” de esta división?
6.- ¿CHAVEZ RECONOCIO EL ERROR FUNDAMENTAL DEL HIPER-LIDERAZGO?
Chávez reconoció finalmente en vivo y directo en su llamada telefónica a la entrevista de Juan Carlos Monedero por parte de Ernesto Villegas[xi] en VTV que el denominado Hiper-liderazgo (culto a la personalidad incluido) era un error político (¿Lo recordamos hoy?), contraponiendo su voz a aquellas voces que señalaron, que en aquel encuentro del CIM en el año 2010 sobre el “control y evaluación del proceso bolivariano” no se habían reunido sino unos “habladores de paja”. Decía Chávez en aquella llamada telefónica:
“Ahora fíjate, entonces yo recuerdo claramente porque fui instructor durante varios años de estos muchachos que ya son generales en jefe algunos y otros son bueno todo el alto mando militar y los que son ahorita ascendieron a generales ahorita estos 150 muchachos, fueron alumnos yo compartí con ellos esos años 80. Entonces hablábamos de la matriz de liderazgo, esa matriz yo la estoy reconstruyendo aquí ahora refrescando experiencia y conocimiento, en base a un conjunto de variables hay cuatro escenarios sobre los cuales tú tienes que actuar como líder o si pretendes serlo y tienes que asumir eso con un rigor cercano a lo científico y en base a eso aplicar estilos de liderazgo. El primer estilo es el estilo de la dirección o sea ser muy directivo, muy estar en todo pues, ahora ese muy estar en todo dirigir, dirigir, dirigir, un líder tiene que aplicarlo es cuando en una circunstancia por ejemplo tiene un grupo puede ser un pelotón de 20 hombre o puede ser una división o un grupo muy grande de gente civil o militar con baja capacidad para ejecutar las tareas o acciones que corresponde y baja voluntad, entonces tiene que ser un líder que esté casi en todo, dirigiendo casi todo pues. Ese no es nuestro caso.
Luego viene un segundo estilo que es el de guiar, cuando tú tienes un grupo de seres humanos que diriges que tienen baja capacidad pero mucha voluntad de hacer las cosas, entonces el líder tiene que ser más un guía, un maestro, enseñar, orientar. Un tercer nivel y eso va ascendiendo en la matriz, es el nivel de apoyar, cuando tú tienes grupos de compañeros, camaradas, con mucha capacidad y quizás una voluntad disminuida por alguna razón tienes que estimular, tienes que motivarlos, ves, para incrementar precisamente su voluntad porque tienen capacidad, y la cuarta es el líder que delega, cuando el grupo que dirige logra altos niveles de voluntad y de capacidad. Entonces uno tiene que moverse en eso, muchas veces uno quiere estar en todo dirigiendo, dirigiendo… ministros que no hablaban claro quizás no hablaban porque Chávez estaba en todas [risas] ahora andan sueltos y andan desarrollando capacidad, eso es delegar. Ese es uno de mis errores fundamentales citando a Nietzsche.”
Y reconociendo tal error fundamental: ¿Se va repetir la escena del error fundamental de Chávez ahora con cuatro años de un Maduro, que quiere demostrar que si puede gobernar copiando aquel estilo de hiper-liderazgo?
Los resultados de aquel evento del CIM fueron publicados, y sobre tales circunstancias no habrá quienes dejen de recordar que alguna voz propia de la cultura del socialismo real del siglo XX, señalara que aquello que acontecía en la mesa de debates (además transmitidos y grabados) “no se podía permitir”.
De este modo tramita en términos genéricos la “mentalidad burocrática”, una controversia a fondo sobre temas estratégicos vitales con claras consecuencias políticas: a modo de censura y auto-censura, de etiquetamiento y estigmatización.
Quizás no muy conocida, aunque con una síntesis de tal mentalidad podemos revisar las líneas de E. Morín sobre la naturaleza de la URSS[xii].
Y si la mentalidad burocrática tramitaba aquella evaluación “intelectual” de una primera fase de transformaciones desde la “descalificación”, imagínese las dificultades con que se tramita la necesaria tarea de “evaluación y control de gestión pública”, así como la potencial corrección o rectificación del rumbo de la “política pública” en un gobierno que se llama así mismo popular y revolucionario.
La mentalidad burocrática está mucho más acostumbrada a administrar rutinas y hábitos, que a introducir mejoras continuas o verdaderas innovaciones en materia de gestión pública con base a la evaluación continua de resultados. De hecho hay quienes dicen: ¡No hablemos de gestión, desplacemos el asunto  a la administración política del registro del imaginario y el mito! En palabras llanas: ¡Hablemos de “protección del pueblo”!
De este modo, agregaría el factor incidente de la mentalidad y prácticas burocráticas al planteamiento de EM sobre la confianza personal, y los aspectos de política y técnica de gestión-planificación en el ámbito del gobierno:
“Efectivamente, Chávez tuvo un buen dominio de los diferentes momentos y circunstancias que le tocó vivir en Miraflores, pero los momentos y el tiempo, no se circunscribía únicamente a la respuesta que Chávez ofrecía al momento como idea o iniciativa, sino a los resultados que esa decisión o manejo de la coyuntura debía a corto y mediano plazo producir, que definitivamente no se produjeron. La eficacia política no es ajena al control. La eficacia y la confianza no son situaciones que tienen que ser compatibles. Chávez no fue muy certero en el control y le dio largas a las confianza que tenían en sus colaboradores.”
El “darle largas a las confianzas” que tenía Chávez en sus colaboradores se produjeron por la persistencia del poder de los “anillos decisionales y burocráticos” y el papel de verdaderos “peajes y alcabalas de información” de sus más cercanos operadores políticos, quienes edificaron tales anillos con personal de estricta confianza, y no bajo el criterio de una estricta “competencia tecno-política”. Redes de afinidad y consanguinidad construyeron una nueva máquina política, mas no una maquina tecno-política ni una máquina de lucha para la conformación de una “política de masas”. En fin, más invasión cultural y menos politización.
Quizás por eso se explican algunas dificultades para superar el anti-desarrollo que se despliega desde el paradigma de “economía de puertos”, donde una bicefalia de decisiones entre ministerios rivalizaban entre dar incentivos a la importación u otorgar incentivos a los productores nacionales. Y ahora el asunto se ha agravado pues se pretende dirigir la menguada producción nacional a la exportación para captar divisas. De allí surge la nueva “fiebre extractivista”. Y no es casual que la metáfora del paludismo se reactive como realidad, sin citar a Fiebre de Miguel Otero Silva.
Claro está, que Chávez también es responsable de no romper con esos circuitos viciosos, sobremanera con decisiones como la del “anclaje cambiario” y el “millardito” (algo que no debe confundirse aun con todas las modalidades de control de cambios y toda la “narrativa de sentido común”, que hoy se difunde mediáticamente sobre “política cambiaria”, e incluso, sobre “dolarización”).
También podría enumerar como Chávez contribuyó con su anuencia en decisiones que comprometieron el curso de una política económica para pudiera romper efectivamente con el anti-desarrollo histórico, y dar cuenta de lo que EM denomina “esa bola de nieve traía un curso y coloca en duda la eficacia política de Chávez, que a decir verdad, no era exclusiva de Chávez sino de un equipo que Chávez movió de un lado a otro sin poder concretar los resultados esperados.”
7.- LA CUESTIÓN FUNDAMENTAL DEL PROCESO CONSTITUYENTE Y LA REVOLUCIÓN DEMOCRATICA:
Pero ese no era el foco principal de los dos artículos iniciales, sino profundizar en un aspecto fundacional del discurso y praxis del proceso bolivariano: el proceso constituyente y el papel que en aquel cabe atribuir a la soberanía popular. Y esto es así porque el peligro fundamental que se cierne es perder en la práctica y de modo irreversible, cualquier referencia al móvil constituyente de 1999: la Democracia Social y Participativa.
En especial mi interés fue destacar el modo como se despachan los referendos o consultas ciudadanas, como medios de expresión y  participación del pueblo en los asuntos públicos. Y se leen y escuchan tantas nuevas loas a la democracia de un sistema político de partido único (Cuba dixit), que causa asombra observar como renacen los más arcaicos prejuicios de la vieja izquierda con relación al pluralismo político.
Ya Meszáros no está entre nosotros, pero cuánto tiempo dedico a hablar de una nueva figura del pluralismo socialista. Y así mismo, hasta se utiliza ahora el “trotskismo” como epíteto quizás porque fue la autocrítica de Trotski en la “Revolución Traicionada” donde dio cuenta de graves y fundamentales errores de la experiencia bolchevique.
Espero que en próximos artículos pueda desarrollar tales aspectos, aunque quiero dejar bien en claro cuál era el cuadro de la situación económico-social con algunos indicadores en el año 2012, pues mantengo la hipótesis que a partir del año 2014 se ha desplegado, no solo una mala gestión de gobierno, sino que se está truncando todo un proceso de transformaciones de largo aliento y profundidad, que sintetice en aquella frase destacada reiteradamente por EM: "cuatro años de decepcionantes, inconclusos y erráticos resultados".

Cuadro Indicadores en años electorales (2006-2015) (1)
2006
2009
2010
2012
2013
2015*
Brecha elect %
26
10
0,9
10,8
1,5
-15,3
 Petróleo Prom. Ven. USD
60
57,0
78
103,4
99.9
44,7
PIB Var %
9,9
-3,2
-1,5
5,6
1,3
-6,2
PIB  Petrolero Var %
-2,0
-7,4
0,1
1,4
0,9
-0,9
Balanza P (mm USD)
4964
-10262
-8060
-996
-4500
-4051
Saldo CC (mm USD)
26462
2258
8812
11016
7484
11033
Reservas  (mm USD)
36672
35000
29500
29887
21478
16367
% Gasto público/PIB
42
38
38
50,6
-13,2
-10,3
Desocupación
9,3
8,1
8,5
7,4
7,5
7
Inflación
17
25,1
26,8
20,1
56,2
159,7
Salario mín en USD (2)
242
446
473
476
471
1157
% Pobreza
36,3
31,8
32,5
25,4
32,1
33,1
% Pobreza extrema
11,1
8,8
8,6
7,1
9,8
9,3
ÍDH
0716 (3)
0,758 (4)
0,759
0,763
0,764
----
Coef de Gini
0,442
0,418
0,389
0,404
----
0,55
Coef. de desigualdad (5)
3,50
3,03
2,59
2,85
----
----
1)     Fuente: BCV, INE, otras
2)     Valor en USD al tipo de cambio oficial
3)     Corresponde a 2005
4)     Corresponde a 2008
5)     Relación entre el ingreso nominal medio del quintil superior de la población y el de los dos quintiles inferiores (Portes-Hoffman, CEPAL)
6)     * Los valores del ingreso mínimo no toman en cuenta los datos del mercado paralelo de divisas. De acuerdo a datos aportados por el Gobierno Nacional a la Comisión de Bolsa y Valores​​ de Estados Unidos (en inglés, U. S. Securities and Exchange Commission) —comúnmente conocida como la SEC[xiii].

Quisiera destacar algunos aspectos entre el año 2012 y 2013 donde ya las cosas comenzaban a presentar síntomas de alerta: a) La brecha electoral se redujo de 10,8 % a 1,5 % entre 2012-2013 y llego a ser de -15,3% en 2015, b) La caída de la brecha electoral se daba en un contexto de precio del petróleo bastante alto, c) El PIB cayó de 5,6% a 1,3%, cayendo también el PIB petrolero, a pesar de los precios altos, d) La balanza de pagos se hizo mucho más negativa, e) La tasa de inflación prácticamente se duplicó, f) El porcentajes de pobreza comenzaba a aumentar ya gravarse sobremanera bajo la metodología de “línea de pobreza” en un cuadro ahora de hiper-inflación, dado que el mercado de divisas no oficiales se convirtió de hecho en el criterio de indexación de precios, pero no así en el mercado de trabajo.
De este modo, contextualizo su planteamiento: “Efectivamente, Chávez tuvo un buen dominio de los diferentes momentos y circunstancias que le tocó vivir en Miraflores, pero los momentos y el tiempo, no se circunscribía únicamente a la respuesta que Chávez ofrecía al momento como idea o iniciativa, sino a los resultados que esa decisión o manejo de la coyuntura debía a corto y mediano plazo producir, que definitivamente no se produjeron. La eficacia política no es ajena al control. La eficacia y la confianza no son situaciones que tienen que ser compatibles. Chávez no fue muy certero en el control y le dio largas a las confianza que tenían en sus colaboradores.”
Analizando estos datos, no me extraña la polémica que giró alrededor de las cartas tanto de: a)  Temir Porras (¿Qué hacer en esta etapa de la revolución?)[xiv], como de b) Jorge Giordani (Testimonio y responsabilidad ante la historia)[xv] para aquel momento (Primer semestre de 2014).
Lo que si me extraña aun hoy es la permanente promesa del Presidente sobre “Derrotar la Guerra Económica” en cada Presentación de Memoria y Cuenta desde enero de 2014, primero ante la Asamblea Nacional, y luego ante el TSJ (después de declarar en desacato a la AN).
Si aplicamos el criterio de evaluación de EM centrado en control de gestión y resultados, los indicadores son ya no de alerta sino de alarma. Estamos frente a un estado de alarma social y económica, en un cuadro de conflicto de poderes y altísima presión internacional, hasta el punto de convertir el tema Venezuela en un asunto de geopolítica inter-estatal.
Y los escenarios de salida a esta coyuntura crítica pasaban precisamente por volver a la tensión sobre el “momento del liderazgo” y el “momento de la participación popular”. No bastaba un manejo conceptual basado en la ideo-lógica desde arriba de la relación entre poder constituyente y poder constituido[xvi].
En contrapunteo a esta posición Chávez señalaba:
 “El poder constituyente originario, sólo ese poder puede continuar impulsando la revolución bolivariana [...] Nosotros debemos ayudar oyendo el clamor del poder constituyente, pulseando con él, abrazábamos con él, alimentándonos con él, vibrando con él. Ayudar, con nuestras potestades que él nos dio, a seguir abriendo puertas y derribando barreras que le impiden la realización del sueño supremo de una patria libre, independiente, grande y próspera.”[xvii]
El Chávez-constituyente enfatizaba el momento del “protagonismo popular”. El Chávez-constituido enfatizaba la necesidad de la dirección política y la existencia de una vanguardia organizada, movilizada y consciente.
Esa doble faz del proceso bolivariano en el gobierno, fue devorada simultáneamente por la temática del partido revolucionario necesario y el pasaje del MVR al PSUV.
Por supuesto, que la tensión “desde abajo/desde arriba” (la llamada “metódica intermedia”) estaba completamente allí en el “proceso bolivariano”, tanto en el plano del Estado, del Gobierno y del Partido.
Pero Chávez mantuvo tal tensión hasta el punto que luego de los resultados de las parlamentarias del año 2010, el texto sobre las líneas estratégicas de acción política del PSUV aparecían como una autocrítica a la tendencia ya institucionalizada de convertir el partido en un “estado mayor político” complementado con una “maquinaria electoral”, desdibujando por completo las ideas seminales del “movimiento de movimientos” y el posterior fraseo sobre el “Partido-movimiento”.
Tal tensión presente en Chávez generaba contradicciones abiertas a síntesis provisorias y superaciones sucesivas. Pero también, tan tensión podía desembocar en una recaída al peor lado de uno de los momentos: la conjunción de la burocratización con el personalismo caudillista, al autoritarismo o la suplantación del protagonismo popular por una mentalidad de jefe, de aparato, de maquinaria o de burocracia.
Lo que se está enfatizando actualmente del legado de Chávez, encarnado en el “estilo político” de Gobierno, sobre-codificado en la actuación de Nicolas Maduro, es esta dimensión del “peor lado” del momento del Líder y del momento de la dirección política del Partido, del Gobierno y del Estado. Por eso se actúa como poder constituido fetichizado.
No es casual que se evocan en diversos análisis que ya no se limitan a pequeños círculos de izquierda no chavista las figuras tanto del “bonapartismo regresivo” como del “nacional-estalinismo”. Es que la tendencia no ineluctable en el análisis de Laclau, pasó a transformarse en una línea predominante de degeneración burocrática del proceso nacional-popular bolivariano.
Sin embargo, esto no es novedoso. Habría que rastrear histórica, social y culturalmente la arqueología y genealogía de esos “trastos viejos” del caudillismo, el personalismo y el bonapartismo en nuestra historia republicana, colocando sobre la mesa la impronta en nuestras prácticas y cultura política de la “jefatura militar”, del “caudillo político”, además del Presidencialismo y el predominio de un “ejecutivo fuerte, centralizado y concentrado” en el plano político-institucional. Sobre estos carriles, se monta la línea de tendencia de “degeneración burocrática”, cuyo catalizador fue la enfermedad y fallecimiento del Presidente Chávez en ejercicio de sus funciones para el período 2013-2018.
Evaristo Marcano ha dicho: Ese Chávez que apostaba por un auténtico proceso constituyente originario, no jugo de la misma forma en torno a las decisiones que el pueblo chavista debía y estaba igualmente obligado a tomar. Su instrumento (El PSUV), que él manejaba partiendo de la confianza que tenía en su círculo, puede ser una de las causas efectivas en estos "cuatro años de decepcionantes, inconclusos y erráticos resultados de la gestión del Gobierno de Maduro", es de alguna manera su hijo pervertido o que muy tempranamente se salió del carril y con Chávez vivo.
Sin embargo, eso mismo Chávez llamo a construir un Estado de justicia e inclusión, un Estado profundamente democrático, profundamente marcado por las exigencias de una democracia participativa, protagónica y revolucionaria, y si uno atiende consistentemente su análisis de la tensión entre revolución democrática y democracia revolucionaria, dará cuenta de los cuatro momentos que se encadenan bajo el principio dialectico de la conservación/superación: representación, participación, protagonismo popular y revolución del poder popular.
Lo que debemos preguntarnos hoy es si esas transiciones las realizaría la lógica del poder constituido, con sus deformaciones o degeneraciones burocráticas, o si no será una tarea permanente mantener vía la idea-fuerza y praxis del poder constituyente y la multitud nacional-popular.
Solo el pueblo sabrá si se convierte en “pueblo cooptado” o en pueblo-constituyente que construye en la microfísica de las relaciones de poder y en la esfera de las correlaciones molares de fuerzas los nuevos espacios de libertad, independencia, justicia e inclusión social.





[xvii] Hugo Chávez, Discurso de presentación del Proyecto de Reforma Constitucional ante la Asamblea Nacional, Caracas, 15 agosto 2007, Ahora la batalla s por el SÍ, Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la información, Caracas, ago 2007, pp.80 y 81

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