Javier Biardeau R.
Leo con atención la “Carta a las izquierdas” de Boaventura de Sousa Santos, aparecida en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=134729 , como un esfuerzo para salir de los bloqueos teóricos, históricos y estratégicos de los procesos de cambio social, económico, político y cultural, sobretodo cuando reciben el nombre de “revoluciones socialistas”.
De entrada, aparece un gran acuerdo cuando señala De Sousa que el futuro para las izquierdas “(...)no será una continuación lineal de su pasado”. Sin embargo, todavía hoy hay demasiados resabios del dogmatismo y el sectarismo de izquierda, en las viejas distinciones, clasificaciones y tipologías entre socialdemocratas-reformistas y comunistas-revolucionarios. La memoria de algunos pesa más que el presente de luchas.
Aunque tu definición de izquierda puede parecer abstracta: “(...)conjunto de posiciones políticas que comparten el ideal de que todos los seres humanos tienen el mismo valor y constituyen el valor supremo”, parece ser una definición antropocéntrica para los retos del presente, un presente que debe manejarse en las fronteras del pensamiento ecológico y de la bioética; en fin una ética para la vida humana, ciertamente, para reevaluar el lugar de la vida humana en el sistema de la vida del propio planeta que habitamos.
Boaventura, indicas que cuando hay relaciones de dominación, este ideal se viene a pique: “algunos individuos o grupos satisfacen algunas de sus necesidades transformando a otros individuos o grupos en medios para sus fines. El capitalismo no es la única fuente de dominación, aunque es una fuente importante.”
Las resonancias kantianas de la primera afirmación pueden retrotraernos a los fundamentos de la modernidad occidental, aunque hay más de una perspectiva, colocando el acento en la necesidad de una crítica radical de las formas, estados, relaciones o momentos de la dominación social. Que el ser humano sea fin y no medio es un buen comienzo, pero preferiría insistir en la claridad de Marx en este tema, cuando señaló su imperativo: "(...) echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable.” (Marx; Introducción a la crítica a de la filosofía del derecho de Hegel, 1943)
Pero además de esta postura universalista, habría que matizarla con las opiniones de Aime Cesaire cuando señaló que: “En todo caso, es constante que nuestra lucha, la lucha de los pueblos coloniales contra el colonialismo, las luchas de los pueblos de color contra el racismo, es mucha más compleja , qué digo, de una naturaleza completamente distinta, que la lucha del obrero francés contra el capitalismo francés y no podría de ninguna manera ser considerada como una parte, como un fragmento de esa lucha.” (Carta a Maurice Trorez; 1956. Discursos sobre el colonialismo).
A aquellos que se rasgan las vestiduras con el discurso crítico del totalitarismo de cuño occidental habría que recordarles: “(…) no hay nada original en el nazismo que no fuera antes implementado por el colonialismo contra los pueblos no europeos.”, pues la civilización de la “libertad, de la igualdad, de la fraternidad”, con su gran revolución moderna-burguesa, incluso con aquellos valores y principios que fueron bebidos por los llamados libertadores de Nuestra América, es una civilización que le hace trampa a sus principios, como decía Cesaire, es una civilización moribunda, y por tanto decadente.
Habrá que superar entonces, la acción político-cultural que refuerza el complejo colonial de la dependencia, superar el universalismo de aquella izquierda socialista o comunista que aún suponen que cumplen con una “misión civilizadora”. No habrá ninguna “revolución socialista para el siglo XXI”, sin pasar primero por un desprendimiento existencial, diríamos en lenguaje postizo: “semiótico”, de toda la gramática, reglas y códigos instalados por la larga sedimentación histórico-cultural del discurso colonial-moderno, incluida la gramática “modernizante” y “desarrollista”, presente también en el “socialismo y comunismo oficial”.
No hay superioridad omnilateral de Occidente, no hay una trayectoria única posible y deseable de evolución histórica, como se ha desarrollado en el capitalismo de Europa ó los EE.UU, no hay un único modelo de convergencia hacia el Progreso ó hacia la Civilización en mayúscula. Redefinir el socialismo y la izquierda pasa hoy por reconocer un “universal depositario de todo lo particular, depositario de todos los particulares, profundización y coexistencia de todos los particulares”, implica reconocer el papel hegemónico de los “perros guardianes del colonialismo”:
“Serán tus enemigos, -con altura, lucidez y de manera consecuente- flageladores y banqueros golosos, no sólo políticos lamecheques y magistrados vendidos sino igualmente, y por la misma razón, periodistas acerbos, académicos cotudos y acaudalados de estupideces, etnógrafos metafísicos y expertos en los fogones, teólogos extravagantes y belgas, intelectuales parlanchines y hediondos, que se creen descendientes de Nietzsche (…) y de una manera general, todos aquellos que desempeñando su papel en la sórdida división del trabajo para la defensa de la sociedad occidental y burguesa, intentan de distinta manera, y por diversión infame, desagregar las fuerzas del progreso (…) secuaces todos del capitalismo, representantes todos declarados o vergonzosos del colonialismo saqueador, responsables todos, detestables todos, negreros todos, deudores todos de ahora en delante de la agresividad revolucionaria”. (Aime Cesaire)
No será casual que, en gran medida, ésta agresividad revolucionaria sea calificada de “terrorista” por occidente. La pregunta es si reconociendo esto: ¿puede el capitalismo ser reformado con el fin de mejorar la suerte de los dominados ó esto sólo es posible más allá del capitalismo, no será necesario entonces incorporar no sólo el horizonte post-capitalista, sino el horizonte post-colonialista?
Es obvio, entonces que la lucha social por la emancipación no debe ser conducida sólo por criterios de una clase (la clase obrera), sino por diferentes clases, grupos, etnias, pueblos y naciones que han sido explotados, dominados y oprimidos, por el bloque social de los dominados y dominadas, por actores, movimientos y fuerzas sociales diversas.
Pregunta Boaventura de Sousa: ¿debe llevarse a cabo dentro de las instituciones democráticas o fuera de ellas? Obviamente, dentro de un horizonte de revolución democrática, y no sólo desde las instituciones democráticas liberales hoy hegemónicas. Y te preguntas: ¿El Estado, en sí mismo, es una relación de dominación o puede ser movilizado para combatir las relaciones de dominación?
Aquí hay una tópica muy especial de la argumentación que debe ser desenmascarada: el Estado posee severos límites para llevar hasta la raíz una lucha para combatir las relaciones de dominación; la “transición paradigmática” pasa justamente por amputar los peores lados de este mal con figuras de “democracia de alta intensidad”. Pero el Estado no es ni un mal necesario ni inevitable. Pensar más allá de la forma/Estado, sigue siendo tarea fundamental para superar el bloqueo histórico y estratégico de las izquierdas. No fue casual que Marx y Engels pensaran en sustituir la palabra Estado por la palabra Comuna, allí habia una indicación:
“Siendo el Estado una institución meramente transitoria, que se utiliza en la lucha, en la revolución, para someter por la violencia a los adversarios, es un absurdo hablar de Estado popular libre: mientras que el proletariado necesite todavía del Estado no lo necesitará en interés de la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de libertad, el Estado como tal dejará de existir. Por eso nosotros propondríamos remplazar en todas partes la palabra Estado por la palabra “comunidad” (Gemeinwesen), una buena y antigua palabra alemana equivalente a la palabra francesa Comuna.”(Carta de Engels a Bebel-1875)
Ciertamente, los dogmas y actitudes sectarias en las izquierdas estuvieron en la base de violentas divisiones (recordemos las 21 condiciones para ingresar a la III Internacional), y deben derrumbarse las viejas fronteras de éstos dogmas y actitudes sectarias. La emergencia de nuevas luchas contra la dominación, con otros actores y lenguajes pueden superar la incomprensión de las viejas izquierdas, siempre que esta última supere su visión mono-lógica y mono-cultural del proceso de transformación. Más ahora cuando el capitalismo vuelve a mostrar su vocación de barbarie.
Ciertamente, las izquierdas para unirse deben reconocer la diversidad y la complejidad mundial e inter-cultural. Ciertamente, deben reconocer la necesidad de radicalizar tanto extensiva como intensivamente la democracia protagónica de multitudes, construyendo democracia participativa, algo que los estudiosos de las experiencias de las revoluciones socialistas han visto difuminarse, tras las murallas de los aparatos de partido y las burocracias de Estado, con todas sus instancias comisariales y policíacas.
Ciertamente, las izquierdas deben reconocer el valor de la dignidad humana; tan ofendido en el capitalismo como en las experiencias del socialismo burocrático. Ciertamente, impulsando la reciprocidad, el cooperativismo, la autogestión y el autogobierno. Ciertamente, reconociendo que el crecimiento económico no es infinito, como lo supone la falacia desarrollista, que vulnera la capacidad de regeneración de los sistemas ambientales. Ciertamente, dando cuenta de las diversas formas de propiedad, pero luchando claramente contra la exclusividad de la propiedad privada capitalista, sin la cual todas las demás no estarán protegidas; y los bienes comunes de la humanidad (como el agua y el aire) serán desvastados.
Ciertamente reconociendo el patrimonio igualitario de las izquierdas, pero reconociendo las demandas de diferencia, alteridad y diversidad. Ciertamente entonces, combatiendo otras formas de dominación tan importantes como la explotación capitalista, como el racismo, el sexismo, el colonialismo, la destrucción ambiental, la servidumbre psicológica y la guerra.
Pero Boaventura, hay algo en lo que no puedo estar de acuerdo, el Estado no es un animal extraño, no es mitad ángel y mitad monstruo. No comparto esta caracterización. El Estado es un "monstruo" completamente frío, y sí sobre éste monstruo depositamos nuestras esperanzas utópicas, es porque aún no hemos comprendido nuestras alienaciones y fetichismos más profundos. Es porque todavía delegamos nuestros más hondos miedos a una "figura protectora". Existe un documento seminal en la propia tradición occidental que imaginó ir más allá del Estado, se trata de aquel Systemprogramm de Schelling, Hegel y Höldering:
"Desde la idea de humanidad quiero mostrar que no existe una idea del Estado, porque el Estado es algo mecánico, del mismo modo que tampoco existe una idea de una máquina. Sólo lo que es objeto de la libertad se llama idea. Por tanto, ¡tenemos que ir más allá del Estado! Pues todo Estado tiene que tratar a los hombres libres como engranajes mecánicos y, puesto que no debe hacerlo, debe desaparecer."
¿Cuando tardaremos en reconocer esta posible influencia del romanticismo y el idealismo alemán en la tesis marxiana de la extinción del Estado? Ciertamente, sin cierto monstruo en los tiempos de transición (renovación del Estado social y radicalmente democrático), otros monstruos mucho peores andarían sueltos, pero a diferencia de lo que planteas, como a los leones, hay quitarle los dientes y las uñas para poder convivir con ellos.
"El proletariado victorioso, tal como hizo la Comuna, no podrá por menos de amputar inmediatamente los peores lados de este mal, hasta que una generación futura, educada en condiciones sociales nuevas y libres, pueda deshacerse de todo ese trasto viejo del Estado.” (Introducción de Engels a la guerra civil en Francia de Marx-1891)
Por tanto, es posible que no sólo haya mejor Estado sino mucho menos Estado, construyendo una sólida esfera pública no estatal, formas-Comunales y democracia de consejos, que deben amputar los peores lados del mas frío de los monstruo fríos del capitalismo: un condensador sin igual de la administración de la coerción material y espiritual sobre los hombres y mujeres.
No hay ángeles en el Estado, sino demonios parcialmente domesticados. Comento tus ideas, desde el lugar minúsculo y humilde que a todos nos toca vivir, tratando que las izquierdas no se maten las unas a las otras, contribuyendo a hacer que se unan para detener la barbarie que se está consumando, pero sin darle ninguna concesión al retorno del socialismo burocrático. Mucha suerte.
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