miércoles, 24 de junio de 2009

CONCIENCIA DEL DEBER SOCIAL SIN CONTRABANDOS IDEOLOGICOS-I

Javier Biardeau R.

Llama la atención las diversas interpretaciones que sobre el papel de la “ética socialista” se realizan en la revolución bolivariana. Hay incluso quienes han sustituido la centralidad de la conciencia en derechos humanos, en la dignidad humana, en la emancipación social, política, económica, en la liberación cultural, colocando el acento en enunciados referidos a la “elevada conciencia del deber social”.
Sin embargo, no hay revolución sin deseo revolucionario, sin pasiones libertarias, sin cambiar los territorios existenciales. Pues no es lo mismo cambiar la vida en multitud, que cambiarla por decretos, controles ideológicos y normas administrativas.
Sería entonces un grave error diseminar “a baja intensidad” fórmulas que corresponden a otras circunstancias históricas y a viejos mapas teórico-ideológicos, como consignas del Socialismo del siglo XXI. Por ejemplo, hay quienes suponen que la expresión “conciencia del deber social” es creación propia del Che Guevara, que las formulaciones teóricas del Che, constituyen uno de los faros ideológicos de la revolución bolivariana.
A pesar de la centralidad que adquiere el tema de la conciencia revolucionaria, de la construcción del “hombre nuevo” y del “deber social” en la obra del Che, es importante reflexionar sobre el clima ideológico de influencia del “marxismo soviético”, para pensar las interpretaciones sobre el “deber social” en sus planteamientos.
Dice Guevara, citando a Lenin: “Si para implantar el socialismo se exige un determinado nivel cultural (aunque nadie puede decir cuál es este determinado «nivel cultural», ya que es diferente en cada uno de los países de Europa Occidental), ¿por qué, entonces, no podemos comenzar primero por la conquista, por vía revolucionaria, de las premisas para este determinado nivel, y luego, ya a base del Poder obrero y campesino y del régimen soviético, ponernos en marcha para alcanzar a los demás países? (Lenin, Problemas de la edificación del socialismo y comunismo en la URSS.)
El tema de fondo son las premisas objetivas y subjetivas, las “infraestructuras” y “superestructuras” necesarias en la construcción del socialismo.
En su trabajo sobre el “Sistema presupuestario de financiamiento” (1964), refiriéndose a la formación de las tradiciones de trabajo y su relación con normas, recompensas y castigos en el terreno económico, el Che plantea que: “Es importante señalar que se va creando en el obrero la idea general de la cooperación entre todos, la idea de pertenecer a un gran conjunto que es el de la población del país; se impulsa el desarrollo de su conciencia del deber social.” Incluso habla de hacer “que el deber social sea el punto fundamental en el cual se apoya todo el esfuerzo del trabajo del obrero, pero vigilar la labor consciente de sus debilidades, premiar o castigar, aplicando estímulos o des-estímulos materiales de tipo individual o colectivo, cuando el obrero o la unidad de producción sea o no capaz de cumplir con su deber social.”.
En su trabajo “El Socialismo y el hombre en Cuba” (1965) hace referencias sobre el “deber social”, y plantea un párrafo que podría ser pretexto de necesarias discusiones: “Claro que todavía hay aspectos coactivos en el trabajo, aún cuando sea necesario; el hombre no ha transformado toda la coerción que lo rodea en reflejo condicionado de naturaleza social y todavía produce, en muchos casos, bajo la presión del medio (compulsión moral, la llama Fidel). Todavía le falta el lograr la completa recreación espiritual ante su propia obra, sin la presión directa del medio social, pero ligado a él por los nuevos hábitos. Esto será el comunismo.”
¿Hacia que modalidad de concepción ética y moral apuntan estas interpretaciones de la transición hacia el socialismo? ¿Cuál modelo de socialismo esta implícito en estas formulaciones? ¿Podrá combinarse eclécticamente lecturas del Che, por ejemplo, con las reflexiones de Mezsaros, para impulsar políticas de transición al socialismo? ¿Qué hay de innovación en los conceptos que se manejan sobre el socialismo del siglo XXI?
Desde nuestro punto de vista, la fórmula “elevada conciencia del deber social” no pertenece al siglo XXI sino al siglo XX. No remite exclusivamente al ideario del Che Guevara, sino que tiene como fuente los fundamentos éticos, políticos y de cultura jurídica, al “marxismo soviético”.
Una investigación a fondo de estos planteamientos nos llevan tanto a la URSS de los años 50-60 (Sharia, Shishkin, los Estatutos del PCUS del 61), a los intentos de codificación normativa de “obligaciones sociales y legales”, como al debate doctrinario de Cuba en los años 60.
La honestidad intelectual implica hacer explícito el contexto histórico y político de estos debates, sin contrabandos ideológicos. Si el asunto va por valorizar una actitud no dogmática de los planteamientos del Che con relación a la ideología soviética, sería conveniente aclararlo. En este punto estamos de acuerdo.
Pero hay que reconocer que existe una clara filiación del pensamiento del Che con el “marxismo burocrático” de la época. Nos interrogamos si se realizará una lectura dogmática, o si es posible una lectura crítica y abierta de “socialismo realmente inexistente” del siglo XX.
Si el asunto pasa por emular las motivaciones que llevaron en la URSS a formular un “Código del constructor del comunismo científico”, entonces se liquidan las condiciones para imaginar, crear y pensar nuevas ideas para el socialismo del siglo XXI. Estaríamos ante un “contrabando ideológico” del socialismo burocrático del siglo XX.
Quienes presuponen que no ha existido la bancarrota del socialismo burocrático ni del marxismo-leninismo, ni como crisis histórica, teórico-ideológica ni como crisis de legitimación política, están no en una encrucijada, sino en una calle ciega. No es momento de nostalgias o malabarismos ideológicos.
Marx lo decía con una refinación incomparable: “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su exilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal.
Ya decía Robinson: ¡O inventamos o erramos!

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