Javier Biardeau R.
Nuestra constitución de 1999 reconoce el sufragio como un derecho fundamental. Se establece el ejercicio del mismo mediante votaciones libres, universales, directas y secretas.
Adicionalmente, la consagración amplia del derecho a la participación en los asuntos públicos de todos los ciudadanos y ciudadanas, que puede ser ejercida de manera directa, semi-directa o indirecta está contenida en la constitución de 1999.
Este derecho no queda
circunscrito al derecho al sufragio, ya que es entendido en un sentido amplio,
abarcando la participación en el proceso de formación, ejecución y control de
la gestión pública y de los órganos del poder público. Como contrapartida el
estado y la sociedad deben facilitar la apertura de estos espacios para que la
participación ciudadana, así concebida, se pueda materializar.
Resultan trascendentes las formas
en que el ciudadano puede participar en la formación, ejecución y control de la
gestión pública, pues ella no se limita a la intermediación de los partidos
políticos, sino que puede hacerse en forma directa, en perfecta sujeción al concepto
de soberanía que en forma expresa prevé el artículo 5 del novísimo texto
constitucional.
La legislación electoral vigente
consagra a la VERIFICACIÓN CIUDADANA
como eje fundamental de los procesos electorales.
En cualquier circunstancia es
una obligación constitucional y legal del CNE, totalizar todos los votos, para
respetar fielmente el principio fundamental de la soberanía popular (art. 5
constitucional), además de publicar los resultados electorales desglosados por
mesa, municipio, estados y a escala nacional. Las copias de las actas de
escrutinio que están en manos de los testigos de todas las organizaciones
políticas deben corresponder a los resultados de las mesas.
El presidente del PSUV ha dicho
que tiene en sus manos 100% de las copias de las actas de escrutinio. Factores
de oposición han dicho que tienen más de 90% de las actas. El principio de
complementariedad dialéctica y de reciprocidad de perspectivas (Georges Gurvitch
dixit) no fallaría: hace falta cotejarlas y analizar el grado de consistencia o
inconsistencia de las mismas
Ojalá todos los factores
políticos (digo todos) pongan a disposición de la verificación ciudadana todas
las copias de actas de escrutinio por mesa que tienen en sus manos, que puedan
ser cotejadas y totalizadas por centro, municipio, estado y a nivel nacional
para tener un cuadro completo del país.
No es un delito hacerlo como
verificación ciudadanía y contraloría social, coherente con los principios de
la democracia participativa y el pleno respeto a la soberanía popular
contenidos en la constitución de 1999.
En este álgido momento del
país, donde hay que reducir a cero la violencia y cualquier hecho que vulnere
el pleno ejercicio de los derechos humanos, no basta solo la actuación del TSJ
en ausencia de las obligaciones del CNE.
Es preciso que la sociedad en
su conjunto se haga cargo de la defensa
de la soberanía popular que es intransferible hacia cualquier poder
constituido: contraloría social y verificación ciudadana. El poder ORIGINARIO
reside en el pueblo.
Como se trata de la verdad de
los resultados electorales, ya esto escapó al poder de los partidos políticos,
como simple ejercicio de la dominación y de imposición de versiones en el
natural ejercicio de la competencia política para acceder a cargos de
representación popular.
Lo cierto es que hay procedimientos
imparciales, prácticos, rigurosos y técnicos de verificación ciudadana para
determinar la verdad de los resultados electorales.
El psuv puede colocar el 100%
de sus copias de actas de escrutinio en un dominio en internet. Eso facilitaría
el cotejo de actas, así como la consistencia o inconsistencia con otras copias
de actas de otros factores políticos. Allí se pondría en práctica el principio
de transparencia ciudadana.
No podemos desconocer por
criterio de realismo político, que los actores políticos, como suele suceder,
juegan a posiciones adelantadas con relación a los resultados electorales
tratando de imponer sus versiones y narrativas sobre los hechos.
Sin embargo, los hechos pueden
reconstruirse con el material electoral hoy existente. Necesitamos hechos, no narrativas
para despejar las incógnitas y para asegurar la tranquilidad del país,
rechazando cualquier agenda de provocación y violencia.
La agenda setting o
"establecimiento de la agenda" y el “establecimiento del marco”
(frame), sabemos, es la capacidad de los medios de comunicación y otros actores
de poder para influir en la importancia relativa de los temas en la opinión
pública y en el modo como los interpretamos y comprendemos, implantando sesgos
cognitivos y emocionales.
Básicamente, esta teoría
sugiere que el establecimiento de agenda y marco destacan ciertos temas: foco y marco
de interpretación. Así se modela y construye la esfera de la opinión a partir
de diversos ecosistemas mediáticos y de comunicación pública. Muchas veces las
operaciones de propaganda generan desinformación y pretenden distorsionar los
hechos.
Como se trata de la verdad de
los resultados electorales, ya esto escapó a las pretensiones de cada factor de
poder como simple ejercicio de la dominación y de imposición de versiones-narrativas.
Hay procedimientos imparciales de VERIFICACIÓN CIUDADANA para determinar la
verdad de los resultados electorales.
A pesar de todas las
declaraciones sobre el respeto a la soberanía, hay un procedimiento universal
no eliminable en la democracia que debe ser respetado por todos los actores nacionales
e internacionales: "Establecer de forma transparente un escrutinio con
garantías para todos."
Ante fallas o interferencias
sobre la transmisión de datos, no hay nada más certero que utilizar la
evidencia electoral disponible para reconstruir los resultados de forma
transparente y confiable para todos los actores.
Ninguna retórica diplomática basada
en el reconocimiento del derecho público internacional puede escapar a eso, si
se trata de defender la constitución de 1999 y la democracia participativa en
ella contenida. Aquí, la propuesta, por ejemplo de Jürgen Habermas, de una
ética de la comunicación y de la resolución de conflictos tiene mejores argumentos
para disipar la bruma de pos-verdades o bulos.
Las universidades públicas y
autónomas del país podrían jugar un papel estelar en el cotejo y reconteo del
100% de las actas de escrutinio que están en manos de todos los actores
políticos. La búsqueda de la verdad es parte de su misión fundamental.
Propongo que sea una comisión
dirigida por expertos y técnicos de las universidades nacionales, públicas y
autónomas, de cara al pueblo de Venezuela, la que dirija y supervise la
VERIFICACIÓN CIUDADANA, cumpliendo estrictamente con todos los principios
contenidos en la legislación electoral vigente.
Proponemos soluciones
racionales, prácticas y factibles para la búsqueda de la verdad y resolver
problemas fundamentales del país.
Los órganos del poder electoral
deberían garantizar la igualdad, confiabilidad, imparcialidad, transparencia y
eficiencia de los procesos electorales.
Lo que nos mueve a proponer
estas ideas para solucionar las incógnitas hoy existentes se corresponde con lo
establecido en el art. 132 constitucional:
“Toda persona tiene el deber de
cumplir sus responsabilidades sociales y participar solidariamente en la vida
política, civil y comunitaria del país, promoviendo y defendiendo los derechos
humanos como fundamento de la convivencia democrática y de la paz social.”
La expresión de la soberanía popular
mediante el sufragio es un derecho fundamental. Los resultados electorales
deben corresponder fielmente a la soberanía popular.
Nunca podemos dejar de lado que
la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente
en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente,
mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público.
Los órganos del Estado que
ejercen el Poder Público emanan, de una manera u otra, de la soberanía popular
y a ella están sometidos.
Que éste último enunciado sea
el pilar de la defensa de nuestra democracia participativa con protagonismo del
pueblo.