IGOR MOLINA | Cuando Javier Biardeau llama a luchar contra “coagulaciones dogmáticas”, convoca a combatir la trombosis ideológica de cierto sector nostálgico del “socialismo real”,dice Igor Molina una entrevista que realizó para el diario El Tiempo de Puerto La Cruz y que reproducimos a continuación, como aporte al imprecindible debate de ideas:
Igor Molina-El Tiempo
Asombra que el fértil intelecto de Javier Biardeau -evidenciado en sus columnas dominicales en la prensa nacional, que avivan la llama de la discusión en el seno de la izquierda con la misma celeridad con que el viento peina la sabana -pueda inspirarse en un lugar tan seco y desangelado como el cubículo que ocupa en el edificio de la escuela de Economía de la UCV. Entra con una adusta maleta negra, prende su laptop antes de revisar un libro del izquierdista brasileño Boaventura de Sousa Santos y mira con una intensidad de alto voltaje aguardando las preguntas.
Esa mirada traspasa conceptos y recuerdos. Levanta la vista al techo pintado en color pastel hospital y rememora el día de diciembre pasado cuando el presidente Hugo Chávez elogió la agudeza y coraje de sus planteamientos, advirtiéndole que lo llamaría. La llamada nunca llegó, pero sí la de un ministro, para decirle “reformista”. Biardeau no le dio importancia al asunto. Vuelve a enfocar sus ojos de frente y la mirada parece clavarte al suelo.
Revolución a salvo
-Las encuestas dicen que la enfermedad del presidente Chávez le ha dado beneficios políticos. Sin embargo, la oposición plantea que cualquier enfermedad tiene dos escenarios: mejoría o desmejoría. En esta segunda opción, “los chavistas podrían estar despertándose, no de una pesadilla sino a una pesadilla: un futuro impensado sin él”. Si tal catástrofe llegara a suceder, supondría el fin drástico de la revolución. ¿Tiene posibilidad de mantenerse sin Chávez como candidato en 2012?
-Imagínate las tres presuposiciones que me has planteado: primero, es necesario retomar no la idea del chavismo sino del proceso popular constituyente, sin el cual una revolución no tendría raíces profundas en una corriente histórica de larga duración. En segundo lugar, tal opción ve como inminente la muerte de Chávez. Y la ve como una pesadilla, cuando es un hecho biológico personal de todos los seres humanos que en algún momento ocurrirá. Como dicen en criollo: “segura está la muerte”.
-Sería una pesadilla para el proceso político bolivariano, no sólo para su entorno familiar.
-No estoy seguro de que él vaya a morir tan inminentemente como esa opción lo plantea. Es más, creo que la pesadilla para algunos es que Chávez va a superar la enfermedad. Y la tercera presuposición es que sin Chávez, se acaba la revolución, que es como decir que sin Bolívar, por ejemplo, Venezuela volvería a ser colonia de los españoles.
-Lo que sucede es que la claridad estratégica de Bolívar posibilitó la independencia. Sin él, otro hubiese sido el resultado y mucho después de 1821.
-Entonces yo te digo que la claridad estratégica de Bolívar fue haber sembrado la semilla para que el proceso independentista no fuese revertido.
-Pero la generalidad de los venezolanos piensa que, sin Chávez, la revolución desaparecería, que sin su empuje personal y su sentido estratégico, la revolución estaría perdida.
-No. Puede ser a corto plazo en la hipótesis negada de la ausencia de Chávez, pero en el pueblo venezolano hay corrientes profundas que son la condición de posibilidad real de que Chávez esté en el poder. Y esas corrientes, a pesar de todas las dificultades, encontrarán su forma de conducción en una hipótesis catastrófica como la que se plantea.
-¿A quién se refiere exactamente cuando habla de conducción? Una encuesta de Ivad publicada recientemente habla de que, en un escenario con Chávez desaparecido, 24% no sabe quién podría conducir la revolución; 20% cree que ninguno de los actuales dirigentes; 17 % se inclina por Elías Jaua y los demás no obtienen más de 6%. Entonces, ¿quién conduciría esas corrientes profundas revolucionarias?
-A corto plazo no hay liderazgo de relevo comparable a Chávez, pero si cuando ganó Rafael Caldera hubieses hecho una encuesta preguntando por un escenario de proceso constituyente al finalizar su mandato, te hubiesen dicho loco: esa posibilidad tenía un 0%. Lo que te quiero decir con esto es que esos escenarios no solamente son construcciones imaginarias, sino que hay que evaluar sobre qué base de información real se construyen; es decir, que Chávez está ante una muerte inminente.
-Entonces, ¿usted participa de la tendencia a no hacerse esta interrogante ni en público ni en alta voz, por el temor que la misma respuesta causa?
-Falso. En las grandes decisiones políticas, el escenario con el cual se trabaja es el escenario probable, no el escenario delirado.
-Con la enfermedad de Chávez ha regresado la crítica a su hiperliderazgo: articulistas de derecha afirman que es por su propia voluntad que otros liderazgos no emergen dentro del Psuv. Agregan que ahora la exitosa estrategia política del Presidente de posicionarse como líder único de la revolución, tiene las piernas cortas.
-Yo no participo de esa hipótesis fofa del “hiperliderazgo”. Prefiero llamarlo, siguiendo a Gramsci, “cesarismo”, un cesarismo progresivo, lo que significa que avanza a favor de los derechos sociales de los sectores populares excluidos, y cuyo estilo de conducción política le desordena las categorías a los portavoces de la democracia liberal. Y no es un fenómeno nuevo en América Latina. Han surgido liderazgos populares de este tipo cuando las mediaciones político-partidistas colapsaron y se descompusieron.
-Sin embargo, usted ha levantado su voz acremente para censurar lo que llama “la sumisión del coro” -según entiendo, una suerte de domesticada banda de aúlicos que rodearía al Presidente y que tendría extirpado el sentido crítico. Pide usted luchar contra sus “coagulaciones dogmáticas”. Muchos se preguntan ”¿cómo hacerlo si al Presidente no le cae muy bien la discusión sobre las estrategias que él personalmente selecciona?”.
-Hasta donde yo sé, el Presidente ha estado abierto a la crítica argumentada y propositiva a la hora de abordar las estrategias de la revolución. La coagulación dogmática va por otros lados, es decir, por no comprender cómo el propio Chávez ha roto con las categorías inmóviles de la izquierda venezolana, la cual se ha caracterizado en los últimos 30 años por repetir la nostalgia de la revolución rusa y de los años creativos de la revolución cubana. Esa izquierda tiene que aprender de la flexibilidad de Chávez.
-¿Qué lecciones le ha dado la revolución bolivariana a las revoluciones mundiales? ¿Hay algo original que haya aportado?
-Todas las revoluciones son originales. Tienen sus particularidades y especificidades. Chávez hizo posible lo imposible. Y colaboró en detener una coyuntura muy desfavorable para todo el continente con relación al proyecto neoliberal materializado políticamente en el Alca. Además, reactivó la tesis del poder constituyente y la democracia participativa en momentos cuando hablar de justicia social e inclusión era motivo para no formar parte de la otra sumisión del coro: el coro neoliberal.
-La coyuntura electoral decisiva del 2012 no parece impactar en el lentísimo movimiento para articular el Polo Patriótico. ¿Formarlo es crucial para obtener el triunfo el próximo año?
-Ciertamente, hay un letargo que debe sacudirse. La construcción del Polo Patriótico es la tarea estratégica más importante de todas las fuerzas políticas y sociales que han acompañado al proceso bolivariano. Incluso te diría algo provocador: la política económica favorable a los intereses de Washington sería equivalente a un paquete económico de CAP enmascarado de sensibilidad social. El dilema está entre rectificar y corregir la dirección del proceso bolivariano frente a una nueva coyuntura internacional más desfavorable, o dejarle la puerta abierta al retorno de un neoliberalismo que trataría de presentar mil máscaras como rostros humanos.
-¿Acaba de hacer una crítica velada, pero aún así feroz, de la política económica de Chávez?
-Mi crítica es abierta. En Venezuela no hay claridad teórica del proceso de transición al socialismo. Aún no se comprende que el socialismo factible debe construir mayorías democráticas.
-¿Quiere decir que hoy en día se construye un socialismo excluyente?
-Hay tendencia a abandonar los objetivos de inclusión social y de la democracia participativa en algunos discursos de la revolución. Asimismo, se supone que hacer políticas de alianzas es reformismo, sobremanera en el campo de la reconstrucción del sistema económico, donde importantes factores de la producción pudiesen formar parte de un arreglo institucional si el concepto de economía mixta en el proceso de transición no fuese tan rápidamente desechado.
-¿Está haciendo un llamamiento a un socialismo con empresa privada?
-Es correcto. Con empresa privada, con regulación estatal y con un área de propiedad colectiva o social directa.
-Leopoldo López planteó un capitalismo no salvaje. ¿En qué se diferencia de su propuesta?
-Para Leopoldo López, la primera medida de gobierno es volver a entregarle Pdvsa a los sectores transnacionales que le permitirían producir los prometidos 6 millones de barriles diarios. Lo que no ha dicho es que es una política para acabar con la Opep. La política petrolera de López es un retorno al estilo de Gómez, de entregarle el petróleo barato a los monopolios internacionales.
Para empezar
Javier Biardeau sabe por donde debe comenzar la rectificación en el proceso de transición socialista. “Primero, hay que hacer eficientes las políticas redistributivas, reimpulsando las misiones e incluyendo a nuevos actores en ellas, como las universidades del Estado. Segundo, establecer cuál es el arreglo institucional para regular las relaciones labores y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, dejando de lado el falso dilema entre respetar sindicatos o constituir Consejos de Trabajadores. Y tener claridad sobre los papeles que cumplirá un sector de economía privada que reconozca el papel de los trabajadores y la transformación de gran parte de una población económicamente activa sumergida en el sector informal, para incluirla en una economía social productiva”.
Y por último: “ Si se va a llegar a la etapa de las expropiaciones, lo mínimo que podríamos hacer es mantener o mejorar los niveles de producción de estas unidades económicas expropiadas. Si no, la opción sería importar masivamente. Y podríamos llegar a ser entonces más dependientes de las importaciones que en el período puntofijista”.
De perfil
El carabobeño Javier Alfredo Biardeau Restrepo se graduó de Sociólogo en 1994, con un promedio de 19,06 puntos que le valió los máximos honores (summa cum laude) en la Universidad Central de Venezuela, donde hoy es profesor a tiempo completo, luego de ganar el correspondiente concurso de oposición con 20 puntos.
En 1999 completó una Maestría en Planificación del Desarrollo, Mención Estudios Urbanos y Regionales, en el Centro de Estudios de Desarrollo de la UCV (Cendes), institución de la que fue asistente de investigación en diversos proyectos liderados por investigadores como Margarita López Maya y Heinz Sonntag, entre otros. También fue investigador del proyecto “Análisis Comparativo de las Reformas Económicas en Argentina y Venezuela”, desarrollado por el Iesa y la Universidad de Harvard.
Participa actualmente en la escritura del libro: Los Espejismos del Desarrollo Territorial en América Latina, luego de haber colaborado en la obra “Venezuela 4F. Un Análisis Sociopolítico”, de Heinz Sonntang y Thaís Maingón. Cada sábado, en las páginas de opinión del diario El Nacional, se pueden leer sus críticas y análisis, varias veces elogiados y recomendados por el presidente Chávez.
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