jueves, 23 de mayo de 2013

MEMORANDO DE ALERTA AL PUEBLO BOLIVARIANO: SI HAY CRISIS ELECTORAL EN LA REVOLUCIÓN

Javier Biardeau R.

"No hay peor ciego que el que no quiere ver."
Refrán popular

“Corta es la vida, el camino largo, la ocasión fugaz,
falaces las experiencias, el juicio difícil”.
Hipócrates

“Los tiempos duros crean héroes.”
Proverbio chino

1.- ¿NO HAY CRISIS ELECTORAL?

El término “crisis” ha tratado de ser conjurado y silenciado en la alta dirección política de la revolución bolivariana, luego de los resultados del 14-A-2013. Diversas circunstancias parecieran rodear esta “decisión política”, pero lo cierto es que en medio del tabú y la autocensura, no hay posibilidad de aplicar algunas de las lecciones del legado bolivariano de Chávez: revisión, rectificación y reimpulso; y si se quiere llegar más allá: reunificación, re-polarización y repolitización.

Lo primero y básico, sin embargo, es dar cuenta de la situación electoral: ¿Hay crisis electoral en el llamado “chavismo”? ¿Hay crisis electoral en la revolución bolivariana? ¿Cómo evitar que la crisis electoral sea un factor catalizador de una crisis política de gobierno, de estabilidad, legitimidad y eficacia política? ¿Cómo se articula la crisis electoral a otros procesos con dinámicas asociadas al tiempo económico, al tiempo social, al tiempo militar y al tiempo político?

Una lección que no debe soslayarse es que una crisis coyuntural condensa un complejo de “contradicciones sobre-determinadas”. No entraremos en profundidades, por ahora.
Iremos de lo más elemental utilizando un procedimiento de sobra conocido: ir al Diccionario, consultar etimologías, revisitar enciclopedias y buscar diversas fuentes, para evaluar si es aplicable el término crisis para evaluar el desempeño electoral de la revolución bolivariana.

De acuerdo al DRAE se habla de crisis con las siguientes acepciones (Del lat. crisis, y este del gr. κρίσις):

1. Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente.
2. Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales.
3. Situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese.
4. Momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes.
5. Juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente.
6. Escasez, carestía.
7. Situación dificultosa o complicada.

Desde el punto de vista etimológico la palabra crisis llegó a nosotros a partir del latín crisis, y ésta, del griego krisis. El vocablo griego se derivó del verbo krinein ‘separar’, ‘juzgar’, ‘decidir’. Este verbo también está en el origen de palabras como criticar y criterio, entre otras. Se plantea que crisis significa algo que se rompe, y porque se rompe hay que analizarlo. De allí su relación con el término crítica, pues el análisis o el criterio que es razonamiento adecuado permite emitir un juicio o reflexión. También se señala que “crisis” es un punto crucial o decisivo.

En griego, cuando se utilizaba crisis para referirse a una enfermedad se reenviaba a aforismos que nos dan muchas claves para orientar la experiencia: “Las impurezas que quedan en las enfermedades después de las crisis, suelen producir recaídas” (Hipócrates).

Cuando se trataba de contiendas, Herodoto decía: “ (…) cuando muere un marido, sus mujeres que son muchas para cada uno, entran en gran contienda”.

Cuando se refería a una elección, se habla de Plutarco. “Hacíase la elección de esta manera: reunido el pueblo, elegía ciertos hombres de probidad, los que eran encerrados en una estancia próxima, donde, no pudiendo ni ver ni ser vistos, oían sin embargo, la gritería de los congregados”.

Y la sentencia contundente referida al juicio en Hipócrates indicaba: “Corta es la vida, el camino largo, la ocasión fugaz, falaces las experiencias, el juicio difícil”.

Ciertamente, luego del 14 de abril de 2013, el juicio se hace harto difícil, pues están implicadas severas decisiones, además de complejas dificultades. Desde mi perspectiva, me siento invadido recurrentemente por la siguiente imagen de rectificación: ¡Hay que cortar el dedo para salvar el pie! Sin embargo, reconozco que es sólo una imagen personal, un vago sentimiento subjetivo que puede ser completamente desacertado para algunos, pero es la idea que sobre la rectificación que considero indispensable.

La imagen evoca una intervención quirúrgica, pues ya no son aplicables las mejores y deseables acciones de la prevención de riesgos. Los problemas son ahora terminales, incluso algunos explosivos. Lo urgente es incluso lo importante.

Por tanto, no es ya conveniente seguir “corriendo la arruga”, poniendo “pañitos calientes” o peor aún, mareando al circo o a los espectadores del teatro con los llamados “potes de humo” o con malos trucos perceptivos de magia para distraer a los sentidos. El riesgo se ha consumado.

La revolución bolivariana ha entrado en una zona de alto riesgo político; o para decirlo de manera indirecta, el barco ha entrado en una zona llena de peligros, con una tripulación angustiada por la pérdida de su Comandante, afectada por la carencia de suficientes suministros, con posibilidades ciertas de algunos focos de amotinamiento, con malas condiciones climáticas; y por si fuera poco, sobre el nuevo piloto se proyectan diversos temores y cuestionamientos: desde la carencia de claros mapas para sobrellevar terrenos desconocidos, hasta evaluaciones sobre su suficiente pericia para gobernar la nueva situación.

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