domingo, 7 de septiembre de 2008

RESPUESTA DE MARGARITA LOPEZ


Por Javier Biardeau R


Sobre mis declaraciones a El Universal el pasado 26 de agosto y en respuesta a los comentarios de Javier Biardeau
Margarita López Maya
Septiembre 4
Estuve fuera de Caracas la semana pasada y esta semana estuvo bastante complicada, por lo que este comentario sale un poco tarde. Pero fue ahora que leí ambos textos.
Contrariando una decisión que había tomado hace algún tiempo, di esas declaraciones a El Universal por teléfono y no recuerdo ahora, si me dijeron que era una entrevista formal, como parece haber salido, o una consulta dentro de otras varias, que fue lo que creí. No acostumbro a dar entrevistas formales por teléfono. Pero asumo la irresponsabilidad que cometí. Se por experiencia que una cosa es tener el periodista enfrente y otra oír unas preguntas por el teléfono y reaccionar. Y entre tantas cosas que tenía antes del viaje que hice la verdad pude no entender bien el carácter de la entrevista.
Identifico como mías palabras y ciertas argumentaciones en la entrevista, pero encuentro el contexto desfigurado. Como si el que lo escuchó tuviese otros parámetros de referencia. Aún así lo asumiré como está, porque cometí un descuido.
Pienso que Javier plantea algunas cuestiones que me parecen interesantes. Empezaré por los contenidos de las leyes recogidas en la Habilitante. Javier argumenta que como este es un proceso de cambios revolucionarios hay un poder constituyente en acción y que el hecho de que se haya reprobado la reforma no significa que se tenga que esperar hasta un nuevo período constitucional para pasar las propuestas que estaban en ella, siempre que ellas no contravengan la Constitución de 1999. Yo planteo allí dudas. Considero que en dos oportunidades se ha convocado y pronunciado el soberano sobre la dirección del proceso de cambios a través de referendo popular: tanto cuando se aprobó la Constitución de 1999 como cuando se reprobaron las propuestas de reformarla según los contenidos del Presidente y de la AN. Pienso que más legítimo que esos dos procesos es difícil conseguir. Por ello siento inclinación por una interpretación que sostenga que no es legítima ni legal impulsar estos contenidos rechazados en el referendo de 2007. Y sí, incluyo allí la disminución de la jornada laboral y otros contenidos progresistas que pudieran o no ser afines a la CRBV. Creo que el chavismo apostó a un tipo de transición al socialismo –y puso unas carnadas- y perdió; ahora debiera respetar las reglas y no volver a presentar la misma orientación y contenidos específicos de nuevo, ni siquiera las carnadas. La Constitución no lo permite. Pero, y no creo que sea prurito liberal, estoy abierta a un debate tanto en términos político sociales de legitimidad, como jurídicos de legalidad. Me parece que Chávez y quienes más de cerca lo siguen, siguen sin comprender bien el mensaje enviado por los venezolanos en diciembre de 2007 de que no desean que se les imponga un socialismo a juro. Pienso que los errores políticos deben asumirse so pena de tener que pagarlos aún más caros más adelante.
Cuando me referí a que las revoluciones se imponen, no era mi pretensión, ni mucho menos, hacer una reflexión teórica sobre ello. Lo hice en el marco de una pregunta que se me formuló sobre por qué Chávez o el chavismo actúan por encima de las instituciones. Yo buscaba una explicación al comportamiento tan autoritario del Presidente y ese grupo que le rodea. Y creo que no hay mucha desavenencia allí con Javier, porque me parece que algunos de los izquierdistas o seudo izquierdistas que se encuentran rodeando al Presidente, siguen metidos en la anacrónica lógica revolucionaria de cierta izquierda venezolana, y mundial, que sigue considerando la democracia política –liberal- algo despreciable por pequeño burgués. Que la democracia es sólo igualdad y justicia social y siguen pensando que hay que imponer lo que desean las mayorías, entendiendo por ello lo que ellos bien entiendan. Eso que llama Javier el jacobinismo. Yo lo llamo lógica revolucionaria de la más tradicional. Concuerdo también que a esto se agrega la lógica autoritaria de los militares, que hasta le fecha y con escasas excepciones han demostrado poco entender eso que se llama democracia “participativa”. Como Javier es sociólogo y yo historiadora pienso que respondemos inicialmente desde sitios distintos. Reconozco que teóricamente una revolución puede ser democrática; de hecho pienso que en algunos procesos que hoy acontecen –como la elección en Bolivia de Evo Morales y algunos procesos que se han dado en nuestro país- dejan ver procesos revolucionarios y democráticos al mismo tiempo. Pero como historiadora creo que ha prevalecido, por lo menos hasta el siglo XX, la violencia y la imposición cuando se hacen las revoluciones y es mejor que se tenga eso bien presente.
Eso me lleva quizás a reflexionar sobre otro aspecto que está de alguna manera implícito en este diálogo. ¿Estamos ante una revolución? ¿Estuvimos en algún momento de este proceso en una revolución? ¿Marchamos hacia algún socialismo? En verdad estas preguntas son ineludibles a la altura en la que nos encontramos. Pienso que desde el 2004, pero más claramente desde después de la reelección del Presidente de 2006, las fuerzas que se oponen a un cambio que promueva una democratización profunda en Venezuela han ganado bastante terreno dentro del chavismo. Sigue el combate y seguirá quizás por algún tiempo. Pero no me parece claro, y en esto puede ser que coincida con Javier, que esa propuesta de reforma constitucional y estas leyes de la Habilitante tengan que ver con la democracia participativa y protagónica que fue la aspiración de muchos de quienes apoyamos el proceso bolivariano como un proceso de una democracia sustantiva. Y tampoco sirven a una revolución democrática. Me inclino por pensar que el proceso está agonizando para darle paso a un proyecto nacionalista de democracia política restringida y más que socialista, estatista. Pero esta discusión sí es compleja y larga. Pienso que todavía hay bastante gente que sigue apostando a enderezar estos entuertos que cada día que pasa parecen más complicados. Como siempre, ante un vaso a medio llenar hay quien lo ve “medio vacío” y quien lo ve “medio lleno”.
ENTREVISTA ORIGINAL:
Entrevista Margarita López Maya, profesora universitaria
"La Constitución es infuncional para cambios que quiere Chávez"
"Quieren hacer pasar leyes muy medulares para la transformación del país sin que el país participe"

SARA CAROLINA DÍAZ
EL UNIVERSAL

"Las revoluciones no son democráticas sino que se imponen", es la premisa de la que se vale la profesora universitaria, especialista en ciencias sociales y estudiosa del proceso bolivariano, Margarita López Maya, para explicar la insistencia del presidente Hugo Chávez en aplicar a través de las leyes habilitantes una propuesta reforma constitucional derrotada en referendo en diciembre pasado.
La falta de consulta de esas 26 leyes, dice, quiebra el principio de democracia protagónica en la que se ha basado el proceso revolucionario en los últimos años.
-¿Qué incidencia tiene en la sociedad la promulgación de las 26 leyes habilitantes por parte del Presidente?
-Todo es muy parecido a la situación de 2001. Me parece que se hizo una escasa consulta a la sociedad en general, organizada o no organizada, y eso es muy contradictorio con la Ley de Democracia Participativa. En cuanto al contenido, aunque no he leído con detenimiento las leyes puedo decir, por ejemplo, que no debería cambiarse el nombre de la Fuerza Armada (a Bolivariana) porque es contradictorio que la Constitución diga una cosa y la ley otra cosa. Habría que ver cuántos de esos cambios estaban en la reforma rechazada. Si la Constitución tuvo 69 ar- tículos que fueron rechazados, considero que el contenido de esos artículos no debería salir a través de estas leyes.
-¿Aun cuando no contradigan a la Constitución?
-Claro. El Gobierno podría hacer pasar leyes, pero, aunque no sean contradictorias con la Constitución, algunos de esos contenidos fueron rechazados en el referendo de diciembre y por ese lado los juristas y constitucionalistas deberían analizar la legalidad de esas leyes. Eso es materia de interpretación legal por parte del TSJ. El problema es que al igual que en 2001 hay cambios muy profundos que no fueron consultados. Quieren hacer pasar leyes muy medulares para la transformación del país sin que el país participe en ellas. Eso no sólo contraviene el principio de la democracia participativa y protagónica que es lo que le da legitimidad al proyecto bolivariano.
-¿A qué cree que se debe la insistencia del Presidente en esa manera de legislar, cuando le dan el poder para ello, y de gobernar?
-Hay una situación contradictoria porque a veces el Presidente utiliza la lógica institucional y dice que haremos los cambios a través de los procedimientos democráticos, y otras veces se contraviene esa lógica y se utiliza una lógica revolucionaria y si una ley o institución no me favorece y hace peso contra lo que yo quiero hacer entonces digo eso es contrarrevolucionario y como yo soy revolucionario paso por encima de las leyes.
-Pero se supone que se está llevando a cabo una revolución democrática&
-Se pasa por encima de las leyes porque las revoluciones no son democráticas. Las revoluciones se imponen. Creo que hay un cruce de la lógica democrática con la revolucionaria. Hay una contradicción. En ciertas situaciones el Presidente y las alianzas sienten que no tienen necesidad de respetar las leyes y la Constitución. Es más, están dando muchas señales de que ellos sobrepasaron la Constitución de 1999 y no la consideran suficientemente legítima para sus propósitos de cambio social, o digamos no suficientemente funcional para sus propósitos revolucionarios.
-¿Qué tipo de socialismo se pretende construir con estas leyes? Porque todo apunta al mismo del siglo XX.
-Con las leyes se trata de imponer un socialismo a juro, un socialismo que no formaba parte de su proyecto inicial. Ahora claramente se está tratando de construir un socialismo que por no ser consultado, por no se participativo, no es democrático y se están cometiendo los mismos errores del socialismo del siglo XX.
-¿Cómo cuáles?
-Como un estatismo exagerado en la economía que ya demostró que fracasó en los países del bloque soviético, y en lo político un autoritarismo de subordinación de todos los poderes públicos al Presidente, además de un Estado muy centralizado, que también vimos que fracasó en el siglo XX y que además es autoritario.
-¿Entonces por qué se insiste en ello?
-Pareciera que (el Gobierno) no tiene suficientes ideas creativas y está muy apurado. Aquí ha habido propuestas creativas pero el apresuramiento, la lógica revolucionaria y la lógica del operativo militar, de que todo tiene que ser resuelto de hoy para mañana, no permite que las cosas maduren o se perfeccionen. Por ejemplo en el área de la economía no han tenido ideas, salvo la reforma petrolera, y lo que han dado es puro palo de ciego, 10 años en eso y terminan suponiendo que lo más fácil es copiarse las ideas de afuera y decir que aquí sí va a resultar. Esa no es una situación nueva en Venezuela porque Carlos Andrés Pérez implementó aquel capitalismo de Estado en los 70 que ya estaba fracasado. Pero como nosotros somos los chéveres se le metió el acelerador a un modelo que ya había demostrado que tenía fallas estructurales.Como somos un país petrolero las élites se montan fantasías y piensan que somos capaces de cualquier cosa. Como dice Fernando Coronil aquí cada élite que llega cree que son magos que transformarán a la sociedad de un día para otro y así seguimos estrellándonos y estrellándonos.
-¿Este apresuramiento tiene que ver con la posible salida del poder de Chávez en 2013?
-El Presidente va a querer pasar la enmienda constitucional y eso está clarito. La gente tiene que está muy consciente de que en estas elecciones de noviembre eso también esta en juego, porque si gana con un triunfo arrollador, la enmienda va el primer semestre del año que viene. Y si no es tan arrollador, también lo hará, pero lo medirá mejor.
-Parece imposible el surgimiento de otro líder en el chavismo...
-El bolivarianismo no tiene otro líder que pueda hacer las cosas que hace Chávez y eso es un círculo vicioso, porque Chávez ha demostrado capacidad de unificar movimientos y partidos con muchas tensiones y diferencias entre sí que sólo reconocen un líder que es el mismo Chávez y él mismo funciona como mediador. Y en la medida que ha ido avanzado se ha hecho cada vez más imprescindible. Hay tendencias muy débiles a crear liderazgos de relevo, y es como decía Chávez, primero se hizo imprescindible y después es una rémora para crear el liderazgo de relevo porque el mismo Presidente obstaculiza el relevo y la posibilidad de que esos problemas (de liderazgo emergente) se solucionen. Es una lógica perversa. Si se olvidara de quedarse en el poder y se dedicara a crear el liderazgo de relevo pues no habría problema. Al menos se ha hecho un esfuerzo de dirección, una dirección colectiva, pero es muy difícil porque el Presidente tiene mucha tendencia a centralizar, concentrar poder y destruir cualquier liderazgo alternativo como lo hizo también Rómulo Betancourt y Rafael Caldera. Es una tendencia que se ve mucho en Venezuela.
-Para las elecciones de noviembre ese liderazgo emergente del chavismo se ve con poca autonomía...
-Es muy cauteloso, porque cualquier movida que hagan Chávez los destruye y esos que están en cuadros medios y gobiernos locales y regionales se mantienen de bajo perfil porque saben que pueden sobrevivir a Chávez, pero tienen que tener cuidado porque si llaman mucho la atención lo más seguro es que caigan.
-¿Y la oposición?
-Veo muy débil a la oposición, incapaz de crear el liderazgo alternativo. No entiendo cómo se puede seguir insistiendo con liderazgos que cometieron un golpe de Estado y participaron en un paro petrolero y ahora se presentan para las candidaturas para las regionales. Se niegan a dar paso a caras descontamidas del proceso de polarización. Esa izquierda tradicional sigue sin poder articular un liderazgo creíble para el país. En el chavismo también hay mucho ruido y mucha tensión. Es un problema de los dos polos y quizás hace falta tiempo. Aún no hemos pasado la etapa de la perplejidad.

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