Javier Biardeau R.
“…me refiero a la crítica despiadada de todo
lo existente, despiadada tanto en el sentido de no temer los resultados a los
que conduzca como en el de no temerle al conflicto con aquellos que detentan el
poder.” Marx[i]
"Nosotros no somos de esos
comunistas que destruyen la libertad personal y pretenden convertir el mundo en
un inmenso cuartel o en una inmensa fábrica. Hay, indudablemente, comunistas
que se las arreglan muy cómodamente negando y pretendiendo abolir la libertad
personal, por entender que es incompatible con la armonía: a nosotros no se nos
ha pasado jamás por las mentes comprar la igualdad con el sacrificio de la
libertad. Tenemos la convicción, y procuraremos demostrarlo en los siguientes
números, de, que en ninguna sociedad tienen las personas más libertad que en la
basada sobre un régimen de comunidad." Revista Comunista. Marx-Engels[ii]
“No existe, pues, un conflicto
real entre el revolucionario y la tradición, sino para los que conciben la
tradición como un museo o una momia. El conflicto es efectivo sólo con el
tradicionalismo. Los revolucionarios encarnan la voluntad de la sociedad de no
petrificarse en un estadio, de no inmovilizarse en una actitud. A veces la
sociedad pierde esta voluntad creadora, paralizada por una sensación de
acabamiento o desencanto. Pero entonces se constará, inexorablemente, su
envejecimiento y su decadencia.” José Carlos Mariátegui[iii]
1.- ¿Y CUÁNDO LLEGAREMOS A
ENGELS, PROFESOR?
Las citas que utilizamos en los
encabezados de los escritos deben leerse sólo como citas problematizadoras,
generadoras de debates, en ningún caso como “citas de autoridad”. Son
aproximaciones sucesivas al tema central. Pero por razones didácticas, dando un
necesario rodeo.
En una primera entrega colocamos
once (11) citas. Aquí traemos a la mano tres (3) para comenzar a precisar que
significa “critica radical” y “heterodoxia”.
Combinemos un poco las cartas: Los
revolucionarios encarnan la voluntad creadora de la sociedad de no
petrificarse, de no inmovilizarse en una actitud, costumbre o tradición. Sin
embargo, el tradicionalismo pretende fijar y petrificar tales actitudes,
costumbres y tradiciones. Por supuesto, el tradicionalismo es refractario,
censura y reprime al pensamiento revolucionario. Pretende encarnar el “orden”,
la seguridad cognitiva y la protección emocional. Busca la estabilidad, fija la
rutina y para eso usa el poder, la autoridad y los mecanismos de control social
e institucional.
Allí cabe entender las actitudes
y reflexiones teóricas de Marx y Engels en aquella mitad del siglo XIX
(1843-1895). Ambos compartieron la tesis de la doble crítica teórica y
práctica: crítica despiadada de todo lo existente, no temer a los resultados
teórico y prácticos a los que conduzca, no temerle al conflicto con aquellos
que detentan el poder.
Por eso volvemos a enfatizar aquí
el proyecto del marxismo originario en su tradición clásica (archivo
Marx-Engels). En primer lugar, un proyecto teórico, en segundo lugar, un
proyecto práctico. Con relación a este segundo proyecto cabe aquí citar lo
siguiente. En sus textos encontramos un programa de investigación-acción
abierto a la renovación, rectificación y refutación, de cara a las exigencias
de la realidad. Así mismo, encontramos un imperativo ético-político:
“(…) echar por tierra aquellas
relaciones en que el hombre (ser humano) es un ser humillado, sojuzgado,
abandonado y despreciable” (Manuscritos Económico Filosóficos-1844).
El acabamiento del proyecto
práctico implica entender el significado del énfasis en la obra de Juan David
García Bacca sobre ese Marx profundamente desconocido por las primeras y
segundas generaciones posteriores al marxismo clásico y originario, incluidos
Plejanov y Lenin, de aquellos “Manuscritos Económico-Filosóficos”, sobre
nociones como humanismo teórico, humanismo práctico y humanismo positivo. Si
Gramsci llegó a decir que la revolución rusa fue una revolución contra El Capital,
los manuscritos económico-filosóficos fueron una revolución teórica contra el
estalinismo.
Es allí donde cobran sentido
algunas tesis que los “marxistas de espaldas a Marx y Engels” nunca leyeron ni
comprendieron. Primero, que hay distintos tipos de comunismos y socialismos.
Efectivamente hay algunos que “destruyen la libertad personal y pretenden
convertir el mundo en un inmenso cuartel o en una inmensa fábrica”.
Eso ya lo sabían Marx y Engels en
1847, y no tuvieron que esperar la critica a los totalitarismos para saberlo.
Ya en su época había socialismos feudales, también comunismos toscos o
vulgares, experiencias marcadas por profundas practicas sociales despóticas.
Marx y Engels no sólo criticaron
al socialismo utópico, también criticaron a los sectores políticamente más
despóticos de las izquierdas con los cuales trabaron contactos y relaciones.
Por eso dijeron: “Hay, indudablemente, comunistas que se las arreglan muy
cómodamente negando y pretendiendo abolir la libertad personal, por entender
que es incompatible con la armonía”. En fin, si hay que sacrificar la libertad
por criterios aquellos comunistas o socialistas también se hace. Las llamadas
derivas autoritarias venían de más lejos.
Lo lapidario de Marx y Engels es
que hayan llegado a publicar: “…a nosotros no se nos ha pasado jamás por las
mentes comprar la igualdad con el sacrificio de la libertad.” Imaginemos el
trasfondo del debate. ¿Cuál era la inter-discurso, cuál el discurso indirecto?
El proyecto práctico del marxismo
clásico y originario fue afirmar que “…en ninguna sociedad tienen las personas
más libertad que en la basada sobre un régimen de comunidad."
Pero solo es posible entender
esto si se profundiza en su estudio y se deja de lado la literatura panfletaria
y de folletín, si se pasa de la simple “agitación y propaganda” a la
investigación histórica, teórica y política rigurosa y al análisis crítico de
los documentos y sus contextos.
Es necesario distinguir tres
clases de comunismo en los manuscritos económico-filosóficos de 1844: el
comunismo burdo, tosco o vulgar, que personifica la pasión de la envidia alzada
a poder, de la avaricia, del resentimiento nivelador; por cierto, allí se queda
anclada interesadamente la crítica liberal al comunismo; en segundo lugar, el
comunismo político, afectado aún de la noción o el vestigio de la propiedad
privada (con dos expresiones o formas políticas: la democrática y la despótica),
y en tercer lugar, el comunismo "en cuanto transustanciación y superación positiva
de la propiedad privada": el humanismo positivo.
El comunismo político, lo
enfatizamos, pude tener dos formas, despóticas y democráticas, como eliminación
o supresión del Estado político. De modo que la trayectoria que escogen y
seleccionan Marx y Engels es, sin lugar a dudas, el comunismo democrático, algo
impensable para muchos nostálgicos filo-estalinistas de la revolución rusa.
Y este olvido o supresión es un
tremendo lastre sedimentado para las izquierdas. El colectivismo burocrático-despótico
deriva de tal supresión y olvido. Nada más y nada menos.
Se puede entonces recomenzar por
muchos lugares en esta segunda parte, no solo por el legado de las izquierdas
ortodoxas, burocráticas y despóticas, sino además incluir una revisión a fondo
de la tradición del liberalismo económico y político, o del imaginario
democrático del siglo XX, o del llamado nuevo liberalismo económico puesto de
moda por algunos círculos gubernamentales del país, como si fuera la primera
vez, que por nuestros puertos pasaran, incluso de contrabando, tales mercancías
ideológicas importadas, cuando su contenido huele ya putrefacto o está pasado
de fecha de caducidad.
Aquí cabe citar a García Bacca[iv]:
“Las obras de economía política
al uso, son en realidad, aparatos deformadores y simplificadores de la realidad
total del fenómeno humano económico, de la riqueza del hombre social- creador,
inventor, productor. El Capital se puede leer y escuchar con teléfono en la
oreja mental; y lo que de él se oye, en armónicos matemáticos y categorías
económicas, es la voz deformada de lo que pensó y dijo Marx…Si queremos, por
deber elemental de conciencia humana, entender a Marx, y entenderemos a los
hombres actuales lo cual es fundamental y decisivo, es necesario escuchar
estereofónica, tridimensional o polidimensionalmente, con procedimientos de
alta fidelidad creciente, El Capital de Marx”.
Por eso no hay mentalidad de
“Despotismo de cuartel” ni de “Despotismo de fábrica” que pueda justificarse, o
para simplificar, de “Despotismo de fábrica-cuartel” en Marx y Engels como
propuesta anticapitalista.
Ya eso es la experiencia del
capitalismo para los trabajadores y trabajadores en la vida cotidiana, cuya
existencia social y política ha sido degradada. Ese es el mensaje fundamental
en el archivo Marx-Engels: critica radical a la humanidad degradada, humillada,
sojuzgada, abandonada y despreciable.
Por supuesto, además, en toda
esta historia hay una alienación gratificante y una alienación humillante y
sojuzgadora[v]:
"La clase poseedora y la
clase proletaria presentan el mismo estado de autoalienación humana. Pero la
primera clase se siente bien, se afirma y se confirma en esta autoalienación.
Sabe que la alienación discutida constituye su propio poder y posee en el la
apariencia de su propia existencia humana; la segunda clase, por el contrario,
se siente destruida en la alienación, y ve en ella su impotencia y la realidad
de una existencia inhumana. Ella se encuentra, para emplear una expresión de
Hegel, en el rebajamiento en rebelión contra ese rebajamiento, rebelión a la
cual es empujada, necesariamente, por la contradicción que existe entre su
naturaleza humana y su situación, que constituye la negación franca, neta y absoluta
de esa naturaleza."
Hay en Marx aquí una genialidad
insuperable. Pero también ha permitido afinar en la ingeniería social de los
operadores capitalistas un conjunto de contramedidas. ¿Cómo convencer a los
trabajadores que la única naturaleza humana es la naturaleza capitalista? Con
sociobiología, neurociencias y psicopolítica aplicadas en sus formulaciones
terapéuticas.
Pero Marx desborda esto, plantea
a nivel macro social una superación de lo que a la postre se denominaran
“teorías de la modernización”, en las cuales son hipostasiadas las propias
líneas evolutivas de las sociedades capitalistas europeas, industriales,
modernas como si representaran la imagen-objetivo normativa para todas las
sociedades del planeta. Allí se montaron todos los sacerdotes de las “fuerzas
productivas”, en la locomotora del progreso material y tecnoproductivo.
Sobre este tópico, el llamado
Marx tardío ya al final de su vida se demarcaba de tales concepciones, incluso
en los que habían convertido sus esbozos históricos en una concepción
suprahistórica, enfatizando un enfoque multilineal y diferencialista, donde las
circunstancias históricas específicas de determinadas formaciones económicas y sociales,
generaban sus propias posibilidades históricas objetivas:
"Rusia es el único país
europeo en el que la «comunidad agrícola» se mantiene a escala nacional hasta
hoy día. No es una presa de un conquistador extranjero, como ocurre con las
Indias Orientales. No vive aislada del mundo moderno. Por una parte, la
propiedad común sobre la tierra le permite transformar directa y gradualmente
la agricultura parcelaria e individualista en agricultura colectiva, y los
campesinos rusos la practican ya en los prados indivisos; la configuración
física del suelo ruso propicia el empleo de máquinas en vasta escala; la
familiaridad del campesino con las relaciones de artel le facilita el tránsito
del trabajo parcelario al cooperativo y, finalmente, la sociedad rusa, que ha
vivido tanto tiempo a su cuenta, le debe presentar los avances necesarios para
ese tránsito. Por otra parte, la existencia simultánea de la producción
occidental, dominante en el mercado mundial, le permite a Rusia incorporar a la
comunidad todos los adelantos positivos logrados por el sistema capitalista sin
pasar por sus Horcas Caudinas".[vi]
De manera que los “adelantos
positivos logrados por el sistema capitalista” propios de la producción
occidental de aquellos años podían ser apropiados, asimilados activa y
selectivamente, siempre que no se dieran en condiciones coloniales y
neocoloniales, sin necesidad de pasar por sus “horcas caudinas”; quiere decir
Marx, sin necesidad de obligar por imperiosa necesidad un largo, penoso y
sufriente tránsito por los horripilantes traumatismos sociales y económicos de
la línea histórico evolutiva del capitalismo europeo, industrial y moderno. El
ejemplo prototípico de Marx fueron las condiciones históricas de Gran Bretaña.
Cada vez que se usa la frase
“desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo” hay que recordar que la
primera fuerza productiva, creativa e inventiva es el ser humano, potencia
social y trabajo vivo (energía mental y física); que tal fuerza productiva está
condicionada por determinadas relaciones sociales de producción, apropiación,
reparto, intercambio y dominación; y que la clase poseedora en los regímenes de
producción e intercambio capitalista se siente bien, se siente a gusto, se
afirma y se confirma en este cuadro socio-histórico. En tal cuadro, diagrama y
agenciamiento ejerce la dirección social y el poder (tanto en la sociedad civil
como en la sociedad política).
Someter a discusión y crítica tal
“alienación gratificante”, constituiría una afrenta, un estado de rebelión
contra la propia gubernamentalidad y hegemonía capitalista, contra los
privilegios de clase y lo que consideran tal clase dominante “su propia
existencia humana”.
Veremos en una tercera entrega
esto con detalle. Muchos “marxistas” quedaron ciegos cuando Marx expresó en las
notas que dejó inconclusas a su muerte y con las que Engels compaginó el tercer
tomo de El capital el siguiente pasaje (Marx 1894, parte IV, cap. XLVII, 11, p.
919; fragmento):
“La forma económica específica en la cual
se extrae de los productores directos el trabajo excedente no remunerado
determina la relación entre gobernantes y gobernados, ya que ésta surge
inmediatamente de la producción misma y reacciona sobre aquélla como elemento
determinante.
Sobre aquélla se funda el
conjunto de la formación de la comunidad económica que surge de las relaciones
de la producción y con ellas determina también su forma política específica.
Es siempre la relación directa
entre los propietarios de las condiciones de producción y los productores
directos (una relación siempre correspondiente a un cierto nivel de métodos de
trabajo y por lo tanto de su productividad social), la que revela el secreto
más íntimo, la base oculta del conjunto de la construcción social (de toda la
estructura social) y, con ella, de la forma política de las relaciones entre
soberanía y dependencia; en pocas palabras, de la correspondiente especificidad
de la forma del Estado.
La forma de esta relación entre
gobernantes y gobernados corresponde siempre a un estadio definido en el
desarrollo de los métodos de trabajo y de su capacidad de producción social.
Esto no impide que la misma base económica presente infinitas variaciones y
gradaciones en su aspecto, aunque sus condiciones principales sean en todas
partes las mismas. Esto es debido a innumerables circunstancias externas,
ambiente natural, peculiaridades raciales, influencias históricas, etcétera,
todas las cuales deben ser precisadas mediante un análisis cuidadoso.”
La unidad de la cual habló
Gramsci de las “infraestructuras” y “superestructuras” quedó allí claramente
expuesta.
¿Quiénes son los productores
directos? El trabajo vivo, los trabajadores y trabajadores. ¿Quiénes extraen
trabajo excedente no remunerado? Aquellos que son propietarios y controlan las
condiciones de producción social (en el capitalismo y en otros modos de
producción). ¿Quiénes son gobernantes? Aquellos que aseguran políticamente las
condiciones institucionales (jurídicas, políticas y las formas sociales de
conciencia) de reproducción de las condiciones de producción social dominantes.
¿Quiénes son los gobernados? Pues los que ni controlan ni ejercen el gobierno
político ni el gobierno económico. ¿Quiénes se sienten a gusto con tal
existencia social? Los que experimentan una “alienación gratificante”.
Plusvalía económica, plusvalía política y plusvalía ideológica, un verdadero circuito
de reproducción circular acumulativa. En esto consiste una teoría de la
reproducción ampliada del capitalismo grosso modo, en conservar la explotación
del trabajo excedente no remunerado, en la coerción política y en la hegemonía
ideológica.
Todo esto no es más que un breve
ejercicio de desenmascaramiento de la bruma ideológica, de todo el humo que le
echan en los ojos y en los oídos a las clases populares y subalternas (de carne
y hueso) para normalizar y naturalizar su alienación sufriente como existencia
social natural.
Algunos se sienten bien, se
afirman y se confirman en una existencia social gratificante. Saben y reconocen
que tal existencia social constituye su propio poder social y político. Lo
saben y lo hacen. Además, realizan todo el esfuerzo cultural, educativo y
propagandístico para convencer a todo el resto de que también estén de acuerdo
y consientan, que lo piensen de igual manera y se lo imaginen también, aunque
no lo sientan así en su corporalidad, en la su dimensión psicosomática: es la
“alienación sufriente”, corporalidad sojuzgada, aunque parezca incluso un
atentado humillante contra sus propias “necesidades, intereses y aspiraciones
sentidas”. Es en tal drama histórico donde se juegan o no las famosas “horcas
caudinas”. Esa fue la razón de aquel escrito de Engels: la situación de la
clase obrera en Inglaterra[vii]
en 1845.
No implicaba hablar de desarrollo
de las fuerzas productivas para Marx ninguna concepción político-normativa
encubierta de carácter etapista disfrazada de “férrea necesidad”, de
no-libertad y de causalidad mecánica o determinista. El capitalismo y su letra
también entraban con “sangre y fuego” si fuera necesario a falta de biblia o de
ética del trabajo capitalista.
Mientras en tiempos normales y
naturales, su habituación opera por acostumbramiento y educación, empleando el
mismo sistema de señales, signos y símbolos; es decir, las representaciones y
abstracciones dominantes que se producen y se intercambian en la “comunicación
social”, en el trato cotidiano con las cosas en los lugares de trabajo, todo
eso se va internalizando (y reforzando) en la socialización primaria (familia)
y secundaria: la forma de vida capitalista tiene sus juegos de lenguaje, sus
rituales de interacción y sus hábitus.
Algún filósofo checo llamó a esto
“pseudoconcreción”, otro húngaro: cosificación y reificación. Pero eso ya es
harina de otro costal. Los filósofos cayeron en cuenta que el “mundo de vida”
era importante para hacer filosofía, para ratificar las condiciones sociales e
históricas de la división del trabajo manual e intelectual. Ambos pueden estar,
por cierto, bastante enajenados.
Sigamos entonces aproximándonos a
los escritos de Engels y sus consejos para leer (y entender) a Marx sin
dogmatismos, sin clichés, sin tradicionalismos, recordando que lo hacemos en
función de una exigencia presente: entender críticamente lo que estamos
viviendo.
2.- EL OTRO MANTRA ENCUBIERTO DEL
PRESENTE: ¿CÓMO HABITUARSE A UNA TERAPIA DE CHOQUE CON ILUSIONES?
Ha quedado de manifiesto la
existencia de otro “mantra” que derivado del pensamiento neoclásico se hizo hoy
dominante, esta vez basado en el llamado “equilibrio macroeconómico”, la
liberalización, la desregulación, la privatización, la reforma del buen
gobierno, la “dolarización transaccional” y nuevos formatos de disciplina
laboral, flexibilización y precarización. Un paquete llamado “madurista” con
asesoría ecuatoriana.
Todo esto reciclando algunos de
los condimentos e ingredientes de la receta conocida como los diez (10) puntos
de Williamson (Consenso de Washington con propaganda anti-Washington):
Disciplina fiscal: Los altos
déficits acumulado en los países de América Latina habían conducido a
desequilibrios macroeconómicos y son causa fundamental de los problemas
inflacionarios. Medida: “equilibrio fiscal”.
Reordenación de las prioridades
del gasto público: Para hacer frente al déficit fiscal se llama a reducir el
gasto, reducir subsidios (a los combustibles obviamente) y redistribuirlo sólo
hacia subsidios focalizados hacia la sanidad, la educación e infraestructuras
básicas.
Reforma tributaria: Basada en
aumentos de los impuestos, sobre una base amplia como el IVA. Medidas: que
paguen todos, incluso cuando la propaganda diga que pagan sólo los más ricos.
Liberalización de tasas de
interés: Para que fuesen establecidas por el mercado. Medida. Primero hay que
sanear la banca. Pero para evitar males mayores y choques de intereses, sobre
todo con un objetivo antinflacionario primario hay que secar a la economía de
crédito. Incrementar el encaje para evitar presiones cambiarias de la propia
banca. ¡No hay banca revolucionaria, aunque sea burguesa!
Tipo de cambio marcado, también,
por la libre flotación en el mercado. Algún día llegaremos al precio de
equilibrio, sin intervenciones del banco central para contener sus alzas. La
soberanía monetaria también se regula por el principio de “todo depende de las
circunstancias”.
Liberalización del comercio: Para
llevar a cabo una política económica orientada al exterior (crecimiento hacia
afuera, necesitamos divisas) también se creyó necesario liberalizar las
importaciones. Liberar aranceles. ¡Guerra al proteccionismo! La idea de proteger las industrias nacionales
frente a “las de fuera”, se consideró un obstáculo al crecimiento. Y si se
habla de sustitución de importaciones es para generar confusión y ambigüedad.
Liberalización de la inversión
extranjera directa: Y así aportar capital, tecnología y experiencia. ¿Quién podrá
enseñarnos que es el capitalismo sino la inversión extranjera y como dicen
ahora, con zonas económicas especiales? Medida: el cliché. ¡Así se desarrolló
China!
Privatización: Se basa en la idea
de que la industria privada es gestionada más eficientemente que las empresas
estatales. Lo estatal es intrínsecamente ineficiente. Medida: ¡Entreguemos eso
a los amigos, compinches y cuates!
Desregulación: Se consideró que una
manera de fomentar la competencia en América Latina, era una reforma de marcos institucionales,
para facilitar la libre iniciativa empresarial. Entre estos aspectos
desregulados está lo referido a los mercados de trabajo y los convenios
colectivos. ¡Trabajadores a su trabajo, zapatero a su zapato, disciplinadamente
y con salarios mínimos para que sepan que no hay nada más disciplinante que el
miedo al hambre!
Derechos de propiedad: En una
región donde los derechos de propiedad eran muy inseguros, se optó por
implantar unos derechos garantizados como, tomando modelos ejemplares como en
EEUU. Medida: ¡revertir expropiaciones con base a la utilidad pública, un error
gigantesco!
¿De estos 10 puntos, cuántos se
parecen a nuestros planes de recuperación, crecimiento y prosperidad económica?
Por si fuera poco, se omite que
la sabiduría de las reformas estructurales inspiradas en el Consenso de
Washington (estabilidad macroeconómica, liberalización, apertura,
desregulación, privatización y flexibilización laboral) fue severamente
cuestionada a comienzos de la primera década del siglo XXI. Aquí de nuevo la
sabiduría convencional: todo depende de las circunstancias… y de los intereses.
Si bien hay que reconocer que el
Consenso de Washington permitió colocar a meter en cintura a la “macroeconomía
del populismo”, como avances en la reducción de la inflación, en atender los
desequilibrios fiscales, en el incremento de las exportaciones y la IED
(inversión extranjera directa), el avance fue frustrante en materia de
crecimiento económico, productividad, sostenibilidad, desigualdades en la
distribución del ingreso y vulnerabilidad externa. Las políticas de ajusten son
también componentes de las estrategias de desarrollo. Y allí los intereses son
tercos. Son ellos los que mueven los hilos de tales políticas.
Dada una situación adversa de los
años 90, incluso en el campo de la opinión pública, las “terapias de schock”
mutaron en “terapias de schock con ilusión”. Fue una manera de aplicar en
economía política aquel principio de: ¿Por qué los borrachos mueren con menor
frecuencia en los choques?
Los gobiernos ahora lanzan planes
de ajuste estructural, anticipando, mitigando y neutralizando, reacciones
social y graves protestas, utilizando un paquete de biopolítica y psicopolítica
para implementar tales reformas económicas de "choque". Ahora hay
tecnologías de “Big data-Big Brother” para eso.
De esta manera, países que había
llegado a un pacto social redistributivo que contemplaban transferencias
sociales en sus presupuestos públicos, que incluían subsidios a los productos
derivados del petróleo, alimentos básicos, artículos y servicios médicos, etc.,
desmontan tales figuras embrionarias del Estado social bajo la premisa de que
son principalmente los subsidios a los sectores medios y populares, los
responsables fundamentales de la inflación y de los “desequilibrios de los
precios relativos”.
Según el plan de la terapia de
ajuste económico con ilusión, los subsidios económicos deben ser reemplazados
por pequeños pagos en efectivo a familias en forma de bonos sin carga en las obligaciones
salariales estipuladas por las leyes laborales, entrega de micro canasta o
bolsas de alimentos, quizás un vaso de leche escolar y el apoyo a
emprendimientos con créditos. Esa es la gran revolución social de las ilusiones.
Todo esto es acompañado de un
bombardeo informativo (campaña feroz en los medios estatales sobre la
“necesidad” y los “intereses” de la implementación del Plan), así como con el
bloqueo selectivo de información (clasificación de algunas estadísticas
nacionales como desempleo y la tasa de inflación para crear o mantener la
atmósfera ilusoria): ¡Todo se está arreglando!
Al mismo tiempo, se anuncian
algunos sistemas de precios múltiples de los bienes que podrían tener subsidios
en determinados plazos de tiempo, o medidas de control de precios asociadas con
la implementación del plan. Más ambigüedades y confusiones para las
audiencias-objetivo. ¡Dónde hay confusión hay parálisis o inefectividad en la
reacción de protesta!
Una combinación de señales
ambiguas o confusas con repetidas noticias falsas o medianamente falsas, junto
a campañas de conmoción mediáticas impuestas al público (un escándalo bien
administrado como distractor) permiten canalizar la energía emocional de la
sociedad y reduce la sensibilidad social ante el plan de ajustes y la va
habituando a su “imperiosa necesidad” (¡No había más opciones!).
De este modo el gobierno es capaz
de implementar choques económicos creando una atmósfera psicológica ilusoria,
empleando para ello una gama de transferencias directas a las personas, que
utilizan estas fuentes de dinero para la sobrevivencia inmediata, junto con un
bombardeo de información sobre la necesidad e intereses del “plan económico”;
al mismo tiempo, un apagón informativo de estadísticas nacionales sensibles, la
difusión de desinformación, imponiendo repetidos escándalos y distractores
noticiosos, en los meses previos y durante la implementación del plan; todo
para disminuir la sensibilidad de la opinión pública, todo combinado con el
anuncio de varias medidas compensatorias de precios para generar una atmósfera
vaga y confusa.
De esta manera, la terapia de
ilusión y apaciguamiento que acompaña a los planes de ajuste estructural
(terapia de choque + terapia de ilusión) logra que la potencial energía social
dirigida contra un ajuste económico se postergue, evitando en cierta medida las
explosiones de protesta en el corto plazo.
Es en este marco general de los
nuevos tiempos de neoliberalismo encubierto, que es posible comprender la
orientación del gobierno de Maduro cuando entre julio y agosto de 2018 comenzó
la aplicación del llamado “Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad
Económica”.
Este plan incluyó una
mega-devaluación del tipo de cambio oficial, la eliminación del control de
precios, la exoneración de aranceles para los empresarios importadores y del
impuesto sobre la renta para PDVSA y el capital transnacional “socio en las
empresas mixtas”, junto a una reforma laboral regresiva con el memorando 2792,
entre otras medidas de flexibilización-precarización.
Por supuesto, no lo olvidemos,
esta es la “única respuesta posible” a las brutales sanciones internacionales.
Y si los trabajadores protestan, habrá trabajadores presos.
Todo esto parecía además borrar
todas las responsabilidades de la política económica anterior en la cual el
leitmotiv fue la “guerra económica”, la lucha contra el “dólar criminal” y la
justificación del control de cambio como una medida de soporte del control político.
Sin embargo, lo que venía
ocurriendo era que los grupos económicos de poder seguían medrando las divisas
cada vez más reducidas que obtenían del Estado rentista. Había un maridaje
entre nuevos grupos de poder y el Estado. En eso consistió el “transformismo”.
El dólar preferencia se utilizó
para drenar recursos (bicicleta cambiaria), generándose de la noche a la mañana
nuevas fortunas al amparo de los mecanismos del Estado. ¿Y cómo aparecieron
tales nuevos negocios en medio del sacrificio para el pueblo?
Los mecanismos de asignación de
divisas Cadivi y luego el Cencoex, con su discrecionalidad en la asignación de
las divisas, se convirtieron en verdaderos “manas mágicos” para “nuevos pachás”.
¿De dónde salieron los toyoteros y sus escoltas? Allí ninguna investigación dio
ningún resultado concreto sobre responsabilidades penales y administrativas.
Pasamos de la URSS a Yeltsin sin pasar por Gorbachov.
Es con esta nueva recomposición
de grupos económicos donde el capitalismo de los amigos, compinches o cuates
toma el control de una inestable economía venezolana, donde hubo compras opacas
de “medios de comunicación” y grupos mediáticos, la política fue penetrada con
gran empuje por el tercer elemento identificado por Gramsci para entender los
mecanismos y dispositivos de dominación: el fraude-corrupción. No solo se trata
de coerción-consenso.
Toda la teoría económica del
capitalismo rentístico ha señalado que en nuestro país petrolero, una economía
minero-extractiva dependiente de los precios del mercado mundial, ha sido
fundamentalmente importadora, que la renta petrolera captada ingresa al
torrente de una economía que no tiene capacidad de absorberla (ni de
administrarla con criterios de escasez) con mecanismos de acumulación, diversificación
productiva y metas de equidad social, drenándose más bien hacia la apropiación
y reparto desigual de la misma, la inmensa fuga de recursos, o formas muy
distorsionadas de especulación junto con desiguales niveles de consumo interno.
Lo que menos se ha hecho con la
renta es la formación de capitales sociales, humanos y productivos para generar
de manera sostenible prosperidad, bienestar social y desarrollo humano. Y es
esa precisamente la “maldición de los recursos”, el “excremento del diablo”
apropiado por diversas fracciones (asociadas o rivales) de la “oligarquía del
dinero”. También la nomenclatura cabe.
De manera que el valor de las
divisas (el tema cambiario) y las presiones inflacionarias han sido factores de
controversia permanente de nuestra economía petrolera, rentista, dependiente y
subdesarrollada, más aún cuando la pregunta inevitable es, cómo ha sido posible
que un Estado presuntamente rico, se sobregire con endeudamiento (interno y
externo) y se identifique con una política de emisión irresponsable de dinero.
No es solo de ahora, tiene historia.
Es allí donde entra en juego la
terapia de choque junto con la terapía de ilusión bajo la figura del “nuevo
estado de protección social” (el populista Getulio Vargas en Brasil se quedó en
pañales en la historia): política de recompensas en bonos, carnet de la patria,
CLAP, entre otros van conformando un nuevo paquete de apaciguamiento social. El
neoliberalismo mutante puede hacer milagros ideológicos.
Los estímulos materiales pasan a
ser un elemento clave de esta terapia de ilusión, muy alejada de una política
social auditable y coherente dentro de la integración de políticas formales de
desarrollo social y desarrollo humano. El bombardeo propagandístico, los
apagones de información, la censura y los nuevos mecanismos de cooptación,
vigilancia y control social. “Big Brother-Big data”. La lealtad ha pasado a ser
un gigantesco chantaje.
Pero también es cierto que tal
estado de alienación de las formas sociales de la conciencia ocurre porque no aparecen
alternativas creíbles, con fundamento programático, con capacidad organizativa,
de articulación y movilización social. Ni hay oposición tradicional ni nuevas
alternativas. La sociedad ha sido aparentemente doblegada.
3.- ¿Y QUIÉN PODRÁ DEFENDERNOS:
EL CHAPULÍN COLORADO?
También hay que decirlo, en esos
mismos encargos de mercancías rancias, llegaron en un momento de nuestra
historia toda una literatura de panfletos y folletines, con sus
interpretaciones simplificadas, unidimensionales (para fines exclusivos de “agitación
y propaganda”) que no han logrado realizar nuevos planos axiológico, de
conocimiento y de apropiación cultural para una auténtica conciencia
liberadora.
Como se dice coloquialmente, solo
para “tirar discursos y para tirar línea política” han servido los clichés de
la izquierda. La idiotización de masas del capitalismo no ha sido desafiado por
un nuevo imaginario emancipador, sino por maquinarias de propaganda difusiva,
con sus propias alienaciones y plusvalías políticas.
Analicemos esto históricamente. A
principios del siglo XX venezolano muchos se hicieron marxistas leyendo
literatura rusa sobre Marx, pero sin aproximarse siquiera tangencialmente al
pensamiento más riguroso del propio Marx, o Engels o de la propia tradición del
pensamiento socialista mundial.
Todo pasó por el filtro de las
codificaciones y las lecturas doctrinarias: comida masticada y prefabricada. El
frente educativo y cultural nunca fue una prioridad de las organizaciones de
izquierda, sino como elementos de “agitación y propaganda”. ¿Y que se agitaba y
propagaba? Doctrina, dogma, clichés y consignas. No se ha salido del lamentable
estado del “trabajo ideológico”.
Si de reciclajes históricos se
trata, no es la primera vez que el pasado supera al presente, y que el futuro
inmediato pareciera ser el antepasado del pasado; es decir, como si tuviéramos
que experimentar de nuevo una reactivación de rasgos económicos, políticos e
ideológicos del Gomecismo o del Lopecismo, para encontrar (de nuevo) las
fuerzas y sentidos extraviados que dieron paso a la lucha no solo por la
democracia, la justicia social o el
pluralismo político, sino las fuentes de una cultura popular nacional
liberadora, con aspiración de apropiarse de las revoluciones
científico-técnicas, éticas, cognitivas y estéticas, de las humanidades
diversas e interculturales.
Sin embargo, lo que ha ocurrió ha
sido calco y copia, modernización imitativa, modernización refleja, con sus grandes
fallas y pocos aciertos. El marxismo ortodoxo no escapa a tal cultura del
reciclaje.
Ahora bien, cuando uno escucha
descalificaciones como “izquierda trasnochada”, uno no deja de recordar las
referencias a los períodos contrainsurgentes de Betancourt o Leoni, o si se
quiere ir más atrás, a la Constitución gomecista con su expresa prohibición de
la propaganda comunista o al inciso sexto de López Contreras.
Por alguna agenda hay que
comenzar.
Una disputa entre ambas
mercancías envejecidas (liberalismo decimonónico-comunismo soviético) sería
actualmente un teatro de sombras y sinsentidos en pleno siglo XXI, con un
turbo-capitalismo cuyos sectores tecno-productivos de punta tienen el sello del
capitalismo cognitivo, la automatización y todas sus modalidades
informacionales, apalancadas, además, por los nuevos dispositivos
mass-mediáticos de actualidad-opacidad-mentalización-espectáculo. En un
teléfono inteligente se encierra hoy la inmensa capacidad multifuncional de
tales transformaciones.
Hemos entrado al engranaje de una
nueva fase de reestructuración capitalista, con su desarrollo desigual, contradictorio
y excluyente. Exclusiones y rezagos, por una parte, concentración de beneficios
y nuevas tecnologías de punta por otro. Zonas y regiones de superexplotación. Apropiación
y reparto de ventajas para algunos, privaciones, transferencia y reciclaje de
desechos para otros. Sin embargo, ya hay un legado de debates acumulados (y
superados) en las izquierdas, y a ellos hay que apelar con urgencia.
Lo novedoso son las nuevas
fronteras de exclusión y desacoplamiento involuntario de verdaderos territorios
y pueblos “condenados de la historia”, como si fueran un subproletariado
mundial sobrante, otros territorios caracterizados por condiciones de
superexplotación de la mano de obra y con un voraz extractivismo en plena
crisis climática y ecológica. Solo para pocos un universo de comodidad y
opulencia: los privilegiados y sus grupos auxiliares de incluidos con
garantías. La población socialmente degradada y considerada sobrante da paso a
una ideología social-darwinista de nuevo cuño.
Y como mecanismo defensivo,
segmentos completos de los mismos, migrando despavoridos hacia donde creen
conseguir mejores oportunidades de vida. Se habla hoy sin pudor algunos en los
grandes foros económicos de crisis energética, crisis alimentaria, crisis
ecológica y climática, hasta de post-capitalismo, e incluso de crisis
civilizatoria.
Aunque algunos pensaron a fines
de los años 80, que ya la “posmodernidad” había llegado y hasta finalizado (reflexionando
a viva voz sobre el agotamiento y crisis de la modernidad-colonialidad), henos
aquí teniendo que defender las mejores caras democratizadoras e igualitarias de
una modernidad política inconclusa, para evitar una regresión a barbaries aún
mucho peores, en pleno contexto de avance de movimientos posdemocráticos en la
escena mundial.
¿Qué significa todo esto? Que los
autoritarismos, con diverso signo ideológico, han tomado el relevo en el seno
de la estructura de oportunidad de las democracias en crisis. Que estos
autoritarismos refuerzan las pautas de desigualdad y exclusión social. Y ese es
también un reto para las izquierdas hoy: desenmascarar a las izquierdas
despóticas, a las que colocarán al pueblo como vagón de cola, como masa de
maniobra y de sacrificio cadornista.
Un breve inciso histórico. Gramsci
cuestionaba la figura del General Luigi Cadorna, jefe del estado mayor del
ejército italiano durante la retirada de Caporetto (1917), de la cual fue el
principal responsable. Caporetto puso en evidencia el carácter erróneo de la
conducción del ejército italiano, y el “cadornismo” simboliza en el pensamiento
de Gramsci una crítica del burocratismo y del autoritarismo de los dirigentes
que consideraban como superfluo el trabajo de persuasión e influencia sobre los
“dirigidos”, implementando medidas de obediencia mecánica e irreflexiva para
obtener su adhesión; además los colocaban en una posición de sacrificio
inevitable y necesario como “carne de cañón”.
En fin, Gramsci exigía la
sustitución del mando vertical por el diálogo persuasivo, pedagógico y
liberador: “obtener su adhesión voluntaria” y “compartir los sacrificios” entre
dirigentes y dirigidos. Es a eso que Gramsci llamó Cadornismo.
De modo que hay que despejar
muchas incógnitas y superar apuestas ante los retos que se avecinan, cuyas
promesas parecen ser más distópicas que utópicas, si de verdad sigue vigente o
no el Constitucionalismo Democrático del que tanto se habló y se presumió en
pleno año 1999; o si la democracia social y participativa por la cual se inició
tal proceso termina siendo hoy valorada y evaluada como una gran estafa o una
gran traición.
No son cuestiones banales. Ya lo
decía Chávez en sus mejores versiones: “Socialismo con plena democracia y con
plenas libertades”.
Otros cogieron caminos distintos
y un falso dilema: o el mercado con autoritarismo, o el estatismo autoritario
con dirigismo económico. De eso trata el tema de las posdemocracias.
De esto, aunque usted no lo crea,
también hablaron Marx y Engels, pues de no ser así, no se entendería su frontal
lucha contra veneración supersticiosa del Estado, su lucha contra la
burocracia, su lucha contra los gobiernos despóticos y su indudable
cuestionamiento a “comprar la igualdad con el sacrificio de la libertad”. Pero
de eso hablaremos en la próxima entrega.
Continuará…
[i] Carta a ARNOLD RUGE en Kreuzenach, septiembre de 1843, publicada en los Anales Franco Alemanes en 1844. https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/m09-43.htm
[iii] José Carlos Mariátegui (1927) HETERODOXIA DE LA TRADICIÓN: Publicado en Mundial, Lima, 25 de noviembre de 1927. https://es.scribd.com/document/341377886/Mariategui-Heterodoxia-de-La-Tradicion
[iv] Juan David García Bacca: Humanismo teórico, practico y positivo: https://www.academia.edu/50344786/Juan_David_Garc%C3%ADa_Bacca_Humanismo_te%C3%B3rico_pr%C3%A1ctico_y_positivo_seg%C3%BAn_Marx
[v] Karl Marx. La sagrada familia: https://proletarios.org/books/Marx-La_sagrada_familia.pdf
[vi]
C. MARX PROYECTO DE RESPUESTA A LA CARTA DE V. I. ZASULICH
https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/cartas/oe3/mrxoe312.htm
[vii]
https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/situacion/situacion.pdf
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