sábado, 10 de septiembre de 2011

LA ENFERMEDAD SENIL DEL SECTARISMO

Javier Biardeau R.

“La Internacional fue fundada para remplazar las sectas socialistas o semi-socialistas por una organización real de la clase obrera con vistas a la lucha. Los Estatutos iniciales y el Manifiesto Inaugural lo muestran a simple vista. Por otra parte, la Internacional no hubiera podido afirmarse si el espíritu de secta no hubiese sido ya aplastado por la marcha de la historia. El desarrollo del sectarismo socialista y el desarrollo del movimiento obrero real se encuentran siempre en proporción inversa. Las sectas están justificadas (históricamente) mientras la clase obrera aún no ha madurado para un movimiento histórico independiente. Pero en cuanto ha alcanzado esa madurez, todas las sectas se hacen esencialmente reaccionarias. Por cierto, en la historia de la Internacional se ha repetido lo que la historia general nos muestra en todas partes. Lo caduco tiende a restablecerse y a mantener sus posiciones dentro de las formas recién alcanzadas.” Marx-Carta a Friedrich Bolte, 23 de noviembre de 1871.

Se riega como plaga, diseminando sus simplificaciones( entre el blanco y el negro, no sólo hay gris, sino una policromía para ver, para escuchar voces críticas y enunciaciones múltiples), generando entonces el espíritu de micro-fracción y tentados a sembrar en tiempos de estancamiento del proceso revolucionario divisiones y no re-agrupamientos, proponer el aislamiento y no un frente de apoyo internacional, el debilitamiento y no el fortalecimiento del proceso, intentando ahora enmascarar sus descalificaciones ad hominem, bajo la premisa de que combaten a representantes ideológicos del reformismo ó del anarquismo, a los “disgregadores” de la proyectada “moral despótica”, derivada directamente del imaginario jacobino y su compulsión entre “virtud o terror”, de minorarías revolucionarias que han justificado la escatología de la ética y la moral del “marxismo soviético”. Si, bastión de “marxismo soviético” mal metabolizado y menos cuestionado, dificultad mayúscula para abordar los desafíos del pensamiento insurgente nuestro-americano: la parálisis para comprender la desconexión entre la transformación radical del Estado y la pérdida de entusiasmo y respaldo popular hacia la revolución:

“Sin embargo, el Estado se equivoca a veces. Cuando una de esas equivocaciones se produce, se nota una disminución del entusiasmo colectivo por efectos de una disminución cuantitativa de cada uno de los elementos que la forman, y el trabajo se paraliza hasta quedar reducido a magnitudes insignificantes; es el instante de rectificar. Así sucedió en marzo de 1962 ante la política sectaria impuesta al Partido por Aníbal Escalante.” (Guevara: El Socialismo y el hombre en Cuba, 1965)

Las expresiones de sectarismo las cuales han surgido en Cuba desde los años 60, forzaron en algunos momentos a la dirección revolucionaria a tomar medidas que impedirían algunas tendencias hacia la separación del gobierno de las masas. Como parte de estas medidas, el Che participó en este proceso y analizó en muchas ocasiones las graves consecuencias de esa separación. Cuando se pierden esas esenciales cualidades que vinculan a las organizaciones revolucionarias con las masas, hay que someter a la dirección política a un preciso proceso de rectificación. No es que lo fundamental sea que el pueblo esté siendo manipulado por la derecha (lo que tratarán de hacer siempre), sino que la dirección revolucionaria no ha podido (o no ha querido) conectarse adecuadamente con las palpitaciones del pueblo, para pasar de las reivindicaciones inmediatas al programa de transformaciones revolucionarias. Esto no se hace partiendo de la premisa de que el pueblo es fácil presa del engaño y la vanguardia no esta cegada por el error.

Quienes mejor han retratado esta moral despótica han sido H. Marcuse (El Marxismo Soviético) y E. Kamenka (Los fundamentos éticos del marxismo), pero podríamos retomar las indicaciones de Reich (Escucha hombrecito), Fromm (El miedo a la libertad) y nuestro P. Freire con su crítica a la “Pedagogía del oprimido”. Las categorías de los opresores son vehiculadas por el sectarismo como si se tratarán de armas para la liberación de los oprimidos. Sutil despotismo disfrazado de lucha por espacios de libertad y liberación. Esto en términos sustantivos, pero incluso en el terreno táctico muestran una lógica proporcionalmente inversa a la constitución de un frente amplio revolucionario para abordar los retos de la coyuntura. Como ha señalado Pepe Mujica en Uruguay:

"El problema de la unidad de la izquierda, del sectarismo, vieja enfermedad que acompaña a la izquierda, a lo largo y a lo ancho de su vida arriba del planeta". (Pepe Mujica)

Bien conoce Mujica, la dificultad para trenzar una política de alianzas en el universo despedazado de las izquierdas latinoamericanas, tras años de luchas intestinas, sectarismos, dogmatismos, burocratismos e intransigencias suicidas. Más aún cuando no se metaboliza adecuadamente que una cosa es la conducción, el liderazgo, la existencia de un centro de dirección y otra el culto a la personalidad:

El culto a la personalidad no es otra cosa que la fase superior del sectarismo”. (Jorge Fraga en polémica con Mirta Aguirre, sobre el realismo socialista en el cine cubano)

Uno se pregunta si efectivamente, tan conocedores de la historia de la revolución cubana se habrán paseado por circunstancias como el caso Aníbal Escalante, las micro-fracciones, el servilismo ideológico a los “ladrillos soviéticos” hasta llegar a todas las propensiones autoritarias en el campo político y cultural, como el llamado “Quinquenio gris”. La problemática sigue siendo no dar cuenta de que significa socialismo realmente existente en la experiencia revolucionaria cubana. En fin, socialismo del siglo XX. Como olvidar aquellas palabras del Che:

“Si, nosotros también desorientados por el fenómeno del sectarismo, no alcanzábamos a recibir del pueblo su voz que es la voz más sabia y orientadora, no alcanzábamos a recibir las palpitaciones del pueblo para poder transformarlas en ideas concretas, en directivas precisa”. (Che Guevara. Discurso 20-10-1962. Acto de conmemoración del II aniversario de la unificación del movimiento juvenil cubano)

El Che califica la voz del pueblo como “sabía y orientadora”. ¿Sería acaso una desviación populista, anarcoide o pequeño-burguesa del Che, plantear la necesidad de abrir los oídos a las palpitaciones del pueblo, a establecer lo que en algún momento de denominó una adecuada “línea política de masas”? En la propia estela del leninismo y estalinismo, pero en clave de revolución china, reconociendo la significación que tuvo para Mao la articulación del sujeto revolucionario como “masas populares”, éste decía:

“Quisiera hablar ahora acerca de cómo el subjetivismo y el sectarismo han hecho del estilo de cliché del partido su instrumento de propaganda o forma de expresión. Luchamos contra el subjetivismo y el sectarismo, mas si no liquidamos al mismo tiempo el estilo de cliché del partido, los dos conservarán un lugar donde esconderse. Si terminamos con ese estilo, daremos jaque mate al subjetivismo y al sectarismo, exhibiendo a esos dos monstruos en sus verdaderos colores. Entonces quedarán como una rata que cruza la calle seguida por los gritos de "¡matadla!", y así podremos aniquilarlos fácilmente.” (Mao Tse-Tung; Contra el estilo de cliché del partido 8 de febrero de 1942)

Una revolución muestra los síntomas de decadencia sectaria cuando abunda el cliché, cuando se muestran más “papistas que el papa”, cuando se pretende proyectar una fraseología ultra-radical sin cuestionar lo fundamental: la praxis, la actividad práctico-sensible, que permite cambiar las condiciones de existencia materiales y espirituales. Porque el sectarismo evita debatir e identificar el lastre del socialismo burocrático (y no sólo la etapa estalinista) en toda su dimensión de obstáculo y bloqueo para renovar la iniciativa socialista para el siglo XXI. Sobremanera cuando se evade el debate central del fracaso del socialismo real: la ausencia de democracia socialista, de ejercicio efectivo del poder por parte de las clases populares y subalternas. Cuando se impone el estado burocratizado y el partido-único en fórmula despótica, en formación de dominación sobre lo que consideran simples correas de transmisión de directivas sin palpitación de masas: las fuerzas sociales efectivas de una revolución, lo que el socialdemócrata Rómulo Betancourt llamó “una entelequia”: el pueblo.

Seria preciso rememorar toda la tradición de los muertos que oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos en un concentrado de fetiches ideológicos, para dar cuenta de la distinción entre un “marxismo de derecha”, políticamente reaccionario y el espacio de pensamientos críticos, que renuevan y van mas allá de los clichés del marxismo-dogma. En algunos párrafos de su programa de transición, Trotski hablaba del sectarismo como degeneración:

“(…) grupos y formaciones sectarias de diferentes géneros. En su base estos núcleos se niegan a luchar por los intereses y las necesidades elementales de las masas, tal como ellas son. La preparación de la revolución significa para los sectarios convencerse a sí mismos de las ventajas del socialismo. Proponen volver la espalda a los viejos sindicatos, esto es, a decenas de millones de obreros. ¡Como si las masas pudieran vivir fuera de las condiciones reales de la lucha de clases! Permanecen indiferentes ante la lucha interna de las organizaciones reformistas. ¡Como si se pudiera conquistar a las masas sin intervenir en esa lucha! Se rehúsan a hacer en la práctica una diferencia entre la democracia burguesa y el fascismo. ¡Cómo si las masas no sintieran esa diferencia a cada paso! Los sectarios sólo son capaces de distinguir dos colores: el blanco, y el negro. Para no exponerse a la tentación, simplifican la realidad.”

También Trotski señalaba: “Incapaces de encontrar acceso a las masas las acusan de incapacidad para elevarse hasta las ideas revolucionarias. Estos profetas estériles no ven la necesidad de tender el puente de las reivindicaciones transitorias, porque tampoco tienen el propósito de llegar a la otra orilla. Como mula de noria, repiten, constantemente las mismas abstracciones vacías. Los acontecimientos políticos no son para ello la ocasión de lanzarse a la acción, sino de hacer comentarios. Los sectarios del mismo modo que los ilusionistas y los magos, al ser constantemente desmentidos por la realidad, viven en un estado de continua irritación, se lamentan incesantemente del "régimen" y de los "métodos" y se dedican a mezquinas intrigas. Dentro de su propio círculo, estos señores comúnmente ejercen un régimen despótico. La postración política del sectarismo no hace más que seguir como una sombra a la postración del oportunismo, sin abrir perspectivas revolucionarias. En la política práctica los sectarios se unen a cada paso a los oportunistas, sobre todo a los centristas, para luchar contra el marxismo.”

Porque cuando se refiere Trotski al “marxismo” en algún momento habrá que pasearse por Marx, y reconocer que si hay diferencia entre izquierda y derecha en diferentes ámbitos. Reconocer que los socialismos reales le dieron la espalda a Marx en todas las premisas políticas y ético-culturales para superar el capitalismo. Que olvidar la democracia socialista y el intelectual colectivo como premisas de la transición hacia el socialismo (revolución de la mayoría, hegemonía popular-democrática) conduce a bloquear el proceso popular constituyente.

“El que no busca ni encuentra el camino del movimiento de masas no es combatiente sino un peso muerto para el partido. Un programa no se crea para las redacciones, las salas de lectura o los centros de discusión, sino para la acción revolucionaria de millones de hombres.”

Importante consideración de Trotski. Que una revolución no es asunto de fracciones, ni de grupúsculos, ni siquiera de aparatos-partidos-maquinaria, sino participación y protagonismo de “masas populares” (Mao), un “movimiento de masas” (Trotski), recordando a Marx: La lucha de inmensa mayoría por los intereses de la mayoría inmensa:

Hasta ahora, todos los movimientos sociales habían sido movimientos desatados por una minoría o en interés de una minoría. El movimiento proletario es el movimiento autónomo de una inmensa mayoría en interés de una mayoría inmensa. El proletariado, la capa más baja y oprimida de la sociedad actual, no puede levantarse, incorporarse, sin hacer saltar, hecho añicos desde los cimientos hasta el remate, todo ese edificio que forma la sociedad oficial.

Acción revolucionaria de multitudes, con capacidad de autonomía ideológica, ético-cultural y organizativa, de auto-valoración como sujetos antagónicos a la estructura de mando y explotación del capitalismo, no simples correas de transmisión o masa de maniobra de una “vanguardia esclarecida”. En cuestiones políticas hay severas distinciones incluso entre el pensamiento-Marx y el legado del leninismo bolchevique. No sólo se trata de estalinismo, se trata del fetichismo coagulado en los códigos del “marxismo soviético”. Democracia socialista para el siglo XXI implica renovar la conexión entre socialismo, democracia y revolución. Al separarse estas dimensiones, las opciones de la socialdemocracia reformista y del socialismo burocrático aparecen en todo su esplendor.

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