sábado, 29 de octubre de 2011

1932-2012: a 80 AÑOS DE “CON QUIEN ESTAMOS Y CONTRA QUIEN ESTAMOS” (ROMULO BETANCOURT DIXIT)

Los tiempos son duros pero modernos” (Proberbio Italiano)

En 1995 en tierras Argentinas, Jacques Derrida organizó una interesante conferencia titulada “Historia de la mentira: prolegómenos”. En la misma desplegó argumentos acerca de la fabulación, los fantasmas y el problema de mentira bajo las nuevas condiciones del capitalismo tele-mediático, e incluso reflexionando sobre cómo la mentira política es solidaria con los despotismos de todos los pelajes. Veremos su estricta relación con el papel de las promesas, con los enunciados realizativos y con aquella historia del error, o la historia del “mundo verdadero”, que dibujo el propio Nietzsche, en su particular “filosofía de la sospecha”.

Adicionalmente, hace ya cierto tiempo, hurgando en las relaciones entre las lecturas abiertas de Marx, los procesos ideológicos y sus aspectos semio-lingüísticos, nos topamos con aquella "Crítica de la Razón Cínica" de Peter Sloterdijk, donde establecía momentums de la crítica ideológica:

“El malestar de la cultura ha adoptado una nueva cualidad: ahora se manifiesta como un cinismo universal y difuso. Ante él, la crítica tradicional de las ideologías se queda sin saber que hacer y no ve donde habría que poner en la conciencia cínicamente lúcida el resorte para la ilustración. El cinismo moderno se presenta como aquel estado de conciencia que sigue a las ideologías naïf y a su ilustración. El agotamiento manifiesto de la crítica de la ideología tiene en él su base real (…) la serie de formas de falsa conciencia que ha tenido lugar hasta ahora: mentira, error, ideología está incompleta. La mentalidad actual obliga a añadir una cuarta estructura: el fenómeno cínico.”

Y añade Sloterdijk: “Cinismo es la falsa conciencia ilustrada. Es la conciencia modernizada y desgraciada, aquella en la que la ilustración ha trabajado al mismo tiempo con éxito y en vano. Ha aprendido su lección sobre la ilustración pero ni la ha consumado ni puede siquiera consumarla”.

En fin, como si para la aproximación a los procesos ideológicos ya no hiciera falta una genealogía del error, de la mentira o de las estructuras de falsa conciencia necesarias para la reproducción de la lógica de dominación en el terreno mismo de la producción de sentidos y significaciones, se trata ahora de dar cuenta de quienes hacen gala de expreso cinismo: saben lo que hacen, pero lo hacen, porque las presiones de las cosas y el instinto de auto-conservación, a corto plazo, hablan el mismo lenguaje y les dicen que así debe ser.

Estas presiones de las cosas y su lenguaje (lo que los técnicos de la manipulación de lenguaje, y por ende, de las conciencias llaman: "control de daños", "gestión de la percepción", "ingeniería mediática de la realidad"), nos recuerdan además los últimos acontecimientos protagónicos de la OTAN en Libia y la pregunta terminal que rodea estos episodios de truculencia cínica: ¿Quién manda aquí?. El performativo imperial es claro: ¿Aquí quien manda es la OTAN!

El “aquí” cosmopolita nos lleva a lo que algunos entrañables amigos han llamado “Imperio”. El cinismo imperial no tiene nada que ocultar, nada que enmascarar, no hay allí lugar para el error ni para mentira alguna, simplemente reiteran de manera cruenta, clara y descarnada quien debe o no ocupar de verdad, el lugar asignado en la geometría del mando y la obediencia global, de acuerdo a quienes, “bombardeando indiscriminadamente”, dicen que así debe ser.

El “aquí” puede ser Washington, Nueva York puede ser París, ser Berlin, puede ser Sirte, puede ser Kabul, puede ser El Caíro, puede ser cualquier lugar llamado por los líderes del Pentagonismo descrito ya hace rato por Juan Bosch (siguiendo una larga tradición): “Nuestro Patio Trasero”.

De allí que, sea preciso analizar cómo 80 años después de enunciar uno de los más virulentos discursos contra la geopolítica imperialista contra Venezuela, la cual suponía que nuestro país sería botín codiciado por sus recursos petroleros, “nuestro compatriota” Rómulo Betancourt ofreciera en 1932 toda una gama de promesas contra el "bandidaje yanqui", que podríamos evaluar 80 años después, si se trataba de errores, mentiras, auto-engaños, auto-sugestiones, falsa conciencia o simplemente cinismo.

¿Podrán sus cachorros ideológicos 80 años después, ya con candidatura para primarias de la llamada MUD (Mesa de Unidad Democrática), mirarse en el espejo de estas promesas y decir: “Yo prometo”? ¿Quien le creerá una promesa a un adeco, otrora furibundo anti-imperialista, tercermundista y socialista hoy?

Leamos con detenimiento algunas de las “promesas” de Betancourt en 1932, cuando aún en Costa Rica hacia gala de adscripción al materialismo histórico (y al manual de Bujarin dixit):

Ya constituimos, desde aquí y para mañana, el núcleo inicial, consciente de lo que quiere y seguro de lo que podrá hacer, de un partido político revolucionario, de confesa y militante filiación socialista.”.

Primera promesa rota: construir un partido político revolucionario de confesa y militante filiación socialista. ¿Hasta cuando el futuro PDN y luego AD fueron partidos revolucionarios y socialistas?

Continúa Betancourt “(…) perseguimos por vías revolucionarias la destrucción del despotismo, más, destruyendo al mismo tiempo su base social -la alianza capitalista-caudillista. En consecuencia, son nuestros enemigos irreconciliables, en el plano de la acción política, y contra ellos estamos y estaremos: a) La burguesía imperialista internacional, mediatizadora de nuestra economía, y su aliada nativa, la clase nacional de latifundistas y de grandes señores del comercio y de la industria, y b) el caudillaje militar.”

Segunda promesa rota: ¿hasta cuando sus enemigos irreconciliables se convirtieron en sus aliados reconciliables, e incluso es sus amos?

Continúa: “En la lucha anti-imperialista, ya tenemos hoja de servicios. Militantes activos de esa lucha hemos sido en las Antillas, en la América del Centro y en la del Sur; y de esa actuación cumplida conservamos un bagaje de experiencia y de conocimientos, que de utilidad nos será para la actuación de mañana, ya dentro de Venezuela. El fenómeno de la penetración capitalista internacional en nuestros pueblos de América Latina, y de la dependencia económica y política de ésta de los grandes trusts yanquieuropeos, lo hemos estudiado en los libros y sobre la realidad objetiva, durante estos años de vida andariega por las tres Américas que han sido de laborioso aprendizaje y no de «turismo revolucionario» (…)”.

Tercera promesa rota: ¿Donde dejó atrás su hoja de servicios anti-imperialista para dedicarse al deslinde ideológico y organizativo frente a la construcción de una organización revolucionaria, socialista y de izquierda, para hacerle morisquetas amigables y discursos complacientes a Washington y a López Contreras (1938-1939)?

Y para alertar los sentidos: “Contra la burguesía venezolana es esta la primera declaración de guerra, franca y concreta, que hacemos. Confesamos que nos había faltado resolución para romper con ella. Todavía nos ofuscaba el recuerdo de sus pantomimas con el grupo universitario, cuando regresamos del Castillo; aún nos duraba la cándida ilusión que entonces tuvimos de que esa gente era sinceramente revolucionaria. Ya, a esta fecha, la experiencia de cuatro años de activo trajín político y el estudio en que hemos desvelado las horas que el otro trajín —el de la lucha por una situación personal sin ribetes de bohemia y reacia a inspirar lástimas— nos dejó libres, le han dado al grupo un criterio estimativo realista, penetrante. Por eso, hoy vemos diáfanamente cómo en su mayoría, los ricos señores de Venezuela -los mismos que alguna vez se disputaron el trofeo de nuestras boinas, para conservarlas como recuerdo de quienes constituíamos «esperanzas para la patria» carecen de sensibilidad democrática y son explotadores de las clases trabajadoras del país y aliados de ayer, de hoy y de mañana del primer mandón que les garantice impunidad en sus turbias trapisondas.(…) Si contra estos sectores, nativos e injertados en nuestra sociedad insurgimos, si contra lo que signifique, hoy o mañana, arbitrariedad y explotación insurgimos es interpretando lealmente las apetencias populares, las necesidades y anhelos de la multitud. Con ellas estamos. Con las clases explotadas, con el camisa-de-mochila, con el pataen-el-suelo, con las peonadas de los hatos, con los siervos de los latifundios cafetaleros, con los obreros de las petroleras, con los dependientes de las pulperías, con los medianeros de los ingenios, con el pequeño comerciante arruinado por la competencia capitalista, con el pequeño propietario absorbido por la gran propiedad, con el maestro de escuela y demás intelectuales proletarizados que a precios miserables venden su ciencia o sus cuartillas, con los soldados reclutados en leva forzosa, con el empleado público subalterno, con toda clase, en síntesis, integrada por nuestros hombres de músculo o de pensamiento que por salarios de hambre entregan su fuerza de trabajo al gobierno o a los patrones particulares, nacionales o extranjeros.”

Cuarta promesa rota: ¿Con quien estaba Betancourt y contra quién estaba en 1932 y en 1939?

Para que no quede duda: “Serán esas clases trabajadoras, revolucionariamente orientadas, rigurosamente disciplinadas, dignificadas por la conciencia de su destino y por el fanático convencimiento de que la lógica de la historia las señalan como sucesoras de la burguesía en el gobierno de los pueblos, las que, desde el poder, actualizarán nuestras posibilidades nacionales, forjando un tipo de Estado nuevo, antimperialista y socialista, instrumento del pueblo para la realización de la justicia social.”

Como nos recordaba Derrida, mentir sería dirigir a otro una serie de enunciados (constatativos o realizativos) que el mentiroso sabe, en conciencia, en conciencia explícita, temática, actual, que constituyen aserciones total o parcialmente falsas (…) Tales actos intencionales están destinados al otro, a un otro o a otros, para engañarlos, para hacerles creer (aquí la noción de creencia es irreductible, aun cuando permanece oscura) en lo que se ha dicho, cuando por lo demás, se supone que el mentiroso, ya sea por un compromiso explícito, un juramento o una promesa implícita, dirá toda la verdad y solamente la verdad. Lo que aquí cuenta, en primero y en último lugar, es la intención del acto de discurso.

80 años después de aquellos virulentos análisis dialécticos y discursos materialistas de Betancourt sobre el imperialismo yanqui-europeo, cuando expresaba:Que el gobierno yanqui no es «democrático» ni es «grande», sino que esa oligarquía de cuáqueros y de judíos aventureros e inescrupulosos, ha cometido, comete actualmente y está dispuesta a cometer en toda época, los peores actos de bandidaje contra nuestros desorganizados pueblos de América Latina.”; donde planteó la necesidad de forjar un Estado anti-imperialista, socialista, instrumento del pueblo para la realización de la justicia social, queda de nuevo la duda:

¿Errores, mentiras, falsa conciencia, cinismos?. ¿Qué queda en pie de aquellas promesas dirigidas hacia el mañana por Betancourt, y que hoy borran de su memoria, archivo, registro sus más fieles y desvergonzados seguidores, en todos sus relatos para la acción política?

La respuesta de la historia terminó siendo patética: mendigar actualmente apoyo político y dinero “cash” al “gobierno yanqui” que su padre fundador reconocía que: “ha cometido, comete actualmente y esta dispuesto a cometer en toda época, los peores actos de bandidaje contra nuestros desorganizados pueblos de América Latina”. En fin, unirse a los "bandidos"

Ademas reconocía dos elementos que llaman a la reflexión aún hoy:

a) “Por estas circunstancias, cuya evidencia es innegable, el imperialismo, cuando inició su asalto contra nuestra riqueza petrolera, se halló con un país económicamente retrasado y con una superestructura política correlativa a ese retraso”.

b) “No es cosa de iniciados, sino que a diario se publica en la prensa de izquierda internacional, en cuenta yanqui, la noticia de que la Standard Oil y demás compañías petroleras con intereses en Venezuela trabajan desembozadamente para integrar con nuestro estado Zulia y con el Catatumbo colombiano una república «independiente», gemela de la de Panamá.”

Hablemos con responsabilidad. Año 2012, 80 años después uno podría retomar aquella pregunta tal elocuentemente elaborada por el “revolucionario” Betancourt: ¿Con quienes estamos y contra quienes estamos? ¿Quién promete qué a quienes? ¿Quién garantiza que esas promesas no serán solo palabras, palabras y más palabras? ¿Quién impedirá los peores actos de bandidaje yanki contra nuestros pueblos? ¿Será acaso la Mesa de Unidad Democrática, será acaso el Gran Polo Patriótico? ¿O ninguno?

¿Cuántos “saltos de garrocha” ideológica seguiremos presenciando en la historia de la calamitosa izquierda venezolana, con sus tragicómicas volteretas de máscaras ideológicas ? ¿Cuántos repetirán hoy a los cuatro vientos esta retórica anti-imperialista romulera en el seno de la revolución bolivariana o fuera de ella, para terminar luego en los brazos de la derecha y del cinismo imperial?

Para el 2012 no bastan palabras. Sabemos que la MUD es una clara opción de derecha, del FMI-BM y del Pentágono. Pero, ¿existen ciertamente izquierdas con mejores argumentos y con políticas que logren una efectiva auto-afirmación nacional-popular?

¿Sera el Gran Polo Patriótico un espacio para parir a nuevas voces, nuevas prácticas, nuevas políticas desde una multiplidad de izquierdas inSURgentes, que no recaigan en el mimetismo de siempre, con su colonialismo intelectual y su colonialismo interno?

Después de profundizar en la trayectoria ideológica del “Padre de la Democracia” (con todos sus giros, vueltas, revueltas y morisquetas), y constatar que sus cachorros ideológicos se entregaron sin resistencia alguna al “beso mortal” (Gonzalo Barrios dixit) del FMI-BM, ¿Cuánto de éste adecaje no sigue siendo parte de la subcultura política de las izquierdas realmente existentes en el país?

No podemos ser “optimistas ingenuos”. Ya cándido dijo ser Betancourt. Unos (la vieja izquierda de aparato), repite a los cuatro vientos los estribillos ideológicos del guión estalinista en clave de “leninismo tropicalizado”, "oportunismo de izquierda" y de “sectarismo en gotas” (¡Cuánto faltaría de debate sobre sus extravíos en el seno de las constelaciones marxistas!), como si nada hubiese ocurrido entre 1917 y 1989, como si la verdadera “teoría revolucionaria” estuviese allí, prístina, disponible, como aquellas ideas platónicas sólo para los iniciados jacobinos y blanquistas, claro está, tan iluminados por su “vanguardismo paupérrimo”.

Otros (la izquierda retórica), hace malabarismos romuleros con “mordidas a la mexicana” y “engordes de prebendas”, para “hacernos creer en lo que se ha dicho, pero que no se ha hecho ni se hará” al mejor estilo adeco, llevándonos a los mismos escenarios de la institucionalizada y desmantelada “Revolución Mexicana”: el Priismo a la venezolana (¿es el PSUV distinto en sus mentalizaciones ideológicas asociadas a la movilidad social ascendente por la vía de la corrupción al PRI mexicano?), con la consecuente burocratización de la “revolución bolivariana”. Habrá que enseriar entonces la cosa, si todavía se quiere balbucear alguna idea-fuerza y ser consistentes con prácticas de izqueirda. ¡Al que le caiga, le chupa…!

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