Javier Biardeau R.
Analizando el talante ético-cultural de los espíritus anti-comunistas venezolanos, uno se da cuenta con facilidad de sus reacciones histéricas, del automatismo psíquico, del reflejo condicionado de sus políticas, sus estrategias y tácticas, de sus “maccartismo tropical”.
Analizando el talante ético-cultural de los espíritus anti-comunistas venezolanos, uno se da cuenta con facilidad de sus reacciones histéricas, del automatismo psíquico, del reflejo condicionado de sus políticas, sus estrategias y tácticas, de sus “maccartismo tropical”.
Desde nuestro punto de vista, una cosa es cuestionar el colectivismo burocrático que habló en nombre del comunismo planteado por Marx y Engels; y otra cosa, es pasar por contrabando la tesis de que todo comunismo es totalitario y antidemocrático. Usted puede apelar a la obra completa de Marx-Engels. Allí encontrará más apoyo a la tesis de la República Social y Democrática, que a la manida tesis de que la “forma de gobierno” establecida por Marx y Engels era la “Dictadura del proletariado”: un puño de hierro sobre la sociedad democrática.
La distinción entre contenido del Estado (¿Quién gobierna?) y forma de gobierno (¿Cómo gobierna?) ha sido suficientemente trabajada, así como la noción de Dictadura y Democracia en Marx, como para seguir reiterando la retórica anti-marxista de la “guerra fría político-cultural”. Ciertamente la democracia en Marx no se limita a la democracia representativa ni defiende la propiedad privada burguesa, incluso para Marx es la Comuna la superación de ambas; y por tanto, tampoco puede confundirse con las dictaduras militares, bonapartistas o cívico-militares típicas de la derecha, ni con ningún contrabando ideológico estalinista.
Decir que Marx apoyó la “Dictadura revolucionaria del proletariado” significa nada más y nada menos que apoyaba la “libre voluntad de la mayoría de la población” en las circunstancias históricas del siglo XIX. Decirlo en aquel entonces era una revolución de la vida cotidiana.
Ahora bien, que unos personajes históricamente analizables, se apropien a conveniencia de una frase de Marx (Crítica al programa de Gotha-1875): “Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado.”; para sustentar una “Teoría de la dictadura del proletariado” eso es otra iniciativa teórico-política. Y si se deriva de allí una justificación de una forma de gobierno autoritaria-burocrática estamos ante una impostura. Esto es lo que hay que explicar sin pelos en la lengua.
Engels (1874) critica a los blanquistas de la siguiente forma: “De la idea blanquista de que toda revolución es obra de una pequeña minoría revolucionaria se desprende automáticamente la necesidad de una dictadura inmediatamente después del éxito de la insurrección, de una dictadura no de toda la clase revolucionaria, del proletariado, como es lógico, sino del contado número de personas que han llevado a cabo el golpe y que, a su vez, se hallan ya de antemano sometidas a la dictadura de una o de varias personas”.
Engels sabía exactamente lo que significaba una Dictadura de una minoría sobre la clase revolucionaria del proletariado, llámese una persona, un comité central, un buro político, un partido completo o una clase social minoritaria. Obviamente la “Dictadura revolucionaria del proletariado” no era la “Dictadura contra-revolucionaria sobre el proletariado”.
Podemos anticipar que muchos ex marxistas y anti-marxistas, podrán sentir preludios epilépticos y ansiedades estomacales con estas ideas, pero dado el diseminado macartismo tropical, hay que poner algunas palabras en su lugar.
Engels (Contribución a la crítica al proyecto del programa socialdemócrata-1891) planteó: “Está absolutamente fuera de duda que nuestro partido y la clase obrera sólo pueden llegar a la dominación bajo la forma de la república democrática. Esta última es incluso la forma específica de la dictadura del proletariado, como lo ha mostrado ya la Gran Revolución Francesa”.
Adam Schaff ha denunciado en sus textos como Lenin deformó completamente el párrafo de Engels, en la obra “El Estado y la Revolución”, considerada documento fundacional de la “teoría revolucionaria del Estado Socialista”. Dice Lenin: "Engels repite aquí, en una forma especialmente plástica, aquella idea fundamental que va como hilo de engarce a través de todas las obras de Marx, a saber: que la República democrática es el acceso más próximo a la dictadura del proletariado.”(Lenin-cap IV).
Cualquier lector atento reconoce que no es lo mismo decir que la República Democrática “es la forma específica”, que decir que “es el acceso más próximo”. Saquen sus conclusiones. En el “Manifiesto Comunista” no aparece por ningún lado la palabra “Dictadura”, tomando en consideración lo siguiente: “es ya hora de que los comunistas expresen a la luz del día y ante el mundo entero sus ideas, sus tendencias, sus aspiraciones, saliendo así al paso de esa leyenda del espectro comunista con un manifiesto de su partido”. Además señalan: “Hasta ahora, todos los movimientos sociales habían sido movimientos desatados por una minoría o en interés de una minoría. El movimiento proletario es el movimiento autónomo de una inmensa mayoría en interés de una mayoría inmensa. El proletariado, la capa más baja y oprimida de la sociedad actual, no puede levantarse, incorporarse, sin hacer saltar, hecho añicos desde los cimientos hasta el remate, todo ese edificio que forma la sociedad oficial”. Y más adelante: “el primer paso de la revolución obrera será la exaltación del proletariado al Poder, la conquista de la democracia.”
Los que plantean la equivalencia Marx=totalitarismo saben que mienten. La democracia de Marx-Engels es la democracia de las mayorías explotadas y dominadas no la democracia burguesa.
En sus principios del comunismo (1847), texto preparatorio al Manifiesto, Marx-Engels plantean: “La democracia sería absolutamente inútil para el proletariado si no la utilizara inmediatamente como medio para llevar a cabo amplias medidas que afectasen directamente la propiedad privada y asegurasen la existencia del proletariado”.
Obviamente, el proyecto proletario no coincide con el proyecto burgués: “Lo que caracteriza al comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición del régimen de propiedad de la burguesía, de esta moderna institución de la propiedad privada burguesa, expresión última y la más acabada de ese régimen de producción y apropiación de lo producido que reposa sobre el antagonismo de dos clases, sobre la explotación de unos hombres por otros.” La utopía concreta marxiana es muy clara: “tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases.”. Ex marxistas y antimarxistas: ¡Tómense la pastilla!
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