Javier Biardeau R.
Hemos planteado que Ludovico Silva acertó cuando distinguió entre marxistas, marxologos y marxianos. Marxistas hay de distintos pelajes: ortodoxos, heterodoxos, abiertos, críticos, revolucionarios, dogmáticos y sobre todo, de aparato y burocráticos. A estos últimos, los he denominado burocrático-despóticos, ya que el término marxista-leninista, de extracción estalinista no es suficientemente comprehensivo. El marxismo-leninismo es solo una de las variantes más extendidas del marxismo burocrático-despótico, producto de la política estalinista, pero no agota el campo del imaginario despótico en el marxismo.
De allí que sea fundamental comprender la diferencias entre el pensamiento marxiano, el marxismo crítico y el marxismo burocrático-despótico; este ultimo consustanciado con una política de liquidación de las libertades políticas, sociales y culturales, con la anulación del proyecto de conjunción entre la ampliación de los espacios de libertad y la liberación social, en un proyecto de justicia sustantiva e igualdad compleja.
Considero que el futuro del marxismo y del pensamiento crítico socialista se anuda a una recuperación de Marx, a partir de una mínima fidelidad hermeneutica, frente a las deformaciones del llamado marxismo-leninismo, de cualquier marxismo de aparato y de los manuales empobrecedores. En Venezuela, personajes como Garcia Bacca, Federico Riu, Ludovico Silva, Rigoberto Lanz, Hugo Calello y Nuñes Tenorio aportaron mucho más al “marxismo crítico”, que los pesados manuales de la Academia de Ciencias de la extinta URSS.
Nuestra dependencia y colonialismo intelectual no solo se hizo desde el euro-centrismo o la industria cultural de los EE.UU, sino además desde los focos de divulgación intelectual del Socialismo Realmente Inexistente. Esta situación generó verdaderos engendros conceptuales con devastadoras consecuencias políticas. Por ejemplo, la repetición a-critica de términos como “base y superestructura” (solo basta leer el “Estilo literario de Marx” de Ludovico Silva, o la carta de Engels a Bloch para inmunizarse de tanto desparpajo teórico), de “leyes objetivas del desarrollo social”, el “Estado Socialista” y de “socialismo-comunismo” como etapas, muestran algunas de las distorsiones mas frecuentes del pensamiento de Marx.
Y es hoy, en plena actualidad de los debates sobre las transiciones al Socialismo, donde es cada vez más urgente despejar estas falsificaciones y errores. Todavía hay quienes analizan el Manifiesto Comunista de 1848 y la Crítica del Programa de Gotha de 1875 y siguen afirmando la falsa tesis de que “en estos textos de Marx se distinguen claramente las dos etapas: socialismo y comunismo”.
Pues no, Marx no distingue el socialismo y el comunismo como etapas históricas en ninguno de sus trabajos, y esto es parte de la mitología del marxismo burocrático-despótico. No es que primero viene el socialismo y después el comunismo, es que el proyecto socialista revolucionario es la utopía concreta, la superación de la “sociedad burguesa moderna”.
Ludovico lo enfatizó en más de una oportunidad, hasta el punto de escribir “Teoría del Socialismo”, obra recientemente reeditada por la Alcaldía Mayor, bajo la dirección de Juan Barreto, hasta ahora uno de los pocos dirigentes políticos del proceso que ha dedicado parte de sus energías a reflexionar y escribir sobre legado teórico-político de Marx, en medio de escasas iniciativas de renovación intelectual de la izquierda, y más allá de lo que opinen sus adversarios (exógenos y endógenos).
En la obra “teoría del Socialismo”, Silva, con la prosa que lo caracterizaba dice: El comunismo no es, como tantos creen, una “presunta fase superior del Socialismo”. En cambio, los manuales del estalinismo-burocrático dictan: “El proceso histórico-natural de génesis y desarrollo de la formación comunista comprende tres fases conocidas que se suceden objetivamente la una a la otra: el período de transición, que comienza con la revolución socialista, el Socialismo, fase inferior de la formación comunista, y el comunismo.”(Kelle-Kovalzon)
Marx nunca planteó algo semejante, y sobre el período de transición en ningún caso escribió sobre la “etapa socialista” y la “etapa comunista”. Marx y Engels hablaron indistintamente de “sociedad socialista” y “sociedad comunista”, sin ubicarlas en etapas ni secuencias evolutivas. Incluso en la Crítica al Programa de Gotha, Marx señala: “De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino, al contrario, de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede”.
También dice: “Pero estos defectos son inevitables en la primera fase de sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista después de un largo y doloroso alumbramiento.”. La idea mas difundida plantea: “En una fase superior de la sociedad comunista cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!”.
No se trata de un simple ejercicio de escolástica marxista, sin consecuencias para las relaciones entre el pensamiento crítico socialista y la praxis de transformación. El marxismo burocrático-despótico sella la condena de la revolución, al repetir los errores del Socialismo burocrático. Por eso hay que superar la dosificación y filtraje de las tesis doctrinarias de los partidos-aparato. Marx habla de primera fase y de fase superior del “comunismo”, en ningún caso de “etapa socialista” y de “etapa comunista”, menos de “tres fases”. Lo que si indica Marx con claridad es que “Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado”. Sobre este ultimo punto, ya nos hemos detenido en otros trabajos (http://www.aporrea.org/ideologia/a49767.html; http://www.aporrea.org/ideologia/a50618.html; http://www.aporrea.org/ideologia/a57544.html; http://www.aporrea.org/ideologia/a60030.html; http://www.aporrea.org/ideologia/a61641.html).
Simplemente reforzamos la idea: el tema de la dictadura en Marx supone comprender que se trata del contenido de clase de la forma-estado en una República Democrática (de un semi-estado o Estado en extinción. Engels habla incluso de la “Comuna”): se trata del movimiento autónomo de una inmensa mayoría en interés de una mayoría inmensa.
Engels, que tuvo que aclarar muchos aspectos que Marx dejó inconclusos, agregándole sus propias tonalidades, plantea lo siguiente (Carta a Otto Von Boenigk; 1890): “La llamada “sociedad socialista”, según creo yo, no es una cosa hecha de una vez y para siempre, sino que cabe considerarla, como todos los demás regímenes históricos, una sociedad en constante cambio y transformación. Su diferencia crítica respecto del régimen actual consiste, naturalmente, en la organización de la producción sobre la base de la propiedad común, inicialmente por una sola nación, de todos los medios de producción. No veo absolutamente ninguna dificultad para realizar --se trata de realizarla gradualmente-- esta revolución mañana mismo. El que nuestros obreros son capaces de ello, lo demuestran sus numerosas asociaciones de producción y distribución, que, cuando la policía no las arruinaba intencionadamente, se administraban con la misma eficacia y mucho más honradamente que las sociedades anónimas burguesas”.
Entonces, se trata de la autoorganización y auto-emancipación de las clases trabajadoras, no de un Poder Estatal impuesto sobre ellas, pues socialización de los medios de producción y socialización del poder político son procesos simultáneos y correlativos.
Engels añade: “Así, si tenemos un número suficiente de partidarios entre las masas, se podrá socializar muy pronto la gran industria y la gran agricultura latifundista, ya que el poder político estará en nuestras manos. Lo demás vendrá más o menos rápidamente. Y teniendo la gran producción, seremos dueños de la situación. Usted habla de la ausencia de la debida conciencia. Eso es así, pero por lo que se refiere a las personas cultas, procedentes de la nobleza y burguesía, que no se dan cuenta de cuánto tienen aún que aprender de los obreros...”.
Como hemos planteado en otros textos, el proyecto socialista de Marx-Engels trata de un modo de cooperación económico-social y de coordinación, control y dirección política, radicalmente distinto al modo de producción, distribución y dominación de la “sociedad burguesa moderna”, pero a la vez muy distinto y distante de cualquier tentativa de Estatismo Autoritario y de Socialismo Burocrático.
Por eso reiteramos la necesidad de liberar a Marx del marxismo burocrático-despótico: aquel que aspira construir una “Dictadura sobre el proletariado”, en nombre de la mitología del partido-único/Estado-Autoritario, que como veremos en próximos artículos es el rompecabezas que permite comprender la importancia histórica de “la naturaleza de la URSS”: ¿Capitalismo de Estado?, ¿Socialismo de Estado?, ¿Estado Obrero Degenerado?, ¿Colectivismo Burocrático?, ¿Totalitarismo de izquierda?
Las respuestas a estas preguntas tienen un alto impacto en los problemas de la transición al socialismo.
sábado, 11 de octubre de 2008
LIBERAR A MARX DEL MARXISMO BUROCRATICO DESPOTICO I
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